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El presidente Macri junto a su compañero de fórmula, Miguel Ángel Pichetto

El pasado domingo se realizaron en Argentina las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) para definir las fórmulas presidenciales de cara a las próximas elecciones del 27 de octubre. El país se llevó una sorpresa al ver que el Frente de Todos, partido conformado por Alberto Fernández y la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, sacudió la elección preliminar con poco más del 47% de los votos, mientras que el partido del actual presidente Macri, Juntos por el Cambio, logró recaudar tan solo el voto del 32% del electorado. 

La sorpresa vino en parte porque las encuestas de las últimas semanas reflejaban cifras mucho menos abrumadoras: a pesar de que la fórmula Fernández-Fernández iba a la cabeza, se calculaba que la diferencia con el partido oficialista no iba a ser mayor de tres o cuatro puntos. A pesar de esto, se produjo un quiebre y la oposición logró la diferencia de alrededor de 3,5 millones de votos. 

Esto se debe a que la elección se polarizó más que nunca entre los dos candidatos más fuertes. Cuando generalmente hay una tercera fuerza que suma cerca de 20 puntos, el domingo pasado en tercer lugar quedó Consenso Federal, liderado por Roberto Lavagna (ministro de Economía entre 2002 y 2005), con poco más de un 8%, algo así como dos millones de votos. Entonces, ¿qué es lo que hizo que se polarizase tanto esta elección? Hay muchísimas variables para analizar, pero la más clara es el mal pasar económico que está atravesando el país. Una corrida cambiaria (fenómeno por el cual muchas personas venden moneda local para comprar divisas extranjeras) que comenzó en 2017 pero que se profundizó en 2018, causó una inflación ínter anual del 50%, generando un gran aumento de la pobreza durante toda la gestión de Mauricio Macri. 

Fuente: La Nación

En Argentina, cada vez que el peronismo logra unir a sus referentes más importantes en un frente político único, sumado a una mala situación económica, las urnas se expresan en favor del partido hoy liderado por los dos Fernández. Si el partido peronista hubiera estado dividido, como sucedió en 2015, los números hubieran sido otros y el oficialismo estaría enfrentando un panorama mucho más alentador. 

El día después

La incertidumbre reinaba el día después de la elección ya que nadie sabía cómo iban a reaccionar los mercados luego de la sorpresa dominical. Y así fue:
Los mercados le soltaron la mano al oficialismo y el dólar estadounidense pasó de valer 45 a 61 pesos argentinos en la tarde del lunes. El gobierno logró frenar levemente la corrida, pero el impacto fue notorio. Este día también estuvo caracterizado por dos conferencias de prensa: primero, la de María Eugenia Vidal, gobernadora de la provincia de Buenos Aires, quién también sufrió una gran derrota el domingo siendo candidata para renovar su cargo; y segundo, la del presidente Macri. Así, las dos figuras centrales del oficialismo actual salieron a dar la cara por la derrota. 

Esta situación era propicia para que el presidente hubiera hecho borrón y cuenta nueva y hubiera dado comienzo a una campaña de redención en pos de revertir el mal resultado, pero no la supo aprovechar de la mejor manera. Macri se presentó el lunes por la tarde, junto al candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto, con un tono casi agresivo afirmando que “esto es sólo una muestra de lo que puede pasar” (haciendo referencia a la depreciación del peso).  “Se los vengo diciendo hace tres años y medio. No podemos volver al pasado porque el mundo ve eso como el fin de la Argentina”, dijo el mandatario. En vez de realizar una fuerte autocrítica, pedir disculpas por los errores y empatizar con la población, su discurso transmitió un fuerte descontento para con los ciudadanos que no decidieron confiar más en su proyecto

“Alberto Fernández y el kirchnerismo tienen más responsabilidad todavía de demostrar esta actitud pro tranquilizar a la comunidad económica, local y mundial”.

El candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, respondió en una entrevista de radio: “¿Qué puedo hacer ahora si no soy nada? Ni siquiera soy presidente electo. Mi lapicera no firma decretos”. Añadió que, si Macri lo quiere escuchar, debería hacérselo saber, ya que el candidato peronista está dispuesto a ayudar. También desmintió estar preparando un proyecto de economía cerrada y con cepo cambiario (restricción de la compra de divisa extranjera), algo que se rumoreaba, ya que los últimos años de gobierno kirchnerista fueron caracterizados por ese tipo de medidas económicas. 

La cuenta regresiva

Once semanas faltan para la primera vuelta electoral y la expectativa va a ir in crescendo. A Mauricio Macri solo le queda ir a buscar los votos de los sectores que aún tienen afinidad con el gobierno, ya que le pueden configurar un aumento de casi 5 puntos. Este voto proviene de varios votantes de los candidatos Roberto Lavagna, Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert (estos dos últimos quedaron en quinto y sexto lugar, respectivamente). Tampoco está de más destacar que hay un antecedente electoral de una mayor participación del censo en las primarias que en las denominadas PASO, por lo que desde el oficialismo esperan que más gente vaya a votar en octubre. Por otro lado, el Frente de Todos no debe descuidar a esos electores que emitieron su voto más para castigar a Macri que para darle su apoyo al peronismo, que pueden suponer una diferencia real y forzar una segunda vuelta electoral. De todas formas, la alianza Juntos por el Cambio de Mauricio Macri tiene 75 días para convencer a cierta parte de la población de que el camino actual es el ideal, tarea más que difícil gracias a las cifras que muestran los bancos de la city porteña. 

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