DEMOCRACIA VS CRECIMIENTO EN ASIA
Actualmente la democracia se ha convertido en la base del juego de muchas sociedades, esta se ha consolidado como una parte fundamental de un país para ser considerado “próspero”. Sin embargo, también es sabido que la democracia es interpretable y acepta numerosas connotaciones, de hecho, numerosos autores centrados en el estudio del desarrollo político en Asia han chocado en cuanto a si existe una compresión europea y asiática de democracia, incluso teniendo presente la existencia de variaciones culturales y políticas del concepto. La conocida como “brecha de definición” juega un papel clave.

Asia es el nuevo centro global, las tendencias internacionales se desplazan hacia esta parte del mundo, pero ¿también la democracia? Como hemos visto ésta es más asociable a occidente, de la que se ha presumido incansablemente para que un país funcione, sin embargo, en los países asiáticos encontramos otra experiencia. La época que siguió a la Segunda Guerra Mundial produjo que nuevos países subdesarrollados crearan estados centralizados e intensivos en recursos. En base a esa expansión del Estado en busca de un desarrollo relativamente acelerado, el control de este se convirtió en el medio fundamental para la acumulación de la riqueza individual, se produjeron también una serie de contextos que distorsionaron la relación entre estado y sociedad siendo una de las causas que han dado lugar al quiebre democrático o no evolución de la democracia en Asia.
La democracia en Asia, más allá de su definición como concepto, es sin duda un aspecto, en ocasiones, empañado por esa necesidad de crecimiento económico. Numerosos son los autores que han reconocido a la democracia como el mejor sistema para sostener una sociedad en base a un bienestar a largo plazo, sin embargo, algunos ejemplos dejan constancia de que no siempre ha sido así, por tanto, ¿es la democracia necesaria para hacer prosperar a un país en su desarrollo económico y a la vez como sociedad?
Intentar responder esta pregunta en el contexto del continente asiático es un reto, una región tan amplia y heterogénea resulta difícil de abarcar en un análisis de estas características. Es por ello que lo que intentaré con este artículo es dar un marco contextual general de la situación de la democracia en Asia con tres ejemplos clarificadores y cómo ésta influye en el crecimiento.
LLEGADA DE LA DEMOCRACIA

En las últimas décadas la región de Asia y el Pacífico también ha experimentado su cuota de transiciones de un régimen autoritario a la gobernanza democrática. La llamada tercera ola de democratización llegó a las costas de la región a mediados de 1980. Aunque la democracia consolidada sigue siendo la excepción, el número de democracias se triplicó pasando de tres en 1980 a nueve en 2005 y a once en 2017.
El informe del índice de Democracia publicado cada año por la Unidad de Inteligencia de The Economist nos sirve como instrumento para valorar la fragilidad o fortaleza democrática que tiene cada país a lo largo del mundo. En este sentido, Asia se ubica como región en el puesto 4 de 7. De todos los Estados asiáticos, solo tres países son considerados democracias plenas en el último índice elaborado: Taiwán, Corea del Sur y Japón, aunque encontramos otros países en el grupo de democracias imperfectas.
El color que predomina en esta región del mundo es el naranja en países tan importantes como China, y esto nos plantea una pregunta relacionada con la posibilidad de prosperar en ámbitos como la economía, con o sin la presencia de la democracia en la sociedad pues las diferencias de crecimiento son claras cuando hablamos de países del sudeste asiático y lo comparamos con China. Este último pertenece a un régimen autoritario en contraposición a las democracias imperfectas del sudeste.

