¿Aceptará el mundo a los talibán?
A lo largo de este artículo observaremos la reacción de los distintos Estados a la victoria talibán, los matices que diferencian sus posturas y los intereses tras sus políticas exteriores.
Este análisis comprenderá tres grandes bloques: los países occidentales y especialmente Estados Unidos, los países islámicos de Oriente Próximo y el norte de África, y las potencias vecinas de Afganistán.
A. Bloque Occidental
El bloque de las naciones occidentales se caracteriza por tener gobiernos democráticos y raíces culturales cristianas: incluye a todas las naciones desde Argentina hasta Méjico y desde Estados Unidos hasta Rumanía.
La mayor parte de ellos han tomado parte -en mayor o menor medida- en la intervención liderada por Estados Unidos. Por ejemplo, la Unión Europea ha destinado la mayor parte de su presupuesto para ayuda internacional a Afganistán, mientras que países como España, Italia o Polonia han colaborado con donaciones e importantes despliegues militares.
Los más implicados fueron los Estados de la OTAN que acudieron a la convocatoria del artículo 5 de Defensa Colectiva que sobrevino a los atentados del 11 de septiembre.

El objetivo occidental era combatir el terrorismo y evitar que Afganistán se convirtiera en una base de operaciones de la Yihad Global, a lo que posteriormente se sumó un proyecto de construcción estatal o “Nation Building”. El primer objetivo se alcanzó, mientras que el segundo ha sido un completo fracaso.
En todo caso, los diversos compromisos internacionales y regionales son la expresión de una serie de valores asociados a las democracias liberales occidentales, que a su vez los han interiorizado mediante estrategias editadas por sus Ministerios de Asuntos Exteriores.
Puesto que dichos “valores interiorizados” se relacionan con la igualdad de la mujer, la promoción de la democracia, los Derechos Humanos y otros valores, es previsible que las ayudas al desarrollo y consecuentemente las posturas ministeriales con los talibán sean consecuentes con la postura de los talibán.
En el otro lado de la mesa, para los talibanes es fundamental tratar de captar tantas ayudas internacionales como sea posible, a fin de mantener el control del territorio ganado e incrementar su cuota de poder.

Otra verdad tan simple como importante es que los talibán y Occidente somos enemigos. Hemos hecho la guerra durante 20 años, hemos impedido que gobiernen y les hemos infligido miles de bajas. Ellos han apoyado al terrorismo yihadista, han emboscado a nuestros soldados y han combatido a muerte contra los valores que tratamos de llevar a su país.
Todo esto implica que la ayuda al desarrollo y las relaciones con los talibanes pueden o ser bajas o directamente desaparecer.
Si los talibanes logran mantener el control de Afganistán durante un periodo prolongado, moderan su postura y permiten trabajar a las agencias de cooperación y ONG occidentales, entonces existe la posibilidad de que perciban algunas ayudas y hasta puedan ser reconocidos a la larga.
La otra posibilidad es que las olas migratorias (o su amenaza) acaben forzando a la Unión Europea a cooperar con los talibanes -algo parecido a lo sucedido en Libia- en cuyo caso podrían beneficiarse de jugosas cantidades de dinero.
En el caso de Washington lo que observamos es que Asia Central no interesa. La retirada completa de Afganistán es la consumación del giro al Indo-Pacífico que dio comienzo en la era Obama.
Con todo, el valor político y la implicación de Estados Unidos con Afganistán han sido tan duraderas que Washington aún podría dejar algunos “rescoldos incandescentes” de intervención.

Recordemos como tras las derrotas en el Tíbet, Vietnam, Camboya o Iraq la Casa Blanca ordenó mantener operaciones encubiertas de bajo perfil para apoyar a sus aliados tras la retirada oficial. En este sentido, caudillos rebeldes como el hijo de Ahmed Shá Massoud podrían granjearse el apoyo de la CIA en forma de dinero, armas, información y hasta mercenarios.
B. Bloque de Oriente Próximo y norte de África
Este bloque incluye a los países musulmanes que por ahora no van a reconocer a los talibán, pese a que en algunos de ellos -especialmente en Arabia Saudita- existe apoyo popular a dicho reconocimiento.
Así es, en el pasado Riad reconoció a los talibanes, sin embargo esta vez es probable que tarden más en hacerlo habida cuenta de que la postura saudita de hoy se encuentra bajo la presión de las relaciones con Occidente, situación que no se daba en los años 90, cuando EEUU y los talibán no habían entrado en guerra.
En el caso del resto de países incluyendo Marruecos, Egipto, Argelia o Emiratos Árabes Unidos (EAU)sabemos que el reconocimiento en ningún caso va a ser inmediato.

