EL BUEN GOBIERNO SEGÚN CONFUCIO
Por Marina Domínguez Bautista
En las últimas décadas China se ha convertido en toda una superpotencia. Muchos se atreven a decir que China lidera el nuevo orden mundial. En este breve ensayo no vamos a entrar en dichas cuestiones, sino que buscamos poder despejar alguna de las incógnitas a través de la figura de uno de los pensadores chinos más influyentes en su milenaria cultura. ¿Cuál es el buen gobierno según Confucio? Para poder responder a la pregunta lo primero que hemos de hacer -siendo una tarea difícil, aunque necesaria- es que desechemos todas aquellas categorías políticas de lo que para nosotros supone el gobernar y ser gobernados. Lo primero que pensamos en la tradición judeo- cristiana cuando pensamos en gobierno es en el poder y su administración. Pues bien, es lo primero que vamos a tener que desechar ya que "la noción clave del gobierno chino no es la del poder, sino la de la armonía ritual" (Cheng, 2002).

Si buscamos 'confucianismo' en el buscador nos va a aparecer definido como doctrina religiosa y como corpus filosófico, pero como dice Anne Cheng "a diferencia de sus contemporáneos indios o griegos, Confucio no es ni un filósofo que inicie su sistema de pensamiento, ni el fundador de una religión" (Cheng, 2002). El impacto de Confucio hay que medirlo en términos de fenómeno cultural que acaba por "haber formado al hombre chino a lo largo de dos milenios, [...] haber propuesto por vez primera una visión ética del hombre en su integridad y universalidad" (Cheng, 2002). ¿A qué nos referimos con palabras tan pomposas como el 'hombre en su integridad y universalidad'? Nos referimos a que la naturaleza humana es susceptible de ser mejorada y perfeccionada. Supone toda una revolución cultural si tenemos en cuenta que la sociedad de aquel entonces estaba estructurada en castas.
Confucio es, ante todo, humanista y su humanismo tiene concepción universal en vista de la propia potencia del ser humano (ren ⼈) no en tanto a la aspiración a un concepto único de ser humano que se ajuste a cualquier cultura o comunidad, sino en tanto que es la propia potencia vital del ser humano la que permite el acceso a relaciones humanas cada vez más grandes y cada vez más complejas.
En ese sentido, es una visión aperturista y con vocación de adaptarse a todos los tiempos. Es un humanismo cuya aspiración no pasa por intelectualismos sino por la propia experiencia de la vida que llega a consumar al humano en su relación con los demás de una forma recíproca. Un humanismo en el que no hay que encerrarsey reflexionar para encontrar los misterios de la vida, sino que hay que vivir. Vivir en comunidad y sentir "la preocupación mutua que sienten los hombres debido al hecho de vivir juntos".
La vida de Confucio fue longeva, vivió setenta y dos años (551 - 479 a.n.e.) y creció en una cultura eminentemente ritualista (Lu), lo cual se convirtió en una influencia decisiva en su pensamiento. Pertenecía a una clase social media de funcionarios que se situaba en la pirámide social entre la nobleza guerrera y el campesinado. Tuvo varias responsabilidades administrativas y llegó a ser ministro de justicia, pero su deseo obstinado de cambiar el mundo -a sabiendas de que es una tarea harta complicada- lo llevó a renunciar a la política con cincuenta años. "A los quince años decidí aprender. A los treinta, me erguía ya en la Vía. A los cuarenta, no tuve duda alguna. A los cincuenta, conocí el decreto del Cielo. A los sesenta, tuve el oído perfectamente afinado. A los setenta, actúo según mi corazón, sin por ello transgredir ninguna regla" (Confucio en Cheng, 2002).

