Extremismo religioso en India (II): Modi y el Partido Popular Indio
Enlace a la primera parte
Historia del BJP
El BJP (Partido Popular Indio) ha sido el último experimento exitoso de la RSS (Rashtriya Swayamsevak Sangh) de penetrar en la política institucional india. Previamente había existido el Bharatiya Jana Sangh que entre 1951 y 1977 fue un partido minoritario que llegó a ser segunda fuerza en 1967 con el 9´41% de los votos, muy alejado del hegemónico Congreso Nacional Indio (CNI), heredero de la visión de Gandhi, que sacó ese mismo año el 40´8%.
El BJP nace en 1980 tras la disolución del partido Janata, que fue la coalición formada por socialistas, seculares y miembros del RSS que venció a Indira Gandhi en las elecciones de 1977. La represión ocurrida durante la Emergencia India fue castigada electoralmente en 1977 en favor de una coalición de fuerzas antagónicas que, una vez en el poder, tuvieron un gobierno débil e inestable.

El BJP fue creado por el sector hindutva que salió del gobierno de Janata, ya que la coalición impedía a sus miembros estar en el gobierno y ser afiliado de la RSS. Debido al diseño del sistema electoral basado en los distritos uninominales y por ello no proporcional, la entrada del BJP en la política institucional no fue representativa del respaldo popular real.
En las elecciones de 1984 fueron la segunda fuerza en intención de voto, pero solamente obtuvieron 2 escaños de los 543. Con todo, lejos de desmovilizar al votante, el partido pudo mantener y ampliar su base, consiguiendo postularse como oposición al CNI en las sucesivas elecciones.
En 1992 fue perpetrado por parte de “voluntarios” de Vishva Hindu Parishad o VHP, en convivencia con la RSS y el BJP el atentado terrorista que demolió la mezquita de Babri Masjid. Acto seguido la RSS, el VHP y el Bajrang Dal, su sección joven, fueron ilegalizados por el gobierno del CNI, pero esa ilegalización fue revertida en 1993 por el Alto Tribunal de Delhi.
La consecuencia de estos sucesos fue el incremento de las tensiones religiosas, tensiones que llegaron a causar al menos 2.000 muertos. Cuatro años después del atentado, en las elecciones de 1996, el BJP centró su campaña en la seguridad, la autarquía económica y la militancia hindutva. Se propusieron cambios legislativos para prohibir el sacrificio de las vacas y en un clima de desgaste del CNI consiguieron hacerse con 161 escaños, 41 más que en la anterior elección.

En total, el BJP más sus coaliciones sumaron cerca del 28% del voto y 223 escaños, muy alejados de los 273 necesarios. Aun así, intentaron conformar un gobierno que por su propia debilidad duró 16 días.
De esta manera nace el primer ejecutivo del BJP liderado por Vajpayee, pero fue muy inconsistente ya que estaba apoyado por una amalgama de partidos minoritarios incapaces de garantizar la estabilidad del ejecutivo y agotar el mandato.
Ante la imposibilidad de formar un gobierno estable la legislatura tuvo tres primeros ministros diferentes, los dos últimos de Janata Dal y apoyados por el CNI. El último gobierno duró menos de 10 meses debido a que un partido que prestaba apoyo externo se lo retiró, por lo que se convocaron las elecciones de 1998.
El BJP, para evitar el caos de 1996, conformó una coalición de partidos contrarios al CNI llamada Alianza Nacional Democrática o AND que en la actualidad cuenta con 27 partidos. En las elecciones de 1998 la AND ganó 261 escaños, pero fue insuficiente para alcanzar el gobierno. Hubo que repetir las elecciones al año siguiente, en 1999, y en ellas la coalición subió hasta los 303 escaños. Fue entonces cuando por primera vez en la India hubo un gobierno estable de un partido distinto al CNI.

El gobierno del BJP bajo el liderazgo de Vajpayee estuvo marcado por las tensiones con Pakistán, el acercamiento a China, la violencia interreligiosa con la población musulmana y las privatizaciones. En 2001 se produjo un intento de secuestro del Parlamento Indio por parte de un grupo conformado por ciudadanos pakistaníes y, tras el fracaso del gobierno, Vajpayee movilizó a las tropas hacía la frontera con Pakistán.
La guerra no se produjo, pero las tensiones interreligiosas sí. Uno de los episodios de mayor violencia tuvo lugar en el estado de Gujarat, gobernado por Narendhra Modi. Entre febrero y marzo de 2002 tuvo lugar un pogromo contra la población musulmana ante la pasividad de las autoridades regionales según denunció Human Rights Watch y Amnistía Internacional. Los disturbios provocaron la destrucción de 273 dargah (sitios sagrados suníes), 241 mezquitas, 19 templos y 3 iglesias, así como miles de casas, negocios y vehículos en propiedad de musulmanes.
La cifra de pérdidas humanas osciló de entre 790 a 2.000 musulmanes, 254 hindúes y más de 2.500 heridos. Las evidencias mostraron que las organizaciones hindutvas como el VHP adoctrinaban a sus miembros en el odio al musulmán en sus campos de entrenamiento y cómo los libros de texto en las escuelas de Gujarat glorificaban el nazismo.
El gobierno de Modi fue acusado por parte del Departamento de Estado de EEUU de promover el odio y el supremacismo y como castigo le denegaron su visa diplomática y le cancelaron la turística hasta que fue nombrado primer ministro en 2014. Vajpayee admitió que el no retirar el apoyo a Modi fue un error tras la derrota del BJP en las elecciones de 2004.

