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El Mundial de Qatar no comenzó con buen pie desde sus comienzos. El escándalo de la elección del pequeño, pero riquísimo país del Golfo, ya trajo consigo uno de los mayores escándalos de la historia a nivel deportivo, el “Fifagate”.

Luego, la construcción de las instalaciones necesarias para el mundial, han sacado a la luz violaciones de los derechos humanos relacionados con las obras, y ya en las fechas del mundial, o muy próximas a celebrarse, de otros escándalos del país árabe. Esto nos lleva a preguntarnos, ¿por qué un país así invierte tanto en acoger una competición deportiva? ¿de verdad le va a sacar rendimiento al evento?

El presidente de Rusia Vladímir Putin y el presidente de la FIFA Gianni Infantino dan por finalizado el Mundial 2018 y otorgan el balón de dicho mundial al emir de Qatar Tamim bin Hamad Al Thani como inicio de la espera para el Mundial 2022. Fuente: Kremlin.ru

Los Estados no tienen capacidades homogéneas de influencia a nivel internacional. Hay unos más equilibrados que otros, pero en general cada uno despunta por unas pocas. En el caso de Qatar, el gas y el islamismo.

Qatar es el sexto productor de gas global, y cuenta con unas reservas probadas que le sitúan en tercera posición, con un 12% del gas mundial. Esto le hace tener cierta influencia en el sector energético, y le permite tener unas arcas rebosantes que, como veremos a continuación, le sirven para imponer su voluntad.

Sin esas arcas rebosantes, Qatar no hubiera podido financiar o dar otro tipo de apoyos a los Hermanos Musulmanes, u otras organizaciones/milicias islamistas en Libia, Egipto o Siria. También ha utilizado sus fondos a través de ONGs islamistas, mezquitas, etc., en diversos países, muchos de ellos en el continente africano.

En definitiva, la acogida del mundial de fútbol debemos de entenderla dentro de esta lógica de aumento de poder, de ampliar su influencia. Los países compiten y hacen una gran inversión para acoger este tipo de espectáculos deportivos debido a muchos motivos. Si nos centramos en el caso de Qatar, podemos vislumbrar algunos que son comunes al resto.

Un gran evento deportivo como es el mundial de fútbol, genera una serie de beneficios, aunque dependiendo de la inversión hecha para poder acoger la competición, puede ser más o menos lucrativo, o una auténtica ruina.

Pero está claro que Qatar no es un país que necesite organizar un evento deportivo para generar beneficios. Los beneficios se crean a medio y largo plazo, al poner al país en el mapa del turismo, dándolo a conocer. El mundial de fútbol es un escaparate para conseguir esa promoción turística que lleva tiempo impulsando la Autoridad de Turismo y Exposiciones de Qatar.

Todo país que busque una estabilidad económica, debe de conseguir una economía diversificada, y no depender de los recursos naturales no renovables, en especial unos tan fluctuantes como los hidrocarburos. Esta es una tendencia que ya inició Emiratos Árabes Unidos hace años, diversificando su economía, y que han comenzado a seguir los otros dos países del golfo, Qatar, y Arabia Saudí, este último en el marco del programa Visión 2030.

Además del fomento del turismo, el presentar una imagen moderna al mundo, de capacidad organizativa, etc., puede atraer todo tipo de inversiones al país. Sin embargo, esta inversión extranjera, en especial la occidental, puede ser muy sensible a las violaciones de los derechos humanos. Los numerosos casos de corrupción y violación de los derechos fundamentales exhibidos en Qatar, en especial los vinculados con el mundial, pero también otros de la sociedad qatarí, pueden ser totalmente contraproducentes.

Igualmente, lo difícil en términos económicos, tecnológicos (a veces se hacen exhibiciones de este tipo, en especial en climas extremos como el catarí) y organizativos de albergar un evento como el mundial de fútbol, posiblemente, junto con las olimpiadas, el más complejo de su tipo, sirve para mostrar el poder de un país.

Además, suelen ser los Estados no democráticos los que parecen tratar de mostrar su fuerza y poder con más frecuencia. Esto puede ser importante para Qatar que, a pesar de la reducción de tensiones, mantiene malas relaciones con la mayoría de sus vecinos.

Por último, tras haber visto cómo un mundial puede hacer que un país aumente su poder en los campos económicos, o de la imagen proyectada hacia el exterior, ya sea de fuerza o modernidad, un gran evento deportivo, “gracias a su capacidad para reunir a un gran número de atletas y aficionados, representantes de gobiernos, empresas, medios de comunicación y la sociedad en general” permite influir en todos ellos.

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