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El pasado 10 de octubre se celebraron elecciones en Irak y, aunque los resultados todavía no han sido confirmados en su integridad debido a la gran cantidad de apelaciones interpuestas frente a la Comisión Electoral, éste mismo organismo ha puesto en seria duda que las mismas vayan a alterar el resultado electoral provisional1, por lo que, de haberlos, no debemos esperar grandes cambios. Por tanto, basándonos en los mismos podemos señalar las eventualidades más destacadas.

La primera de ellas ha sido el alto nivel de abstención, la auténtica vencedora de estas elecciones, pues más de la mitad de las personas con derecho a voto decidieron no hacerlo, acudiendo tan solo el 41% del electorado registrado a las urnas. Los motivos de la alta abstención han de achacarse al descontento generalizado de la sociedad iraquí con sus políticos, así como la desconfianza hacia los mismos debidos a los altos niveles de corrupción.

Autor: Hossein Mersadi. Fuente

También ha debido ser un factor destacado las amenazas y la violencia ejercida por las milicias pro-iraníes contra los candidatos y posibles candidatos que han surgido de las protestas de otoño de 2019, teniendo en cuenta que dichas protestas estaban dirigidas, entre otras cosas, contra la influencia persa en el país mesopotámico. Por ello, muchos manifestantes llamaron al boicot en estas elecciones, no participando en ellas2. Ese es el motivo por el cual el Movimiento Imtidad, el partido surgido de las protestas, ha obtenido un resultado tan modesto (9 escaños), pese a las manifestaciones masivas.

El segundo factor llamativo ha sido la gran caída de la Coalición Fatah (también conocida como Alianza Fatah o Bloque Fatah), brazo político de las milicias chiíes pro-iraníes, siendo la Organización Badr el núcleo fuerte de la misma. La Coalición Fatah ha pasado de tener 48 escaños tras las elecciones de 2018 a 17 después de los comicios celebrados el 10 de octubre. El ascenso y descenso de esta formación tiene una explicación basada en la legitimidad de los hechos. Las milicias pro-iraníes fueron la base de las Fuerzas de Movilización Popular (al-Hashd al-Shaabi), quienes tuvieron un papel importante en la lucha contra el Estado Islámico, por lo que ganaron gran prestigio entre la población.

De este modo y con la derrota definitiva del Estado Islámico como organización con poder administrativo-territorial en 2017, algunos de estos grupos decidieron constituir un partido político para presentarse a las elecciones de 20183, obteniendo el resultado ya mencionado, lo cual lo catapultó como segunda fuerza política, sólo superada tímidamente por la Coalición Sairún (54 escaños), bloque liderado por la organización del clérigo chií Muqtada al-Sadr, que también fue un elemento importante en las Fuerzas de Movilización Popular.

Tras varias negociaciones, estas dos facciones políticas se coaligaron con otras cuatro para lograr una mayoría estable en el fragmentado parlamento iraquí (que tiene 329 asientos), aprobando la elección de primeros ministros teóricamente independientes. Desde entonces, las cosas no han mejorado en el país mesopotámico.

El jefe de la Alianza Al-Fatah, Hadi Al-Amiri. Fuente

Alto índice de paro, sobre todo juvenil; inseguridad; corrupción generalizada; y fallos en el abastecimiento de servicios básicos han sido la tónica habitual en una nación que ya no estaba envuelta en una guerra, pero ¿por qué estos hechos han afectado tan negativamente (de forma presunta) a la Coalición Fatah y no al Sairún de Muqtada al-Sadr, siendo esta última la primera fuerza política de la alianza sustentadora del gobierno y, por tanto, la que debería tener mayor responsabilidad? Fundamentalmente por cuatro factores:

1.  Las milicias que en la práctica forman la Coalición Fatah han protagonizado varios ataques a objetivos estadounidenses bajo el auspicio del gobierno iraní, lo cual ha fomentado que Irak se convierta en el campo de batalla entre EE.UU. e Irán.

