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Allá por el ya lejano 2015, la por entonces presidente de la República Argentina, Cristina Fernández, decía que estábamos inmersos en una tercera guerra mundial (discurso del 161 aniversario de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, 27/8/2015).

Sin embargo, dudo que fuera consciente de las palabras que expresaba, o al menos comparativamente, el escenario de hoy es mucho mas adverso que el de aquellos años, con una serie de conflictos bélicos tradicionales, destacando uno de alta intensidad en Europa con actores políticamente relevantes y con consecuencias propias de una época altamente globalizada e interrelacionada.

Lo que sí podemos afirmar es que dejaba ver en su discurso, otra vez, una crítica hacia las economías centrales, que avanzaban con violencia y agresividad contra las economías emergentes, según su entender. Criticas que no son fruto de la casualidad, claro está. Argentina, bajo el mando del kircherismo, siempre coqueteó con la posibilidad de formar parte del bloque que componen Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

En 2006 elogio la posible creación de tal organización, en 2008 le pareció una alternativa al capitalismo y sus recurrentes crisis y,  ya para el 2010, comenzaría una marcada inclinación hacia los vínculos con esta organización, pero sobre todo con China y Rusia.

A modo resumido, la pandemia, las cuarentenas y la guerra Ruso-ucraniana dispararon una serie de acontecimientos muy importantes y relevantes para el mundo.

Putin, creyendo conocer la debilidad que presentaban los liderazgos europeos, se jugó un pleno por una guerra rápida y decisiva, que no solo no resultó de esa manera sobre el terreno, sino que además esas debilidades que se observaban en Europa ante la ausencia de Merkel, un Biden duditativo y las sociedades occidentales estancadas bajo etiquetas y segregadas políticamente en el continuo deterioro de sus criterios estratégicos nacionales, no termino en un detrimento de las organizaciones y alianzas supranacionales, sino en el alineamiento de Europa con los Estados Unidos.

Desde entonces Rusia está direccionando su economía hacia el sur buscando vender sus bienes y servicios a China, India y toda la esfera ex soviética que pudo aglutinar estos años.

El conjunto actual de los líderes del BRICS, de izquierda a derecha: Xi Jinping , Vladimir Putin , Jair Bolsonaro , Narendra Modi y Cyril Ramaphosa. Fuente: Alan Santos/PR

Ante este escenario, la India se ha alejado del plano pro USA para poder aprovechar las oportunidades que se le presentan, adquiriendo commodities a precios bajos para poder sostener su crecimiento, lo que es todo un desafío pos pandemia para Nueva Dheli.

Por su parte, China busca seguir con su influencia global, discutirle el liderazgo de la economía mundial a EE.UU y asegurarse el control total de su zona de influencia.

En este contexto global, en donde pareciera ser que se busca salir hacia un mundo multipolar, se encuentra Latinoamérica y, en este caso, Argentina, que se plantea un nuevo debate o desafío: Ser parte del BRICS.

¿Es malo o es bueno que Argentina entre en este bloque?

En términos generales ni bueno, ni malo. Los estados desarrollan actividades en pos de sus intereses, valores y criterios estratégicos. El problema es que cuando se disocian esos intereses, esos lineamientos generales llamados criterios estratégicos de la diplomacia real, de la política económica y de las doctrinas del poder militar, se es permeable a las influencias extranjeras.

Cosa que ya se vio en reiteradas ocasiones en Argentina y la región, y que también se ha visto en Europa en esta crisis devenida de la invasión rusa sobre Ucrania. El potencial ingreso de Argentina a este bloque representa, nuevamente, una oportunidad perdida. ¿Cómo se puede decir eso antes de que siquiera se den los acuerdos? Nos remitiremos a una serie de factores a tener en cuenta:

· La situación propia argentina: Junto a Venezuela son los dos únicos países con altos índices de inflación en la region, en el caso argentino con un promedio mensual de 5 puntos, de hecho, se estima que llegará a fin de año con un porcentaje de entre un 75 al 115 por ciento anualizado. También existen escenarios pesimistas que plantean una situación aún peor, pero no dejan de estar fundamentados en datos concretos del contexto macro que tiene la economía argentina. En Argentina se suele decir que el gobierno tiene la sabana corta, si ajusta para un lado se destapa del otro.

