El Mundial de Catar en clave geopolítica
PRIMERO LA FIFA
El pasado 20 de noviembre comenzó el Mundial de fútbol de Catar 2022. Desde que se supo que se iba a celebrar un mundial en este país una serie de polémicas hicieron acto de presencia. La primera de ellas versaba sobre la evidencia de que la FIFA, el máximo organismo internacional dentro del mundo del fútbol, se había vendido ante los petrodólares del monarca de Catar.

En segundo lugar, se criticó la inviabilidad de realizar una competición de esta clase, que siempre se celebra en verano, pues ello ponía en peligro la propia salud de los jugadores, ya que en esa época del año las temperaturas alcanzan los 50 grados en el país árabe anfitrión.
Ante la certeza de esta última cuestión, se decidió celebrar el mundial entre los meses de noviembre y diciembre, paralizando así la mayor parte de las competiciones futbolísticas del mundo. Estos elementos no hacían más que empobrecer la imagen de la FIFA, quien era vista como una institución sin escrúpulos, capaz de hacer lo que fuera a cambio de dinero.
EL FÚTBOL COMO PODER BLANDO
A ningún aficionado al deporte rey se le escapa que, durante los últimos quince años, distintos “jeques” han decidido comprar varios clubes con el objetivo de ganar las competiciones en las que participan. Los ejemplos más destacados son los del Paris Saint-Germain (Catar), Manchester City (Emiratos Árabes) y el Newcastle (Arabia Saudí), sin olvidar la adquisición del Málaga por parte de un catarí bien posicionado.
La fórmula 1, el ciclismo, el tenis, o el pádel, son otros deportes donde también están invirtiendo estas monarquías árabes del Golfo. El objetivo es asociar la imagen de estos países a eventos positivos para, a su vez, presentar una buena imagen de los mismos. Este proyecto entra dentro del intento de reconfigurar las economías de los susodichos reinos, excesivamente depende dientes de la extracción y exportación de hidrocarburos, para diversificar sus ingresos, buscando, como uno de los pilares de sus nuevos modelos económicos, el turismo. Sin duda, Dubai es el ejemplo a seguir en esta cuestión.
Así cambia un equipo cuando lo coge un jeque millonario https://t.co/85iCcZ40LE
— MARCA (@marca) May 24, 2020
Mas el camino no es sencillo, pues una parte sustancial del público objetivo para ese turismo pertenece a lo que denominamos mundo occidental, que es todavía la parte más rica del planeta. Y la visión general que se tiene del mundo árabe por parte de occidente es mayoritariamente negativa, en parte por tópicos productos del desconocimiento, en parte por una base real.
Entre los primeros motivos debemos señalar la uniformidad. Es decir, al tener poca información del mundo árabe, se tiende a asociar a la totalidad del mismo el poco conocimiento que albergamos de él.
Dicho de otro modo, uno puede ignorar todo lo relativo a Emiratos Árabes Unidos u Omán, pero al saber que son países árabes, pensará que su situación es similar a la de Irak o a la de Siria, pues es su única y/o principal referencia árabe del mundo, ya que han salido más en los medios de comunicación de masas debido a los conflictos que han sufrido durante las últimas décadas. Por ello es habitual que muchas personas piensen que vivir en las monarquías del Golfo es algo peligroso, cuando en realidad se tratan de algunos de los países más seguros del mundo.
Por otro lado, la visión sobre la mujer y la comunidad LGBTQ+ en los países árabes dista mucho de ser cercana a la que se tiene en occidente, chocando inevitablemente con dos de los mayores estandartes que han mantenido durante los últimos quince años las fuerzas progresistas, convirtiéndose, a la postre, en hegemonía cultural, hegemonía sólo recientemente contestada por unas fuerzas conservadoras que también tienen una visión negativa del mundo árabe ya sea por cuestiones religiosas, migratorias, civilizatorias o una combinación de éstas.
La UEFA rechazó el proyecto de la ciudad de Múnich de iluminar su estadio con los colores arcoíris de la comunidad #LGBT+ https://t.co/Rk62mmad3v
— El Universal (@El_Universal_Mx) June 22, 2021
El deporte, por tanto, es uno de los caminos escogidos por estas monarquías para mejorar su imagen internacional, y ser la sede para celebrar la competición del deporte más seguido del mundo resulta, desde luego, un gran hito en este camino.
LA INFLUENCIA DEL GOLFO
Los diferentes reinos del Golfo han extendido su influencia de varias formas en occidente. Al margen de las buenas relaciones diplomáticas con monarquías como la española o la inglesa, lo cierto es que poseen numerosos activos en diferentes zonas de Europa, y sus fondos de inversión tienen una amplia participación en diferentes empresas clave, como aerolíneas, industria automovilística, etc.
