Cohetería: ¿una alternativa para Ucrania?
El cohete, barato y carente de precisión es un arma un tanto particular, ya que lejos de ser efectiva contra la fuerza adversaria se convierte en una herramienta para castigar de manera indiscriminada a toda una población -ni tan siquiera castiga a su industria-.
Los entendidos en materia de guerra nuclear distinguen dos clases de ataque: contra-valor, cuando busca golpear las ciudades de manera indiscriminada o, contra-fuerza, cuando se procura destruir la fuerza nuclear y convencional enemiga.

Siguiendo dichos conceptos el cohete no guiado puede ser usado como arma contra-fuerza cuando se dispara desde una unidad de lanzacohetes con objetivos tácticos, o puede convertirse en un arma contra-valor destinada a castigar a la población enemiga.
Los primeros en comprender la dimensión-contra-valor del cohete fueron los alemanes quienes con miles de cohetes V1 y V2 atacaron Londres a modo de represalia por los bombardeos aliados contra Alemania.
En la Segunda Guerra Mundial, el uso de las V1 y V2 no podía competir con la eficiencia destructiva de las flotas de bombarderos aliados, por lo que no sirvieron para alterar el curso de la guerra o proporcionar un arma útil a Alemania.
Sesenta años después, en 2006 un grupo libanés llamado Hezbolá hizo un uso exitoso de la cohetería táctica. En el marco de una estrategia de desgaste e imposición de costes a Israel, la combinación de las oleadas de cohetes unida a la exitosa defensa terrestre permitieron al grupo rechazar la ofensiva hebrea.

Durante la Guerra Civil Siria el gobierno de Assad y los rebeldes no dudaron en adoptar una estrategia 'contra-valor', por la que las poblaciones cercadas sufrían el aleatorio martilleo de los barriles bomba, los bombardeos indiscriminados y los IRAM artesanales.
En aquellos casos el uso de armas de castigo no constituía parte de una estrategia destinada a ganar la guerra, sino que se trataba de una opción táctica usada en el marco de ciertas batallas con el fin de quebrar la moral de los defensores o simplemente para matar al mayor número de personas posible.
Por tanto, podemos convenir en que las armas de castigo con un uso contra-valor pueden tener una dimensión táctica, o pueden servir para construir uno de los pilares de las estrategias destinadas a ganar una guerra.
Si nos centramos en el uso de la cohetería como pilar de una estrategia debemos preguntarnos por qué en la Segunda Guerra Mundial las V1 y V2 causaron muchos más muertos que los cohetes de Hezbolá, pero no permitieron alcanzar ningún objetivo político o militar.