UNA DEMOCRACIA IRREGULAR: DESE JAPÓN HASTA EL GIGANTE ASIÁTICO
JAPÓN, UN EJEMPLO A SEGUIR EN LA REGIÓN
Corea del Sur, Japón y Taiwán son considerados como los más democráticos del continente. Centrando nuestro objetivo en uno de estos países, en concreto el que cuenta con la democracia asiática más antigua, se puede apreciar a Japón como un país que defiende claramente las normas liberales y democráticas.
La experiencia y sistema democrático de Japón han sido ejemplo para varios países asiáticos, en cuanto a instituciones y funcionamiento. Sin embargo, poco se conoce de este sistema híbrido que abandera el país, que tomó prestados aspectos del modelo británico para su sistema parlamentario, por ejemplo. El gobierno de Japón ha mostrado una buena proactividad durante más de diez años con una política exterior sustentada en valores democráticos y liberales, enfatizando alianzas estratégicas con otras democracias de la región.
Algunos ejemplos de su gran manejo dentro de la escena internacional aparecen con el acercamiento a Australia e India para crear asociaciones con tintes estratégicos, teniendo como objetivo formar una red de socios con ideas afines en torno a su alianza principal con EE.UU. Su objetivo siempre gira en torno al apoyo del orden internacional actual, acogiéndose a las reglas y ofreciendo alternativas a las potencias revisionistas.
INDIA: LA DEMOCRACIA MÁS GRANDE DEL MUNDO
Asia junto con África, son los continentes que desde hace unas décadas han llegado a la situación de contar con estados nacionales soberanos, conocidos como “nuevos estados”. Cierto es que no todos los territorios de estos continentes son estados libres e independientes, pero si se examina la posibilidad que ofrece una democracia política en los conocidos como “países subdesarrollados”, es necesario referirse en primer lugar a los “nuevos estados”, donde la democracia es uno de los problemas más importantes y uno de los más urgentes.
En estos nuevos estados existen factores que, por su naturaleza, limitan las posibilidades de un sistema de democracia. Entre estos factores podemos señalar la falta de formación e instrucción generalizada entre la población y la escasez de potencial intelectual humano. Aun así, muchos países han sabido sobreponerse a estos obstáculos, como es el caso de la India.
India se unió al grupo de las democracias a partir de mediados de los 2000. Al igual que muchos de estos “nuevos estados” ha contado con la problemática de que muchos de sus electores no sabían ni leer ni escribir por lo que, buscando esa democracia que se encuentra en las elecciones, buscaron la forma de que toda su población pudiera ejercer su derecho a voto. El ingenio, mediante el uso de símbolos animales para referirse a los partidos (partido del buey o partido del elefante), permitieron sobreponerse a la difícil situación del país. No se afirma aquí, que esto sea un sustitutivo de una opinión bien formada, la cual solo se consigue cuando la gente no es analfabeta y dispone de una prensa libre y académica.

Este país ha sido tomado en muchas ocasiones como referente en cuestión de sistema de democracia parlamentaria entre estos “nuevos estados”, no coincidiendo con el modelo tradicional de Occidente. A pesar de ello, India es la democracia más grande del mundo y así lo avalan las cifras. Sus últimas elecciones en el año 2019 contaron con una participación del 67% de los 900 millones de votantes registrados. Los representantes políticos que surgen de los comicios serán aquellos que gobiernen, sin intervención de terceros. Aun así, existen defectos dentro de esta democracia que se debate entre un modelo iliberal y uno delegativo. El camino que les queda hasta conseguir un modelo realmente exportable es largo.
CHINA: LA RELACIÓN ENTRE EL DESARROLLO ECONÓMICO Y LA DEMOCRACIA ASIÁTICA
Entre ciertos intelectuales chinos hay una creciente preocupación por su tendencia a “menos democracia”, sin embargo, esta preocupación esta moderada sobre todo por la retórica del desarrollo económico por encima de la apertura política. Y es que China, como bien destacó Daniel Bell, ya es democracia, pero en un sentido alternativo a lo que se entiende por democracia en Occidente.
Numerosos autores recalcan que China sufre un déficit democrático, pudiendo ser un problema para las futuras generaciones. La actitud del gigante asiático ante las críticas externas e internas a su régimen y reclamo de más democracia y libertad para sus poblaciones se escuda en la defensa de unos valores asiáticos que respaldan la relación entre desarrollo económico y democracia.

Los defensores estos valores asiáticos se posicionan de la siguiente forma: un país para desarrollarse debe tener una disciplina clara y un gobierno fuerte, siendo consciente de sus responsabilidades, antes que tener una democracia formal, tras cuya fachada se esconde la corrupción y una élite que busca el reparto de ganancias. Por lo tanto, una rápida mejora del nivel de vida tendría prioridad sobre la ampliación de libertades políticas, que solo conllevarían un entorpecimiento de la capacidad de mando y estabilidad del estado. En este sentido, el Estado debe tener un equilibrio correcto entre libertad y orden.
Y, a pesar de este ejemplo contrario a lo que convencionalmente se piensa sobre la necesidad de democracia, China sigue clara en su régimen de partido único, logrando sus objetivos año tras año, camino de convertirse en la principal potencia económica del planeta. Y es aquí, donde dentro de los regímenes del continente surge la pregunta, ¿la democracia y el desarrollo económico van necesariamente de la mano?
DEMOCRACIA VS DESARROLLO ECONÓMICO
Los modelos teóricos sostienen diferentes hipótesis en cuanto a esta relación entre democracia y desarrollo, entre ellas podemos encontrar dos totalmente opuestas: la democracia como empuje al desarrollo a largo plazo, o bien vista como un obstáculo para el desarrollo.
En primer lugar, la democracia como obstáculo al desarrollo económico se muestra en el caso de regímenes como el de China. Desde este punto de vista, los regímenes autoritarios están más capacitados que las democracias para promover políticas que propicien el desarrollo, ya que las instituciones autoritarias pueden superar los retos que supone la acción colectiva, restringiendo el comportamiento interesado de los grupos mediante sanciones, y los problemas de la acción colectiva mediante órdenes. Desde este punto de vista teórico, parece pues más fácil para los regímenes autocráticos aplicar políticas impopulares pero favorables al crecimiento, porque dependen menos de las preferencias de la mayoría y del apoyo de los grupos de interés, que los gobiernos de las democracias.