Asimismo, lo que la Coalición Fatah ha pretendido vender como una incansable lucha contra el agresor occidental aliado de Israel, ha sido visto por muchos iraquíes como un brazo político-armado más de Irán que no deja de perpetuar el conflicto en un país que lleva viviendo décadas bajo un clima de violencia y con unas condiciones muy precarias de vida, con una sociedad en general y una juventud en particular que no visualiza una perspectiva favorable de futuro debido, en gran parte y precisamente, por los diversos conflictos armados en los que se ha envuelto su país, uno que, al igual que sus ricos vecinos árabes, flota sobre un mar de petróleo.

2.      Ante las protestas que comenzaron en otoño de 2019 y que protagonizó el colectivo chií, público objetivo de la Coalición Fatah, las milicias pro-iraníes reaccionaron de forma hostil, llevando a cabo ataques de diverso tipo contra los manifestantes.

El clérigo chií Muqtada al-Sadr. Fuente

3.      Por su parte, la actitud de la organización de Muqtada al-Sadr ha sido posicionarse, finalmente, al menos de forma discursiva, del lado de la ciudadanía que generaba las protestas. Por otro lado, al situarse el clérigo chií, tradicionalmente en una postura descaradamente contraria a la injerencia persa, y tratar de presentar al suyo como un movimiento pan-iraquí4, frente a Irán y EE.UU. (a quien combatió militarmente en el pasado), no se ha visto empañado por los factores previamente mencionados.

4.      Además, la anunciada retirada de tropas estadounidenses de Irak resta valor al virulento discurso anti-americano, así como a la virtual necesidad de contar con el apoyo de Irán como contrapeso de la potencia occidental.

¿Resultado engañoso?

Pese a todo, el descenso de escaños pro-iranís podría ser engañoso, pues algunos de los 40 asientos logrados por diputados independientes podrían pertenecer a miembros encubiertos de la Coalición Fatah, como ya indicaron algunas personalidades.

No obstante, las declaraciones de los líderes de este partido tras las elecciones y sus acciones de protesta que claman sobre un presunto amaño electoral en su perjuicio5, nos aventura a pensar que, de existir “escaños intrusos” de Fatah entre los independientes, éstos no han debido ser numerosos. Es más, aunque así fuera, el hecho de necesitar ocultar la pertenencia a dicha formación significa la derrota de la misma, pues evidencia la mala fama que se ha granjeado ante la población iraquí.

El restaurante turco "Mount Uhud" se convirtió en uno de los símbolos de la Revolución Iraquí cuando fue ocupado, 3 de noviembre de 2019. Autor: Mondalawy

Consecuencias geopolíticas

La primera lectura geopolítica que podemos hacer es la del descenso del peso de las organizaciones pro-iraníes en Irak. La estrepitosa caída de la Coalición Fatah (de 48 escaños a 17) sólo ha sido en parte capitalizada por la Coalición del Estado de Derecho liderada por Nuri al- Malikí (ha pasado de tener 25 a 34 escaños), la otra formación destacada cercana a Irán.

Sin embargo, la suma de asientos de las dos organizaciones ha descendido significativamente, de 73 a 51, y lo cierto es que ninguna de las dos fuerzas (ni por separado ni en conjunto) son claves a la hora de formar una mayoría parlamentaria de base, aunque está por ver lo que sucederá en las negociaciones post-electorales.

Por tanto, debemos suponer que el peso de Irán en la política iraquí descenderá en los próximos años. Es posible, además, que el país persa sea menos agresivo e intrusivo debido a:

1.      La certeza de que dicha táctica no le ha dado buenos resultados.

2.      Por un lado, la retirada de las tropas estadounidenses de Irak desahoga la presión físico-territorial al régimen iraní y, por otro, una táctica agresiva en Irak, que ya de por sí ha ocasionado malos resultados, puede ser catastrófica en un contexto en el que EE.UU. no tiene una presencia directa en el país árabe.

3.      En el marco de las negociaciones entre Irán y los países occidentales para levantar las sanciones que EE.UU. impuso a los persas y, al mismo tiempo, las negociaciones de Irán con Arabia Saudí para normalizar sus relaciones o, al menos acercar posturas, debería tender, si éstas llegasen a buen puerto, a una táctica de suavizar y calmar tensiones dentro de Irak.

Sur de Irak (2 de abril de 2003) - El sargento del ejército de EE. UU. Mark Phiffer está de guardia cerca de un pozo de petróleo en llamas en los campos petroleros de Rumaylah en el sur de Irak.

