“Capitalismo da Sardinha”: El renacimiento económico de Portugal
Cualquier persona que elija pasar sus vacaciones en las playas del Algarve, visitar los castillos de Sintra, o irse de compras por las tiendas de lujo en la Avenida de la Libertad, en Lisboa, le puede costar creer que, hasta hace unos pocos años, Portugal estuvo inmerso en una de las peores crisis socioeconómicas de su historia.
En 7 de abril de 2011, la República Portuguesa fue el 3º país de la Eurozona, tras Grecia e Irlanda, en solicitar un rescate financiero a la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional. Los años anteriores, de débil desempeño económico, culminaron en un elevado crecimiento de la deuda soberana lusa, forzando la aceptación del auxilio de 78 billones de euros, a cambio de la aplicación de duras medidas de austeridad fiscal. Años difíciles siguieron, con un récord del desempleo del 17.7% (2013), y una reducción de cerca de 7.6% del producto interior bruto (PIB) entre 2011 y 2013. Hasta 2014, año en que finalizó el rescate, 485.000 portugueses se habían marchado del país buscando mejores oportunidades.

En 2015, el socialista António Costa fue elegido como primer ministro del país y su gobierno empezó a revertir la situación económica, pero sin descuidar la responsabilidad fiscal. El nuevo ministro de Finanzas, Mário Centeno, logró hacerlo apoyándose en la remontada que ya se señalaba a finales de la administración de Pedro Passos Coelho (2011-2015) y en la mejor situación de las reservas del país, ya que el consumo y los gastos públicos se habían reducido considerablemente desde la aprobación del paquete de rescate.
Consecuentemente, fue posible aplicarse una política “anti austeridad”, con un incremento en los sueldos e inversiones en sectores clave, como educación e infraestructura. Dichas medidas tuvieron un efecto multiplicador en la economía portuguesa, permitiendo al gobierno estimular su funcionamiento sin comprometer las cuentas públicas. La recuperación se consolidó poco después, con un crecimiento del 2.7% del PIB ya en 2017. En el medio internacional, el país fue ampliamente elogiado como un ejemplo de superación de la crisis del euro.
Great meeting w/ IMF MD Christine Lagarde and PT prime-minister António Costa @antoniocostapm in @davos @weforum. @IMFnews pic.twitter.com/aCxkeIjMnU
— Mário Centeno (@mariofcenteno) January 24, 2018
Sin embargo, el éxito luso se explica también por las reformas aplicadas en su modelo económico, incorporando valores culturales y enfocándose en las características físicas del país, como forma de proyectarle al mundo exterior. Dicho modelo fue apodado por el autor estadounidense Michael Morgan en el artículo para la revista Foreign Policy, como “Capitalismo da Sardinha” (Capitalismo de la Sardina), en referencia a uno de los principales productos exportados por Portugal.
Pero ¿en qué consiste dicho modelo?
El 1º punto que lo explica es la reconversión industrial portuguesa, que ganó fuerza en la última década. Con una economía pequeña, por mucho tiempo concentrada en el turismo y en la exportación de productos primarios, Portugal pasó a producir también productos de alta tecnología, mirando hacia el mercado externo. La competencia con China y otros países asiáticos a partir de los años 2000, en especial en el sector textil, incentivó a las compañías locales a que apostaran por la calidad y la diferenciación. La contracción fiscal a partir de 2011 fue positiva en ese sentido, pues permitió que los productos made in Portugal fuesen exportados a buen precio y ganasen competitividad.
La internacionalización de la “marca Portugal” también fue esencial para proyectar al país como un destino atractivo para turismo y negocios. Tan solo en 2018, aprovechando el ritmo de la recuperación económica, la Agencia para Inversiones y Comercio Exterior del país desarrolló cerca de 700 acciones en distintos mercados, incluyendo medidas para mejorar las exportaciones, la capacitación empresarial y la promoción externa.

