El funcionamiento de la política en EAU, ¿un caso excepcional?
Por Yago Rodríguez Rodríguez
El reciente funeral de Jalifa bin Zayed al Nahayan de EAU ha atraido una oleada de condolencias y visitas de los máximos representantes institucionales de todo el mundo al país árabe, sin embargo, más allá del turismo a Dubai o del petróleo de Abu Dabi, el orden político emiratí es poco conocido y estudiado, un asunto sumamente interesante que trataré de aclarar en las próximas líneas.
Viajemos a 1971, año del nacimiento de los Emiratos Árabes Unidos. Existen siete emires que se corresponden con los territorios de Abu Dabi, Dubai, Ras al Jaima, Sharjah, Fujaira, Ajman y Umm al Qwain.

Cada emir gozaba -y goza- de una importante autonomía en su emirato, poseyendo prerogativas sobre la política económica local o sobre la seguridad. ¿Cómo es posible que un país con regiones tan fuertes sobreviviese? Muchos analistas de la época destacaron que la federación sería débil y probablemente acabaría como la República Árabe Unida (1958-1961), sin embargo sucedió todo lo contrario.
La clave de que EAU haya progresado frente a los pronósticos iniciales está en el equilibrio de poder establecido entre los emires de Abu Dabi y Dubai, y sobre todo entre sus respectivos linajes.
Lo cierto es que la fundación de Emiratos en 1971 se asentó sobre la confianza entre el linaje abudabí de los Al Nahyan y el dubaití de los Al Maktoum.
El padre fundador del país -Mohamed bin Zayed- y su contraparte dubaití -Maktoum bin Rashid- alcanzaron un acuerdo clave que preservaba la autonomía de cada emirato pero que convertía a Abu Dabí en un primus inter pares y a Dubai en su "compañero de viaje".
El equilibrio de poder entre ambos emiratos se reflejó tanto en la costumbre política como en las leyes. El emir de Abu Dabí ostentó la representación del Estado mediante la presidencia, mientras que el emir de Dubai representaría al gobierno mediante el cargo de Primer Ministro.

Abu Dabí recibiría seis ministerios claves, incluyendo Exteriores, Interior o Información, mientras que Dubai recibiría tres, como Defensa, Finanzas e Industria. Asimismo, las decisiones se adoptarían en el marco del Consejo Federal Supremo, en el que cada emir tendría un voto mientras que toda decisión relevante exigiría la aquiscencia de los emires de Abu Dabí y de Dubai.
Con el paso de los años el equilibrio establecido en 1971 ha ido virando paulatinamente hacia la consolidación del liderazgo de Abu Dabí dentro del Estado, el proceso de construcción nacional y la asociación Dubai-Abu Dabí como elemento de gobierno.
Desde diciembre de 1971 EAU había promulgado la Constitución Temporal, sin embargo, en 1996 se derogó en favor de la Constitución permanente, que entre otras cosas venía a unificar las Fuerzas Armadas como instrumento exclusivo del Estado -y no de los gobiernos locales-, asimismo estableció la capitalidad en Abu Dabí.
Por su parte, la Estrategia de Gobernanza de 2007 o la reforma constitucional del 2008 han venido a consolidar el statu del cuerpo de funcionarios y servidores públicos, la necesidad de integración entre las administraciones locales y estatales y en definitiva el proceso de consolidación del Estado y de la nación.

Uno de los momentos más ilustrativos se produjo tras la crisis financiera de 2008 que golpeó duramente al emirato de Dubai, que hubo de ser rescatado por Abu Dabí. No en vano la capital provee el grueso de la financiación estatal, ya que posee la mayor parte de los yacimientos de hidrocarburos.
En la actualidad los jeques de los distintos emiratos se limitan a la política municipal y regional, así como a acrecentar su patrimonio mediante inversiones y negocios familiares, dejando la política exterior y los grandes asuntos de Estado en manos del eje Dubai-Abu Dabí.
Con todo, cabe apuntar que los jeques mantienen una importante autonomía destacando especialmente el control de las policías locales, que además están legitimadas para adquirir armamento por si mismas sin mediación del Ministerio de Defensa.
Históricamente, el emirato más díscolo ha sido el de Ras al Jaima. Fue el último en unirse a la federación en 1972 -cuando supieron que no había yacimientos relevantes en su territorio-

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Cabe decir que la creación de Emiratos ha eliminado de raíz las disputas militares entre los jeques y ha logrado que los golpes palaciegos sean incruentos. De hecho, la jequesa Sheika al Salama logró imponer la tradición de los golpes no sangrientos cuando el fundador del país, Mohamed bin Zayed, se apropió del trono de su hermano ante la presión popular por explotar los yacimientos del emirato, algo a lo que el hermano del fundador de EAU se negaba.
En la práctica han existido dos generaciones de emires en Abu Dabí y Dubai: la de los fundadores y la de sus descendientes. En ambos casos sus relaciones personales han sido muy buenas, lo que ha facilitado el desarrollo del país, la política exterior y en última instancia la eclosión de Emiratos como actor internacional.
En la actualidad, el emir de Abu Dabí es Mohamed bin Zayed o MBZ (61 años), y el de Dubai es Mohamed bin Rashid o MBR (72 años). Ambos han tenido una intensa relación con las Fuerzas Armadas, MBR debido a que es el Ministro de Defensa desde la independencia hasta hoy, y MBZ porque fue militar y se educó en la tradición castrense británico-emiratí, pasando por la prestigiosa academia militar de Sandhurst.
En 1993 MBZ fue nombrado jefe de las FFAA, a la vez que su superior -Mohamed bin Rashid- ejercía de ministro. Durante aquella etapa ambos hombres forjaron una sólida relación pese a su diferencia de edad y de statu social. Esta relación ha sido crucial para la estabilidad de Emiratos.
Sheikh Mohammed Bin Rashid and Sheikh Mohamed Bin Zayed and Rulers of the UAE at the wedding of Sheikh Hamdan Bin Mohammed, Sheikh Maktoum Bin Mohammed and Sheikh Ahmed Bin Mohammed https://t.co/ouvYn7d2z1#royalwedding pic.twitter.com/f0HVGl9nLe
— Gulf Today (@gulftoday) June 6, 2019
MBZ y MBR han profundizado la tendencia instaurada en 1971. Las relaciones Abu Dabí-Dubai y el respeto mutuo entre los emires son inmejorables, el resto de jeques mantienen su lealtad al Estado y el proceso de construcción de la identidad nacional prosigue a muy buen ritmo acompañado del desarrollo económico y la diversificación.
Cabe destacar que el proceso de construcción del nacionalismo emiratí impulsado por los regentes actuales merece un capítulo separado, ya que tiene características distintivas de otros tipos de constructos nacionalistas y en realidad se trata de un asunto que no ha concluido y que de hecho está más vivo que nunca.
Los principales retos a largo plazo de la gobernanza emiratí están relacionados con el fin de los combustibles fósiles, la futura generación de gobernantes abudabíes y dubaitíes y la gestión de los migrantes de segunda generación, aunque parecería que Emiratos Árabes Unidos es uno de los países del Golfo con más motivos para mirar al futuro con optimismo.
Para concluir, podemos decir que desde 1971 el país árabe se ha consolidado, logrando construir un Estado-nación de cimientos sólidos pese a las perspectivas iniciales, asimismo el eje rector de la política emiratí -las relaciones Dubai-Abu Dabí- han funcionado como un reloj, lo que ha permitido centralizar y forjar un Estado funcional con capacidad para proyectar poder desde Libia hasta India pasando por Yemen o Reino Unido.