Las posibilidades de la cooperación entre Japón y Australia
Por Sara Álvarez Quintáns
En el nuevo contexto de competición estratégica en la región del Indo-Pacífico, las posibilidades que ofrece la cooperación entre dos grandes actores regionales ‒Japón y Australia‒ se presentan más atractivas que nunca.
Ambos países tienen mucho más en común de lo que pueden aparentar. A pesar de las diferencias culturales, los dos comparten el mismo contexto geográfico, lo que significa que deben hacer frente a los mismos desafíos de seguridad. Y, aunque sus respectivas estrategias de política exterior sigan líneas diferentes (lo que es de esperar, puesto que sirven a distintos intereses nacionales), comparten una serie de espacios comunes.

Diplomacia de valores compartidos
La cooperación entre Australia y Japón se ve facilitada por una serie de factores en común, conocidos también como “diplomacia de valores compartidos”. Estas características juegan un papel fundamental a la hora de posibilitar el acercamiento entre los dos países.
En primer lugar, uno de los rasgos comunes más destacables es la existencia de sendos sistemas democráticos de corte laico, profundamente asentados en sus respectivas sociedades. Este sistema político, similar al de Estados Unidos y al de la mayoría de países europeos (con diferencias puntuales de uno a otro), se configura como la alternativa al sistema de partido único de China.
Ambos países abogan por un sistema internacional basado en el respeto a la ley, en el que las disputas (por ejemplo, las disputas territoriales sobre el Mar Meridional) se resuelven por medios pacíficos respetuosos con el derecho internacional. También son defensores de la importancia de las instituciones regionales en el marco de Asia para consolidar el desarrollo de la colaboración entre países.
Por otro lado, el comercio es una variable que hay que tener en cuenta. Japón es uno de los principales socios comerciales de Australia, solo por detrás de China. En 2015 entró en vigor el Acuerdo de Colaboración Económica entre Australia y Japón (JAEPA), que fomentó la inversión y facilitó el acceso a los mercados de ambos países, remarcando así la importancia de los flujos económicos bilaterales.
Estados Unidos actúa también como nexo, aunque sea de manera menos evidente. Washington ha establecido, a lo largo de varias décadas, un profundo vínculo institucional, económico y securitario con ambos países. En el hipotético escenario de una iniciativa de cooperación multilateral (algo que ya se ha llevado a término en numerosas ocasiones, aunque de manera informal), Estados Unidos podría actuar como factor de acercamiento.
Sin embargo, a largo plazo podría ser mucho más conveniente que Japón y Australia desarrollaran más en profundidad su relación bilateral, ya que esto propulsaría notablemente cualquier intento posterior de colaboración a nivel multilateral.
Distintos intereses, mismo juego
La principal preocupación de Japón es mantener el statu quo. Aunque el equilibrio internacional ya está siendo afectado por las actuaciones de China en la región del Mar Meridional, los intereses del país nipón se verán más protegidos si su posición en el sistema internacional se mantiene.
Su alianza militar con Estados Unidos ha sido, hasta el momento, una de las mejores garantías detrás de este objetivo. Sin embargo, con el actual ambiente de competición estratégica entre Pequín y Washington y la pérdida de influencia estadounidense, el gobierno del primer ministro japonés, Shinzô Abe, está tratando de promulgar una serie de cambios en la constitución de cara a crear unas fuerzas armadas funcionales que puedan defender los intereses nacionales.
Por otra parte, Japón pretende a toda costa asegurar sus importaciones de hidrocarburos. Al tratarse de un país que importa hasta el 90% de la energía que consume, la disponibilidad de las rutas comerciales es un prerrequisito. Esta es la razón de que la idea de un “Indo-Pacífico libre y abierto” resulte tan atractiva para la política exterior nipona.
Está previsto que, para el año 2050, Japón se convierta en un país que cuente con el hidrógeno como su principal fuente de energía. Las importantes reservas de Australia de este material lo convierten en un interesante aliado para el gobierno de Abe y su proyecto energético.
En lo que concierne a Australia, vale la pena hacer notar que la opinión pública acerca de la influencia regional de China ha variado mucho en los últimos años. Mientras que el escenario ideal para el gobierno australiano es mantener una relación cordial tanto con Pequín como con Estados Unidos, la realidad no parece ser tan prometedora.
Una de las posibilidades que más inquieta a Australia es que China utilice su gran influencia económica para ejercer la coerción sobre aquellos países de su entorno que sean dependientes del comercio chino, y así evitar la contestación respecto a su política regional.
En consecuencia, se puede llegar a decir que el comportamiento de China en su esfera regional constituye la principal preocupación tanto para Japón como para Australia. Ya sea por el control de las principales rutas comerciales que atraviesan el Sudeste Asiático o por la influencia económica de los mercados chinos (una sutil combinación de poder blando y duro), ambos países comparten su escepticismo ante las aspiraciones territoriales y políticas de Pequín.

Cooperación en materia de defensa
Compartir los costes en materia de seguridad se perfila como la opción más razonable para contrarrestar la influencia de Pequín, que se ha convertido en un gigante tanto económico como militar.
Los respectivos gobiernos de Australia y Japón han venido desarrollando diversas iniciativas de cooperación en distintos ámbitos, incluido el de la defensa. Con todo, puede llamar la atención el hecho de que no exista una colaboración más estrecha a pesar de los numerosos intereses que comparten. La principal razón de esto es la dualidad que ha venido marcando la política exterior australiana en las dos últimas décadas.
Periódicamente se celebran reuniones de ministros bajo la fórmula 2+2, en las que participan los respectivos ministros de defensa y asuntos exteriores. La última se celebró en Sídney en octubre de 2018; a nivel multilateral, junto con Estados Unidos, en agosto de 2019.
También destaca la celebración de maniobras conjuntas, cuyo objetivo principal es mejorar la interoperabilidad de las tropas, la compatibilidad tecnológica y la ejecución de las estrategias. Destaca por encima de todo el ámbito naval ya que, recordemos, se trata de una región en la que el océano es el elemento unitario (el Indo-Pacífico es un concepto estratégico marítimo).
Además, entre ambos países tienen lugar intercambios de toda clase. En el ámbito de la defensa, incluyen el material militar y las maniobras conjuntas, aunque no se limitan a estos. Una prioridad es la obtención de nueva tecnología de defensa. Destaca también la cooperación en investigación y en educación.
Las posibilidades de la cooperación en materia de defensa entre Japón y Australia son muy variadas y dinámicas. Las actuaciones de China en la esfera regional están empujando a ambos países a buscar nuevas fórmulas de asociación y cooperación con sus aliados, tanto las tradicionales como otras más recientes. Sin embargo, está todavía por ver hasta qué punto se estrechan estos vínculos, o si la oportunidad acabará siendo ignorada.