En 1990, dirigentes políticos de países como Malasia o Singapur alabaron a las democracias de “estilo asiático” viendo cómo eran capaces de llevar el desarrollo a países no desarrollados, y como la introducción de la democracia perjudicaría al desarrollo que estos habían conseguido. Ya en 2010 el crecimiento de la economía china aumentó la atracción de otros países por seguir su línea, pudiendo ser así un modelo para otros dirigentes.
En segundo lugar, en la democracia vista como empuje al desarrollo, vemos como las instituciones democráticas incentivan las políticas de fomento del crecimiento por parte de los gobiernos por lo que, en la anterior teoría que hemos visto, la base de unas instituciones políticas extractivas autoritarias puede funcionar a corto plazo, pero será difícil de sostener y no será viable a largo plazo. En definitiva, para lograr un crecimiento económico, los países deben tener en cuenta la importancia de la creación de instituciones que permitan a sus habitantes participar en los sistemas económicos y políticos de su país con el paso del tiempo.
5. CONCLUSIÓN
En resumen, la democracia es un instrumento preciado y necesario para muchas regiones del mundo, buscando el bienestar de la sociedad. A pesar de ello, conviene no generalizar como ha quedado claro en las líneas anteriores. Las raíces de los países marcan la dirección a seguir, el pasado histórico es demasiado fuerte para no tener impacto en las sociedades futuras. El análisis de un sistema político debe ser mucho más profundo que una simple “etiqueta”, tomando en cuenta diferentes factores.

La democracia más extendida es la concebida y aplicada en Occidente, con unos valores muy diferentes a lo que se podría llamar “democracia asiática” o incluso “democracia china”. Este término se reivindica en base a la prosperidad que logran con sus regímenes autoritarios, que de democracia como la conocemos, tienen muy poco. A pesar de ello, Asia cuenta con las dos caras de la moneda, países democráticos acorde a nuestra cultura occidental, o bien aquellos que juegan con su papel de régimen autoritario, alegando buscar lo mejor para la población en base a un Estado controlado y subordinado a las élites.
Los ejemplos se suceden y nos dejan una crítica a los sistemas occidentales, por parte de países como el gigante asiático. El modelo occidental se encuentra en decadencia tras cientos de años, mostrándose como un sistema anticuado para la misión que acogen algunos países ambiciosos en Asia: revitalizar la región apostando por un desarrollo, tanto económico como social.
Este desarrollo deja dos visiones con dos resultados distintos: la democracia permite el desarrollo o bien lo dificulta. Las pruebas de los países que han decidido implementarla, como aquellos que no, permiten establecer un pensamiento: no una misma cosa funciona igual en dos contextos diferentes. No hay duda de que la democracia da libertades necesarias para el país y son una buena forma de que la ciudadanía se sienta parte del funcionamiento de este. Por otro lado, para muchos países de la región la posibilidad de un pluralismo político propio de la democracia solo es una grieta, que impide el desarrollo económico y la implantación de políticas beneficiosas para el país, aunque no para todo el pueblo.
La democracia en Asia es un tema complicado, pero más aún es intentar implantar un modelo de democracia que no entienden. El desarrollo en base al sometimiento del pueblo es una vía rápida, pero puede que no sea sostenible a largo plazo, como sí lo es la democracia entendida por Occidente. Sin embargo, las dudas siguen en el aire sobre que instituciones son las correctas para conseguir un país próspero y con un bienestar general, ya que cuando una situación es normalizada y no es reconocido el valor de la libertad sobre las autoridades, la única forma de hacer cambiar la situación es un buen liderazgo y la lucha del pueblo por sus derechos y libertades.

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