Medio de comunicación independiente

Por Ismael García

Hay un actor de la Península Arábiga que ha decidido abordar al Islamismo abrazándolo en vez de considerándolo una amenaza. Me estoy refiriendo a Qatar.

Con los distintos movimientos religiosos de Oriente Medio hay dos opciones: puedes adaptarte a ellos, o puedes enfrentarte a ellos.

La Casa Saud en Arabia Saudita apoyó al Wahabismo y se expandió por la Península Arábiga gracias a él, el Egipto del General Al-Sisi ha optado por neutralizar a todas las formas de Islamismo radical, y en especial al Islam político de la Hermandad Musulmana, Emiratos Árabes Unidos ha optado por luchar contra toda forma de Islam radical, en especial desde los atentados de las Torres Gemelas.

¿Y qué ha hecho Qatar?, ¿que han decidido hacer Doha y la dinastía que gobierna el país, los Al-Thani?

Los académicos de Chatham House más favorables a Qatar dirán que Doha ha constituido una red de plataformas que permiten el diálogo con grupos como Hamás, los Talibán y hasta los hutíes y que de esta forma el país se convierte en el mediador por excelencia en la región.

Algunos académicos incluso alegarán ingenuamente que la Hermandad Musulmana no es apoyada por Qatar, y que de hecho se disolvió en el país hace décadas debido al declive de la organización. Esto último lo contradicen numerosos Think Tanks y la realidad de los últimos años.

En realidad Qatar ha utilizado a su favor el Islamismo y ha un altavoz a grupos que difícilmente lo merecen y que a cambio ven al Emirato como un aliado y un mediador "neutral".

En realidad la intervención qatarí ha ido mucho más allá de lo diplomático y ha apoyado activamente a algunos de los grupos Islamistas más importantes de la Guerra de Siria.

Hay personajes como el ulema Al-Qaradawi, de origen egipcio y amigo de la familia Al-Thani, que han huido a Qatar, pese a que hay fotografías en las que posa junto a algunos de los posibles cerebros de los atentados de Sri Lanka y al que los Talibán acuden a visitar como muestra de respeto y admiración.

El apoyo qatarí a ciertos grupos no excusa a otros países, como Arabia Saudita, con un historial semejante en este sentido, pero mientras de los sauditas ya han corrido ríos de tinta, de los qataríes poco se habla.

Hay que preguntarse si los valores de nuestros sistemas, nos obligan a tomar cartas en el asunto  política exterior y penalizar a este tipo de países.

Las consecuencias de permitir este tipo de comportamientos a la larga se pagan y sino que se lo digan a Muhamar al-Gadafi y los atentados de Lockerbie, que no fueron más que el culmen de una política que afectó al Sáhara Occidental, al Chad, a Libia, a Egipto y hasta a Filipinas.

El gobierno de Afganistán por un lado y el de Estados Unidos por otro han negociado sus respectivos acuerdos con los Talibán en Doja.

Pese a los escándalos de sobornos a la FIFA, mano de obra esclava en la construcción de las infraestructuras del Mundial de 2022, la espantosa gestión del coronavirus, el cambio de fechas al otoño y otros desperfectos nadie ha reaccionado.

¿No se debería penalizar a la política exterior qatarí buscando a otro anfitrión para el Mundial de Fútbol de 2022?

La política exterior de muchos Estados a lo largo del siglo XX ha provocado boicots en toda clase de eventos deportivos, por tanto no está fuera de la costumbre política internacional.

Te has suscrito correctamente a The Political Room
¡Bienvenido! Has iniciado sesión correctamente.
¡Excelente! Te has registrado correctamente.
¡Éxito! Su cuenta está completamente activada, ahora tiene acceso a todo el contenido.