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En 2016, Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, acuñó el término Cuarta Revolución Industrial en su libro homónimo. Argumentaba que las revoluciones eran consecuencia de la introducción de nuevas tecnologías y formas de ver el mundo, y que desencadenaban profundos cambios en las estructuras sociales y económicas existentes.

Para el autor de marras, estamos presenciando el inicio de la cuarta de las revoluciones industriales, que supondrá la fusión e interacción en los dominios físico, digital y biológico de nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), la biotecnología, la nanotecnología, la secuenciación genética, la computación cuántica o el Internet de las Cosas, provocando un profundo y sistémico cambio, mayor al de las anteriores revoluciones industriales.

Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, fotografiado durante la Sesión Plenaria de Apertura del Foro Económico Mundial sobre África 2008 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, el 4 de junio de 2008. Fuente: Klaus Schwab - Foro Económico Mundial sobre África 2008

En los próximos años, la cuarta revolución industrial nos aportará indudables beneficios en distintos ámbitos como la productividad, la calidad de los productos, la medicina, la creación de tratamientos y cura de enfermedades,  la conectividad y el transporte, e incluso en la personalización de los servicios y el ocio.

La pandemia que llevamos viviendo desde 2020 ha acelerado el proceso de digitalización y automatización, acercándonos más ante este escenario planteado por Klaus Schwab. Según un estudio de la CEOE y Randstad de 2021 sobre tendencias en los recursos humanos, la digitalización en las empresas ha avanzado cinco años en estos últimos meses como consecuencia de la adaptación de las empresas a la emergencia del coronavirus.

No obstante, numerosos expertos han señalado los problemas que traerá esta revolución industrial: desigualdad, paro de amplias capas de población  o el surgimiento de nuevos movimientos políticos contestatarios. Un documento de trabajo de 2021 del Fondo Monetario Internacional alerta sobre el aumento de la desigualdad global  en los próximos años como consecuencia de la  aceleración de la automatización desencadenada por la pandemia.

Desde la primera revolución industrial, la introducción de nuevas tecnologías ha supuesto la destrucción de puestos de trabajo y la creación de otros. Yuval Harari señala en su obra Homo Deus: Breve historia del mañana (2016) que en las revoluciones industriales las máquinas han ido sustituyendo al ser humano en aquellos lugares donde se necesitaban de importantes capacidades físicas y que esto trajo beneficios.

Autor: Christoph Roser at AllAboutLean.com

De esta forma, los trabajadores comenzaron a emplearse en el  sector servicios y en las nuevas profesiones surgidas. No obstante, en los últimos años, los algoritmos de la Inteligencia Artificial parecen demostrar que las máquinas pueden rivalizar y ser mejores que el ser humano en trabajos que precisan de habilidades técnicas y cognitivas.

El quid de la cuestión es que pasará cuando las máquinas puedan desempeñar  trabajos típicos del ser humano como el de la medicina, el análisis de datos, la enseñanza o la conducción. Y si esto provocará que se creen nuevas profesiones o si los trabajadores sustituidos tendrán las capacidades para adaptarse a ellas. De lo contrario, se generarán capas de población desempleada sistémicamente, las cuales podrían sentirse marginadas e inútiles y agraviadas por la sociedad y las nuevas tecnologías.

Esto nos lleva a considerar sus repercusiones a nivel económico y político. Un informe de 2017 de la consultora McKinsey Global considera que para 2030 entre 400 y 800 millones de trabajadores habrán perdido su puesto de trabajo por la automatización y tendrán que encontrar una nueva ocupación. En este informe se afirma que será fundamental que las autoridades impulsen programas de reciclaje laboral para evitar tasas de paro alarmantes entre numerosos colectivos de trabajadores.

A corto plazo, el mayor impacto se producirá en aquellos sectores menos cualificados y automatizados, en el sector servicios o en la industria. Adicionalmente, una menor demanda de trabajo en estos sectores traerá una disminución del salario ofrecido por el empleador en los puestos de trabajo que aún se mantengan. Estudios como el de 2018 del economista Carl Frey y los investigadores Berger y Chen, argumentan que la automatización y sustitución de puestos de trabajo en EEUU provocó que aquellos afectados por ella adoptaran actitudes más contestarias y proclives a la victoria del líder populista y anti-establishment Donald Trump en las elecciones de 2016.

Fuente: Everett Historical - Shutterstock

Realizan un paralelismo con la primera revolución industrial y el movimiento ludita, un movimiento de contestación a las pésimas condiciones laborales de aquellos que fueron sustituidos por las primeras máquinas y que desencadenó disturbios e incluso la destrucción de máquinas. Según un estudio de Pew Research Center, en 2017 el 72% de los estadounidenses mostraban preocupación ante el avance de la automatización y el 76% creía que la expansión de ésta provocaría mayores niveles de desigualdad.

En conclusión, existen  posibilidades de que surjan movimientos políticos contestarios que argumenten que la extensión de la tecnología es un problema para las sociedades. Estos movimientos políticos impactarían en aquellos países más avanzados en el proceso de automatización e inmersos en la cuarta revolución industrial y podrían crecer en porcentaje de voto rápidamente, defendiendo la limitación del uso de máquinas o de algoritmos de inteligencia artificial.

Para más inri, estas capas afectadas por la automatización y marginadas del futuro mercado laboral podrían adoptar un discurso de descrédito del uso de la tecnología, de la globalización y de nuevos avances como la biotecnología. En cierto modo, de una vuelta a partidos políticos «neoluditas».

La automatización ha cambiado la forma de trabajar en todo el mundo. Fuente: KUKA Systems GmbH

Es innegable que la mejora de las tecnologías y los nuevos procesos productivos traerán grandes beneficios. Empero, es responsabilidad de las autoridades gubernamentales observar estas nuevas dinámicas y promulgar políticas que permitan la adaptación de las capas de la sociedad que van a ser más perjudicadas sino quieren ver el surgimiento de conflictividades sociales y polarizaciones políticas.

REFERENCIAS

ANDERSON, Monica: «6 key findings on how Americans see the rise of automation». Pew Research Center. 4 de octubre de 2017.

CASSELMAN, Ben: «Pandemic Wave of Automation May Be Bad News for Workers». The New York Times. 3 de julio de 2021.

FREY, Carl, BERGER, Thor y CHEN, Chinchih: «Political machinery: did robots swing the 2016 US presidential election?». Oxford Review of Economic Policy. 2 de julio de 2018.

HARARI, Yuval: «Homo Deus: Breve historia del mañana». Editorial Debate. 2016.

JIMÉNEZ, Javier: «"Los robots nos están devolviendo al siglo XIX": nuevos datos vinculan la automatización con el crecimiento de los populismos». Xataka . 9 de julio de 2018.

MANYIKA, James et al.: « Jobs lost, jobs gained: What the future of work will mean for jobs, skills, and wages». McKinsey Global Institute. 28 de noviembre de 2017.

RANDSTAD RESEARCH: « ¿Qué ha cambiado con el COVID-19? Transformación y adaptación, nuevos retos y soluciones RRHH». Randstad Research. 13 de octubre de 2021.

SAADI, Tahsin y YOO, Jiae: «Pandemics and Automation: Will the Lost Jobs Come Back?». Fondo Monetario Internacional. 15 de enero de 2021.

SCHWAB, Klaus: « La Cuarta Revolución Industrial». Editorial Debate. 2016.

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