En este contexto, la colocación de deuda en pesos por medio de múltiples instrumentos y letras, de muy corto plazo y altos intereses, genera la tensión de renegociar constantemente esta deuda, sabiendo que fracasar en estas renegociaciones termina en emisiones monetarias que representan porcentajes bestiales del dinero en circulación.

Esta emisión no sería necesaria si el estado argentino contara con reservas en el banco central y le permitieran asistir al tesoro cuando atravesara este estrés financiero, pero no hay reservas, no hay y punto, algunos cuentan el oro, otros el swap con China, la verdad es que constantemente el central mete mano en los encajes de los ahorristas privados para la venta de divisas.

Si fuera por únicamente el balance comercial externo, Argentina debería tener superávit, pero no es así debido a la cantidad de restricciones con el tipo de cambio y la multiplicidad de este mismo, generando de forma implícita restricciones a las exportaciones (elemento fundamental si te quieres incorporar a un bloque comercial) e incluso restricciones explicitas mediante leyes y decretos (el casod de las carnes y cereales, principales exportaciones a los países afectados por la guerra en ucrania y los miembros del BRICS). A esto se le suma los problemas evidentes que sufre en materia energética, en seguridad, educación y por supuesto la fragilidad política que atraviesa el gobierno actual. Este escenario es de gran relevancia, ya que ninguno de los países de la región, ni del bloque, tiene la delicada situación que tiene Argentina.

· La contienda China-India: Estos dos países siempre han sido rivales e incluso aun tienen vivos un par de reclamaciones mutuas acerca territorios y fronteras. Si bien en estos últimos años en la practica diplomática pareciera que los han sorteado, en un escenario mundial como el actual, con China intentando consolidar su posición de poder para plantarle cara a Estados Unidos, ¿cómo se verá afectada esta relación? Argentina como nuevo miembro, ¿cómo haría para sortear esas tensiones y que no se vean afectadas sus actividades?

Zonas en disputa en Cachemira. Fuente: w:user:Planemad

· Relaciones con los organismos multilaterales tradicionales: En la cumbre de la OTAN celebrada hace unos días está claro que los países miembros y un par de invitados han cerrado filas contra dos poderes concretos, China y Rusia. También está claro que Estados Unidos se ha dado cuenta que en un enfrentamiento directo contra China necesitará aliados, sobre todo en un territorio tan alejado como es Taiwan y la región de Asia - Pacífico.

No es que China sea mas poderoso que Estados Unidos, el gigante norteamericano sigue siendo el único país capaz de desplegar casi una docena de portaaviones nucleares con sus respectivas flotas en cualquier punto del mundo, pero para derrotar la segunda flota mas grande del mundo (China) deberá hacer un esfuerzo enorme, tanto que tendrá que concentrar todos sus elementos en un solo conflicto, dichos por ellos mismos en sus estudios de escenarios de guerra.

Es por ello que han cerrado filas con sus socios europeos y de otras latitudes, para intentar sostener en términos generales modelos concretos de economías y estados. Esta dinámica también llega a América latina y África, en donde Argentina ha estado jugando un juego diplomático peligroso, decirle a cada estado lo que quiere escuchar.

Argentina puede entrar al BRICS, no deja de ser una oportunidad, pero solo si es parte de un proceso diseñado y resultado de un proceso analítico devenido de la interacción de los espacios políticos del marco social argentino y no una medida desesperada para tener algo positivo que anunciar. Lo primero que debería plantearse el estado de argentina es establecer criterios estratégicos, entender y ser consecuentes con el modelo de estado, democracia y organización política que se ha elegido, en consecuencia, actuar con los valores que corresponden a esas elecciones tomadas y aquellas por tomar.

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