El nuevo escándalo político que ha sacudido Austria
La actualidad política en el país alpino situado en el corazón de Europa Central se ha visto sacudida por la reciente dimisión del joven Canciller Sebastian Kurz, bajo investigación por presunta malversación de fondos públicos, bajo investigación por presunta malversación de fondos públicos.
Habitualmente relegado a vivir a la sombra de Alemania en la escena internacional, en muchas ocasiones se confiere a las gentes de este país un carácter racional, serio y frío, acorde con el perfil de una clase política íntegra, imperturbable a los intereses privados, austera y que practica un ejercicio responsable de la política.

No obstante, el último episodio protagonizado por el apodado Wunder Kind, niño maravilla en alemán, del hasta ahora canciller Sebastian Kurz, rompe con los anteriores esquemas y nos acerca a una realidad mucho más habitual del funcionamiento de la política austríaca.
Sospechas de corrupción
Vayamos al meollo de este asunto. El joven político, líder del partido conservador austríaco y el jefe de gobierno más joven de la Unión Europea (31 en el momento de acceder al cargo), se ha visto forzado a presentar su dimisión como máximo responsable del ejecutivo. El motivo de la renuncia se debe a las investigaciones aun en curso acometidas por las autoridades policiales por presunta malversación de fondos públicos.
Concretamente, las investigaciones se remontan al año 2016, cuando el hasta ahora canciller ocupaba el cargo de Ministro de Exteriores. En ellas se acusa a Kurz y a otros 9 colaboradores próximos a su persona de la desviación de dinero público a medios de comunicación y empresas demoscópicas del país a cambio de la publicación de opiniones y encuestas favorables a su persona. El objetivo era favorecer su figura en la carrera para tomar las riendas del partido y erigirse como el candidato oficial a las elecciones al Bundestag de 2017, que finalmente ganó.
Las investigaciones apuntan a la empresa demoscópica Research Affairs cuya fundadora es Sabine Beinschab, antiguo cargo en el gobierno de coalición entre conservadores y socialdemócratas y a quien se relaciona con Kurz.

Según las informaciones, la empresa realizó las encuestas que fueron manipuladas en beneficio de la agenda política de Kurz sufragando su coste el Ministerio de Hacienda. Dichas encuestas fueron posteriormente publicadas en algunos medios de comunicación, de los cuales se sospecha que fueron recompensados con contratos públicos.
A tenor de las investigaciones, Beinschab fue detenida además de resultar sospechosa de haber eliminado el disco duro de su propio ordenador poco antes de la redada policial en los despachos del ÖVP en Viena.
Kurz reacciona a lo acontecido
Ante las acusaciones de liderar este entramado para la manipulación de la opinión pública con fondos públicos, el hasta ahora canciller niega cualquier tipo de mala praxis y advierte de su inocencia hasta que no se demuestre lo contrario. Al mismo tiempo, el líder conservador apela a su papel de víctima esgrimiendo una fuerte persecución hacia su persona perpetrada por sus detractores.
A nivel político, las consecuencias de lo acontecido ya se han saldado con la dimisión de Kurz, siendo sustituido por el Ministro de Exteriores, el también conservador Alexander Schallenberg, quien se está mostrando leal al líder del partido.
Por otro lado, lo que podría suponer la mayor preocupación, la pérdida del poder político, está aún por ver. La inexistencia de rivales de peso en la oposición, así como una mezcla entre hastío y benevolencia ante estas prácticas no permiten previsiones demasiado asertivas.
Lo que sí parece haberse esfumado es el aura de buen chico que iba a acabar con las viejas costumbres de la política de favores, tejemanejes, corruptelas, etc. que se erigía en torno a su figura. Aun siendo declarado inocente de los cargos por los que se le investiga, su personaje habrá quedado muy tocado, y es que las caretas ya han caído.
Otro más en la lista de episodios reprobables
Lo cierto es que la sombra de Kurz parece alargarse ya que este episodio se añade a la de otros sucesos que cuestionan el buen hacer pregonado por su figura.
Uno de ellos tiene que ver con el intercambio de mensajes de texto con un estrecho colaborador suyo, Thomas Schmid. En ellos Kurz presionaba a su colega para que, desde su posición en el Ministerio de Hacienda, torpedeara el acuerdo de un plan social para ayudas familiares y de esa forma rebajar la popularidad del líder del partido en aquella época, allanando su camino al poder.

Otra revelación de intercambios telefónicos entre ambos afecta al nombramiento del mismo Schmid al frente del ÖBAG, sociedad estatal parcialmente propietaria de empresas nacionales en sectores estratégicos. En esta ocasión, Kurz escribía “vas a conseguir todo lo que quieres”, a lo que Schmid replicaba “amo a mi canciller”.
Dichos mensajes podrían entrar en conflicto con lo declarado por parte del canciller en la comisión parlamentaria, acerca del nombramiento de Schmid en el cargo.
La otra cara de la política austríaca
Algunos periodistas y especialistas en la actualidad política austríaca fijan su mirada en el comportamiento ya habitual de la clase política del país. Entre ellos, el periodista Matthew Karnitschnig se refirió a las palabras del presidente de la República, Alexander von der Bellen, tras el estallido del Ibiza Affäre. Entonces quiso hacer hincapié en que los hechos acontecidos “no demuestran quienes somos (refiriéndose a Austria)”.
La realidad, sin embargo, parece cuestionar cuál es la verdadera naturaleza de la política austriaca.
Fuentes