Medio de comunicación independiente

Por Diego Rodríguez

El salto de los virus más letales desde animales salvajes a los humanos está más que demostrado según se ha venido documentando por las investigaciones más solventes en el ámbito científico. Para ello, sin necesidad de entrar a analizar lo ocurrido en siglos pasados, basta un breve recorrido por las pandemias más importantes habidas en el siglo XXI.

Los patos salvajes y las pandemias del siglo XXI

El virus H5N1 es una cepa altamente patógena de gripe aviar. Aunque la primera aparición de este tipo de gripe en humanos se dio en 1997 en Hong Kong, durante el siglo XXI se ha propagado la epidemia afectando principalmente al sureste y este asiático, si bien el último caso notificado de muerte por este virus fue en 2014 en Canadá.

El virus A H1N1 tuvo su origen en Méjico a principios de 2009 y provocó la denominada gripe porcina o gripe A, una pandemia que causó según la OMS más de 19.000 muertos, aunque las zonas más afectadas fueron el sureste de Asia y África.

Según la OMS y multitud de medios científicos relevantes, las aves acuáticas y sus costumbres migratorias, los patos salvajes en concreto, son el principal reservorio natural de los dos virus mencionados más arriba y, en general, de todos los que transmiten la gripe, animales que no sufren la enfermedad al estar inmunizados pero que a través de sus excrementos, entre otros vectores de contagio, provocan la transmisión del virus en condiciones de sobrepoblación, donde humanos, cerdos y aves de corral viven en espacios cerrados.

Los murciélagos y las pandemias del siglo XXI

El Ébola se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Sudán del Sur y la República Democrática del Congo, y la epidemia de 2014-2015 mató a más de 11.000 personas en África occidental, aunque afectó también a otros primates. El estado actual de la ciencia considera que los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros. El virus se introduce en la población humana por manipulación y contacto estrecho con órganos y fluidos corporales de animales infectados que, en muchos casos, forman parte de la dieta alimenticia de esas poblaciones.

El SARS-CoV es un patógeno de la familia de los coronavirus que emergió en noviembre de 2002 en la provincia china de Cantón (Guangdong), y en 2003 en Hanoi y el resto de los países del sureste asiático, que provocó la enfermedad SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave). Hay estudios prestigiosos que afirman que su origen es un murciélago que los traspasó al hombre a través de la civeta, mamífero salvaje vendido vivo en mercados chinos por su carne.

Murciélagos frugívoros (de la fruta)

El MERS-CoV, otro de la familia de los coronavirus, surgió por primera vez en Arabia Saudita en 2012 y luego se propagó a otros países sobre todo de Oriente Medio, que provocó la enfermedad MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio). Su contagio se vinculó con el dromedario, animal común en la península arábiga, aunque se supone que el murciélago pudo haber sido el que generó la variante que infectó a dromedarios y humanos, ya que un virus idéntico al MERS-CoV fue también identificado en el murciélago egipcio de la fruta.

El SARS-CoV-2 es el séptimo y último de la macabra familia de los coronavirus identificados hasta la fecha y el que está provocando la enfermedad COVID-19, extendida actualmente por todo el orbe. Emergió en China y se registró oficialmente cuando la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (provincia de Hubei) informó a la OMS sobre un grupo de 27 casos de neumonía de etiología desconocida, con una exposición común en el mercado mayorista de Huanan, de marisco, pescado y animales vivos, en la ciudad de Wuhan.

Evidencias científicas sobre los murciélagos

Aunque al público profano le sorprenderían las decenas -y nos  quedamos cortos- de estudios científicos publicados que alertan sobre el peligro potencial de estos quirópteros, como verdaderos reservorios naturales de múltiples familias de coronavirus, traemos a colación aquí solo una pequeñísima muestra sobre los mismos.

Un artículo de la revista Nature, que se publicó el 21 de junio de 2017, basado en un análisis exhaustivo sobre toda la documentación científica existente hasta la fecha, llegó a la conclusión inequívoca de que los murciélagos eran los mamíferos más capaces de transmitir virus infecciosos a otros mamíferos y también los más proclives a desatar una pandemia. La misma revista Nature, publicaba el 3 de febrero de 2020 un artículo de un grupo de científicos de Wuhan en el que concluían que el origen probable del SARS-CoV-2 era el murciélago. 

