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Pasaron otras elecciones en el país austral, esta vez legislativas, y otra vez los ecos de una crisis parecieran escucharse no demasiado lejos. ¿Por qué un país con algunas características envidiables continua en un camino hacia el deterioro constante? ¿Por qué pareciera que argentina no conoce su propio rol en el mundo? ¿Por qué se deriva entre las viejas alianzas y los viejos conflictos, sin aprender demasiado al respecto?

El mundo discute temáticas que involucran el futuro, la especie humana y el planeta, sin dejar de lado sus perspectivas nacionales respecto al poder y sus intereses propios. La pandemia ha supuesto un cambio radical en las relaciones internacionales y en algunos procesos mercantiles que se han acelerado. El mundo no es el mismo que hace dos años y  las naciones que lo componen aprecian esta realidad pero, ¿qué tiene que ver Argentina en ese proceso o en otros similares de los últimos años? Pareciera que nunca los comprende o, simplemente, no lo quiere hacer.

Durante muchos años esta nación ha brindado talento y respuestas al mundo, pero el estado Argentino en vez de promover estos procesos, de alimentar las ventajas que obtiene por su naturaleza, por el paso del tiempo o por el talento humano, los castiga o busca inhibir. En los últimos años (20, 30 por no irnos más lejos), esta nación ha contado con múltiples oportunidades para cambiar algunas tendencias que la vienen aquejando, que vienen torturando a las clases más vulnerables y que contribuyen al estado generalizado de descapitalización que sufren las empresas nacionales.

Estas tendencias parecen no mejorar con el paso del tiempo, sino que cada vez se consolidan más, a pesar de las críticas de la oposición, que después son gobiernos y, a su vez,  los gobiernos se convierten en oposición, haciendo de todo el camino recorrido un círculo de pobreza, subdesarrollo e incertidumbre. Pareciera que el escenario que describo es siniestro y oscuro, pero el ultimo G20 demostró donde ha quedado Argentina por estos procesos que viene atravesando.

La nación latinoamericana se ha convertido en un estado periférico, tan alejado del centro de las discusiones del futuro como de las del presente,  inmerso en problemas que el mundo ya ha solucionado en mayor o menor medida. La continúa situación de emergencia nacional hace permeable cualquier intento de influencia exterior, siendo constantemente sacudida por el escenario geo-político. Un ejemplo claro es la relación con China, Rusia y los Estados Unidos, en donde la falta de criterios estratégicos claros y consolidados permiten que estos estados extranjeros con pocas herramientas puedan influir dentro de Argentina y sus gobiernos de turno.

Esta situación, sumada a los problemas estructurales de la economía y la política argentina, no permite el avance de las relaciones con sus vecinos. En este último aspecto, la oportunidad del Mercosur pareciera cada vez más lejos de tener un impacto positivo en las economías regionales, del mismo modo que cortar con ella, como el Reino Unido hizo en el Brexit, traería más problemas que soluciones.

Aun así, el Estado se encuentra en esta disyuntiva en casi todos los aspectos de la economía, lo social y lo político. Un ajuste o corrección en cualquier asunto significa un impacto negativo en las asignaciones de otro programa o plan que ejecuta el estado. Ante este escenario de poca maniobra se encuentra Argentina y su administración pública, tanto a nivel nacional como provincial.  Asimismo, en este contexto también se encuentra el estado de la deuda pública, en especial la situación con el Fondo Monetario Internacional, las Leliq y otros instrumentos que son potenciales problemas si no se los maneja correctamente.

El escenario no es fácil ni poco desafiante para los dirigentes que hoy sostienen las magistraturas principales, todo lo contrario, la delicada situación que arrastra el país se ha convertido en el punto clave para determinar el éxito o fracaso de los gobiernos. En este sentido, los últimos gobiernos parecieran cometer errores desde lo político, que impactan en el desempeño económico del país.

La radicalización, la incoherencia entre actos y declaraciones, la falta de empatía y el poco conocimiento de la clase política de las realidades de la población, generan que las medidas no tengan una tracción necesaria para estabilizar los problemas de los que venimos hablando. Así podríamos seguir atribuyendo dificultades, influencias y dependencias de la situación problemática del estado, sin embargo, hay soluciones, salidas y oportunidades a aprovechar.

La industria del software y similares: Argentina dispone de mano de obra barata para el mundo, por su relación de cambio con las divisas tradicionales. La alta demanda por esta clase de puestos de trabajo parece ser una tendencia que no vaya a cambiar en el corto plazo y es una manera de generar puestos laborales y entradas de divisas.

Fabrica Militar de Aviones en Cordoba, Argentina, años 50. La industria de defensa argentina tiene un recorrido histórico mucho más amplio que el de muchos de sus vecinos.

La industria de defensa: A pesar de las flagrantes urgencias y necesidades que disponen las Fuerzas Armadas Argentinas, en la región pocas naciones tienen la experiencia de las empresas argentinas y algunas instituciones estatales en el desarrollo de sistemas de armas. La coordinación para aumentar la efectividad y eficiencia de estos actores es imprescindible para mejorar el impacto de la industria en la economía argentina y en el mercado internacional.

La industria Agrícola-Ganadera: No desde la perspectiva tradicional, que es claro que representa uno de los pilares que sostiene la economía argentina. El knowhow en los procesos de producción es un elemento clave para algunos países que no están desarrollados en este aspecto como por ejemplo países de África o el Sudeste Asiático, lugares en donde China intenta imponer su poder mercantil y militar, lo cual es una oportunidad y un desafío.

Y es que, podríamos seguir adentrándonos en cualesquiera de estas características que hemos nombrado y en otras que no hemos mencionado. Lo que debe pasar es que todos los actores de la sociedad argentina, bajo una serie de liderazgos positivos, se comprometan a desarrollar criterios estratégicos y planes que permitan el desarrollo y el crecimiento, salir de la tendencia deficitaria, evitar la gran cantidad de emisión monetaria, contraer deuda sin respaldo y traspasar ciertas transferencias sociales (planes) al mercado laboral formal.

Campo sembrado con soja en Junín, Argentina. Autor: Germanramos

Pero para ello, los liderazgos deben ser equilibrados, pragmáticos y alejados de los idealismos y dogmas, lo más difícil, es eso tal vez, para dejar de una vez por todas de desaprovechar oportunidades.

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