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El Monte del Templo, también conocido como la explanada de las mezquitas o Haram al-Sharif, es una elevación que emerge en el corazón de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Su configuración como un enclave de gran importancia religiosa e histórica para el judaísmo, el cristianismo y el islam han convertido este lugar en el epicentro de diversos eventos y conflictos a lo largo de la historia.

La explanada de las mezquitas ha jugado un papel clave en la configuración de las identidades religiosas de israelís y palestinos, dado que se erigen en ella edificaciones como el domo de la roca, que marcó la primera dirección de rezo de los musulmanes, la mezquita de al-Aqsa, tercer lugar más sagrado del islam suní, o el muro occidental, lugar de profunda devoción para los judíos.

Al-mawazin junto a la Cúpula de la Roca, Jerusalén. Autor: Diego Delso

El significado del Monte del Templo para el judaísmo

El Antiguo testamento de la Biblia es de gran utilidad para comprender el papel del Monte del Templo en la formación de la identidad de una buena parte de los judíos israelíes. En el capítulo 22 de Génesis, Dios pide a Abraham sacrificar a su hijo, Isaac, como testimonio de su fe en el monte Moriá, lugar donde se encuentra el Monte del Templo en la actualidad.

Sin embargo, en el último instante, un ángel detiene la mano de Abraham y este terminará por sacrificar un carnero en su lugar, lo que considera un ejemplo de fe, obediencia y la disposición de Abraham para obedecer a Dios incluso en una prueba tan difícil como la de sacrificar a su propio hijo. Este acto funda la relación entre Dios y los judíos.

Hacia el año 1000 a.C, el rey David instalará la capital del reino judío en Jerusalén. Su hijo Salomón mandará construir el primer templo sobre el Moriá. El propósito de este era albergar el arca de la alianza en un lugar sagrado, de modo que los sacerdotes pudiesen realizar las ceremonias en un lugar excluido a la mayoría de creyentes. No obstante, bajo el dominio de Nabucodonosor, el rey babilonio, el templo fue destruido y los judíos esclavizados.

Tras la liberación de Babilonia, durante el reinado de Herodes el grande, se iniciará la construcción del segundo templo limitado por altos muros sobre una terraza que rodea el monte Moriá. Sin embargo, en el año 70, Tito, hijo del emperador Vespasiano, saquea y arrasa el templo como respuesta a la rebelión judía contra el dominio romano en Judea. Por último, en el año 135, Adriano arrasa lo que queda de Jerusalén como respuesta a la rebelión que Bar Kokhba había iniciado en el año 132 para construir un reino judío y reconstruir el templo.

Revuelta de Bar Kojba. 132-135 d.C. AR Sela – Tetradracma (28 mm, 14,07 g, 11 h). Anverso : la fachada del templo judío con la estrella naciente, rodeada por "Shimon". Reverso : un lulav y etrog , el texto dice: "a la libertad de Jerusalén". Fuente: CNG coins

Adriano romanizará la ciudad, prohibirá que la habiten los judíos y emprenderá la construcción de una nueva cuidad, Aelia Capitolina, poblada con veteranos y colonos llegados de Grecia y Siria, en una provincia que pasará a llamarse Palestina. Sin embargo, la fe religiosa persiste y, con el permiso de las autoridades romanas, los judíos podrán acudir a rezar una vez al año contra el muro occidental del templo, que se mantenía en pie. Actualmente, a este muro se le conoce como el Muro de las Lamentaciones.

El significado del monte del templo para el islam

En lo relativo a la fe islámica, la sura 17 del Corán relata la experiencia nocturna en la que el arcángel Gabriel y el profeta Mahoma viajaron de noche a una mezquita lejana, también conocida como al-Aqsa, en un evento conocido como el Isra’. Fue allí donde Mahoma se apoyaría en una roca para subir al cielo (Miʿraj). Posteriormente, en el siglo VIII, bajo el dominio Omeya de Jerusalén, se interpretaría que el lugar en el que Mahoma ascendió al cielo fue, precisamente, desde esta roca.

Por este motivo, durante el mandato del califa omeya, Abd-al Malik ibn Marwan, se recubrió la roca con el denominado “domo de la roca” y, además, se inició la construcción de la mezquita de Al-Aqsa en la parte sur de la explanada del templo de Herodes, que será finalizada en el año 715 d.C. por su hijo, Al-Walid I.

