El declive demográfico chino
China está perdiendo población. Así lo muestran los últimos datos del gobierno chino que afirman que en 2022 China perdió unos 850.000 habitantes. Este hecho marca el inicio de un largo declive demográfico que se extenderá durante las próximas décadas de una China que verá como la India le quita el trono como el país más poblado del mundo.
En un país dónde la enorme extensión de su fuerza de trabajo es uno de los pilares sobre los que asienta su economía y la base de su impresionante crecimiento económico sostenido, esta tendencia al declive tiene una importancia capital en términos políticos y económicos. ¿Por qué cada vez hay menos chinos? ¿Qué implicaciones tiene una China que pierde población?
La población china se reduce por primera vez en más de 60 años https://t.co/V1DokX436B
— RTVE (@rtve) January 17, 2023
Crisis demográfica o como morir de éxito
China ha sido un país históricamente preocupado por la superpoblación, el temor de los dirigentes chinos en los años 70 se centraba en como evitar que el crecimiento poblacional superara la capacidad para producir alimentos del país.
A partir de ese momento se comenzaron a promover políticas para frenar la expansión demográfica iniciando campañas para retrasar los matrimonios o aumentar los tiempos de espera entre nacimientos. Sin embargo, estas medidas no dieron resultado y en 1979 el Partido Comunista Chino instauró la conocida como política de hijo único. Ahí se encuentra la raíz del reto demográfico chino actual.
La política de hijo único funcionó. De hecho, podría decirse que funcionó demasiado bien. A partir de los años 80 la natalidad (que ya estaba descendiendo antes de la implantación de la política) bajó considerablemente en un proceso que ha continuado inexorable hasta nuestros días alcanzando la cifra de 6,77 nacimientos por cada 1.000 personas, la tasa de natalidad más baja desde que comenzaron los registros en 1949.
Para asegurar el cumplimiento de esta, se restringió el derecho de los hijos adicionales a la educación o sanidad públicas, además de multar a los padres, muchos de ellos de escasos recursos económicos. La política del hijo único provocó abortos masivos y esterilizaciones (se calcula que desde 1980 se han producido 400 millones de abortos en China, casi tantos como la población de la UE).

Sin embargo, la citada política cumplió con sus objetivos: El crecimiento demográfico comenzó a frenarse y hoy en China hay más de 100 millones de hijos únicos menores de 40 años.
El gobierno chino es consciente de este problema desde hace años y ha tratado de implementar políticas para paliarlo, de hecho, en 2016 terminaron oficialmente con la política de hijo único y permitieron que las parejas tuvieran dos hijos, pero esto no logró frenar la tendencia demográfica descendiente.
En 2018 el Partido Comunista chino esperaba 20 millones de nacimientos aupados por un baby boom tras el abandono de la política. Para su sorpresa, el baby boom no se produjo y en 2018 hubo 15 millones de nacimientos, dos millones menos que en 2017.
Con este resultado decidieron volver a modificar la norma en 2021 permitiendo tener tres hijos. De nuevo, tampoco ha funcionado. De hecho, la pérdida de población china ha llegado antes de lo esperado, las previsiones de Naciones Unidas no esperaban que China perdiera población hasta 2030.

No sólo las políticas de control de natalidad del gobierno son las responsables de este declive demográfico, sino el propio desarrollo de China. Con el auge de la clase media la tasa de natalidad está descendiendo, algo que también en ocurre en occidente, sumado a que los costes de tener un hijo están aumentando considerablemente, especialmente en las grandes ciudades, por lo que cada vez más parejas deciden no tener hijos o sólo tener uno.
El alto coste de la vivienda y la educación junto con la dificultad para conciliar la vida familiar y laboral son los mayores obstáculos a los que se enfrentan las parejas chinas a la hora de tener hijos. Algunos gobiernos locales como Shenzhen o Shanghái han implementado algunos programas de estimulo ofreciendo subsidios para las parejas que tengan tres hijos o han aumentado la duración de la baja por maternidad, pero aún es prematuro juzgar el resultado de estas medidas y su alcance es, en cualquier caso, limitado.
Por otro lado, la India es la contraparte de esta historia. Se convertirá en el país más poblado del mundo en breve (según algunas estimaciones lo es ya) y la brecha seguirá aumentando con el tiempo. La población china esta envejeciendo y seguirá descendiendo, mientras que la hindú es joven y seguirá creciendo hasta, como mínimo, la década de 2060. Según las previsiones actuales, para 2100 la India doblará en población a China.
Implicaciones
Que China pierda su fuerza demográfica es un reto de primer nivel para Pekín y tiene enormes implicaciones sociales y económicas que afectarán a las dinámicas globales. China se enfrenta a una situación dónde la pirámide poblacional se está ensanchando por arriba, cada vez más ancianos y menos fuerza de trabajo.

Esto, en un país que ha basado su prosperidad económica en su basta fuerza de trabajo y su bajo coste obliga a repensar su modelo de desarrollo en el medio plazo. Se calcula que para 2050 un tercio de la población superará los 65 años lo que reducirá el dinamismo económico chino afectando a su capacidad de producción (menos mano de obra) y al consumo (menos consumidores) en un momento clave dónde se esperaba que la demanda interna china fuera la base de su crecimiento económico en el futuro. A su vez, también se verá afectada su deuda externa (más gasto social y en pensiones).
Con una fuerza de trabajo reducida China deberá aumentar su productividad si pretender conseguir su objetivo de superar a EE. UU. como primera potencia global. Esto implica dejar atrás el modelo de mano de obra barata y aumentar los costes de producción provocando una posible deslocalización en favor de lugares de su entorno como Vietnam e India, diversificando así las cadenas de suministro y producción globales con amplias consecuencias para el comercio internacional.
Si en los años 70 el reto de China era evitar que el crecimiento poblacional agotara los recursos del país ahora el reto es conseguir mantener su desarrollo económico en los altos niveles de las últimas décadas con una población decreciente y cada vez más envejecida. No será fácil pues requiere repensar los sistemas sociales del país y aumentar el gasto al tiempo que se transiciona a un modelo productivo que busca crear más valor añadido. Este, el demográfico, será el mayor reto de Xi Jinping a corto y medio plazo ya que de él depende el estatus de China como potencia global en el futuro.