Medio de comunicación independiente

Por Christiane Waked.

Incluso el mundo entero puede quedarse pequeño para el inmenso talento que este joven artista rezuma: Alejandro Matrán.

Una simple mirada por Skype transmite una agradable y única frescura pero, al mismo tiempo, una compleja cara joven que parece estar preguntándote más que haciendo una declaración. 

Sus ojos elegantes andan buscando algo, desde el fondo mirándote hacia afuera, implorándote que ahondes más aún. 

Alejandro Matrán.

El políglota de 23 años se niega a ser etiquetado simplemente como actor, compositor o escritor. Estas son las actividades en las que Alejandro se sumergió desde joven, con gran convicción. Sin embargo, él los ve como meros peldaños en su viaje.

Alejandro explica que su madre se dedicaba al diseño de vestuario en la televisión. Fue entonces cuando se enamoró instantáneamente del escenario y este fascinante nuevo mundo al que su madre le había acercado.

Su persistencia le llevó a caminar hacia el fascinante horizonte que se había presentado ante él. Su madre quería que su infancia fuera normal y conectada con su tierra, no que su hijo se convierta en un actor infantil.

Debido a su necesidad para expresarse artísticamente, Alejandro estudió violín hasta que cumplió la mayoría de edad…. ¡Pero una experiencia cercana a la muerte cambió todo!

El artista había desarrollado neumonía al contraer la famosa Gripe A, así que desde entonces decidió que la complacencia se había terminado: era hora de poner los pies en el suelo y perseguir sus metas hasta la última gota de energía.

Nuestro protagonista se matriculó en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD), la que fue su casa por varios años. Después se mudó a Londres donde estudiaría en Rose Bruford College y participaría en el Fringe Festival de Edimburgo.

En lugar de continuar sus clases de violín Alejandro había decidido emigrar con algunos amigos desde la comodidad de España hasta Inglaterra haciendo caso a su corazón y desarrollando sus habilidades actorales. 

Le pregunto a Alejandro si prefiere el teatro o la cámara.

«El teatro es un compromiso con el público, lo que me encanta» Alejandro continúa: 

“¡Puedes sentir dónde están, y cada noche es diferente! Me encanta recibir comentarios y crecer y aprender de esa interacción con la audiencia en todas y cada una de las funciones.” Alejandro explica también su deseo de experimentar más con su trabajo en el campo del teatro. No se ve a sí mismo como un actor convencional con aspiraciones predecibles y haciendo audiciones esperando al papel perfecto, sino que prefiere trabajar con otros en los que ya tiene fe y empatía mutua para poder elegir roles que le desafíen. 

Trabajando juntos en un equipo ya establecido donde puede expresar sus pensamientos libremente y formar parte del proceso creativo de principio a fin, en lugar de ser simplemente un «complemento». Le pregunto cómo se prepara un nuevo papel, cómo se prepara para «transformarse». 

En lugar de los actores del Método, que buscan las similitudes entre los personaje y ellos mismos, trato de buscar las diferencias y desarrollar un  comportamiento físico distinto para cada personaje que interpreto. Por ejemplo, intento cambiar la forma de caminar y mi postura para cada nuevo personaje que estoy aprendiendo. Mi maestro una vez me dijo que los zapatos son muy importantes ya que ayudan a abrazar a cada nuevo personaje.»

Además, cada personaje debe tener una voz y un acento únicos que sean puramente los suyos. Necesitas experimentar con muchas voces diferentes hasta que encuentres la «suya». Entonces debes habitar a ese personaje de adentro hacia afuera. Me gusta también romper espontáneamente con diferentes acentos sin previo aviso.

Y el talentoso joven me hace una demostración sin darse cuenta transformando magistralmente su voz grave en una mucho más aguda: – Cuando cuando te sientes físicamente diferente, y esto incluye la voz, comienza la actuación.

Su actuación es cautivadora, pero ahora centro mi atención en su primer amor, la música, y particularmente pongo el foco en sus propias composiciones. – Durante muchos años estudié teoría musical, Christiane. Toqué en el Auditorio Nacional, en el Teatro Monumental… Me encanta la música clásica pero mi verdadera pasión es crear, no seguir agendas. Por eso no hago audiciones, porque no quiero que otros decidan si debería estar en una obra o no. Yo no soy simplemente un actor, sino una mente creativa que busca una participación más profunda en todo el proceso.”

