Aplastante victoria de Orbán en Hungría
Las elecciones húngaras nos dejaron un claro vencedor, Viktor Orbán.
Aunque partía como favorito, lo que nadie se esperaba es el altísimo margen de su victoria, Orbán ha conseguido mejorar sus resultados de 2018 y se hace con 135 diputados de 199 totales, lo que le permitirá tener vía libre en materia legislativa sin necesidad de ningún apoyo externo.

¿Elecciones limpias?
A falta de conocer los informes finales de los observadores internacionales y de la OSCE es preciso aclarar, antes de analizar los resultados, que el terreno de juego estaba inclinado del lado del Fidesz. Con el control mayoritario de los medios de comunicación y con un sistema electoral diseñado para beneficiar al partido en el gobierno, las elecciones fueron “libres pero no justas” como ya las calificó la OSCE en 2018.
Además, las irregularidades del último proceso electoral y hechos como la aparición de votos para la oposición quemados y tirados en la carretera hacen que debamos ser cautos a la hora de admitir el proceso electoral como limpio y deberemos esperar a los informes electorales para saber si efectivamente se han producido irregularidades en las votación.

La unidad no suma
Lo más destacable de la jornada electoral es el enorme fracaso de la oposición que en estos comicios se presentaba unida por primera vez. De hecho, Orbán pierde 100.000 votos con respecto a las elecciones pasadas y es el descalabro de la oposición el que le permite mejorar sus resultados. En 2018, cuando los seis partidos que conforman la coalición opositora se presentaban por separado fueron capaces de conseguir el 46,5% de los votos, estas elecciones se presentaban juntos y han conseguido el 35% de los sufragios, una pérdida de once puntos cuando se esperaba, como mínimo, que sumaran el conjunto de sus votos en las últimas elecciones, ¿qué falló?
La respuesta está en dos factores; El primero, como ya hemos señalado, es la falta de igualdad de oportunidades durante la campaña que hizo que la oposición lo tuviera mucho más difícil, en segundo lugar está la propia naturaleza de la oposición junto con la coyuntura internacional provocada por la guerra en Ucrania, que impidió a la coalición anti-Orbán imponerse.
La oposición estaba conformada por seis partidos diferentes en los que se incluían conservadores, socialdemócratas, verdes, liberales y un antiguo partido de extrema derecha que está tratando de reconvertirse al centro. Así, el acuerdo opositor no podía pasar más allá de criticar a Orbán porque realmente la coalición no tenía la coherencia ideológica necesaria para hacer propuestas concretas.
¿Subimos o bajamos los impuestos? ¿Qué opinamos del aborto? ¿Aumentamos el presupuesto en educación, en defensa o en ambas? Son sólo algunas de las preguntas que la oposición simplemente no podía responder, su heterogeneidad hacía imposible mantener cualquier posición ideológica y todas las posiciones lo son. Aun así este hándicap no empezó a lastrar sus expectativas electorales hasta la invasión de Ucrania.

Marki-Zay se presentaba con un discurso centrado en dos ejes: la lucha contra la corrupción y la propuesta de un giro en política exterior más cercano a occidente alejando a Hungría de Rusia y China. Atacar a Orbán por su corrupción galopante y por ser el caballo de Troya ruso y chino en la UE parecía buena idea, al menos sobre el papel, sin embargo la invasión de Ucrania echó al traste este discurso.
En primer lugar, la invasión provocó que la corrupción pasara a un segundo plano, acabando así con el mayor activo discursivo y movilizador de la oposición. Además, la oposición tomó partido decididamente por occidente y se declaró a favor de las sanciones y de enviar armas a Ucrania en un intento de dañar a Orbán resaltando las contradicciones de su política exterior, pero esta decisión permitió al actual Primer Ministro construir un marco de “Guerra vs Paz” dónde la oposición quería meter al país en una guerra en la que Hungría no se jugaba nada y encima iba a ser la población húngara la que pagara las consecuencias en forma de facturas energéticas más caras, mayor inflación y problemas de suministro.
Así las cosas, las propias contradicciones de la oposición, el desequilibrio del sistema a favor del Fidesz y la habilidad de Orbán para construir un marco favorecedor unido al poco entusiasmo de la población para asumir una posición más dura con respecto a Rusia, terminaron lastrando a una coalición opositora que no fue capaz de movilizar a su electorado.
¿Ahora qué?
Orbán se encamina a su quinto mandato (cuarto consecutivo) y ya es el líder europeo con más tiempo en el cargo, la mayoría de dos tercios le da una potestad casi ilimitada dentro del estado húngaro pues tiene mayoría suficiente para cambiar la constitución (que el mismo promulgó aprovechando otra mayoría similar) sin apoyo de nadie.
Orban’s confidence in talking down to Zelensky shows his comfort with the division he sows in NATO even during a war on his border. #Ukraine https://t.co/UPSVP9d4VU
— Kristina Jovanovski (@kjovano) March 27, 2022
Respecto a su relación con la Unión Europea dependerá mucho de sí continua con su deriva autoritaria, Hungría es el primer país de la UE que Freedom House no considera una democracia (lo define como régimen hibrido) siendo una situación que la UE ya ha permitido por mucho tiempo y realmente se ha quedado sin excusas para no aplicar la condicionalidad y hacer pagar a Orbán sus vulneraciones del derecho europeo.
En este sentido conviene tener un ojo puesto en Varsovia, la posición respecto a Rusia ha dañado gravemente las relaciones entre Polonia y Hungría y, teniendo en cuenta que es Polonia quien bloquea el procedimiento del artículo 7 contra Hungría hay que estar muy atento a la posible ruptura definitiva entre ambos que dejaría a Hungría completamente aislada y le obligaría a tomar una posición menos beligerante contra la UE.
Por último, si hablamos de la oposición no parece que tenga mucho futuro la coalición, a buen seguro se disolverá y es posible que algunos partidos incluso se fusionen y continúen colaborando mientras que otros actuarán por libre, lo esperable son cambios en el sistema de partidos de los que el tiempo dirá su alcance.
Orbán sale reforzado de estas elecciones, no sólo revalida su mandato sino que lo aumenta y se enfrentará a una oposición más fragmentada y debilitada, pero tiene un coste, el daño a las relaciones con su mayor aliado dentro de la UE hasta este momento, Polonia, de su capacidad para reconducir la situación y restaurar Visegrado dependerá en buena medida el futuro del país.