Dictadura, Democracia y Revolución: la paradoja de Tocqueville
La paradoja de Tocqueville, o el efecto Tocqueville, es el fenómeno que describe como las políticas de una dictadura para intentar ser menos represiva, otorgando más libertad y progreso, con el objetivo de lograr más apoyo social al régimen, lo que muchas veces terminan logrando es alentar más protestas y resentimiento contra el régimen.
La paradoja de Tocqueville no solo es aplicable a dictaduras o regímenes políticos autoritarios, sino que también es aplicable a las democracias representativas, siempre que se den ciertas circunstancias políticas y sociales específicas.
Es decir, sin querer reducir el muy complejo estudio de las causas de las rebeliones, revoluciones y la violencia política a la simple hipótesis de enunciar Tocqueville (hay muchas más hipótesis y líneas de investigación multivariables), la paradoja de Tocqueville es una de las hipótesis y líneas de investigación principales.
Esto tiene consecuencias muy trascendentales en las relaciones internacionales y el equilibrio de poder mundial, ya que es un fenómeno social que ha llevado a revoluciones y cambios de régimen.
Dijo Tocqueville en su obra El Antiguo Régimen y la Revolución que «El régimen que es destruido por la revolución, es casi siempre mejor (más benigno) que al que precedía, y la experiencia enseña que el momento más peligroso para un mal gobierno suele ser cuando inicia las reformas».
En su monumental obra La Democracia en América, Tocqueville describían en un párrafo muy preclaro que a medida que las diferencias sociales disminuyen, la sensación de agravio se incrementa en lugar de disminuir. Es decir, el apetito competitivo y comparativo, cuando las diferencias son muy grandes las comparaciones no tienen demasiado sentido. Por ejemplo, toda competición debe hacerse entre personas de categoría pareja. Y toda comparación conlleva implícito un agravio que, en ocasiones, lleva a la envidia y el odio.
En la historia contemporánea, uno de los casos más famosos y dramáticos de cómo una dictadura que hace reformas sociales y económicas liberalizadoras para ganar respaldo social, pero que acaba siendo derrocada al provocar fenómenos similares al descrito por la paradoja de Tocqueville, fue el de la Revolución Islámica de Irán, que terminó con la caída y exilio de Sha y la instauración de un régimen socialmente regresivo como es el de la República Islámica de Irán.

El Sha en la década de 1970 implementaba políticas de desarrollo social, modernización y liberalización, con el objeto de que la sociedad y economía iraníes se modernizaran y fueran menos dependientes del petróleo, al tiempo que se pretendía que esa política de despotismo ilustrado conseguiría ganar suficiente respaldo social para que el régimen del Sha perdurase en el tiempo.
Sucedió lo contrario, las mejoras sociales crearon expectativas en la población iraní para vivir en un orden político y social mucho mejor que el de la terrible represión del Sha, por lo que de manera paradójica esas reformas no consiguieron ganar más apoyo, sino que las mejoras alentaron la rebelión.
Esto se contrapone a la hipótesis marxista de que el desencadenante de los procesos revolucionarios, sucede en momentos empobrecimiento y empeoramiento de la condiciones sociales (procesos que en la sociología económica y la economía marxista se conocen como: rendimientos decrecientes de las rentas del capital y de concentración del capital)

Académicamente, en los estudios sobre revolución y violencia política, al efecto de Tocqueville se le circunscribe a las hipótesis de la privación relativa y los altos niveles de desigualdad. No obstante, debe quedar claro que los modelos e hipótesis concretas no son una reproducción exacta de lo escrito por Tocqueville, sino que son inspiraciones de ese proceso paradójico, y difieren mucho los mecanismos causales que los diferentes autores proponen para explicar y modelar esa paradoja.
El modelo de privación relativa más famoso entre los académicos que estudian la violencia política y las revoluciones fue el Robert Gurr en su libro Why Men Rebel (1970) y en su artículo Sources of Rebellion in Western Societes: Some Quantitativ Evidence (1968).
Gurr hizo un análisis muy pormenorizado, haciendo rectas de regresión y planteando hipótesis, sobre la influencia en que la privación relativa (dos tipos: persistente y a corto plazo) tenía respecto a otras variables e indicadores sociales. Estos otros indicadores son la capacidad y violencia de represión estatal de la disidencia, la legitimidad que la población otorga al régimen, la existencia pasada de conflictos civiles violentos, etc. La privación relativa, sin ser obviamente la única variable era una de las variables independientes que mejor podían «predecir» que terminara sucediendo un ciclo de violencia política revolucionaria.

