Declive político en Paises Bajos: Ante la expansión del populismo
La disolución del gobierno neerlandés en julio de este año, junto con la retirada definitiva de la política de quien ha sido su primer ministro durante 12 años, Mark Rutte, es una noticia que ha pasado muy desapercibida a nivel internacional. Solamente unos pocos artículos de diferentes medios comentan brevemente este suceso en un intervalo de dos días, exponiendo los hechos sin apenas adentrarse en su significado y sus posibles consecuencias para la política europea.
Si bien los cambios de gobierno son completamente naturales y positivos en sociedades democráticas, ya que dificultan el asentamiento en el poder por parte de las élites políticas; en el contexto actual de polarización que está viviendo la Unión Europea, el cambio del clima político en Países Bajos puede llegar a ser fuente de preocupación.

No hay que olvidar que Países Bajos es una de las naciones más estables de la UE, con una de las economías más productivas, y forma parte del pequeño grupo de países que realizan aportaciones netas a los presupuestos de la Unión.
Ante una posible alteración en la corriente política neerlandesa, la Unión Europea puede acabar enfrentándose a un efecto en cadena de índole nacionalista en el resto de los llamados “países frugales” (Austria, Dinamarca, Finlandia y Suecia). Estos países aumentarían su euroescepticismo al ver cómo, a pesar de llevar a cabo medidas económicamente responsables, otros utilizan los fondos comunitarios sin llevar a cabo recortes ni ajustes fiscales en sus políticas nacionales.
Aunque la inestabilidad político-económica que vive el Reino Unido tras su salida de la UE ha servido para disuadir al resto de Estados miembros de llevar a cabo un proceso similar, los países con mejor economía y mayor estabilidad pueden considerar que, en su caso, el resultado podría ser distinto.
A pesar de que actualmente no existe un movimiento análogo al brexit entre los neerlandeses, el aumento de popularidad de determinados partidos puede llevar a un cambio en el medio plazo. Sin embargo, para poder tener una idea del panorama general en los Países Bajos, primero es necesario entender su política y las causas de la dimisión de su último gobierno.
La política neerlandesa
Los neerlandeses destacan por tener, por norma general, una personalidad seria, lógica y pragmática. Esta es una de las principales razones por las que el clima político de los Países Bajos es tan característico.
A diferencia de países como España, donde la idea de un gobierno de coalición era un imposible hasta hace no demasiados años, en Países Bajos se considera la norma ya que, desde 1917, los partidos políticos que se han presentado a las elecciones no han conseguido mayorías absolutas para poder gobernar en solitario. Como el mindset neerlandés es uno muy individualista, es común la división de los votos entre todos los partidos de manera relativamente equitativa.
A partir de los años 70 comenzaron a surgir nuevos partidos, fragmentando aún más el clima político y obligando a la conformación de coaliciones que necesitaban del apoyo implícito de partidos de fuera del gobierno para poder sacar adelante sus políticas.
Es por ello por lo que la disolución de un gobierno antes del final de su legislatura se considera algo habitual, ya que las desavenencias entre los partidos del gobierno hacen que su gestión sea una tarea compleja. De hecho, el país ha tenido 42 gobiernos en los últimos 100 años, de los cuales poco más de diez han conseguido agotar su legislatura.

Desde hace 40 años son cinco los principales partidos que han conformado las coaliciones del ejecutivo neerlandés y que han marcado su desarrollo en tiempos modernos. Estos partidos se caracterizan por ser bastante céntricos y poco polarizados: Por la derecha, El Partido Popular (VVD), al que pertenece Mark Rutte, junto con los Cristianodemócratas (CDA). Por otro lado, los Demócratas (D66) y la Unión Cristiana (CU), que se encasillan en el centro. Por último, el Partido Laborista (PvDA), que es considerado centroizquierda.
Esta moderación política es la que ha llevado a Países Bajos a ser tan estable y poder llevar a cabo medidas y mejoras estructurales en el largo plazo por medio de acuerdos y políticas comunes. El último gobierno del país ha estado conformado por los partidos de centroderecha VVD y CDA, y los partidos de centro D66 y CU, que sumaban 90 escaños sobre un total de 150.
Dimisión del gobierno: inmigración y solicitantes de asilo
La dimisión del gobierno ha venido marcada por un tema central: la inmigración. Aunque, a diferencia de otros países de la UE como España e Italia, a Países Bajos no le afectan directamente las rutas migratorias de África y del Mediterráneo, el país se configura como receptor de solicitantes de asilo que la Unión distribuye entre sus Estados miembros.
Según datos del Centro de Estadística neerlandés (CBS), desde el año 2018 ha aumentado el número de solicitantes de asilo que han llegado al país (a excepción del año 2020 debido a la pandemia de la COVID-19) llegando a aumentar en un 72% en 2022 con respecto al 2018. Teniendo en cuenta que la mayoría de los solicitantes llegan al país en la segunda mitad del año, se espera que la cifra en 2023 pueda llegar hasta las 70.000 personas.

Si bien de manera individual estas cifras pueden no parecer muy altas, hay que estudiarlas a lo largo del tiempo. Desde el 2018, casi 200.000 solicitantes de asilo han llegado a Países Bajos, que tiene una población de poco más de 17 millones de habitantes, lo que supondría el 1% de la población total del país.
Debido a la crisis inmobiliaria que atraviesa Países Bajos, causada por la falta de viviendas, los elevados precios de alquiler y la inflación, se ha puesto el foco en los estudiantes internacionales, los expatriados con alto poder adquisitivo y, principalmente, los solicitantes de asilo, como principales culpables de esta situación.
La razón para centrarse especialmente en este último grupo se debe a que es el único al que el gobierno puede controlar en cierta medida, ya que los otros dos están compuestos en su mayoría por ciudadanos de otros Estados miembros de la UE a los que no se les puede limitar su entrada al país.
Las pocas medidas que el gobierno podía establecer para controlar la llegada de solicitantes de asilo estaban relacionadas con la reunificación familiar, que supone aproximadamente el 25% del flujo migratorio de este grupo.
Por ello, el partido de Rutte proponía limitar el número anual de personas que llegaran al país por medio de este proceso, junto con la creación de dos clases de asilo: uno temporal para las personas que huyen de conflictos y otro permanente para los que serían perseguidos en su país de origen por creencias religiosas, políticas, raza, etc.

