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En el extremo occidental del continente más pequeño del planeta se encuentra una región de gran extensión, pero de pequeña población en relación a su territorio. Habitada por europeos desde hace no más de 150 años, Australia Occidental siempre ha pasado desapercibida en la historia mundial.

Curiosamente, mucha gente desconoce que la región votó a favor de independizarse hace no más de 100 años, pero debido a una confusión fruto de un vacío legal la separación no llegó a materializarse. El debate desde entonces se ha quedado congelado en el tiempo. Recientemente, el estado más grande de Australia se ha puesto en el punto de mira tras el descubrimiento de valiosos recursos naturales: ¿puede esto llevar a un levantamiento secesionista como en el pasado? ¿sigue la integridad territorial de Australia en juego?

El desierto de los Pináculos. El interior de Australia Occidental está prácticamente deshabitado. Fuente: Manuel Campos

La historia detrás del secesionismo

Los estados que a día de hoy componen Australia fueron en el pasado diferentes colonias británicas, que decidieron formar una federación cuyo gobierno gozaría de gran autonomía respecto al Reino Unido mediante la constitución de 1901. Los representantes de Australia Occidental fueron los primeros en oponerse a dicha idea y rechazaron abiertamente formar parte de la unificación del continente.

La primera tanda de referendos constitucionales se celebraron en 1899 tan solo en los estados de Tasmania, Nueva Gales del Sur, Victoria y Australia Meridional, el último incluyendo al estado que hoy se conoce como Territorios del Norte. Tanto Queensland como Australia Occidental no participaron en la primera ronda. El deseo de Australia Occidental era formar un estado al margen de la federación oriental dadas sus particularidades y preferencias políticas.

Propaganda para persuadir a los oesteaustralianos de que votasen a favor de la unificación. Fuente: National University of Australia

Sin embargo, tras las presiones por parte de la federación, que contaban con el apoyo de Reino Unido, los oesteaustralianos acabaron por sucumbir al miedo de quedarse aislados y convertirse en un estado fallido. Australia Occidental no comenzó a ser habitada permanentemente por europeos hasta 1829, cuando se fundó la colonia del Río Swan. En apenas 70 años, aunque el desarrollo del territorio había sido vertiginoso, todavía no era lo suficiente como para tener garantías de prosperidad y estabilidad.

En 1900 se celebró un referendo en la región en el cual más del 60% de sus habitantes votaron para unirse a la federación, formando la Australia que conocemos a día de hoy. Sin embargo, el resultado de dicha votación no fue relevante ya que el Parlamento Británico, con jurisdicción sobre el territorio de Australia Occidental, había decidido votar meses antes para unir forzosamente la región a la Federación Australiana.

El referendo tan solo fue una ilusión, una forma de formalizar la decisión. Aunque los oesteaustralianos acabaron votando por unirse a la Federación, el hecho de que Reino Unido tomase la decisión unilateralmente sin tener en cuenta  la opinión del territorio sembró la semilla del resentimiento y el nacionalismo en el estado más grande de Australia.

Mapa publicado por la Dominion League en el que se explica los motivos económicos a favor de la secesión, basados en la distribución de recursos entre los estados. Fuente: History Today

En 1907, el político australiano James MacCallum comenzó a escribir artículos pro-independencia en el Sunday Times, y aunque el movimiento secesionista era tímido, poco a poco empezó a ganar fuerza.

Tras la Gran Depresión en 1929, los precios del trigo se desplomaron y el paro llegó al 30%. Como en cualquier crisis a lo largo de la historia, el resentimiento general se canaliza en una amplia crítica a las bases fundamentales del país (o hacia minorías étnicas) lo cual acaba alimentando el nacionalismo exacerbado y, en el caso de Australia Occidental, el secesionismo.

En 1930 James MacCallum participó en la creación de la Dominion League, una formación política que concentraba las críticas oesteaustralianas fruto de la crisis hacia Canberra y que veía como única solución la autodeterminación. El objetivo de la Liga era formar un estado independiente perteneciente a la Corona Británica, esperando en un futuro lograr la independencia total del territorio.

Reunión de la Dominion League. Pretendían renombrar al estado y ponerle el nombre de Westralia, con el fin de darle más personalidad. Fuente: University of New South Wales

Aunque la Constitución australiana describía la Federación como “indisoluble” y eliminaba cualquier vía de escape para posibles intentos de autodeterminación, el preámbulo en el que se hacía dicha afirmación no incluía a Australia Occidental debido a que se había unido más tarde que el resto de estados.

