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Kristalina Georgieva, candidata de la Unión Europea a la dirección del Fondo Monetario Internacional

La Unión Europea designó el 2 de agosto de 2019 a la búlgara Kristalina Georgieva como su candidata para dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI). La victoria de Georgieva supone un mazazo para el candidato de los países del norte de Europa, el holandés Jeroen Dijsselbloem. 

Teniendo en cuenta la tradición del FMI de situar como director gerente a una persona de origen europeo, la candidata búlgara tiene una alta probabilidad de acceder al puesto. 

No está claro, de todos modos, cómo pretende la institución saltarse la norma que fija en 65 años la edad límite para acceder al cargo, puesto que Georgieva cumplirá 66 años en este mes de agosto y, por tanto, vulneraría una de las condiciones necesarias para acceder al cargo. 

Lo que sí queda claro es que Gregorieva no es ni por asomo parecida a su posible antecesora al frente del FMI, Christine Lagarde, sea en el plano personal como en el económico.

Christine Lagarde, una imparable líder económica

Lagarde, nacida en París en 1956, es abogada y militante política por el partido Les Républicans desde 2015 (antes militó en Union pour la majorité présidentielle), y dirige el Fondo Monetario Internacional desde el 5 de julio de 2011. Se graduó en Derecho por la Universidad de París X Nanterre, y cursó un máster de Ciencias Políticas en el Institut d’études politiques d’Aix-en-Provence (Sciences Po Aix). Su idea inicial era entrar en los puestos administrativos del Estado a través de la École Nationale d’Administration (ENA; Escuela Nacional de Administración en castellano), la célebre cantera de altos funcionarios de la República Francesa, pero no consiguió superar el examen de ingreso.

Tras ese revés, decidió dedicarse al sector privado, y obtuvo un máster de carácter dual en Estudios Ingleses y Derecho Laboral, así como un título de posgrado en Derecho Laboral. Una vez terminados sus estudios, con 25 años, redirigió su interés hacia la práctica de la abogacía privada y, a los 43, culminó su brillante recorrido en el mundo del Derecho accediendo a la presidencia del despacho de abogados global Baker & McKenzie. En el año 2005, el nuevo primer ministro nombrado por el presidente Jacques Chirac, Jean-Pierre Raffarin, le ofreció ser la ministra delegada de Comercio Exterior de su Gabinete.

En su tiempo en política, Lagarde hizo gala de su mentalidad liberal al criticar la rigidez del mercado laboral francés. En 2007, hizo historia al asumir el Ministerio de Economía y Finanzas en sustitución de Jean-Louis Borloo. Fue la primera mujer en hacerse cargo de la política económica del Gobierno de Francia y en ser la primera ministra de Finanzas de una economía del G8

Durante el tercer trimestre de 2008, en plena crisis económica, Lagarde se decantó por la implantación de políticas de austeridad, en un drástico giro que trajo consigo la reducción del funcionariado, recortes sociales y el retraso de la edad de jubilación de los 60 a los 62 años en todo el país. 

En 2011, tras un escándalo de abuso de sexual, el entonces director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss Khan, se vio forzado a renunciar a su cargo. La Canciller alemana, Angela Merkel, insistió en que el reemplazo de Strauss Khan debía ser un europeo. En ese momento, Lagarde, todavía ministra de economía en Francia, fue nominada y obtuvo el apoyo de los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, China, Alemania e India, lo que la aupó a la dirección de la institución.

En lo referente al pensamiento económico, Christine Lagarde se ha expresado a favor de medidas económicas de corte neoclásico, como la reducción la deuda y del déficit público. Este tipo de pensamiento fue clave para las decisiones que se tomaron durante la crisis de la deuda española y griega, como la de conceder un préstamo de 1.600 millones de euros al país heleno, a cambio, eso sí, de una serie de reformas estructurales. 

De todos modos, las posturas de Christine Lagarde y del Fondo Monetario Internacional han dado un giro hacia el neokeynesianismo, una escuela económica favorable a los mercados pero que enfatiza fuertemente en el papel de los Estados como agentes correctores de los fallos de estos, además del papel de la sociedad civil y el diálogo democrático para moldear positivamente las esferas políticas y económicas. 

Kristalina Georgieva, un perfil social en tiempos de incertidumbre

La más que posible sucesora de Lagarde en el FMI, Kristalina Georgieva, nació en Bulgaria en 1953. Posee un doctorado en Ciencias Económicas y un máster en Economía Política y Sociología de la Universidad de Economía Nacional y Mundial de Sofía. 

Tras su doctorado comenzó a trabajar en el mundo académico y universitario como profesora e investigadora en varias universidades, como la London School of Economics y la Universidad del Pacífico Sur, en Oceanía. Posteriormente la economista se incorporó al Banco Mundial en 1993, y llegó a asumir su vicepresidencia en 2008. En 2010 abandonó la entidad para incorporarse a la Comisión Europea, donde, hasta 2014, desempeñó el cargo de comisaria europea de la Cooperación Internacional, Ayuda Humanitaria y Respuesta a las Crisis. En 2014 fue nombrada vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria europea de Programación Financiera y presupuestos. 

La economista volvió al Banco Mundial en 2017, cuando se convirtió en la primera directora general de la entidad. En este cargo, de nueva creación, Georgieva ha reforzado la capacidad financiera del banco, supervisando la mayor ampliación de capital de la historia de la entidad, de unos 13.000 millones de dólares. Esta operación tuvo lugar en 2018, y los fondos se destinaron a dos entidades dependientes del Banco Mundial: el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento —que se encarga de ayudar a los países a reducir la pobreza y fomentar el crecimiento sostenible de sus economías— y la Corporación Financiera Internacional —que promueve el desarrollo de los países a través del sector privado local—.

A Georgieva se la conoce por ser defensora de las causas relacionadas con la igualdad de género, la lucha contra el cambio climático global y por la adaptación de las comunidades a la crisis ambiental. En el Banco Mundial, ha abogado siempre por una reforma de gobernanza global del sistema financiero que, a su juicio, debería ir acompañanda del incremento de capital en los procesos de rescate.

Si finalmente resulta elegida para dirigir el FMI, está por ver cómo aunará Georgieva sus ideas con los retos a los que se enfrentará la institución en el futuro más inmediato, entre los que cabe destacar el debilitamiento de la economía global, a merced de la guerra comercial entre los gigantes económicos de China y Estados Unidos, y la gestión de las crisis económicas de países con dificultades como Turquía y Venezuela.

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