A nivel mediático también han generado influencia, motivo por el cual a menudo se habla de la radicalidad del islam de Irán o de los Hermanos Musulmanes, mientras que rara vez se añade estos rasgos a estos países, a pesar de que financian la construcción de mezquitas en diferentes países europeos donde se imparte su visión sobre el islam.

Uno de los aspectos más llamativos de su influencia en los medios de comunicación estriba en el encabezado de este mismo apartado. Lo que tradicionalmente siempre se ha conocido como el Golfo Pérsico por tierras europeas, ahora es casi siempre mencionado, simple y llanamente, como el Golfo, sin el adjetivo pérsico, que hace referencia directa a Irán (anteriormente conocido como Persia).
AHORA CATAR
Tras lo escrito hasta ahora toca volver al presente. ¿Por qué ahora, y durante los últimos años, el Mundial de Catar ha recibido y está recibiendo tantas críticas? ¿No entra Catar en el juego de influencias en occidente?
La mayor parte de las protestas frente a este evento se concentran en dos aspectos:
1- La ausencia de derechos civiles que defienda y reconozca a la comunidad LGBTQ+.
2- El trato a los trabajadores que han construido los estadios para la cita futbolística.
Lo cierto es que, respecto al primer aspecto, Catar no es diferente a prácticamente cualquier otro país árabe, y no por ello se critica abiertamente a Marruecos, Egipto, Emiratos Árabes Unidos ni a sus respectivos gobiernos por esta cuestión, ni de forma general, ni particular, ahora que acaba de celebrarse la cumbre mundial del cambio climático en el país del Nilo.
Acerca del segundo punto, Catar no ha innovado en absoluto sobre el trato a los trabajadores de la construcción, inmigrantes que proceden de países como India, Malasia y Pakistán, entre otros, pues es el modus operandi habitual de este país en la industria de la construcción, y también del de otros reinos del Golfo, como Emiratos Árabes Unidos y Bahrein.
#EstadosUnidos, según la #OIM, es el país en el que viven más #migrantes: casi 51 millones de personas en 2019, seguido de Alemania (13,1 millones), Arabia Saudita (13,1 millones), Rusia (11,6 millones) y el Reino Unido (9,6 millones). #TránsitoMigrante pic.twitter.com/PCyXus6ZAA
— Agenda Migrante (@agendamigrante) December 6, 2020
Sin embargo, las lógicas críticas que desde esta parte del mundo se centran en la construcción de los estadios del mundial no se extienden al gran público, ni al resto de obras cataríes, ni al resto de países que utilizan el mismo sistema de construcción. Llama la atención también que este tipo de campañas no se hicieran contra la celebración de los Juegos Olímpicos en China en 2008, o del propio mundial de fútbol en Rusia en 2018, donde su trato a la comunidad LGBTQ+ no es precisamente muy diferente al de Catar.
LA LARGA SOMBRA SAUDÍ
La joya del blanqueamiento político del régimen catarí está en la celebración de este mundial, evento deportivo que ensombrece a circuitos automovilísticos, equipos de ciclismo o competiciones de fútbol menores (Supercopa de España e Italia). De este modo, “manchar” dicha joya es una forma de minimizar el éxito internacional que buscaba obtener la monarquía catarí. Y así es como un mundial de fútbol se convierte en una pieza geopolítica, pues ante las pretensiones de Catar, sus enemigos actuarán con el objetivo de contrarrestarlas, en la medida de lo posible.
Arabia Saudí es, sin duda, el país con el que ha mantenido mayores tensiones desde mediados de los 90, las cuáles se materializaron bruscamente con la llamada Crisis de Catar (2017-2019), donde varias naciones árabes y musulmanes rompieron, bajo la égida saudí, relaciones diplomáticas con Doha. Periodo, por cierto, en el que el gobierno saudí pirateó el principal canal de deportes catarí, Bein Sport, para distribuir su contenido en el Reino bajo la marca de BeOutQ, en clara referencia burlesca hacia Catar.
La finalización del embargo se produjo en 2019, pero las tensiones entre ambos países no han desaparecido. Por ello, si hay que buscar a un promotor que pretenda empañar la imagen del Mundial de Catar 2022 sólo hay que seguir la ruta del desierto que va desde Doha hacia la frontera saudí. El hecho de que haya sido, además, el país de la Meca el primero en detener su liga para realizar una intensa preparación para la competición, parece indicar que las intenciones saudíes no sólo se encuentran en desprestigiar a Catar como país organizador, sino que intentarán realizar un mejor papel deportivo que ellos, para ganarles en su propio terreno y en su propia casa.