El caso de EAU es especialmente interesante, ya que se trata de uno de los pocos países que reconoció el gobierno talibán pre-2001, pero sin embargo desde entonces los cambios sociales y sucesorios han operado en el sentido de apoyar a Occidente y EEUU implicándose en las operaciones de Afganistán y en la lucha contra el terrorismo yihadista de Al Qaeda y el ISIS.
El caso de Qatar también es algo peculiar, ya que Doha ha ejercido de espacio neutral en el que negociar para los talibán y los estadounidenses y en cierto sentido mantiene unas relaciones buenas con los talibanes.
Como curiosidad, recientemente se ha informado de fuertes tensiones durante una reunión bilateral en la que Washington exigía a Doha acoger a 2.000 familias afganas y acusaba al mediador qatarí de no haber monitorizado correctamente el acuerdo. Con todo, es bastante improbable que Qatar llegue a reconocer a los talibán en el corto plazo.
C. Potencias vecinas
Aunque Rusia no posea frontera con Afganistán, lo cierto es que las repúblicas de Uzbekistán o Tayikistán pueden ser consideradas parte del anillo de seguridad que protege a Rusia del yihadismo afgano, un yihadismo que ya tuvo un papel relevante en azuzar los levantamientos en Chechenia.

Moscú parece mantener una postura dura pero a la vez dispuesta a alcanzar acuerdos. Por ejemplo, las maniobras de tropas rusas en la frontera afgano-tayika o las declaraciones de Lavrov sobre la resistencia en el Panjsir hacen las veces de "palo", mientras que las declaraciones abiertas a la colaboración hacen las veces de "zanahoria".
En el caso chino los talibán son la oportunidad de abrir definitivamente el mercado afgano a los productos chinos, así como el fin de la presencia (y de los valores) estadounidenses en un país vecino de China.
Sin embargo, lo fundamental para Pekín es tener un interlocutor efectivo gracias al que impedir el contagio del yihadismo chino al oeste del país.
En el caso iraní lo más importante son las corrientes de agua afganas que riegan el este de Irán en zonas habitadas por la minoría hazara de religión chií. En menor medida está el riesgo de que los talibanes organicen atentados terroristas e incursiones a través de la frontera.

Finalmente, el Estado con más probabilidades de reconocer al "Emirato Islámico de Afganistán" es Pakistán. El riesgo de que los pastunes afganos y pakistaníes acaben guerreando contra Islamabad es elevado, al igual que lo es el miedo a un acercamiento -por lo demás poco probable- entre Kabul y Nueva Deli.
Uno de los grandes problemas con la postura pakistaní es la bicefalia entre la administración civil nominalmente encabezada por Imran Khan y el verdadero poder en la sombra de las Fuerzas Armadas y el temido ISI, siendo este último el que probablemente determinará la postura final de Islamabad.
En conclusión, más allá de Pakistán no hay muchos incentivos para un reconocimiento oficial del Emirato Islámico por parte del resto del planeta, pero es cierto que por una cuestión de pragmatismo las relaciones con los talibanes podrán convertir al Emirato Islámico en un Estado no reconocido.
Rusia, las exrepúblicas soviéticas de Asia Central, China e Irán tienen fuertes incentivos para cooperar intensamente con los talibanes. Mientras, otras organizaciones, como la Unión Europea en materia migratoria o las Naciones Unidas en el marco de sus políticas humanitarias habituales sí podrían establecer relaciones con los talibán.
Si quieres tener acceso a nuestros artículos de pago, a nuestro último webinar y apoyar nuestro trabajo, recuerda que puedes registrarte mediante tu correo, ir a tu perfil y suscribirte por solo 10 euros al año.