La educación va a jugar un papel fundamental en el pensamiento confuciano, pero no se trata de la adquisición de conocimientos sino que es una experiencia que mezcla pensamiento y conocimiento, una experiencia práctica que tiene sentido en el encuentro con el otro, que tiene sentido en tanto que vivimos en sociedad. "Cuando nos paseamos, por ejemplo, tres, cada uno encontrará en el otro un maestro, distinguiendo en él lo bueno para imitarlo y lo malo para corregirse".
Para Confucio es importante el estudio de los textos antiguos, de sus conceptos para poder llegar a discutirlos "pero lo que cuenta no es tanto un conocimiento de orden teórico, válido en sí mismo y por sí mismo, como su objetivo concreto y práctico. Lo importante es saber cómo más que saber qué, el conocimiento consiste antes en el desarrollo de una aptitud que en la adquisición de un contenido intelectual" (Cheng, 2002).El objetivo último es hacer virtuososa los hombres: hombres de equilibrio y de equidad que se mantengan en el medio justo y constante (zhongyong中庸 ). Educar es formar a hombres de bien, y hombre de bien implica tanto buena persona como buen ciudadano. Por tanto, nos estamos refiriendo a que la educación tiene tanto un plano político como otro moral.
Siendo así, la educación no es únicamente la función de educadores, sino que toda la sociedad debe estar comprometida con ella y, en última instancia, su máximo responsable es el gobernante. ¿Cómo es posible que la sociedad se encargue de la situación? Resulta un poco difícil de imaginar desde nuestro punto de vista de una sociedad como la nuestra en la que se delega gran parte de la educación a instituciones regladas llamadas escuelas.
Pero para Confucio la relación con los demás es una relación ritual en la que la interacción pasa por el refinamiento del comportamiento para lograr así armonizar a las gentes. Pero no es un mero protocolo, sino que conlleva una actitud ética hacia la comunidad y hacia uno mismo en la que lo sagrado se funde con el deber del cuidado de lo cotidiano. "Lo que no desees que te hagan, no lo infrinjas a los demás. De este modo, ningún resentimiento se dirigirá contra ti, ya estés al servicio del Estado o de una gran familia" (Confucio en Cheng, 2002).

Hay cierta analogía en el comportamiento del hombre como miembro de la familia y el comportamiento que se debe tener como ciudadano. Así como los padres tienen deberes sobre sus hijos y los hijos sobre sus padres, el gobernante lo tiene respecto de sus gobernados y viceversa. La relación que media entre ambos es una relación de piedad filial (xiao 孝). Es una relación natural de armonía y solidaridad entre generaciones. El gobernante ideal confuciano es aquel que encarna el ren ( ⼈ ) y se impone por la naturaleza de su virtudes éticas y no por la fuerza. La óptima constitución política para Confucio es, por tanto, una meritocracia moral basada en el deber filial.
Son estas mismas las cualidades que legitiman al gobernante, el gobernante debe ser un ejemplo para la sociedad, debe guiarlos como la estrella polar. El gobernante es un espejo para gobernar al pueblo igual que lo es el padre para sus hijos. El ejercicio del gobierno como hemos comentado antes, no se trata de dirigir a la población desde la aplicación del poder del gobernante, sino que bajo la idea de gobernar está la idea de "ordenar el mundo en el sentido del término zhi (治), que significa originalmente curar un organismo enfermo y reestablecer en él el equilibrio perdido" (Cheng, 2002).
Por supuesto la política china es mucho más compleja que el esbozo que acabamos de hacer en este ensayo. Humildemente nos hemos aventurado al despeje de algunas incógnitas de una de las revoluciones más importantes del pensamiento chino, la confuciana. Vamos a seguir teniendo muchas noticias sobre China, tanto de su política exterior como de su política interior. Pero la próxima vez que se topen con dichas noticias han de realizar el ejercicio aquí sugerido: despejen la mente para poder escuchar. Hay categorías, etiquetas o como lo queramos llamar que nos impiden atender a la verdadera naturaleza de los acontecimientos. Atendámoslos, pero con la inocencia de quien se para a escuchar un río por primera vez.

BIBLIOGRAFÍA
Cheng, A., 2002. La apuesta de Confucio por el hombre en Historia del pensamiento chino.
Traducción de Anne-Hélène Suárez Girard. Barcelona: Edicions Bellatera.