Además, debido a que el territorio había sido incluído forzosamente y sin previa consulta con sus habitantes, la Constitución trataba a Australia Occidental de forma parecida a un territorio “anexionado”, como si estuviese excluido parcialmente de los beneficios y la vida política de la Federación, aunque a efectos prácticos tuviese prácticamente el mismo status.

Australia Occidental se sentía marginada del resto de la federación, no sólo por los motivos ya citados sino porque también estaba siendo la más castigada por la Gran Depresión. El partido nacionalista se hizo con el poder en el estado y convocó un referendo que tuvo lugar el 8 de abril de 1933.

En dicha votación se formularon dos preguntas. La primera tuvo que ver directamente con la salida de Australia Occidental de la Federación Australiana, y la segunda, con clara intención de ser el “segundo plato” o la “opción moderada”, proponía una reformulación de la Constitución en el que el estado fuese tratado igual que el resto.

Papeleta electoral utilizada en el referendo. Fuente: Wikiwand

Sorprendentemente, la independencia ganó con un 66,23% de los votos y la reforma constitucional no obtuvo apoyo, con un 54% de la gente votando en contra. El gobierno de izquierdas que recientemente acababa de reemplazar al nacionalista decidió continuar con el proyecto de secesión y envió los resultados de dicha votación a Londres con el objetivo de aprobarla finalmenmente.

Sin embargo, debido a que Reino Unido acababa de aprobar el Estatuto de Westminster por el cual los dominios de la corona tendrían un mayor grado de independencia, la aprobación tendría que venir directamente del gobierno federal australiano. La respuesta, como era de esperar, fue un “no” tajante y el resultado del referendo fue anulado.

El Nacionalismo de los Lingotes

Al ser un territorio ampliamente inhóspito y despoblado, con poco terreno cultivable para sustentar un desarrollo firme y dar de comer a una población en aumento, cualquiera se preguntaría por qué había tanto apoyo a la independencia. ¿Era el resentimiento causado por la crisis y el trato injusto en la constitución suficientes para justificar los deseos de secesión?

La isla de Rottnest a escasos kilómetros de Perth. El paisaje recuerda a la meseta española. Fuente: Manuel Campos

Al parecer, los habitantes de Australia Occidental en 1899 tenían motivos de peso para luchar por su independencia y todo se debe al mineral más preciado de la época. En 1890 se descubrieron grandes reservas de oro en el interior de la región, comenzando la fiebre del oro en Australia Occidental.

En cuestión de meses se construyeron ciudades de la nada como Kalgoorlie o Coolgardie a las que se trasladaron oportunistas de todo el mundo para hacerse con las riquezas que ofrecía el inhóspito desierto australiano. De 1890 a 1900, la población de Australia Occidental creció de 49,000 a 180,000.

The Perth Mint, edificio histórico donde se trabajaba con el oro antes de su exportación. Fuente: Manuel Campos

La fiebre del oro en la región empezaba a desinflarse con la entrada del siglo XX. Sin embargo, la esperanza de encontrar nuevos yacimientos de oro u otros metales de gran valor se instaló en las mentes de los oesteaustralianos. En su opinión, era imposible que en un territorio tan grande no se pudiese volver a encontrar algo que rescatase la economía del estado.

Los habitantes de Australia Occidental han tenido desde entonces su mirada puesta en las oportunidades que podrían emanar del autogobierno de la amplia región, discurso liderado por el resentimiento de la injusta historia del estado.

Australia Occidental, una región colosal

Australia Occidental cuenta con 2,667,000 habitantes, un número similar a la población total de Galicia. Sin embargo, la región es más grande que Argelia (el país más grande de África) y tres veces más grande que el estado de Texas. Tales números reducen la densidad de población de la región a 1,09 personas por Km2. Esto es la mitad que Mongolia, el país con menor densidad poblacional del mundo (2 personas por Km2).

Perth, su capital, que concentra 2,000,000 de los 2,667,000 habitantes del estado, es “oficialmente” la ciudad más aislada del mundo. La urbe (significante) más cercana es Adelaide, en Australia Meridional, la cual se encuentra a algo más de 2,000 km, lo mismo que de Moscú a Ámsterdam en línea recta.