El concepto de privación relativa ha de entenderse una expectativa de condiciones de vida que no se terminan cumpliendo. Por ejemplo, en las sociedades occidentales en los últimos años ha habido un aumento de la extrema derecha y extrema izquierda a causa del descontento de no ver cumplidas expectativas socioeconómicas por los efectos de la crisis económica del 2008 y la creciente precariedad e inseguridad laboral y económica.
Además de ejemplo del Sha y la Revolución Islámica, los lectores de América Latina tendrán en mente el caso de la Revolución Mexicana de 1910 y la subsiguiente guerra civil. Aunque como toda revolución, las causas y el relato de la historia es algo muy complejo, es sabido que el proceso fue la culminación de un proceso de modernización y relativa liberalización social del periodo de Porfirio Díaz.
Las mejoras en las condiciones materiales de vida creó unas expectativas que la dictadura y régimen del porfiriato no podría satisfacer. Esto dio paso a un movimiento prodemocrático, que se plasmó en el manifiesto de San Luis, el fin de la dictadura de Porfirio Díaz y un breve periodo democrático antes del caos. La paradoja de Tocqueville se corresponde con lo que dijo Porfirio sobre Francisco I. Madero (líder del manifiesto de San Luis), «Madero a soltado el tigre, veremos si puede con él».
Este dilema lo tienen todos los dictadores o regímenes autoritarios a lo largo de la historia. Irán actualmente se debate entre reformistas que quieren soltar el tigre, mientras la corriente principalista de línea dura tema que demasiadas modernizaciones y liberalizaciones harían imposible cabalgar el tigre.
Pero sin modernizar y liberalizar socioeconómicamente, los regímenes autoritarios no puede lograr el suficiente progreso económico con el que lograr prosperidad y, ulteriormente, respaldo y legitimidad social.
Esas tensiones y dilemas de la paradoja de Tocqueville se observan actualmente en Arabia Saudí en el proceso de liberalización y modernización que Mohamed Bin Salman está aplicando actualmente con su Vision 2030 (veremos si tiene éxito como lo tuvo Emiratos Arabes Unidos o si en unos años tiene que aplicar una regresión o sufre una revolución como le ocurrió al Sha).
Por su parte, Finkel y Gehlbach en The Tocqueville Paradox: When Does Reform Provoke Rebellion? (2018), hacen un modelo de economía política para explicar como el fenómeno de la paradoja de Tocqueville sucedió en la Rusia de la segunda mitad del siglo XIX, después de la emancipación de los siervos de 1861.
Aunque Tocqueville presentó una intuición sobre cómo la privación relativa, la mejora económica y social, y los intentos de reforma para ganar apoyo social, podían terminar generando el efecto contrario y provocar una revolución, no entró en demasiados detalles analíticos al respecto. El modelo de Finkel y Gehlbach (entre el de muchos otros) propone mecanismos causales en lo que para Tocqueville no dejaba de ser una caja negra o una intuición muy acertada.
Finkel y Gehlbach, al modelar el caso ruso, sostienen que aunque la cúspide de la élite sí quiere reformas de calado (suprimir la injusticia de la servidumbre), los agentes intermedios no tenían incentivos para aplicar de manera eficaz y justa tales reformas. Como es sabido, la emancipación en Rusia terminó generando situaciones aún más atroces de explotación que las originales que se trataban de solucionar. A la tiranía feudal de la servidumbre, se añadió la explotación de mercado en condiciones muy asimétricas, nuevas obligaciones de los campesinos con el gobierno, etc.
Para colmo, la retórica de las políticas de reformas, que prometían más libertad y justicia, creó unas expectativas que las reformas luego no pudieron cumplir. Desde entonces, la cuestión agraria rusa y las posteriores condiciones paupérrimas en los centros fabriles y urbanos, fue el centro del debate en la literatura sobre intelectual sobre revoluciones en todo el siglo XIX entre los exiliados rusos.
La paradoja de Tocqueville también es aplicabable a los regímenes políticos de democracia representativa (mutatis mutandis). Inicialmente, durante el siglo XIX fue el caso la democracias censitarias, en las que el derecho al voto se limitaba al patrimonio, exigiéndose requisitos de posesión de tierras, capital, renta, etc.
Esto provocó revueltas y rebeliones, y las concesiones que se iban haciendo a los movimientos obreros y luego feministas (sufragistas), en realidad no consiguió aplacar las demandas. Al contrario, las mejoras relativas en las condiciones materiales de vida y de una mayor libertad, a lo que espolearon fue a que las legítimas protestas por conseguir mejoras, fueran a más.
Llegados a este punto, las democracias representativas se bifurcan entre las que consiguen finalmente lograr un punto de equilibrio de prosperidad, justicia y paz social (como ocurrió en Occidente después de la Segunda Guerra Mundial), y las democracias que terminan fracturándose y cayendo en regímenes autoritarios (como sucedió durante la década de 1930).
Acemoglu, Egorov y Sonin, en su artículo Social Mobility and Stability of Democracy: Reevaluating De Tocqueville (2018), hacen un profundo y muy interesante estudio y análisis de cómo se aplica la paradoja de Tocqueville a las democracias, proponiendo un modelo propio.
En los diferentes ejemplos del modelo (dando diferentes valores a las variables), proponían una sociedad hipotética que se divide en tres clases: ricos, clase media y pobres. Si en cada momento determinado gobierna cada una de las clases, hay diferentes incentivos en función de la probabilidad de que la clase alta pierda parte de su renta en favor de las clases inferiores.
Puede darse una colusión entre sectores de la clase alta y parte de la media, para bloquear el proceso político y las demandas de mejoras sociales. En ese caso, si la protesta política representa una amenaza a las clases superiores, hay tentación autoritaria para imponer una dictadura para bloquear la alternativa a las elecciones (la violencia política revolucionaria).
Y viceversa, si las clases pobres y sectores de la clase media tienen la percepción que el régimen político de esa democracia representativa no es permeable a las demandas de su privación relativa, la tentación autoritaria de imponer una dictadura que satisfaga esas demandas también es elevada.
La historia de América Latina, o la de España hasta la guerra civil de 1936-39, está llena de casos que en mayor o menor medida se corresponden con lo expuesto por esos tres autores. Salvando las distancias, el ciclo de protestas que ha sucedido en Chile, aunque afortudamente no ha llegado al punto de degenerar en guerra civil o una nueva dictadura, sí se explica por la privación relativa persistente de sectores de la población chilena, y un régimen democrático copado por una élite que bloqueaba las demandas de mejora social.
La paradoja de Tocqueville o, mejor dicho, toda la amplia literatura de ciencias sociales que ha generado el fenómeno que observara el mencionado autor, tiene una gran relevancia para las relaciones internacionales por las consecuencias dramáticas que tiene en los cambios de régimen que en ocasiones termina provocando.