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Egipto se enfrenta en las próximas décadas, quizás años, a una crisis sin precedentes si no se actúa con premura, valentía y decisión. Este artículo explora las dificultades que enfrenta: cambio climático, sistema de subsidios, sobrepoblación rampante, inseguridad alimentaria y pobreza extrema. Factores todos estrechamente interconectados que crean una fórmula perfecta para la inestabilidad y el colapso.

Empecemos por algunos datos básicos. Egipto es el país árabe más poblado con diferencia y el tercero a nivel continental con aproximadamente 101 millones de habitantes viviendo en las orillas del río Nilo. Esto es, en el 3% del territorio, pues el otro 97% es desierto inhabitable. Además, el 17% de los egipcios sufren de inseguridad alimentaria. Entre los niños la cifra se dispara hasta situarse entre el 28 y el 58 por ciento (Ramadan, 2015).

Autor: Bicanski

El factor demográfico es clave para entender bien la situación de las finanzas del Estado. Egipto, como prácticamente todos los países árabes del Golfo y el Levante, es deficitario en comida. De hecho, Oriente Medio es la región del mundo con mayor inseguridad alimentaria y, en consecuencia, más dependiente de los mercados internacionales. Egipto, por extensión, acostumbra a ser el mayor importador de alimento de la región: aproximadamente el 50% de sus suministros alimenticios vienen del extranjero (Bush, 2015). A pesar de ello, estos países se constituyen como estados subsidiarios, es decir, buena parte de la energía y de los alimentos que consume la población están subsidiados por el Estado.

El sistema ha sido repetidamente criticado por su ineficiencia y, de hecho, por su inequidad: aquel con más capacidad de consumo, más se beneficiará de los subsidios, y viceversa (Rohac, 2013). El caso es que este sistema de subsidios se implementó en los años veinte y treinta del siglo pasado, cuando Egipto contaba aproximadamente con 10 millones de habitantes. El sistema, casi cien años más tarde, sigue siendo prácticamente el mismo, pero ahora debe cubrir diez veces aquella población. A pesar de que el aumento exponencial de la población ha ido acompañado ciertamente de un incremento notable en su PIB, su exposición a los precios globales es incomparablemente mayor.

El sistema de subsidios en esencia es un contrato social entre el Estado y la población: se garantiza el pan a cambio de paz social. El problema que afronta de forma constante Egipto -y otros estados árabes- es que al ser un neto importador de trigo depende completamente de los mercados internacionales y, si el precio del trigo sube, el Estado está obligado a subir el precio también en el mercado interno; causando malestar, protestas e incluso revueltas. O, en su defecto, arriesgándose a una bancarrota.

Incendios en El Cairo durante la Intifada del Pan en 1977.

A decir verdad, esto no es un problema nuevo para Egipto, la Intifada del Pan en 1977 o las primaveras árabes de 2011 están estrechamente ligadas con los subsidios y las dificultades fruto de la dependencia de los mercados internacionales. Sin embargo, se están presentado nuevos multiplicadores que pueden romper esta predecible inestabilidad crónica para pasar a ser un problema del todo ingobernable.

El cambio climático, ¿un game changer?

Este verano Naciones Unidas ha presentado un demoledor informe sobre las implicaciones y consecuencias del cambio climático. En las últimas cuatro décadas, la temperatura media del planeta ha sido sucesivamente la más elevada nunca antes registrada (Intergovernmental panel on Climate Change (IPC), 2021). Las consecuencias son múltiples, pero en lo que nos atañe aquí nos centraremos en el aumento de desastres naturales a escala global: olas de calor, incendios, inundaciones y sequias.

Se prevé, por ejemplo, que en algunas zonas de la Tierra, las probabilidades de inundación crecerán a un ritmo de un 7% por cada grado de temperatura media global que aumente. El impacto en la producción agrícola mundial, no hace falta decirlo, es mayúsculo. Máxime cuando la población de la Tierra aumenta de forma exponencial y no se prevé que frene hasta alcanzar los 11 mil millones de personas.

Figura 1: Pérdidas económicas causadas por desastres naturales en países subdesarrollados. Fuente: Food and Agriculture OUN

África lleva todo lo anterior a otro nivel, es el continente que más rápidamente está creciendo, con una media de edad de 19.7 años y una ratio en África Subsahariana de cinco niños por mujer. En paralelo, todas las proyecciones apuntan a que África también será el continente más castigado por el aumento de desastres naturales (Food and Agriculture. Organization of the United Nations, 2017). El informe de la ONU estima que verá un aumento drástico de olas de calor, sequias en África oriental -dato relevante para más adelante- e inundaciones en África occidental. Todo ello se traduce en que el continente de más rápido crecimiento será también el que verá su producción agrícola más castigada (Brown, Hintermann, & Higgins, 2009).

El aumento de catástrofes naturales, como se muestra en la figura 1, está teniendo un impacto directo en los precios globales de alimentos tan básicos como el trigo, como de hecho hemos observado este verano de 2021 a causa de un inusual aumento de incendios en todo el mundo -ver figura 2-.

Es ilustrativo apuntar que, según la ONU, Madagascar tras cuatro años de sequía está experimentado la primera hambruna masiva por causas climáticas: al menos 30.000 personas están sufriendo inseguridad alimentaria de nivel 5 (el máximo) que significa malnutrición y dos muertos al día de inanición por cada 10 000 personas (Harding, 2021).

Esta tendencia solo puede esperarse que siga subiendo. África subsahariana, además, se está transformando en el mayor emisor de migrantes por causas climáticas y las proyecciones apuntan a que en los próximos decenios veremos las migraciones más masivas de la historia de la humanidad. Inestabilidad política y guerra son otras consecuencias inmediatas a tal situación.