En 1923, Amin al-Husayni, Gran Muftí de Jerusalén, instó a los musulmanes de todo el mundo a movilizarse para financiar la restauración de la explanada, presentada como el tercer lugar santo del islam, tras la Meca y Medina. Para entonces, ya eran comunes las tensiones entre las comunidades judías y árabes tras el establecimiento del Mandato Británico de Palestina por parte de la Sociedad de Naciones, que chocaba con la declaración Balfour de 1917 y las promesas de creación de un estado árabe unificado a Hussein bin Ali, líder árabe y custodio de los lugares sagrados del Islam.

Reunión de Amin al-Husseini con Adolf Hitler (28 de noviembre de 1941). Fuente: German Federal Archives

La administración de la explanada de las mezquitas

Entre 638 y 1099, el poder musulmán tan solo toleraba presencia judía en el muro occidental algunos días al año, siendo la prohibición total bajo el dominio de los cruzados entre 1099 y 1187. La tolerancia creció de nuevo bajo la autoridad musulmana hasta 1917, y se mantuvo bajo el mandato británico de Palestina hasta la guerra árabe-israelí, que tuvo lugar entre 1948 y 1949.

Tras 1949, la ciudad vieja de Jerusalén quedará bajo control de Jordania y la presencia judía en el muro occidental será prohibida por Amán hasta 1967. El armisticio de 1949 preveía el libre acceso de individuos de todas las religiones a la explanada de las mezquitas. Sin embargo, en 1950, el rey Abdalá anexiona Jerusalén a Cisjordania y, en la práctica, se prohibiría el acceso de los judíos a lugares santos en la ciudad. El Waqf, una administración de asuntos religiosos bajo la autoridad del gobierno jordano, se encargaría de la gestión de la explanada.

En 1967, tras la guerra de los seis días, Israel conquista la ciudad vieja y la Knesset garantiza la libertad de acceso a la explanada. No obstante, la entrada en el domo de la roca y en al-Aqsa quedará reservada a musulmanes, se mantendrá el Waqf y los empleados de la explanada seguirán siendo pagados por Jordania.

Asimismo, los judíos podrán visitar la explanada tan solo durante horas específicas y bajo ciertas condiciones, siempre y cuando no realizasen oraciones abiertamente. El statu quo se institucionaliza en 1994 y 2013, con el Tratado de paz jordano-israelí y un acuerdo entre la Autoridad Nacional Palestina y Jordania, respectivamente.

El ejército israelí en el Sinaí durante la guerra de 1967. Autor: Rafi Rogel (רפי רוגל)

Tras la Segunda Intifada (2000-2005), Israel amplió su control no solo en las áreas circundantes a la explanada, sino también en lo que respecta a la seguridad y el acceso al recinto, permitiendo una mayor afluencia de judíos al Monte del Templo. Desde entonces, se ha acusado a Israel de implementar restricciones de acceso a algunos musulmanes, especialmente a hombres jóvenes, bajo el pretexto de prevenir posibles disturbios por lo que, en varias ocasiones, se ha acusado al gobierno israelí de romper el statu quo.

Cabe señalar que algunos sectores jaredíes, o judíos ultraortodoxos, entre los que llama la atención el grupo Neturei Karta, rechazan el acceso de judíos al Monte del Templo dado que el Talmud menciona que el pueblo judío no puede ascender a la tierra de Israel en grupo o empleando la fuerza. Asimismo, se oponen al acceso judío a la explanada por la incertidumbre sobre la ubicación exacta del "Kodesh haKodashim”, o el arca de la alianza, ya que existe el temor de que pueda pisarse el lugar y, de ese modo, violar su santidad.

Choque de comunidades

La aspiración por retornar a Jerusalén y reconstruir el templo ha sido un elemento unificador que ha trascendido generaciones y ha definido la identidad judía. Asimismo, el templo se ha convertido en un símbolo de la perseverancia y la resistencia, nutriendo el sentido de continuidad histórica y reforzando la narrativa de opresión que resuena en la identidad colectiva judía frente a la prohibición de acceso y las restricciones de rezo a lo largo de la historia.

Por otro lado, desde una perspectiva política, la preservación y el control de la explanada de las mezquitas también se ha convertido en un símbolo de la autodeterminación, soberanía e identidad nacional para un gran número de palestinos, quienes consideran que el control de este lugar sagrado afirma su derecho a Jerusalén. Ello convierte al monte del templo en un lugar reclamado en su totalidad por dos comunidades sociales y religiosas cuya convivencia se encuentra cada vez más deteriorada.

