El Partido Republicano y el voto cubanoamericano
Por Mateus Lopes
Es incontestable que la Florida cuenta con la comunidad cubana más grande fuera de la isla, representando el 66% de sus nacionales residentes en los Estados Unidos en 2017. En el condado de Miami-Dade, los inmigrantes nacidos en Cuba llegan a suponer el 25.7% de su población, un porcentaje que sigue creciendo, impulsado por la continua inmigración desde el país. Ese grupo demográfico ha influido en la propia identidad de la ciudad de Miami, que tiene a Little Havana, la Pequeña Habana, como uno de sus distritos más emblemáticos.

Así, no nos sorprende que, al buscar la reelección, Donald Trump eligiera el área de Miami como una de las paradas finales de su campaña, con la esperanza de direccionar el voto latino a su favor. Si consideramos específicamente a la comunidad cubana, este esfuerzo parece haber valido la pena. Gracias a su voto, el demócrata Joe Biden ganó en Miami-Dade por un margen de tan solo 7,3%, mientras que Hillary Clinton había conquistado el condado por un margen de cerca del 30% en el 2016.
El desempeño de Trump entre los cubanos de Miami le puso por delante de su rival demócrata por más o menos 120.000 votos, lo que, sumado a los votos de otras partes del estado, le dio al candidato republicano una ventaja general del 1,2%, suficiente para teñir a la Florida de rojo en el mapa electoral. A un nivel más local, los republicanos también han ganado escaños en las contiendas estaduales a la Cámara de Representantes y al Senado en los distritos del sur de Florida, una región que concentra votantes con raíces cubanas.
Desde fines de la década de 1950 y principios de la de 1960, cuando la Revolución Cubana provocó un éxodo de la isla, esos nuevos ciudadanos y sus descendientes han apoyado constantemente a los candidatos republicanos, pese al enfoque generalmente más conservador del partido hacia la inmigración y el gobierno en La Habana. Y ha sido el caso tanto de las generaciones mayores como de las más jóvenes. Encuestas recientes incluso sugirieron que el apoyo a Trump dentro de esa comunidad ha aumentado desde 2016, alcanzando el 76% de los que llegaron a los EE. UU. entre 2010 y 2015, quienes hasta entonces se consideraba que tenían más probabilidades de votar por los demócratas.
Por lo tanto, ¿cómo se explica el apoyo continuo cubano al Partido Republicano, incluso cuando este presenta un candidato a la Presidencia tan controvertido en materia de inmigración?
La Revolución de 1959 puede darnos explicaciones, incluso más de 60 años después. El gobierno instalado por Fidel Castro se ha ganado una reputación internacional por apoyar las luchas de descolonización en América Latina y África, convirtiendo a Cuba en un símbolo de la lucha contra la opresión para muchos en países en vías de desarrollo. Sin embargo, a nivel nacional, Castro hizo un gran esfuerzo para poner bajo su control todos los aspectos de la administración de la isla, eliminando elementos vitales para una gobernabilidad democrática y persiguiendo a opositores.

