El riesgo de crisis financiera mundial
La estabilidad financiera internacional encara una serie de riesgos y desafío que podrían generar una crisis financiera sin precedentes. 1) Una posible crisis de deuda de los países pobres; 2) elevados ratios de deuda respecto a ingresos de grandes empresas; 3) preferencia por la liquidez de los gestores de fondos que induzcan a una crisis de liquidez, 4) solvencia de la «banca en la sobra»; y 5) recursos bancarios insuficientes.
Como indicaban hace unos días en el Financial Times, Morgan Stanley señaló que pocos países emergente parecen resistentes.
Las pruebas de resistencia, que incluyen las hipótesis de ingresos por turismo cayendo a cero, la llegada de transferencia y remesas disminuyendo un 25% y una pérdida de 33% de la inversión extranjera, indica que las reservas de divisas cubrirían solo una décima parte de las necesidades de financiamiento externo en Bahrein y Ecuador durante el próximo año, y sería inadecuado en varios países pobres que incluiría Turquía, Sudáfrica, Chile, Indonesia y Hungría.
Por su parte, William Jackson, economista jefe de mercados emergentes de Capital Economics, dijo que la disminución en la actividad económica de los países pobre (caídas en el PIB), las fugas de capitales y el hundimiento del precio de las materias primas (una gran fuente de divisas y exportaciones) podrían desencadenar problemas de balance.
Según Oxford Economics, los costos de servicio de la deuda de las economías emergentes como proporción del PIB han aumentado a su nivel más alto desde 2005.
Las previsiones publicadas en el Wall Street Journal no eran más optimistas.
Hace unos días, el FMI anunciaba que duplicaba el fondo de emergencia hasta los 100.000 millones de dólares ante el marasmo superlativo que afrontan los países pobres. No obstante, el FMI tabién que tal cantidad es muy insuficiente y que necesitarán muchos cientos de miles de millones de dólares.
Según ha dicho Kristalina Giorgieva, directora del FMI, «estimamos que las necesidades brutas de financiamiento externo para los mercados emergentes y los países en desarrollo serán de miles de millones de dólares, y solo pueden cubrir una parte de eso, dejando brechas residuales en los cientos de miles de millones de dólares. Necesitan ayuda urgentemente».


En la previsiones económicas publicadas hoy por el FMI, los países en vías de desarrollo tendrán una caída en su PIB en 2020 del 1,5%, la primera vez desde que hay registro desde la Segunda Guerra Mundial. Pero si se excluye a China de ese conjunto de países (ya que tendrá crecimiento positivo en 2020 según FMI), la situación de los países más pobres es mucho peor.
Los ministros de economía del G7 y los gobernadores de los principales bancos centrales apoyaron el alivio de deuda de los países de los países más pobres para salvaguardar sus economías de las muy negativas consecuencias económicas del coronavirus, en clara respuesta a las preocupaciones sobre la estabilidad financiera en los mercados internacionales que estallaría en los países de menos recursos.
No obstante, que dicho plan salga finalmente adelante depende de que el G20 (grupo en el que está incluida China) se una a dicha decisión del G7, ya que un alivio de la deuda de los países más ricos sin que China se uniera implicaría una ayuda encubierta a los chinos. El acuerdo del G7 no es ninguna cancelación de la deuda, sino una suspensión en el pago de intereses o servicio de la deuda.
El G20 (que incluye a los países del G7) está debatiendo un plan de suspensión del servicio de la deuda de 18.000 millones de dólares. Por su parte, el FMI ha comenzado un plan de alivio de la deuda a los 25 países más pobres de seis meses de duración y 214 millones de dólares (cuantía escasa). Por ejemplo, los 76 países más pobres harán pagos por 40.000 millones, de los que FMI y Banco Mundial y organismos multinacionales recibirán 13.000 millones.


Según el Informe sobre la Estabilidad Financiera Mundial (GSFR) del FMI, el mayor desafío financiero a nivel mundial que hay en estos momentos es el que haya una tormenta perfecta en el mundo en vías de desarrollo. Esta tormenta perfecta consistiría en 1) recesiones económicas profundas, 2) caída de las exportaciones a los países más ricos (por sus propias recesiones), 3) estragos en la salud pública por los efectos del coronavirus y 4) salidas masivas de capitales en busca de refugios (como ha estado sucediendo desde el inicio de la crisis del coronavirus).
En el informe del FMI también se enumeran tres riesgos importantes para la estabilidad financiera, que aunque menores respecto a la tormenta perfecta de los países pobres, no dejan de ser un desafío de primera magnitud.
Por un lado, los gestores de fondos de deuda están mostrando una creciente preferencia por la liquidez, aumentando el porcentaje de efectivo o cash que tienen en cartera. Esto podría provocar que ante la creciente oferta de venta de bonos (para obtener efectivo) y la creciente demanda de efectivo, disminuya la oferta de dinero y aumento mucho su precio en términos reales, llevando además a una crisis de liquidez (recordemos lo ocurrido en el mercado de «repos» en la última parte del año 2019), provocando una crisis crediticia.
En segundo lugar, las empresas están hoy en peor situación financiera y mayor deuda que cuando comenzó la crisis de 2008, por lo que podría haber riesgos de reestructuración de deuda, problemas para acceder a nueva financiación (el denominado efecto de los «ángeles caídos»), etc.
Los «ángeles caídos», recordemos, son grandes empresas que ante una menor expectativa de ingresos, las agencias de calificación las sitúan en peor condición y bajan su rating o valor de su deuda. Como muchos fondos está obligados a no invertir en deuda que no cumpla cierto rating, esas empresas tendrán mucha más dificultad para refinanciar su deuda. Dado que muchas empresas podrían afrontar ese problema (dependiendo de la gravedad de la crisis económica, aún incierta), podrían generarse una reacción en cadena que llevaría a una mayor preferencia por la liquidez, más pánico, etc.
En tercer lugar, el informe GSFR da un atisbo de esperanza en lo que al sistema bancario se refiere. Las mayores exigencias a ese tipo de entidades financieras después de la crisis de 2008 hacen que afronten esta crisis mejor preparados que entonces. No obstante, esto puede ser una vana esperanza. Las pérdidas que sufrirán los bancos a causa de la recesión mundial que pronostica el FMI son superiores a los test de estrés que ha realizado el propio FMI, por lo que no podría no ser suficiente lo logrado desde la crisis de 2008.
Además, como indicaban recientemente en un artículo en el Financial Times, la banca representa una fracción menor de los mercados financieros que el de la crisis de 2008. En estos momentos, el peligro para la estabilidad financiera es que lo que algunos denominan «banca en la sombra» hoy son una proporción mayor que en 2008, y puede haber una gran cantidad de riesgo no detectado.
No hay que olvidar que el mundo tiene hoy una proporción de deuda respecto al PIB mayor (326%) que el que tenía EEUU en octubre de 1929 (299% de PIB). Una fuerte caída en la actividad económica, disminución en los rendimientos del dinero y tipos de interés, falta de liquidez en los mercados, etc, podría (ya veremos) desencadenar una crisis de inestabilidad financiera que degenerase en crisis de incumplimiento, etc.