La inmensidad del territorio de Australia Occidental y el aislamiento de su núcleo poblacional crea una situación crítica a la hora de su abastecimiento, un problema que era mayor hace un siglo y que “espantaba” a los que buscaban en esta parte de Australia una vida nueva próspera y llena de oportunidades.

Perth, la ciudad más aislada del mundo. También es una de las ciudades con mejor calidad de vida (y costo de vida más caro). Fuente: Manuel Campos

A día de hoy, Perth es un centro regional bien abastecido con todo lo que se puede pedir en una ciudad global. A pesar de que en el pasado Perth se posicionó como una de las ciudades con el costo de vida más alto del mundo debido a lo caro que es importar cualquier producto a la ciudad y la gentrificación de la urbe y su área metropolitana, a día de hoy los precios se parecen más a los de otras ciudades australianas.

Las carreteras que conectan la capital de la región con los pequeños núcleos poblacionales del árido norte son pocas. En cuanto éstas son interrumpidas el suministro de bienes básicos se vuelve una tarea difícil. Ha habido ocasiones en las que las inundaciones llegaron a dejar a miles de personas desconectadas del resto del mundo, haciendo el suministro de dichos bienes sólo posible por aire, y a veces ni eso.

El minúsculo pueblo de Williams. En "medio de la nada", entre Perth y Albany. Lo atraviesa la carretera principal de la región y apenas hay cobertura. Fuente: Manuel Campos

Al sur de Perth, las lluvias son más frecuentes y el terreno apto para ser cultivado y utilizado para prácticas ganaderas es mayor. La ciudad de Albany es la capital del sur de la región.

La villa fue uno de los primeros asentamientos europeos y posteriormente tuvo una crucial importancia tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial como base segura para varios buques de guerra, mientras Perth y Fremantle eran amenazadas por los submarinos y aviones de combate japoneses. De hecho, su posición geoestratégica en la punta suroeste de Australia podría ser de alto interés en el futuro.

Panorámica de Albany desde el monte Melville. Fuente: Manuel Campos

Alejada de la bulliciosa Perth, Albany está protegida por la península de Vancouver lo que convierte a la ciudad en un puerto natural excelente. Dada su relativa proximidad (comparado con el resto de Australia) a la costa oriental africana y al subcontinente indio, Albany podría ser un lugar perfecto para una base naval, ya que es un lugar seguro y eficaz donde ubicar dicha infraestructura militar.

Además, su proximidad a la Antártida sería clave ya que se espera que en las próximas décadas el Tratado Antártico empiece a ser cuestionado dado el gran interés en el continente helado por parte de varias superpotencias. Sin embargo, sus aguas poco profundas podrían no ser apropiadas para todo tipo de barcos.

La Península de Vancouver protege la Shoal Bay. Fuente: Manuel Campos

El museo de Australia Occidental en Perth exhibe la corta historia de los europeos en la región y reserva una gran parte al mundo aborigen. En él, se explica la importancia de estos grupos, los cuales a veces en colaboración y a veces en desacuerdo, ayudaron a los europeos a aprender más de una tierra que muchos consideraron que no tenía valor dada su gran extensión de tierra “sin vida” en el interior.

Curiosamente, aunque haya sido el mayor evento en la historia de Australia Occidental, el museo dedica una ínfima porción al referendo de autodeterminación y lo trata casi de una broma, quitándole importancia y blanqueando lo que podría haber sido el mayor revés en la historia de Australia como país.

Pequeño juego interactivo en el museo que simula la votación del 1933. Fuente: Manuel Campos

Los problemas de la región de hace más de 100 años siguen siendo los mismos a día de hoy: desconexión, desabastecimiento y despoblación. Sin embargo, Australia Occidental es el segundo estado de Australia en términos de desarrollo: su IDH de 0.960 la colocaría en tercer lugar mundial si fuese un estado independiente.

Su desconexión del resto del mundo parece no haber influido a largo plazo en su habitabilidad y prosperidad. Dada la polémica historia de la secesión de Australia Occidental y teniendo en cuenta su buen rendimiento en indicadores clave, ¿hay algo más que pueda ser determinante a día de hoy para dar el empujón necesario y reactivar la lucha por la independencia?

Nuevos recursos, ¿nueva oleada de secesionismo?

Así como en el pasado un recurso natural respaldó enormemente la lucha por la independencia de la región, la misma situación podría llegar a suceder a día de hoy.