A esto se le suma una medida que obligaría a esperar 2 años a los solicitantes de asilo para poder traer a sus hijos a Países Bajos, con la esperanza de poder devolverlos a su país de origen antes de que esto ocurriera.
Sin embargo, dentro de la propia coalición de gobierno surgieron desavenencias, puesto que los Demócratas (D66) y Unión Cristiana (CU), partidos de centro, se opusieron a estas medidas. Al no conseguir llegar a un acuerdo, Mark Rutte decidió disolver el gobierno, y, para sorpresa de muchos, dejar la política tras 12 años como primer ministro, lo que le ha abierto la puerta al populismo para establecerse en las instituciones neerlandesas.
Oposición populista y nacionalista: cada vez más lejos de la UE
Son dos los partidos políticos de Países Bajos que destacan por su tendencia populista y su euroescepticismo. Estos partidos son el Partido por la Libertad (PVV) y el Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB).
El Partido por la Libertad (PVV) ha sido un miembro activo del parlamento de Países Bajos desde el año 2007, llegando a labrarse entre el 10 y el 15% de los votos en las elecciones generales neerlandesas desde el año 2010. Este partido, de corte claramente nacionalista, aboga por un férreo control migratorio, medidas anti-islámicas y la premisa de “Dutch people first”.

El PVV hace de la mezcla cultural con el islamismo y de la inmigración los ejes principales de su programa electoral, llegando a señalar directamente en este a personas de nacionalidades concretas como más propensas a cometer crímenes. A su vez, trata a la clase política como una totalmente corrupta que se “vende” a los designios de Bruselas, con frases incendiarias y medidas poco específicas.
Llega hasta el punto de afirmar que, en un país como Países Bajos, que se caracteriza por su calidad de vida, estabilidad y seguridad, “barrios obreros se han transformado en lugares peligrosos controlados por terroristas callejeros, donde las mocro mafias siembran la muerte y la destrucción, los apuñalamientos y tiroteos aumentan a un ritmo preocupante, y los tranquilos días de playa se ven arruinados por alborotadores de origen marroquí”.
Aunque en los últimos años el PVV se ha moderado en sus políticas a favor de salir de la UE, sigue promoviendo mayor independencia de esta en multitud de materias, especialmente en seguridad e inmigración, pero también en economía, y no renuncia a un posible desligamiento de la Unión Europea en el futuro.
Por su parte, el Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB) es un partido agrario nacionalista fundado recientemente, en el año 2019, que ganó solamente un escaño en las elecciones generales de 2021. Sin embargo, su popularidad ha aumentado de manera sorprendente, llegando a ser el partido más votado en las elecciones provinciales que se llevaron a cabo en marzo de este año, con un 19% de los votos, lo que le llevó a obtener 16 de los 75 asientos del Senado.
El partido de Rutte quedó en segundo lugar, con un 11% de los votos, mientras que ninguno de los demás partidos llegó a superar el 9%. Estos resultados le auguran conseguir una posición de poder en las próximas elecciones generales a finales de año, y seguramente formar parte de la coalición de gobierno.
El BBB, que se autodenomina como un partido socialista de derechas, se basa principalmente en la defensa de los agricultores y del sector agrario neerlandés. Como partido euroescéptico, se posiciona en contra de las políticas climáticas de la U, y de su intervencionismo en otros ámbitos que considera deben gestionarse a nivel nacional.
Por medio de señalar al resto de partidos como defensores de los intereses de la clase media-alta, ha buscado ganarse el voto de las clases más humildes, que se sienten identificadas con los problemas a los que se enfrentan los agricultores.
Sin embargo, aunque aproximadamente el 66% del suelo neerlandés se utiliza para la agricultura, solamente el 2% de la población activa trabaja en este sector, que está controlado por unos pocos holdings. De hecho, el 20% de los millonarios del país se dedican al sector agrícola, lo que podría interpretarse como que el BBB realmente defiende a las clases más privilegiadas del país.
Conclusión
Aunque la presencia de partidos de corte populista es algo común en la política de todas las naciones, lo que es preocupante es su aumento de popularidad en la Unión Europea en los últimos años, especialmente en países históricamente moderados y europeistas como Países Bajos.
El BBB y el PVV podrían llegar a obtener más de un 30% del voto en las próximas elecciones generales, convirtiéndoles en una fuerza mayoritaria que marcaría las nuevas tendencias políticas neerlandesas. Éstas, al basarse en gran parte en el nacionalismo, promulgarían un sentimiento de euroescepticismo, distanciando de la Unión Europea a uno de sus Estados miembros más importantes.
Ante este posible panorama, el resto de los países que realizan aportaciones netas a los presupuestos de la Unión podrían seguir el ejemplo de Países Bajos, acabando con el principio de solidaridad de la UE, polarizando la política europea y llevando a la creación de grandes desigualdades que dinamitarían la confianza de la ciudadanía europea en sus instituciones.
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Como resultado, nos encontraríamos ante una Unión Europea debilitada, con cada vez más dificultades a la hora de establecer políticas comunes y con menor relevancia a nivel internacional.