Como resultado, en el ámbito turístico Portugal fue en 2019 el 5º país con más reservas de alojamientos en Europa (33 millones), mientras que Lisboa fue la 4ª ciudad más buscada para estancias cortas. En la prepandemia, el turismo representaba el 15% del PIB nacional y el 10% de los empleos, así que no fueron pocos los ingresos. En 2018, el mejor año para el sector desde 2011, Portugal recaudó 1.9 millones de euros por hora con turistas.
El ambiente de negocios también se vio dinamizado. En 2021, Portugal estuvo entre los 10 países más atractivos para la inversión extranjera directa, acumulando el 3% del total captado por la UE. La flexibilización de la política migratoria también contribuyó a los buenos resultados, una vez que el Golden Visa instituido en 2012, que otorga autorizaciones de residencia a todos los extranjeros que adquieran inmuebles de más de 500 mil euros en el país, sirvió como otra importante fuente de ingresos e inversiones.
En resumen, el capitalismo “de la sardina” se caracteriza por un alto grado de internacionalización de la economía, con enfoque en las exportaciones, en el turismo y en la captación de capital extranjero, combinando dichos factores con un control del gasto público por el gobierno de Costa.
Patricia Lisa, analista del Real Instituto Elcano de Madrid, celebró la expresión de Morgan, por creer que esta refleja los “valores” de Portugal que, por su tamaño y ubicación geográfica, desde hace siglos se proyecta más allá de sus fronteras para hacer sentirse su influencia en el escenario global. No por casualidad, el país fue pionero en las Grandes Navegaciones y en la expansión colonial europea durante los siglos XV y XVI, con un legado actual de 9 países en 4 continentes que tienen el portugués como idioma oficial, contabilizando 232 millones de hablantes nativos en 2021.

Sin embargo, ¿qué límites tiene ese modelo? La pandemia del COVID-19 se ha encargado de ponerlos a prueba.
En 2020, Portugal sufrió una retracción del 8.4% de su PIB, la mayor desde 1936, y el turismo decayó un 76% en comparación con el año anterior. En 2021, el país logró retomar su crecimiento, que llegó al 15.5% en el 2º trimestre. Aun así, comparada con las demás economías del Sur europeo que integran la UE, seguía en la cola, pasando tan solo a Malta en el mismo periodo. Aun así, la economía ya había vuelto a recuperarse en el 1º trimestre, mientras el país todavía estaba pasando por un confinamiento. Y, a finales de 2021, la tasa de desempleo se situaba alrededor del 6.7%, lejos de los peores momentos de la crisis anterior.
De esta manera, la recuperación parece estar cogiendo ritmo, pero a pasos lentos, tras un impacto que deja claro las fragilidades pendientes del modelo portugués, que está sujeto a todas las ventajas y riesgos que supone abrir la economía al mercado externo.
Para Patricia Lisa, una reforma laboral sería la prioridad, una vez que el mercado portugués todavía se caracteriza por bajos sueldos (un mínimo de 776 euros mensuales en 2021). Además, los efectos del boom turístico y la Golden Visa se sienten en el precio de las viviendas, que ha aumentado considerablemente en zonas como el Algarve, Oporto y Lisboa.

Dos de los principales puntos del Plan de Recuperación y Resiliencia, elaborado por el ejecutivo portugués para hacer frente a los efectos de la pandemia, son justamente expandir la construcción de viviendas populares y redireccionar los incentivos para la compra de inmuebles por extranjeros hacia las islas de Madeira y Azores, mucho menos solicitadas que las regiones del Portugal continental.
El Capitalismo da Sardinha representa un punto de inflexión, pues inauguró en Portugal un periodo hasta entonces sin precedentes de conciliación entre políticas sociales y responsabilidad con las cuentas públicas. Pero dichas iniciativas fueron afectadas por la situación sanitaria y todavía existen dudas sobre hasta cuándo podrán sostenerse.
Morgan menciona en su artículo ese modelo como un ejemplo para pequeños países en el mundo actual y todavía no se sabe si es algo realmente exportable para naciones semejantes. Sin embargo, Portugal superó a través de él la crisis del euro y ya empieza a recuperarse del Coronavirus. Eso sí, habrá desafíos, ya sea para el gobierno de Costa o el de su eventual sucesor.
Aun así, es posible que al final Portugal haya encontrado un camino viable y más estable hacia la prosperidad socioeconómica.
Referencias
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