Además del oro, Australia Occidental acumula la mayoría de la riqueza minera y energética australiana. Entre los recursos mineros de gran valor se puede encontrar el hierro, el aluminio y otros derivados como el níquel. Igualmente, la región contiene los depósitos de gas natural más grandes del continente, produciendo el 61% del total australiano.

Mapa de la distribución de las reservas de gas natural en el continente. Fuente: The Energy Consulting Group

Australia ocupa un alto puesto en cuanto a los países que más gas natural producen en el planeta. Actualmente el 20% de las exportaciones de gas natural en el mundo vienen de Australia. Aproximadamente un 99% del gas producido es exportado a países principalmente en el sureste y este de Asia, de hecho, las reservas Australianas son 43,9 veces más grandes que su consumo anual.

No obstante, una investigación de The Australia Institute revela cómo de los 27 mil millones de dólares provenientes de las exportaciones de gas natural en Australia Occidental en el último año, tan solo 430 millones de dólares (apenas un 1% de su presupuesto anual) fueron a parar al gobierno del estado. Esto se debe al monopolio de las empresas privadas y los ridículos impuestos que éstas pagan. Australia Occidental está regalando su gas natural.

Con una legislación más dura y elevando los impuestos, el rédito del gas natural se haría notar y Australia Occidental podría elevar incluso más su desarrollo y gasto público para cubrir sus carencias. El gran potencial de los recursos naturales de la región son un buen aliciente para apoyar la independencia del estado.

Otro motivo por el que Australia Occidental podría luchar por su independencia tiene que ver con su territorio. Como fue mencionado anteriormente, el estado es más grande que la mayoría de países en el planeta. Si fuese independiente, Australia Occidental se convertiría en el décimo país más grande del mundo. Con gran parte de su territorio por explorar y analizar, la probabilidad de encontrar nuevos recursos de gran valor es grande.

El puerto de Albany está situado en un importante punto geoestratégico y sirve como punto de partida de muchos barcos que exportan los valiosos recursos de la región. Fuente: Manuel Campos

A pesar que la mayoría de su extensión es una planicie árida, los países del Golfo Pérsico nos han demostrado que no existe desierto inhóspito que pueda impedir el desarrollo humano si hay dinero.

Por si fuera poco, su posición geográfica le daría “derecho” a reclamar una parte de la Antártida y el choque con el resto de Australia estaría servido. La historia nos ha enseñado que muchos de aquellos territorios que fueron una vez considerados “remotos” y sin valor dadas sus características han sido revalorizados con el paso del tiempo: California, Sinkiang, Alaska, Namibia…cada metro cuadrado cuenta.

De todas formas, cualquier especulación sería crear puras fantasías si no hay un apoyo a la independencia sólido por parte de los habitantes de Australia Occidental. A día de hoy, mucha gente está satisfecha con el elevado nivel de autonomía dado el alto grado de independencia de los estados australianos, por lo que ven la independencia ineficaz e inútil.

Aun así, en 1974 se reactivó el movimiento secesionista con el Westralia Secession Movement puesto en marcha por Lang Hancock, que argumentaba que la forma en la que la economía australiana estaba estructurada perjudicaba enormemente a la industria minera del oeste.

Propuesta de bandera en una Australia Occidental independiente. Esta vez, sin Union Jack. Fuente: The Latch

Ya en el siglo XX, el descubrimiento de nuevas reservas de recursos naturales, entre ellos el gas, volvió a poner sobre la mesa el debate de la desproporcionada contribución económica de Australia Occidental en relación a su población total.

El ministro de minas y petróleo de la región llegó a decir en 2011 que Australia Occidental debería separarse del resto del país y depender de Estados Unidos y China para ayuda militar. En los últimos seis años se ha vuelto a tratar el tema de la independencia en el parlamento y ahora también en redes sociales, con numerosos grupos a favor de la separación haciéndose notar en Internet. De todas formas, por ahora, el apoyo a la independencia sigue siendo tímido.

El Parlamento de Australia Occidental ha tenido recientemente sesiones en las que se ha tratado la posibilidad de autodeterminación del estado australiano. Fuente: Parliament of Western Australia

Sin embargo, en caso de crisis o si se produce algún cambio determinante que afecte considerablemente a la región, los gritos por la independencia podrían crecer exponencialmente. Los motivos para la misma y su justificación histórica son más que válidos. La estabilidad territorial de Australia dependerá del tiempo que sea capaz de mantener su desarrollo, progreso y bienestar.



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