Alejandro me cuenta de su amor por la composición desde muy joven, aprendiendo de diferentes compositores y observando patrones en su trabajo que aplicaría a sus propias obras como ejercicios de armonía. Increíblemente no sabía nada sobre composición cuando era niño. «Vivaldi fue mi mayor influencia al principio, ya que era donde los patrones se encontraban más fácilmente. Luego, con el tiempo, aprendí de Tchaikovsky y luego Wagner y Bach.” Años más tarde, Alejandro compuso su primer musical desde cero. 

Me estaba empezando a dar cuenta de que Alejandro distaba ser el típico artista de 23 años. Es más un joven brillante, talentoso, con un entusiasmo por la vida y una fe inquebrantable en sus propias habilidades. La que escribe no podía evitar sentirse profundamente inspirada… 

Alejandro me explica sus principales influencias musicales: desde la música clásica hasta lo folclórico pasando por el rock de The Who y el pop de Blur. Todos expresan una identidad y un contexto concreto. Es música que despierta la imaginación y evoca historias. Te transporta.

Alejandro es además un escritor ávido y apasionado, inspirándose en todo lo que cae en sus manos y traduce automáticamente lo que escucha y ve. Aunque no tiene un blog de escritura como tal, y solo escribe esporádicamente, me dice que el teatro español tiene sus limitaciones en cuanto a lo que él desea lograr personalmente en su carrera, ya que existen estructuras demasiado rígidas para su gusto.

Alejandro sigue creciendo en su ofucio a su manera, integrándose en un equipo de creadores de ideas afines que exploran los límites del teatro convencional para producir algo fresco e innovador. Un joven con una misión evidente y el talento para respaldarla.

En España, el teatro es realmente entretenido y lleno de diversión y baile, pero en lo que yo realmente quiero profundizar es en el teatro «social», provocativo y reflexivo, así que comencé a investigar para desarrollar mi propia estética. Yo estudie el «Teatro de los oprimidos», creado por Augusto Boal.»

Pregunto si el público puede interactuar personalmente con este tipo de teatro: – «¡Oh mucho! En realidad es una invitación a la audiencia para que suba al escenario e intente resolver la situación de opresión que se está representando. De esta manera, el público modifica la historia.»

Le explico cuánto amo esta idea, que por supuesto obliga a los actores a reajustar y realizar completamente sin ensayar los cambios que cada nuevo miembro de la audiencia presenta, desafiando la capacidad del actor hasta su límite ¡Huesos de bronce actuando espontáneamente en un escenario en vivo! Se me hace la boca agua… 

En esencia, el público se convierte en parte del status quo, parte del conflicto representado. Sin embargo en su tesis “Teatro Violento. Para la reconciliación entre Oriente y Occidente” Alejandro explica que su intención es atacar el instinto de los miembros de la audiencia, incluso si les hace sentirse mal o angustiados, comprometiendo al espectador no solo racionalmente sino también emocionalmente. 

El padre de Alejandro, historiador y aficionado a Oriente Medio, introdujo a su hijo un nuevo mundo, particularmente a Egipto, un país que deseaba visitar desde niño.

La mayoría de sus amigos de la escuela eran de Marruecos, así que comenzó a aprender árabe desde los 7 años en un intento por comprenderlos mejor a ellos y a su cultura. Tanto los niños como los padres lo adoptaron como uno de los los suyos, admirando su pasión por aprender sus costumbres.

Este hábito de integración lo ha aplicado en todos y cada uno de sus viajes, intentando comprender de una manera «experiencial» el modo de vida de palestinos, georgianos, punyabis, pastunes… Alejandro explica que el teatro que él desea desarrollar requiere un profundo conocimiento de otras culturas y para esto es necesario viajar. Entiende el “viaje” como una forma de enriquecer su conocimiento social, la relación entre diferentes culturas, incluso música e instrumentos nuevos que ayudan a mejorar su capacidad musical y a comprender el porqué de los sonidos del mundo.

Alejandro considera que la experiencia de viajar es esencial para el crecimiento de un ser humano, y aprovecha lo que aprende en cada lugar para mejorar sus habilidades, que por supuesto llegan directamente a cada nuevo espectador. Nuestro protagonista concluye que ya sea música, teatro o periodismo, uno tiene que ser «rico» como ser humano. En efecto yo misma soy ahora más rica por conocer a un alma tan cautivadora como la de Alejandro Matrán.

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