Veamos otros ejemplos. Durante la 'guerra de las ciudades' en el marco de la guerra Irán-Iraq, los ataques con misiles y los bombardeos de la aviación difícilmente permitieron conseguir un objetivo político o militar a ninguno de los bandos.
En el caso de las operaciones israelíes en Gaza observamos que los hebreos se han centrado en generar un escudo antiproyectiles que neutraliza la principal herramienta de la estrategia gazatí, sin embargo, aunque la herramienta haya sido más o menos anulada, los esfuerzos israelíes no hacen sino remarcar el potencial de dicha estrategia.
Incluso cuando los cohetes son interceptados los israelíes se ven obligados a refugiarse en sus búnkers, lo que paraliza la actividad económica, por no decir que hay un porcentaje de municiones que alcanzan sus objetivos.
Cuando el pilar de la cohetería se combina con una defensa hábil y decidida del terreno, el enemigo se ve obligado a escalar e intentar una costosa ofensiva terrestre, a negociar o a optar por un intercambio de salvas que suele llevar al empate político y militar.
Otro caso a estudiar lo representa el de los hutíes. Estos no solo han usado sus drones y misiles de largo alcance para golpear el corazón de Arabia Saudita o llevar a cabo ataques terroristas contra Abu Dhabi, sino que también los han empleado en el marco de los conflictos inter-tribales.
Las dinámicas de lucha entre grupos humanos y el uso de las estrategias de castigo está mucho menos estudiado que en el caso de los conflictos entre Estados, sin embargo los hutíes no han dudado en usar sus misiles y cohetes para castigar a otras tribus y clanes por apoyar a la coalición árabe. En el fondo sus misiles son usados como si fueran coches bomba voladores encargados de efectuar ataques terroristas con objetivos políticos o meramente aniquilatorios.
El modo de actuar hutí subraya el núcleo de este tipo de estrategias: el uso del terror y la destrucción en bruto con el fin de someter a los líderes políticos enemigos o, quizás de manera más prosaica, se busca matar a tantos miembros del otro grupo humano como sea posible.
De otro lado, en la frontera con Arabia Saudita se ha informado de un empleo de los cohetes semejante al de Hezbolá, en el que los hutíes han atacado las humildes aldeas y villorrios fronterizos a base de cohetes, lo que ha obligado a los autóctonos a abandonar la zona.
Por tanto, en vista de los antecedentes hemos de lanzar la siguiente cuestión: ¿cabe que Ucrania emplee a la cohetería como un pilar de su estrategia ante Rusia?
La experiencia hutí, gazatí o de Hezbolá frente a la estrategia nazi o de la Guerra Irán-Iraq indican que para entrar en el juego del castigo con utilidad política es necesario que el conflicto no escale a una guerra de alta intensidad.
📹 #VIDEO | Investigan en los Emiratos Árabes si un cohete. lanzado por rebeldes huties. impacto en un edifico causando una explosión, en Abu Dabi. En la ciudad, se esta disputando el Campeonato Mundial de Clubes de fútbol. pic.twitter.com/BI3zYyObn7
— Mundo en Conflicto 🌎 (@MundoEConflicto) February 9, 2022
Si el conflicto es limitado y el valor político buscado por el enemigo no es tan elevado como para que psicológicamente esté dispuesto a aceptar un alto castigo en su economía y población, el liderazgo político enemigo solo podrá aceptar un pequeño número de muertos y destrucción, pero la guerra no merecerá la pena más allá de dichos costes.
Cuando para detener a los cohetes es necesario entrar por tierra, el decisor enemigo deberá asumir una costosa invasión, la continuación del intercambio de salvas o una desescalada con apertura de negociaciones.
Ahora bien, si de manera accidental la guerra escala puede producirse un reajuste de la psicología. De repente se está dispuesto a sufrir bajas debido a que el enemigo ha matado o destruido demasiado, ha demostrado un grado de crueldad o animosidad inaceptables o ha golpeado algo demasiado simbólico para la nación y sus gobernantes.
Así, ante una guerra convencional las estrategias contra-valor, a no ser que se hagan en circunstancias especiales o con armas de destrucción masiva, pierden su gran utilidad y se convierten en una carta secundaria para la estrategia.
El problema del caso ucraniano es que para Vladimir Putin la conquista de Ucrania representa un objeto de deseo tan valioso que está dispuesto a asumir un elevado grado de destrucción y pérdidas humanas, al menos en teoría, ya que no hemos visto a las ciudades rusas golpeadas.
Fruto de lo anterior, adoptar una estrategia basada en la cohetería como arma contra-valor solo provocará un ajuste psicológico ruso que es contraproducente para Kiev, entre otras cosas porque la respuesta de castigo rusa podría ser mucho más dañina.
Ahora bien, el uso comedido y bien dirigido de los bombardeos contra ciertas ciudades y objetivos en el interior de Rusia si podrían servir para que la retaguardia rusa se oponga a Putin, o para proporcionar a Kiev otro valor político-militar con el que negociar, pero este uso debería ser muy hábil y dosificado para ser eficaz, ya que en caso contrario un error de cálculo resultará en una escalada y una mayor unidad en Rusia que favorezca a Putin.
Asimismo, en el futuro, de estancarse el conflicto o producirse nuevos conflictos limitados con Rusia, la estrategia de la cohetería podría otorgar a los ucranianos una herramienta de imposición de costes muy útil si se administra correctamente.
Como conclusión, la cohetería como arma contra-valor tiende a ser muy útil para la parte débil -en este caso Ucrania- cuando el objetivo y utilidad que el decisor enemigo espera tiene un carácter limitado, sin embargo cuando el conflicto pasa a mayores este tipo de armas de castigo pierden la mayor parte de su utilidad.