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El pasado mes de mayo un tuit del expresidente colombiano Álvaro Uribe llamó la atención sobre el concepto Revolución Molecular Disipada, del que es autor el chileno Alexis López Tapia. Su origen es un intento de explicación de los acontecimientos del llamado Estallido Social que sacudió Chile entre octubre y noviembre de 2019, tal como explicamos en la primera parte.

Protestas en Chile de 2019, Plaza Baquedano, Santiago. Autor: Carlos Figueroa

Según Tapia se trató de un fenómeno de violencia callejera que forma parte de un proceso revolucionario de toma del poder por parte de la izquierda chilena dirigido desde el exterior del país partiendo de las ideas del filósofo francés posmoderno Félix Guattari. En la segunda parte explicamos el desarrollo del concepto Revolución Molecular Disipada según lo ha explicado su autor en multitud de vídeos de YouTube. En esta tercera parte vamos a explicar por qué el concepto es altamente cuestionable.

Filosofía sin filósofos

El primer problema del concepto de Revolución Molecular Disipada es que se atribuye a un autor, el francés Félix Guattari, y a una obra que nunca estuvo en el centro del debate de la izquierda latinoamericana, La Revolución Molecular, siendo los referentes intelectuales para los ciclos de protesta en Chile (2019) y Colombia (2021). Se da la circunstancia de que el libro La Revolución Molecular, publicado en Francia originalmente en 1977, no fue traducido al español hasta 2017.

Se hace raro pensar que se esté expandiendo por Sudamérica una nueva ola revolucionaria basada en un libro del que posiblemente nadie había oído hablar hasta hace bien poco. Queda en manos del lector pensar los resultados que daría una indagación sobre la presencia de las ideas de Félix Guattari en los debates de la izquierda chilena a partir de 1991, año en el que al parecer visitó el país.

Félix Guattari. Autor:Na5069wv

Alexis López Tapia plantea que su concepto de Revolución Molecular Disipada no significa que Guattari fuera leído y debatido por los chilenos que estuvieran a pie de barricada durante el Estallido Social de octubre y noviembre de 2019, que relatamos en la primera parte. Plantea en cambio que la verdadera esencia del concepto es ser una estrategia de guerra en red y que las organizaciones que tomaron parte formaban una masa amorfa sin centro ni jerarquías. Lo que en topología de redes se llamaría “red distribuida” y a lo que aquí alude el término “disipada”.

El concepto de revolución disipada entroncaría con los trabajos que desde el ensayo político a la investigación académica desarrollaron en los últimos veinte años sobre el tema autores tan diversos como el italiano Toni Negri y el español Manuel Castells. Sin embargo, el concepto de Revolución Molecular Disipada ignora a todos estos autores y sus ideas y plantea que, si en el Estallido Social chileno presenciamos estrategias de guerra en red y participaron organizaciones que formaban redes distribuidas, se trató en el fondo de un proceso revolucionario de toma del poder de las fuerzas comunistas de toda la vida impulsado de forma secreta y a distancia desde Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Otros autores chilenos como José Luis Uribe Fritz o Álvaro Ramírez hablan directamente de la participación del servicio de inteligencia venezolano y de la presencia de agentes extranjeros pagando con droga a sectores del lumpenproletariado chileno para que llevaran a cabo saqueos y levanten barricadas. Y es que habiendo planteado que el concepto de Revolución Molecular Disipada presentado por Alexis López Tapias tomaba como referencia ideas del filósofo posmoderno francés Félix Guattari, llegamos al momento de abordar que autor plantea que las ideas de diferentes figuras de la filosofía posmoderna francesa no son más que un intento de reelaboración del comunismo, un Comunismo 2.0.

Basta un mínimo de conocimiento sobre la materia para entender el disparate que supone considerar a los postestructuralistas franceses como renovadores del pensamiento materialista-histórico o la praxis política marxista-leninista. Pertenecen a tradiciones intelectuales totalmente separadas y antagónicas en su esencia. De ahí que tras la popularización del término Revolución Molecular Disipada por el expresidente colombiano Álvaro Uribe tantos canales de Youtube dedicados a la filosofía hayan saltado a la palestra para criticar el concepto, señalando que en la obra de Félix Guattari no encontramos las ideas que le atribuye Alexis López Tapia.

Realmente cuesta imaginar a dirigentes chavistas y al servicio de inteligencia venezolano desarrollando en secreto una estrategia subversiva en Hispanoamérica bajo los preceptos de autores cuyas ideas nunca salieron de los campus universitarios y han estado tan lejos del centro del debate de la izquierda internacional en los últimos 30 años.

