¿El excepcionalismo tunecino?
Túnez vive una situación de excepción desde el pasado verano, cuando el presidente Kais Saied aprovechó los poderes que le otorga la constitución para destituir al primer ministro y suspender la actividad del parlamento. El líder del antiguo partido islamista ahora musulmán democrático y presidente del parlamento parece abocado a desafiar al presidente de la nación. Pero sus presuntos contactos internacionales y la sombra de la corrupción pueden interponerse en un escándalo político de primer orden.

Túnez, ¿la excepción tras el Invierno Islámico?
Túnez es el país árabe del norte de África en el que comenzó la Primavera Árabe. A pesar del nombre, el fenómeno comenzó en realidad en invierno, en enero de 2011. Semanas antes, el vendedor ambulante de fruta Mohamed Bouzizi fue despojado de su mercancía por la policía municipal de la localidad de Sidi Bouzid el día 17 de diciembre. Desesperado y sintiéndose humillado tanto por la policía como por los funcionarios municipales a los que acudió a quejarse, se prendió fuego frente a un edificio público. Con quemaduras en el 90% de su cuerpo, Mohamed Bouzizi murió el 4 de enero de 2011. Su funeral se convirtió en una protesta pública. Y a partir de ahí se produjo un vertiginoso efecto bola de nieve en el que se combinaría el malestar social por la falta de libertades, los efectos de la crisis económica global que comenzó en 2008 y el alza de los productos básicos.
Las protestas en el mundo árabe se extendieron de Mauritania a Yemen, provocando sólo en la cuenca mediterránea la caída de los regímenes de Túnez y Egipto, mientras que en Siria y Libia el conflicto social se convirtió en guerra civil.
La celebrada Primavera Árabe dio paso a un Invierno Islamista. Mientras que jóvenes protestantes, modernos y occidentalizados, fueron protagonistas de la cobertura informativa de los medios occidentales, la celebración de las primeras elecciones libres tras la caída del régimen en Egipto llevó al poder a los Hermanos Musulmanes, una organización longeva y con una maquinaria electora mejor articulada que los partidos de los intelectuales y disidentes seculares.
En Libia y Siria, los grupos salafistas-yihadistas surgirían de las cenizas del colapso del aparato estatal gracias a su radicalismo, crueldad y apoyos externos.
En ese panorama, Túnez permanecería como la excepción, habiendo logrado una transición esperanzadora a la democracia gracias a que el partido islamista Ennahda aceptó convertirse finalmente en “un partido de demócratas musulmanes, comprometido con los principios de la libertad y la democracia” (Marzo y Cavatorta, 2016:48).
El 13 de noviembre de 2019 Rachid Ghanuchi, el líder del partido. fue elegido presidente de la Asamblea de Representantes del Pueblo, el parlamento unicameral tunecino.
الاستاذ راشد #الغنوشي يترأس الجلسة الإفتتاحية لمجلس #نواب الشعب pic.twitter.com/qngbDdVhZp
— Rached Ghannouchi (@R_Ghannouchi) November 13, 2019
Controversias en torno a la figura de Rachid Ghanuchi.
A pesar del giro del partido, la figura de Rachid Ghanuchi no ha estado exenta de polémicas por sus presuntas conexiones “con el eje turco-qatarí presente en Libia” y “sobre otro discutido nexo con los Hermanos Musulmanes” (Redondo, 2020). En el conflicto libio, a pesar de la postura oficial de neutralidad tunecina, el partido Ennahda apoyó al Gobierno de Acuerdo Nacional libio ubicado en Trípoli (Ltifi, 2020) y respaldado por Turquía y Qatar.
El principal conflicto político que vive Túnez actualmente es la situación de excepcionalidad democrática que se vive desde julio de 2021, cuando el presidente del país, Kais Saied, destituyó al primer ministro y, aplicando los poderes que le da la Constitución, interrumpió la actividad del parlamento. Esta por ver si la situación, que debía ser provisional y puntual dado el contexto de crisis económica, se eterniza.
Kais Saied y Rachid Ghanuchi se encuentran en trayectoria de choque. El presidente del parlamento anunció el jueves 17 que la actividad parlamentaria será retomada, lo que supone “el más claro desafío al presidente Kais Saied” (The Arab Weekly, 2021). Mientras tanto, la sombra de las conexiones internacionales y la corrupción ha aparecido en Túnez al desvelarse la identidad de un presunto testaferro, Najeh Hajj Latif (Iamarabic, 2022). Supervisor de una compañía textil británica en Túnez y presidente de una asociación cercana al partido Ennahda y vinculada también a los Hermanos Musulmanes, Najeh Hajj Latif se habría encargado de cobrar un total de 30 millones de euros procedentes de Qatar e introducidos en el país a través del aeropuerto internacional de Túnez-Cartago.
A Najeh Hajj Latif se le acusa también de relación con la trama implicada con la muerte de Chkokri Belaid, un político opositor al régimen de Ben Ali pero también al gobierno del partido Ennhada surgido tras la Primavera Árabe. Fue asesinado en 2013. Las acusaciones fueron lanzadas por el equipo de abogados del caso el pasado día 9 de febrero (Middle East in 24, 2022).
Las acciones judiciales podrían comenzar pronto, extendiéndose desde el lavado de dinero y corrupción hasta el asesinato de Belaid. Sin duda, el avance de estos procesos hará más enconado el conflicto en ciernes entre el presidente Kais Saied y el presidente del parlamento Rachid Ghanuchi.
Referencias.
IMARABIC: “Najeh Hajj Latif, Ghannouchi’s hidden arm and the Qatari finance engineer in Tunisia”. 11 febrero 2022.
LTIFI, Mohamed Ali: “Can Tunisia stay out of Libya war?”. Al Monitor. 30 junio 2020.
MARZO, Pietro y CAVATORTA, Franceso: “El viaje de Ennahda”. Afkar/Ideas. Invierno 2016/2017. Págs. 48-50.
MIDDLE EAST IN 24: “Revealing new details about the “Brotherhood” octopus in Tunisia”. 10 febrero 2022.
REDONDO, Rául: “El presidente del Parlamento de Túnez afronta una sesión centrada en sus dudosos contactos exteriores”. Atalayar. 3 de junio de 2020.
THE ARAB WEEKLY: “In new desperate attempt to grab attention, Ghannouchi defies Saied”. 18 febrero 2022.