Adolfo García Sastre, el catedrático burgalés y director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Hospital Monte Sinaí, de Nueva York, ha señalado que el coronavirus actual, el SARS-CoV-2, “muy probablemente” es un virus cuyo portador es un murciélago y que ha pasado por otro animal intermedio que lo ha amplificado, como ocurrió con el SARS y el MERS, y ha facilitado la transmisión a humanos. El científico español, elegido entre otros expertos para liderar un proyecto internacional con el fin de lograr una vacuna contra el COVID-19, afirma que “se pudo haber predicho” y que “tendría que haberse evitado llevar murciélagos a mercados de animales vivos, al menos sin haber sido evaluada la presencia de coronavirus en estos quirópteros”.

La experta americana en coronavirus Susan Weiss afirmó en el congreso de virología celebrado recientemente en Barcelona que el origen del coronavirus de la actual pandemia podría estar en los murciélagos, ya que “son portadores de todo tipo de virus, desde el Ébola hasta los anteriores coronavirus, el SARS y el MERS”. Los murciélagos transmiten a otras especies las enfermedades pero no las padecen porque, según afirma la experta, “se cree que pueden tener un sistema inmune mejor, así como mejores defensas, por lo que el virus no les afecta”.

Los peligros de la venta de murciélagos

La caza de murciélagos y de una multitud desmesurada de especies de animales salvajes, destinadas a la venta en los mercados diarios -teóricamente ilegal, pero, de hecho, no perseguida- es una de las fuentes principales de ingresos para algunas economías del ámbito rural de China, Vietnam, Tailandia, etc, tanto que algunas fuentes hablan de que es una industria que mueve alrededor de 7.000 millones de dólares anuales.

El peligro, surge porque en muchos de estos países conviven altas densidades de población urbana, constituyendo algunas de las sociedades más modernas del mundo, junto con enormes núcleos de población rural en los que el progreso está todavía por llegar. A lo que hay que añadir, sin duda, la costumbre ancestral de las poblaciones asiáticas -y de China en particular-, también replicada en el ámbito urbano, de comprar en mercados poco controlados sanitariamente animales salvajes comestibles, costumbre que ahonda sus raíces en el prejuicio inveterado de estas poblaciones sobre la bondad para los usos de la medicina tradicional, y también la virtud salutífera de la ingesta, de esta clase de carne.

En el mercado de Huanan se ofrecen los murciélagos como alimento de temporada y otros usos, junto a otra multitud de especies salvajes, aunque hay que apuntar que cuando apareció el actual brote en Wuhan no era la época de venta de murciélagos, al estar hibernando, por lo que parece que podrían haber intervenido animales intermediarios en el contagio (se apuntó al pangolín, pero no está demostrado). Constatemos, en todo caso, que el gobierno chino muy tarde, pero por fin, prohibió el 24 de febrero completamente el comercio y consumo de fauna salvaje.

Los pronósticos desoídos de los científicos

Parece de película pero no lo es. El 2 de marzo de 2019 un equipo de científicos, precisamente de Wuhan, publicó un artículo, titulado “Coronavirus de murciélago en China”, en el número 11 de la prestigiosa revista científica Viruses, que concluía:  “Es muy probable que futuros brotes de coronavirus similares al SARS o MERS se originen en murciélagos y existe una mayor probabilidad de que esto ocurra en China. Por lo tanto, la investigación de los coronavirus de murciélago se convierte en un problema urgente para la detección de signos de alerta temprana”.

Conclusión

Es una evidencia que uno de los lugares del planeta donde hay más contactos entre murciélagos y humanos es Asia (también África), lo que, unido a que la mayor parte de la población humana se encuentra en ese continente y a los otros factores consuetudinarios citados más arriba, hace prever que los futuros brotes de coronavirus similares al SARS, MERS o al actual SARS-CoV-2 se originen en murciélagos y en ese continente.

Esperemos que se aprenda para la próxima vez y que se dediquen los fondos necesarios para la investigación de los coronavirus que porta el murciélago. Asimismo, urge que las autoridades mundiales exijan de una vez para siempre la prohibición o al menos el control sanitario de los mercados de animales salvajes en China y el resto de países asiáticos.

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