Medio de comunicación independiente

Por Yago Rodríguez

En este breve texto me he animado a exponer algunas ideas sobre las relaciones bilaterales de Washington y Ankara en los próximos 2 años, una de las cuestiones más apasionantes que podemos encontrar en el "Frente Euroasiático" de la política exterior de la Administración Biden.

En el libro "La Doctrina en la Política Exterior de Estados Unidos" del profesor Juan Tovar se explican cuales son las principales corrientes de pensamiento que han influido en la acción exterior estadounidense históricamente.

Si a Donald J. Trump se le podía clasificar dentro de una suerte de Jacksonianismo caracterizado por un Estados Unidos populista, rural, de valores tradicionales y tendente al aislamiento, a Joe Biden se le podría encuadrar dentro del Wilsonianismo, caracterizado por su idealismo, la búsqueda de la multilateralidad y esa suerte de democracia militante "a la americana".

Thomas Woodrow Wilson en sus 14 puntos estableció los principios que guiarían la corriente de la política exterior estadounidense que lleva su nombre.

Sin embargo, la experiencia en política exterior de Joe Biden y  su papel en la Administración Obama deberían atemperar ese carácter Wilsoniano en favor de una mayor practicidad. El punto intermedio entre el pragmatismo cojo de Obama y el idealismo peligroso de George Bush bien podría ser actuar entorno a la comunidad de objetivos con las corrientes Wilsonianas.

¿Y cómo afecta todo esto a las relaciones bilaterales EEUU-Turquía?

Sabemos que pese a la relativa paciencia de la Administración Trump con la política exterior de Erdogan los desplantes constantes degeneraron en que el ahora expresidente, aprobara un primer paquete de sanciones "serias" contra Ankara.

Cuando Biden ha llegado al poder, Erdogan ha tratado de cambiar el discurso de su política exterior enviando señales ambivalentes: gestos y discursos que deberían agradar a los demócratas junto a otros en sentido opuesto ¿Quieren los turcos renegociar las relaciones bilaterales?, ¿quiere Erdogan mejorar sus relaciones con Estados Unidos? Lo que sí sabemos es que Biden no se ha dignado ni tan siquiera a responder a las llamadas telefónicas de Erdogan.

Y ahora viene lo interesante. Este lunes 1 de marzo se hizo publica una carta firmada por más de 183 representantes del House of Representatives procedentes del Partido Demócrata y del Partido Republicano.

En dicha carta dirigida al Secretario de Estado Anthony Blinken han relatado como desde 2016 se han encarcelado a más de 80.000 oponentes y se han cerrado más de 1.500 ONG, así como la existencia de cargos penales contra 3 turcos al servicio del Departamento de Estado de Estados Unidos. Incluso se menciona la visita de Estado de Erdogan en 2017 durante la que sus guardaespaldas golpearon a varios manifestantes y empleados federales... Concluyen pidiendo una revisión de las relaciones con Turquía y un cambio en las "maneras" del turco.

É aquí la famosa carta

Era de esperar. Erdogan no solo ha fomentado la conflictividad regional al actuar de manera agresiva en Somalia, Azerbaiyán, Siria, Libia, Mali, Níger, Qatar y Grecia en un periodo de solo 4 años, sino que lo ha hecho sin contar con Washington y a menudo haciendo oídos sordos de las llamadas de atención o realizando afrentas como la de desechar al F-35B en favor del sistema de defensa aérea rusa S-400 o jugar con la idea de expulsar a Estados Unidos de sus últimas bases en Anatolia.

Todo lo anterior se suma al autoritarismo con el que ha actuado Erdogan, especialmente desde el golpe de estado de julio de 2016 y las subsiguientes purgas masivas y es que desde la óptica Wilsoniana impulsar los gobiernos democráticos en todo el mundo es un deber y más aún cuando se trata de países considerados aliados con el peso de Turquía. Una Turquía de Erdogan que ya no se puede considerar un socio de Estados Unidos ni siquiera formalmente.

Así las cosas cabe esperar que la Administración Biden adopte una postura cada más dura contra Ankara, siempre y cuando no haya gestos de mayor calado y se aprecie un cambio real en la actitud de Turquía; algo que podría lograr una derrota electoral de Erdogan en 2023. De no suceder esto, solo cabe la opción de que Erdogan tienda la mano a Biden, cosa harto improbable debido a las propias expectativas que Erdogan ha ayudado a crear dentro de su electorado.

Así las cosas, en los próximos años no cabe esperar un reforzamiento de la democracia, ni mucho menos de los Derechos Humanos (o de las garantías y los principios del Derecho) en la Turquía de Erdogan, y de hecho es probable que otros 4 años de agenda erdoganista ahonden en la brecha que amenaza con separar definitivamente a Turquía de Europa, Estados Unidos y la OTAN.

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