Resulta interesante plantearse cómo es que la estrategia de guerra en red de este Comunismo 2.0 nunca fue puesta en práctica con éxito por la izquierda en Francia, origen de Jacques Derrida, Félix Guattari, Gilles Delleuze y Michel Foucault. Cuatro autores a los que Alexis López Tapia, que arrancó su andadura política en el movimiento neonazi chileno, caracteriza como “lingüistas judíos” a pesar de que sólo Derrida lo era. Paradójicamente el movimiento social reciente más cercano en Francia, por su carácter de red distribuida sin jerarquías, al concepto de Revolución Molecular Disipada es el de los Chalecos Amarillos, muy lejos ideológicamente de la izquierda comunista francesa.

Los chalecos amarillos en la Place de l'Etoile, 12 de enero de 2019. Autor: Olivier Ortelpa.

En definitiva, si diferentes autores de la derecha Hispanoamérica han logrado vender la idea de que las ideas de Félix Guattari han inspirado las estrategias de los regímenes autoritarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua para promover revoluciones en el continente es porque hablan a un público que nunca ha leído a los posestructuralistas franceses. Así se explica que Alexis López Tapia hable de la estrategia de guerra en red de ETA, una organización altamente jerarquizada de inspiración marxista-leninista, que supuestamente se habría inspirado en una oscura novela ambientada en el País Vasco francés y en la que el protagonista juega al “go”. Contado en Chile suena exótico y atractivo. Contado en España suena risible.

La teoría de la conspiración como respuesta a las angustias sociales de la derecha desbordada

Decía el divulgador de la ciencia Carl Sagan que “afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias” y muchas de las ideas planteadas en el marco del concepto Revolución Molecular Disipada permanecen dentro del terreno de las teorías de la conspiración. Nunca hubo noticias de los agentes venezolanos pagando con droga a los agitadores chilenos a pie de barricada o por fuera de los supermercados saqueados.

Alexis López Tapia trata de demostrar que no había razones objetivas para unas revueltas tan virulentas que terminaron llevando a una reforma constitucional. Y que se trata del resultado de un largo trabajo de socavamiento de los valores establecidos llevado a cabo por la izquierda chilena desde el mundo académico, los centros educativos y los medios de comunicación.

Sin embargo, si acudimos a otros autores de la derecha chilena encontramos una visión menos estupefacta ante la realidad del Estallido Social de 2019. Magdalena Merbilhaa habla de “pasto seco” para referirse a las condiciones preexistentes de malestar social que permitieron prender a las protestas. Mientras que los miembros del canal “Pensando la Nación” realizaban una crítica de la derecha y las clases medias chilenas que, según ellos, habían renunciando a las Humanidades y Ciencias Sociales para abrazar las disciplinas centradas en los negocios y la economía, careciendo de un proyecto histórico para el país.

Podemos decir que el concepto de Revolución Molecular Disipada aparece ante la incapacidad de la derecha chilena para entender lo que pasa en su país, al que consideraban un modelo para la región por sus variables macroeconómicas. Es un fenómeno recurrente. Lo hemos visto en Estados Unidos, donde se ha atribuido la derrota electoral de Donald Trump en 2020 a una campaña de fraude electoral masivo que terminó con el asalto al Congreso el 6 de enero de 2021.

Y lo hemos visto en España, donde el rechazo social a la gestión comunicativa del gobierno del Partido Popular al atentado terrorista del 11 de marzo de 2004, que insistió en culpar a la banda terrorista vasca ETA, llevó a su derrota electoral. Poco después apareció una teoría de la conspiración sobre la verdadera naturaleza del atentado que trató de disculpar los errores del gobierno. Igualmente, la crisis en Cataluña de 2017 a la que se tuvo que enfrentar un gobierno del Partido Popular generó su correspondiente teoría de la conspiración, que atribuyó el auge del separatismo a la acción del multimillonario judío George Soros.

El concepto de Revolución Molecular Disipada y su idea del socavamiento de los valores establecidos por la acción conjunta de los comunistas infiltrados en las instituciones académicas y educativas de Chile en alianza con las grandes multinacionales de la comunicación y el entretenimiento vendría a no ser más que una explicación de urgencia del cambio social. Se trataría de una respuesta conspirativa al desafío de una sociedad cada vez más individualista de valores líquidos en los términos de Zygmunt Bauman en los que los conceptos de familia o Patria se ven erosionados.

Curiosamente los temores planteados por la derecha chilena han sido motivo de debate en España recientemente desde el lado contrario del espectro ideológico. Aquí en España la disipación de las certezas ha sido planteada por la periodista española Ana Iris Simón, célebre por su discurso durante la presentación del informe gubernamental ESPAÑA 2050 y por su libro Feria. Pero anteriormente también fue motivo de debate las ideas de la izquierda posmoderna por la irrupción del libro La trampa de la diversidad de Daniel Bernabé, significativamente subtitulado “cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora”.

Así que la irrupción de la izquierda identitaria surgida en Estados Unidos a partir de las ideas de los filósofos posmodernos franceses no sería, como en el caso de Alexis López Tapia, un plan del comunismo internacional, sino una estrategia del capitalismo global. Al final, se trata de teorías que surgen de la perplejidad ante un mundo complejo en cambio.

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