Figura 2: Precio trigo por bushel en USD. Fuente: Macrotrends.com

Hoy en día, todo esto se traduce en una constante subida de los precios de los alimentos. Por ejemplo, el precio del trigo en los mercados globales está actualmente al mismo nivel que los días previos a la primavera árabe.

Todo ello, el gobierno egipcio lo sabe. De hecho, Al- Sisi ha consiguió implementar la enésima reforma del sistema de subsidios, más cercana al libre mercado, efusivamente aplaudida por el FMI y el Banco Mundial. A pesar de ello, el gasto del PIB destinado a subsidios no ha bajado lo más mínimo -ver figura 3-, fracasando en uno de sus objetivos principales.

Mientras, las reformas tuvieron que ser acompañadas de represión a una población siempre opuesta, pues recordemos que para unos veinte millones de egipcios una subida del precio del trigo es la diferencia entre comer y no comer. El resultado ha sido malo: muertos, represaliados e impopularidad a cambio de no bajar ni un ápice el gasto público destinado a los subsidios. La única ganancia, de hecho, ha sido la simpatía de dichas organizaciones internacionales (Thyen & Karadag, 2021).

Figura 3: Porcentaje del PIB de Túnez y Egipto destinado a subsidios. Fuente: (Thyen & Karadag, 2021)

Un factor Geopolítico en la ecuación: El Nilo Azul

El sistema que mantiene todo en su sitio en Egipto está siendo empujado por las condiciones climáticas adversas a una posición límite. Pero el horizonte turbulento de El Cairo aún puede oscurecerse más. Rio arriba se sitúa la segunda nación más populosa de África, Etiopía. Situada en una región que se prevé que sea azotada por sequias como la que está viviendo Madagascar, tendrá muy complicado abastecer una población de 115 millones de habitantes sin temporadas de lluvias.

De hecho, el país no ha pasado la prueba del COVID y está librando una guerra civil con Tigray, una de sus regiones, que cada día que pasa coge un tinte más étnico, recordando a horrores del pasado. Etiopía, a decir verdad, puede ser un ejemplo prematuro de lo que les espera a muchos países de África, tanto al norte como al sur del desierto, por el desborde de diferentes crisis en múltiples frentes y una resiliencia a las mismas cada vez menor: pobreza, insurgencia, guerra, colapso y anarquía. Y, sin embargo, cualquiera que sea el desenlace final de Etiopia será una mala noticia para Egipto.

Un colapso del Estado etíope empequeñecería Yemen como el mayor desastre humanitario del planeta. Una paz rápida y estabilización del país requerirá más que nunca de la famosa Presa del Renacimiento Etíope. No solo para abastecer energéticamente al país, sino también para garantizar las reservas de agua ante un futuro inmediato plagado de sequias.

La presa se sitúa en el principal afluente del rio Nilo, el Nilo Azul, que proporciona el 60% del agua de lo que es la única arteria de vida egipcia. Se calcula que una bajada del caudal provocada por la presa de tan solo el 3% en el Nilo significaría el colapso total de Egipto. El tema es tan delicado para ambas partes que todas las negociaciones hasta la fecha han fracasado. Egipto ya ha advertido que, si es necesario, se utilizará la fuerza.

En rojo la situación geográfica de la presa que está construyendo Etiopía. Fuente: Hel-hama

Conclusión

En el dialecto egipcio “pan” significa también “vida”. El sistema de subsidios es, en realidad, la mayor fuente de legitimidad de los regímenes de la región. El Estado, como padre de la patria, debe mantener al pueblo. Es por esa razón que ningún gobierno se atreve a un cambio sustancial de los subsidios y mucho menos su supresión. Sin embargo, las catástrofes naturales a causa del cambio climático pueden erigirse como un factor que simplemente convierta el actual sistema en un imposible absoluto a medida que la producción mundial agrícola se vea severamente afectada y los precios suban de forma invariable.

Egipto, con la ayuda de organizaciones internacionales como el Banco Mundial debe llevar a cabo una reforma estructural de su producción agraria y revertir la tendencia de los últimos decenios: en 1965 el sector agrario sumaba el 29% del PIB, en los años 90 solo el 17% y hoy en día es un 11%. Esta tendencia debe revertirse con urgencia inmediata (Bush, 2015).

Por si fuera poco, El Cairo debe afrontar un desafío externo que amenaza lo más preciado que tiene, el agua. La Presa del Renacimiento es una cuestión vital para Etiopía, pero mortal para Egipto. Es muy difícil imaginar un escenario donde si Egipto no recibe garantías explicitas y con la supervisión de la comunidad internacional, no se sienta obligada a tomar medidas bélicas.

Bibliografía

Brown, M., Hintermann, B., & Higgins, N. (2009). Markets, Climate Change, and Food Security in West Africa. Environ. sci. Technol., 8016-8020.

Bush, R. (2015). Crisis in Egypt: Structural Adjustment, Food Security and the Politcs of USAID. Behind the news.

Food and Agriculture. Organization of the United Nations. (2017). The Impact of disasters and crises on agriculture and food security.

Harding, A. (2021). Madagascar on the brink of cliamte change-induced famine. BBC News.

Intergovernmental panel on Climate Change (IPC). (2021). Climate Change 2021. The Physical Science Basis.

Ramadan, R. (2015). Food Security and its Measurment in Egypt. CHIEAM.

Rohac, D. (2013). Solving Egypt's Subsidy Problem. Policy Analysis.

Thyen, K., & Karadag, R. (2021). Between affordable welfare and affordable food: Internatioalized food subsidy reforms in Egypt and Tunisia. Institute of Intercultural and International Sutides, 1-16.

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