Elecciones en Turquía: ¿El fin de Erdogan?
El próximo mayo se celebrarán unas elecciones decisivas en Turquía. El actual presidente turco Recep Tayyip Erdoğan se enfrentará al candidato de la oposición unida Kemal Kılıçdaroğlu. Kılıçdaroğlu promete reformas económicas profundas y acabar con el creciente autoritarismo de Erdogan, mientras que el actual presidente trata de erigirse en la defensa del país ante el caos que representa la oposición.

Con un contexto internacional convulso, una situación económica difícil y una oposición unida que puede poner en serios apuros a Erdogan, estas elecciones turcas son más trascendentales que nunca.
Contexto económico
El crecimiento económico de Turquía ha sido impresionante en las últimas dos décadas, con un crecimiento promedio del PIB del 5.8% anual entre 2002 y 2021. Sin embargo, la situación económica ha empeorado en los últimos años, especialmente debido a la devaluación constante de la moneda turca desde 2013. En septiembre de 2021, 1 dólar estadounidense equivalía a aproximadamente 8 liras turcas, y para diciembre de 2022, esta cifra había aumentado a casi 19 liras.
La devaluación de la moneda ha llevado a una inflación récord en Turquía, una de las más altas de Europa. La inflación en Turquía alcanzó su punto máximo en octubre de 2022 con un 85,5%. La situación se ve agravada por el hecho de que el banco central de Turquía no es independiente del gobierno, lo que dificulta la adopción de medidas adecuadas para enfrentar el problema. Así, se han tomado decisiones, por directiva de Erdogan, como bajar los tipos de interés en plena crisis inflacionaria, lo que ha contribuido ha aumentar aún más la inflación.
Erdoğan no ha dudado en despedir a varios ministros de finanzas y jefes del banco central por oponerse a sus políticas económicas poco convencionales. La centralización del poder en manos del presidente turco y su creciente autoritarismo están en el corazón de los problemas actuales de Turquía.
#Turquía cierra 2021 con una #inflación del 36%, la mayor en dos décadas
— DW Español (@dw_espanol) January 3, 2022
El dato es 7 veces superior al objetivo marcado por el gobierno de #Erdogan y es el resultado de la fuerte devaluación de la #Lira
La moneda turca se devaluó un 45% respecto al dólar el pasado año. /cc pic.twitter.com/xn3uhFj3yv
En 2017 se produjo un cambio constitucional que introdujo un sistema presidencialista dejando al parlamento y el resto de las instituciones del estado subordinadas al presidente. Es esta concentración del poder en manos de Erdogan junto con su ambición por controlar los medios de comunicación y su autoritarismo con ataques a la independencia judicial y al estado de derecho, lo que ha llevado a Erdogan ha convertirse en el hombre con más poder en la historia de Turquía desde el fundador de la república, Mustafá Kemal Ataturk.
A esta situación económica se une el desastre provocado por el terremoto del pasado febrero, que dejó unos 46.000 muertos y, a tres meses de las elecciones, importantes consecuencias políticas.
Todos los países están sujetos, en mayor o menor medida, a sufrir desastres naturales sin que eso sea culpa del gobernante de turno pero, en este caso, tras los temblores rápidamente se acusó a Erdogan de ser uno de los culpables del desastre. Estas criticas tenían dos motivaciones principales; en primer lugar se criticaba la tardía respuesta por parte del gobierno que, a pesar de las numerosas advertencias que le dieron a lo largo del tiempo, no estaba preparado para hacer frente a la catástrofe.
Además, que el terremoto afectara principalmente a zonas de población kurda echó más leña al fuego con sectores de la oposición asegurando que esta tardanza en la respuesta a los temblores tenía motivaciones políticas.
En segundo lugar, en 1999 Turquía ya sufrió otro terremoto devastador en Izmit que dejó más de 17.000 muertos. En ese momento el gobierno turco aseguró que algo así no podía volver a ocurrir y decidió implantar una fuerte regulación en el sector de la construcción para asegurarse de que los edificios podían resistir los inevitables terremotos (Turquía se encuentra entre dos placas tectónicas).
A pesar de la creación de esta regulación, no ha llegado a aplicarse en su totalidad y en 2018 el gobierno declaró una amnistía que convirtió en legales a millones de edificios que no cumplían los estándares mínimos de seguridad. La idea detrás de la medida era impulsar el crecimiento económico a través del sector de la construcción, pero provocó que Turquía se llenara de edificios que no estaban preparados para soportar los temblores y el colapso de estos ha ocasionado numerosas victimas que quizá podrían haberse evitado.
