España y Marruecos: entre hechos consumados y la táctica del salami
¿Qué podría salir mal?
En la serie británica Sí, Primer Ministro, un asesor del gobierno y el Primer Ministro del Reino Unido discuten sobre la disuasión nuclear. Este último afirma que solo apretaría el botón como último recurso. A continuación, el asesor le plantea varios escenarios de posibles acciones soviéticas utilizando la táctica del salami: porción a porción.
Escenario uno, la brigada de bomberos de Alemania Oriental entra en Berlín Oeste para ayudar en un incendio, ¿usted, Primer Ministro, aprieta el botón? No, dice. Están acompañados por la policía, ¿el botón? No. Luego son reemplazados por tropas soviéticas, ¿el botón? No, solo lo haría para defenderme de un ataque en sí, responde el Primer Ministro.
Escenario dos, las maniobras militares soviéticas terminan accidentalmente al oeste de la frontera de Alemania Oriental, ¿el botón? ¡No! Responde el premier confuso.
Finalmente el asesor le pregunta ¿si los soviéticos ocuparan toda Europa Occidental excepto las Islas Británicas presionaría el botón? A lo que un Primer Ministro exasperado grita ¡No! Entonces el asesor le responde: ¿cuál es el último recurso pues... Piccadilly?

Ahora bien, uno puede preguntarse qué tiene esto que ver con España y Marruecos, pero justamente esta escena de comedia ilustra la trampa de la respuesta proporcional: ¿cuándo debe un país participar en un conflicto militar? Parafraseando a Clausewitz, la niebla de cuándo comenzar una guerra o, alternativamente tomar medidas drásticas, es una ventana de oportunidad para muchos gobiernos ansiosos por obtener porciones territoriales u obtener otros activos utilizando tácticas de hechos consumados.
Tenemos como ejemplo a Rusia en Crimea, China en el Mar del Sur de China, o el mal calculado intento argentino de (re)tomar las Malvinas, un fracaso al evaluar incorrectamente la disposición real de Margaret Thatcher para defender esos territorios de ultramar. Y es que la política de hechos consumados funciona cuando estás seguro de que tu oponente no lo arriesgará todo en una respuesta absoluta a algunas pequeñas apropiaciones de territorio mediante la táctica del salami.
Pero, de nuevo, ¿dónde está el Magreb en esta ecuación? Marruecos está abiertamente interesado en las reconquistas territoriales: Ceuta, Melilla y Canarias. Sin embargo, como territorios españoles plenos, un hecho consumado es como mínimo difícil que tenga éxito. Pero, ¿qué pasaría si hubiera una nueva Marcha Verde a estas zonas para cambiar la demografía? Es más, ¿el gobierno español estaría dispuesto a arriesgar todo para defender militarmente algunas de sus posesiones frente a la costa marroquí como el Peñón de Vélez en la Gomera? Aznar lo hizo con el islote del Perejil en 2002, sin embargo, más que un intento de hecho consumado, se trató únicamente de una docena de gendarmes marroquíes intentando dar eco a su propesta.
Un verdadero ejemplo de ello fue la ocupación marroquí del Sáhara Occidental en la década de los setenta pero, hablando en plata, a los cargos gubernamentales de España en aquella época les daba igual el Sáhara, por lo que los hechos consumados fueron relativamente fáciles.
Después de aquello, Marruecos ha tenido que esperar cuarenta años de neutralidad española para conseguir un reconocimiento implícito de Pedro Sánchez sobre la soberanía marroquí en el Sáhara Occidental: una aceptación de la realidad fáctica como una realidad legítima.
Y ahora, ¿qué podría salir mal? La estrategia de hechos consumados bascula de acciones graduales a decisivas y de acciones no coercitivas a altamente coercitivas. Por lo tanto, Marruecos tiene que calcular cada movimiento y por el momento la monarquía magrebí lo está haciendo bastante bien, el círculo cercano al Rey sabe cómo proceder con sus objetivos políticos porque entienden que el destino del soberano está ligado al del Sáhara y los demás territorios. En Rabat tienen una estrategia, ¿y en Madrid?
España parece ser una potencia reactiva en esto. Cuando Rabat publicó la carta del presidente Sánchez reconociendo el plan de autonomía para el Sáhara no solo pilló por sorpresa a los expertos, sino al propio Gobierno español: mala señal. España no tiene ni el control de los tempos ni el control de la sustancia: un giro abrupto de una política exterior neutral largamente sostenida en el tiempo es una aceptación evidente de los hechos consumados, así como una muestra de falta de voluntad para detener a Marruecos en ese nivel.
Marruecos desvela una carta de Sánchez a Mohamed VI en donde apoya su propuesta sobre el Sáhara https://t.co/3GR9kzsJIB pic.twitter.com/y7VikSWFlI
— Libertad Digital (@libertaddigital) March 18, 2022
Esta experiencia anima a la Casa Real marroquí a llevar a cabo más políticas de hechos consumados con respecto a España. Esto, junto con una posible inestabilidad política interna y menor popularidad del rey, podría conducir a una guerra de mayor intensidad contra el Frente Polisario, o a una mayor presión sobre los territorios españoles del norte de África.
Las tácticas de hechos consumados funcionan para Marruecos, así pues, ¿qué debe hacer España? Existe la imagen de que España está entre dos espadas de las que no puede escapar: el grifo migratorio marroquí y el grifo del gas natural argelino. Para el gobierno español, uno debería estar abierto y el otro cerrado, no es difícil adivinar cuál es cuál. Así, se entiende que no hay margen de maniobra: Pedro Sánchez vendió la autodeterminación saharaui a cambio de qué: ¿más control marroquí de fronteras? ¿dónde está la certeza de tal compromiso?
Frente a esto, Argelia está empezando a responder a este movimiento, visto como una traición histórica al pueblo saharaui, con la suspensión del tratado de amistad con España, entre otras acciones. A pesar de esto, dos implicaciones son seguras: un giro argelino hacia Italia y precios más altos en el gas, así como acciones apaciguadoras para la élite argelina, como la deportación española de un disidente argelino condenado a muerte.
Entonces, ¿quién está ganando este juego de hechos consumados y tácticas del salami? Evidentemente, el Palacio Real marroquí ha visto más legitimado su Sáhara marroquí. Al otro lado del charco, Estados Unidos, aparte de que sigue enriqueciéndose gracias al gas natural licuado que vende cada vez más a España, ve a su aliado español de la OTAN y a su aliado histórico marroquí empezando a llegar a un acuerdo sobre este tema tan peliagudo.
Trump firma una proclamación reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara: "La propuesta de autonomía seria, creíble y realista de Marruecos es la única base para una solución justa" https://t.co/gZ9zl9dWXy
— EL MUNDO (@elmundoes) December 10, 2020
Además, esto viene de lejos, el reconocimiento de Trump de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, entre otras cosas, fue un claro intercambio con los acuerdos de reconocimiento y seguridad entre Marruecos y un aliado clave de Estados Unidos como es Israel que, por cierto, es un estado experto en hechos consumados en los territorios ocupados.
Ambos hechos fomentan las tensiones entre Marruecos y Argelia, y cuando las cosas empeoran quien está en medio de las dos espadas se lastima. España parece estar lidiando continuamente con la presión de la táctica del salami de Marruecos, pero ¿hasta cuándo?
España debe dejar de buscar alcanzar un equilibrio débil y engañoso, pasando a ser un jugador activo. Mientras tanto, ¿dónde están los derechos y el bienestar de los saharauis, marroquíes, argelinos y españoles?