Vista aérea del Al-Aqsa o Explanada Sagrada (o santa) de Jerusalén. Autor: Andrew Shiva / Wikipedia / CC BY-SA 4.0

Pese a las limitaciones previamente enunciadas, se ha dado la existencia de grupos activistas judíos que han pretendido lograr una autorización para poder rezar en la explanada de las mezquitas. Un ejemplo de ellos fue el movimiento de los fieles del Monte del Templo y la tierra de Israel que promueve, entre otras medidas, legalizar el acceso judío a la explanada o la construcción de un tercer templo en ella.

El intento por parte de fieles de este último grupo de colocar una piedra angular para la construcción de un tercer templo en la explanada fue, precisamente, el detonante de la violenta revuelta de al-Aqsa en 1990, durante la primera intifada.

Siguiendo esta línea, también han existido partidos políticos que han reclamado la restauración del reino bíblico de Israel o la destrucción de las mezquitas del Monte del Templo. Destacan aquí Kach, un partido ultranacionalista ortodoxo israelí fundado por el rabino estadounidense Meir Kahane y activo entre 1971 y 1988, fecha en la que el comité electoral central lo descalificó para tomar parte en las elecciones por sus posturas racistas.

Asimismo, el partido sucesor de sus ideas, liderado por Kahane Chai, también fue ilegalizado por decisión del gabinete de ministros de Israel conforme a las leyes antiterroristas de 1948.

Si bien existe controversia en lo relativo al rezo judío en el Monte del Templo, el problema se agrava cuando acceden a éste personalidades gubernamentales o se llevan a cabo incursiones en los lugares sagrados por parte de las fuerzas de seguridad israelíes, dado que esta circunstancia se considera como uno de los símbolos de la supremacía de Israel sobre el territorio palestino.

Meir Kahane (a la derecha) en los 70s.

La visita de Ariel Sharon a la explanada en el año 2000, que fue percibida como una provocación por parte de un gran sector de la población palestina, ejemplifica bien esta circunstancia.

Asimismo, algo similar sucedió en los enfrentamientos de 2014 entre los palestinos, quienes temían un mayor acceso judío a la explanada ante la creencia de que Israel cambiaría las normas de acceso y oración, y la policía israelí, que ingresó por la fuerza en el recinto para llevar a cabo detenciones y confiscar armas blancas, lo que generó el riesgo de profanar los lugares sagrados.

En 2021, las fuerzas israelíes entraron por la fuerza en al-Aqsa citando razones de seguridad ante la posible respuesta palestina a la prevista decisión de la corte suprema de Israel de desalojar una serie de familias palestinas de Sheikh Jarrah. Ello fue el detonante de la respuesta armada contra Israel que llevaron a cabo pocos días después grupos como Yihad Islámica Palestina o Hamás, lo que derivó en una guerra de once días en Gaza.

Uno de los episodios de tensión más recientes en la explanada se dio en enero de 2023, cuando Itamar Ben Gvir, en su papel como ministro de seguridad nacional israelí, realizó una visita al Monte del Templo. El enfoque triunfalista-nacionalista de Ben-Gvir, antiguo militante de Kach y actual líder de Otsmá Yehudit, que se presentó en coalición junto con Sionismo Religioso y Noam a las elecciones parlamentarias de noviembre de 2022 y que gobierna actualmente junto con Likud, Judaísmo Unido de la Torá y Shas, volvió a ser percibido por sectores islamistas como una violación de los sitios sagrados.

La explanada como detonante de otros conflictos

Las tensiones con los palestinos, en muchas ocasiones generadas por conflictos relacionados con el Monte del Templo, han servido a los partidos más radicales para legitimar sus acciones en otros ámbitos. Así, en aras de “garantizar la seguridad del pueblo israelí”, partidos como Otsmá Yehudit han justificado la controvertida reforma judicial de 2023, mediante la que una mayoría simple en la Knesset podría invalidar decisiones de la corte suprema o que permitiría a los ministros nombrar a sus propios asesores legales, actualmente independientes y cuyas decisiones son, hasta cierto punto, vinculantes.