A la complicada situación financiera de Turquía hay que añadir el coste material de la reconstrucción. El Banco Mundial estima que los daños causados por el terremoto ascienden a casi 35 mil millones de dólares, lo que equivale al 4% del PIB de Turquía. Además, se necesitará al menos el doble de esa cantidad para reconstruir las ciudades afectadas. La reubicación interna, la crisis de vivienda en otras áreas, la interrupción de la educación y el cierre de negocios locales también afectarán a la economía, lo que se suma a los altos niveles de inflación.
Contexto Político
En estas difíciles circunstancias son en las que se celebrarán los comicios que verán a Erdogan competir con una oposición unida bajo la misma coalición electoral. La oposición, conocida como Mesa de los Seis, fue capaz de llegar a un acuerdo para presentar a un candidato único Kemal Kılıçdaroğlu. Kılıçdaroğlu es el líder del principal partido opositor, el secular CHP.

A pesar de que no era el candidato ni más popular ni más carismático del bloque opositor ha logrado mostrarse como un candidato de consenso precisamente por eso, es un tipo de líder no de los que levanta pasiones sino de los que genera suficientes simpatías para no tener a nadie en contra. La coalición es un grupo bastante ecléctico que incluye partidos de derechas, de izquierdas, islamistas y kurdos.
El acuerdo se centra en la vuelta al parlamentarismo, acabar con la reforma de 2017 y devolver al parlamento sus competencias sobre el presidente, rebajar la barrera electoral del 7% actual al 3% y reforzar el poder judicial. En el ámbito económico pretenden restaurar la independencia del banco central y promover políticas más convencionales para hacer frente a la crisis.
En política exterior no se han desarrollado en profundidad las líneas programáticas para evitar tensiones en la coalición, pero en reglas generales tienen una visión pro Occidental y pretenden mejorar las relaciones con la Unión Europea. En definitiva, el plan es el de un gobierno de transición que aumente la calidad democrática del país al tiempo que estabilizan la situación económica.
Según las encuestas, la oposición tiene posibilidades reales de victoria, de hecho, en algunas de ellas se apunta a una ventaja de la coalición opositora. Sin embargo, predecir el resultado es realmente complicado. En primer lugar, un candidato debe conseguir el 50% de los votos para ser presidente, sino se producirá una segunda ronda entre los dos candidatos más votados. En este sentido es clave el HDP, el partido líder en las regiones kurdas que suele obtener en torno al 10% de los votos.
#Turquía 🇹🇷 (ORC 25A): la oposición derrotaría a Erdogan.
— EM-electomania.es (@electo_mania) April 25, 2023
[🔴🔵] #Kılıçdaroğlu 49,3%
🟠 #Erdoğan 42,4%
↘️https://t.co/IdOmURgCXk
El partido no forma parte de la coalición opositora, pero ya ha anunciado que no presentará candidato para dañar al bloque de Erdogan. En segundo lugar, las encuestas en Turquía ya han presentado en el pasado problemas metodológicos y no son consideradas, en general, muy fiables. Por último, también hay dudas acerca del proceso en sí mismo y sospechas de que Erdogan podría tratar de interferir en él para garantizar su victoria.
En cualquier caso, todo apunta a que estaremos ante un escenario muy igualado, ya que no sólo la oposición ha tratado de sumar las mayores fuerzas posibles para la batalla electoral. El AKP de Erdogan también se presenta en coalición con el nacionalista MHP, su actual socio de gobierno, y también ha tratado de expandir su coalición incorporando partidos más pequeños.
De esta manera, han aceptado al partido Hüda Par, con vínculos con Hezbollah, como parte de la coalición, así como al islamista YRP. Estas inclusiones de partidos minoritarios muestran la necesidad de Erdogan de contar con los mayores votos posibles ante lo igualado de la elección. Además, a pesar de su pequeño tamaño podrían jugar un papel importante en caso de victoria electoral y empujar hacia una mayor islamización.
Las dos coaliciones presentan modelos de estado completamente distintos, uno secular basado en el parlamentarismo y otro que abraza la religión y el presidencialismo. Ambos bandos quieren la victoria en unas elecciones en las que se espera una alta participación y donde se decidirá el futuro político de Turquía, lo que tendrá enormes consecuencias no sólo para el país sino también para la OTAN, la UE y el orden global. El próximo 14 de mayo sabremos si Erdogan continúa siendo el presidente más longevo de Europa o si se abre un nuevo tiempo político en Ankara.