A todo ello hay que añadir las dificultades económicas por las que atraviesa Irán, y a su cada vez mayor recelo hacia Turquía y sus aliados, sin olvidar a un potencial problema al otro lado de la frontera, es decir, con el Afganistán de los Talibán. Por todo ello, los persas tendrán la tentación de ir enfriando (pero no cerrando) viejos frentes que ahora no les son favorables.

Con todo, no hay que pensar en una ruptura abrupta de Irak con Irán, pues existe una fuerte dependencia económica del primero con respecto al segundo6y, a pesar de que Arabia Saudí pretende incrementar su peso económico en el país mesopotámico7, está por ver el grado de implicación que está dispuesto a afrontar y, aunque éste fuera grande, los cambios de este tipo transcurren, normalmente, de forma lenta y progresiva.

Conclusiones

Tras el resultado de estas elecciones podemos presumir el descenso de la influencia iraní en Irak. Este proceso ya se llevaba dando desde la llegada al poder del actual Primer Ministro, Mustafá al-Kadimi, quien probablemente sea el gobernante iraquí más alejado de Irán desde la época de Sadam Huseín. Sin embargo, con el actual resultado electoral, es decir, con el acusado descenso de poder político de las organizaciones pro-iraníes, esta tendencia debería significar un importante escalón más en esta dirección.

Si al-Sadr consigue formar una base de mayoría parlamentaria con Taqaddum, partido suní y segunda fuerza política en las últimas elecciones; y con cualquiera de los dos grandes partidos kurdos; consiguiendo la transversalidad nacional de la que tanto presume, la tendencia del alejamiento de Irán se fortalecerá considerablemente, sin llegar a la ruptura. Si a estos elementos le añadimos conflictos de intereses inevitables, como la lucha por el agua8, de vital importancia para Irak, el enfriamiento de relaciones está servido.

Estatua de Saddam Hussein siendo derribada en Firdos Square después de la invasión estadounidense de Irak, 9 de abril de 2003.

Lo normal, por tanto, es que a corto plazo Irak actúe como un actor regional orientado a equilibrar fuerzas y mediar entre las potencias pues no le conviene una agresiva relación persa- saudí, con su territorio como escenario de operaciones y, al mismo tiempo, virará su posición a un marco más cercano a la arabidad, en dos direcciones:

1.  Aumento de la influencia saudí y de otros países del Golfo que incrementarán sus inversiones en Irak.

2.  La búsqueda de un difícil espacio propio junto a Jordania y Egipto, frágil y naciente eje que deberá tratarse con mayor profundidad en el futuro.

Notas a pie de página

  1. المفوضيةتغلقبابالطعونمعتوقعاتبعدمتغيير النتائج، السومرية، 2021-10-2021

2. “RevisedElection Returns For Iraq’s Oct 2021Election”, Musings on Iraq,18 de octubre de 2021.

3. “Hashd commander from Badr Organization to form new alliance for Iraqi election”, Rudaw, 2 de diciembre de 2017.

4. https://twitter.com/Mu_AlSadr/status/998619103207313408

5. “Partidos chiíes y milicias proiraníes no aceptan resultado electoralen Irak”, EFE, 12 de octubrede 2021.

6. “Irán e Irak apuestanpor fortalecer sus lazos pese a la presión de EE. UU.”, EFE, 6 de abril de 2019.

7. AKINCI, Serife, “La estrategia de Arabia Saudita contra Irán: incentivar su presencia en Irak”, AA, 16 de abril de2021.

8. TAEÑO, Javier,“Oriente Medio se está quedandosin agua y la situaciónva a ir a peor”,Yahoo Noticias, 14 de octubre de 2021.

Bibliografía

AKINCI, Serife, “La estrategia de Arabia Saudita contra Irán: incentivar su presencia en Irak”, AA, 16 de abril de 2021.

TAEÑO, Javier,“Oriente Medio se está quedandosin agua y la situación va a ir a peor”, Yahoo Noticias, 14 de octubrede 2021.


WING, Joel, “Revised Election Returns For Iraq’s Oct 2021 Election”, Musings on Iraq, 18 de octubre de 2021.

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