Esta reforma daría lugar a una serie de consecuencias entre las que destaca la mayor libertad otorgada a los colonos israelíes bajo el amparo de partidos como Sionismo Religioso para establecer nuevos asentamientos en el área C de Cisjordania. Cabe destacar que la ONG Peace Now señala que, en 2023, se ha batido el número de nuevos asentamientos en Cisjordania, pese a suponer una violación de los acuerdos de Oslo de 1994. Israel no ha sufrido por ello reprimendas significativas por parte de sus aliados.

Por otro lado, las tensiones acontecidas en el Monte del Templo también han servido para que grupos más próximos a algunos elementos de los hermanos musulmanes, como Hamás, que aboga por la vía armada para volver a las fronteras previas a 1967 y la construcción de un estado islámico en Palestina, hayan sacado rédito del descontento social en detrimento de partidos como Fatah, partido secular abierto a celebrar negociaciones con Israel. El objetivo de Hamás pasaría aquí por avivar las tensiones no solo en Gaza sino, especialmente, en Cisjordania.

En este sentido, tres semanas antes de la guerra, la encuesta del “Palestinian Center for Policy and Survey Research”, realizada en Cisjordania y Gaza, señaló que, en caso de celebrarse elecciones en Palestina, Ismail Haniya, líder de Hamás, obtendría un 58% del voto frente al 37% del actual líder de Fatah y de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas.

Haniya rezando detrás de Jamenei durante el funeral de Qasem Soleimani. Fuente: Khamenei.ir

Cabe mencionar aquí a Marwan Barghouti, figura política de Fatah que fue condenado por su participación en los ataques de las Brigadas de los mártires de al-Aqsa, una organización armada vinculada a Fatah que empleó tácticas de guerrilla urbana durante la segunda intifada.

El hecho de que Barghouti, más partidario de la lucha armada y de una unidad palestina que incluiría a grupos como Hamás, hubiese podido obtener un 60% de los votos si se presentase a las elecciones como líder de Fatah, frente al 37% que lograría Haniya, ya indicaba el descontento con la dirección actual de la Autoridad Nacional Palestina y el deseo palestino de llevar a cabo una resistencia más activa en los momentos previos a los acontecimientos del 7 de octubre de 2023.

Conclusión

Si bien el Monte del Templo no es la única causa de disputa entre palestinos e israelíes, el conflicto entre las comunidades judía y musulmana por el valor simbólico de la explanada ha derivado en tensiones y brotes de violencia recurrentes que se han extendido a todo el territorio. En este contexto, la explanada ha servido de marco a un número significativo de partidos o grupos de ambos bandos para capitalizar el descontento social en su beneficio.

Asimismo, partiendo de la premisa de que el gobierno israelí cuenta con una posición de superioridad frente a la Autoridad Nacional Palestina, partidos como Fatah o Hamás y grupos como la Yihad Islámica Palestina, y considerando la preferencia por parte de los sectores más extremistas del gobierno israelí de extender su control efectivo sobre Cisjordania en lugar de agradar la opinión pública de sus aliados internacionales, existe la posibilidad de que el gobierno de Israel, considerado actualmente como el más extremista en la historia del país, utilice el conflicto en Gaza como pretexto para determinar el destino de Jerusalén y modificar el statu quo de la explanada.

Yitzhak Rabin , Bill Clinton y Yasser Arafat en la ceremonia de firma de los Acuerdos de Oslo el 13 de septiembre de 1993.

Dada la historia previamente analizada, ello podría no solo generar condenas por parte de las naciones árabes e incluso de los aliados occidentales de Israel, sino también provocar entre los musulmanes la sensación de amenaza a un símbolo que define su identidad. Por este motivo, aumentaría la probabilidad de que se desencadenase una reacción violenta por parte de grupos anti-sionistas, lo que sería sucedido por una dura respuesta israelí y, en definitiva, por un aumento del apoyo social hacia opciones más confrontativas en lugar de negociadoras.

No obstante, existen a su vez un gran número de variables que podrían incidir positivamente en la consecución de una resolución pacífica y duradera entre Israel y Palestina. Sin embargo, tras el análisis de los antecedentes y en la medida en que la guerra en Gaza y la posibilidad de escalada persistan con la intensidad actual, las divergencias entre las naciones israelí y palestina y la discordancia mutua en lo relativo al conflicto por el Monte del Templo, tema central de este artículo, parecen estar experimentando un aumento en lugar de una reducción.

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