La primera ola de cubanos que llegó a los EE. UU., principalmente durante la década de 1960, se vio personalmente afectada por esas reformas, oponiéndose vigorosamente al gobierno de Castro. El anticomunismo se convirtió en su norma y, el Partido Republicano, el más probable en combatirlo en su nuevo país. La autosuficiencia económica y la importancia de la familia, valores ampliamente promovidos por los republicanos, eventualmente pasarían a formar parte de la identidad cubana en los EE. UU.
A lo largo de las décadas, esos ahora cubanoamericanos desarrollaron un fuerte espíritu empresarial, y muchos mantuvieron vínculos personales y financieros con la isla a través de inversiones en negocios relacionados con el turismo, actividad que se ha convertido en la base de su economía postsoviética. La narrativa revolucionaria de La Habana, que persiste en un país donde el ingreso promedio y el acceso a los recursos básicos aún son limitados, parecía cada vez menos atractiva en comparación con las oportunidades encontradas en el exterior y, Donald Trump en particular, un millonario autoconstruido que valora el éxito personal basado en el sacrificio por encima del bienestar colectivo, encarna las aspiraciones de muchos de los que eligen al país norteamericano como nuevo hogar.
Según el sociólogo Guillermo Grenier, profesor del Departamento de Estudios Globales y Socioculturales de la Universidad Internacional de la Florida, la mayoría de la comunidad cubanoamericana apoya políticas que faciliten la ayuda internacional a la isla e incluso el mantenimiento de relaciones diplomáticas con los EE. UU. Eso se hace aún más evidente si tenemos en cuenta que el 70% de los que residen en el sur de Florida han dejado a algún familiar en Cuba, por lo tanto, su deseo no es que Washington corte lazos con La Habana, sino que esta mejore las condiciones de vida y las libertades de los que se quedaron atrás, aunque para eso haya que imponerse duras medidas de presión desde el exterior, como el embargo económico reinstalado por Trump durante su gestión.
Sorprendentemente, los datos del Cuba Poll, encuesta realizada por la Universidad Internacional de la Florida, sugieren que las relaciones entre los EE. UU. y Cuba están lejos de ser una prioridad a la hora de elegir un candidato. Sin embargo, desde la década de 1980, cuando Ronald Reagan se dirigió por primera vez a los cubanoamericanos como un elemento esencial de la batalla contra el comunismo a nivel internacional, el Partido Republicano aprendió a apelar a esa comunidad de una manera muy particular, evocando el discurso del ¨Cuba sí, Castro no¨ durante las elecciones, al que los cubanoamericanos responden positivamente.
Y en períodos no electorales, el partido se mantiene cerca de los cubanos, ayudándoles con sus problemas cotidianos, como cuestiones económicas y de salud, e incluso auxiliando en trámites de naturalización y registros para votar, haciéndolos sentirse como inmigrantes económicos y no como exiliados. Los demócratas, por otro lado, hasta ahora no han podido desarrollar una dinámica similar con esa parte del electorado. Su discurso suele mirar hacia el ámbito nacional, con menos identificación por parte de esa comunidad. Como resultado, es menos probable que un cubano promedio vea contradicciones en apoyar a Trump mientras que se beneficia de un programa social impulsado por la oposición, por ejemplo, incluso considerando las políticas defendidas por los demócratas como “socialismo”.

Es importante reiterar que la dicotomía izquierda vs. derecha no se traduce perfectamente en los Partidos Republicano y Demócrata. Sí, los demócratas son conocidos por tener opiniones más liberales cuando se trata de temas como la sanidad pública, la inmigración, el medio ambiente y la tributación.
A lo largo de los años, también se han vuelto más diversos desde el punto de vista étnico e ideológico, y actualmente albergan a una nueva generación de líderes progresistas de destaque, como las congresistas Alexandria Ocasio-Cortez e Ilhan Omar. Sin embargo, los moderados, conservadores y liberales siguen teniendo una gran participación en el partido, lo que todavía mantiene a los demócratas lejos de una mayoría progresista y de una agenda claramente de izquierda. Incluso Biden, visto con frecuencia como la solución al conservadurismo de Trump, es un moderado, un rasgo que favoreció su nominación como vicepresidente de Barack Obama y posterior candidatura a la Casa Blanca.

En consecuencia, los cubanoamericanos no están “escapando del socialismo” si votan por los republicanos, ya que los EE. UU. no poseen un partido abiertamente socialista, bien organizado y en condiciones de disputar elecciones presidenciales. Pero aun así perciben a las administraciones republicanas como más comprometidas con su empoderamiento económico y su integración dentro del país, mientras ven a los demócratas como fuerzas políticas que solo buscan su atención en particular en períodos electorales.
En dicho contexto, votar por un candidato que promueve políticas hostiles contra su país de origen no parece tan malo como votar en contra de un partido que se mantuvo cercano mientras construían una nueva vida en los EE. UU. Para muchos de ellos, especialmente los más jóvenes, Cuba no es mucho más que un recuerdo del pasado.
Por lo tanto, la comunidad cubanoamericana es un bloque de votantes con el que los republicanos generalmente pueden contar y 2020 no ha cambiado eso. Hacer que ese grupo cambie su voto requiere un enfoque diferente del Partido Demócrata, hacia sus preocupaciones más inmediatas. Queda por ver si una presidencia de Biden cambiará el abordaje.
Referencias
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