Lo cierto es que la popularidad de Modi no se vio afectada dentro de Gujarat y siguió ganando las elecciones regionales con una cómoda mayoría cualificada (127 en 2002, 117 en 2007 y 115 en 2012 de un total de 182 escaños). Las relaciones con China mejoraron considerablemente tras el reconocimiento mutuo del Tíbet como parte de China y la región de Sikkim como parte de India en 2004.
La década siguiente la AND y el BJP fueron parte de la oposición al gobierno del primer ministro Manmohan Singh del CNI.
La reconquista del poder bajo el liderazgo de Modi
La definición del régimen político indio ha conocido muchas variaciones, la más repetida ha sido que es la democracia más grande del mundo, visto desde una perspectiva cuantitativa respecto a su población. Lo cierto es que esa afirmación no dice mucho de las cualidades del sistema político ya que los estudios más recientes incorporan el término de “democracia con adjetivos”.
Según esta clasificación no existe un único tipo de democracia y es necesario abrir el término matriz a nuevas especificidades. En Europa conocemos de primera mano la ramificación de democracia entre las democracias liberales y las democracias populares, que estuvo vigente hasta la caída del muro de Berlín.

En el caso de la India se incluye una adjetivación distinta, ya que la consolidación de la democracia liberal no ha sido posible hasta ahora, si bien antes de la llegada de Modi se encontraban de camino a ella.
Desde la independencia hasta el asesinato de Indira Gandhi la democracia en la India puede clasificarse como conservadora. Aunque es cierto que se mantuvo una retórica socialista, el CNI apoyó su labor de gobierno en los sectores más privilegiados de una sociedad estratificada en las castas. El sistema clientelar cimentado en los caudillos locales fue lo que mantuvo como hegemónico al CNI durante los primeros 30 años.
Como consecuencia se frenaron muchas de las reformas, como la del territorio o la de la inclusión de las castas inferiores en los beneficiarios de las políticas públicas. La apertura del sistema político a nuevos partidos y coaliciones abrió la etapa de progreso democrático (democratizar la democracia). Los nuevos partidos (Janata party y Janata Pal) estaban decididos a acabar con los beneficios de las castas superiores y sus lideres representaban a los más desfavorecidos.
Esta defensa se tradujo en los procesos de liberalización iniciados en 1990, que provocaron una respuesta de las élites que empezaron a pasarse del CNI al BJP. La debilidad de las castas superiores se tradujo en la incapacidad del BJP entre 1998 y 2004 para formar gobiernos en solitario. No fue hasta 2014 cuando un discurso que combinó la ideología hindutva con el populismo dio al BJP suficiente fuerza para gobernar en solitario.

La llegada del gobierno de Modi ha significado la clasificación de la India como democracia étnica. Este término fue definido tras la modificación constitucional de Israel como estado judío. La construcción de un modelo nacional-populista fue llevada a cabo por Modi con bastante éxito electoral durante sus 12 años de gobierno en el estado de Gujarat.
Los políticos populistas se presentan como unificadores del pueblo en la lucha contra una élite que es en su esencia siempre corrupta. Los líderes populistas siempre forman parte del pueblo, que encarna todas las virtudes posibles, y nunca admiten ser miembros de la élite pese a ocupar altos cargos de poder.
Actúan siempre en nombre de la voluntad del pueblo ya que este no se equivoca pues es auténtico y puro, y adoptan un lenguaje transgresor frente a las formas “políticamente correctas” de las élites. Esa voluntad se encuentra por encima de las instituciones y de los grupos sociales que son percibidos como amenazas a la existencia del pueblo mismo.
Modi ha seguido el manual populista adaptando sus especificidades a la realidad india. La élite corrupta denominada “la mafia” está formada por el Congreso Nacional Indio y su defensa del secularismo “buenista”, que es complaciente con los enemigos del pueblo hindú que son los musulmanes. Ahí es donde entra la agenda hindutva, que señala a los musulmanes como traidores en potencia aliados de Pakistán y comedores de carne sagrada (vacuno).

Para mantener viva su causa es necesario incitar al conflicto interreligioso periódicamente y un ejemplo de ello ha sido lo vivido el 10 de noviembre de 2022 con la prohibición de llevar hiyab en los centros educativos decretada por las instituciones controladas por el BJP en el estado de Karnataka.
Esta prohibición se suma a la del sacrificio de vacas y a la ley anti conversión que dificulta los matrimonios interreligiosos. Estos mandatos lejos de limitarse solo al estado de Karnataka se extienden por todos los estados controlados por el BJP. A nivel nacional no han podido establecer este tipo de leyes porque el BJP carece de la mayoría necesaria en la Cámara Alta (Rajya Sabha).
La llegada al poder de Modi en 2014 ha aumentado los ataques a las minorías por dos frentes, el institucional y el civil. La utilización de grupos de violencia organizada hindutva tiene muchas ventajas para los propósitos de los gobiernos del BJP ya que, además de ejercer como complemento de las vías legales de acción, sirven para controlar a los sectores de la sociedad ante los fracasos en la política económica.
La pluralidad y la fragmentación de las milicias permite también elevar una cortina de humo sobre las responsabilidades del BJP y la RSS. La estrategia que siguen es similar a la de los defraudadores de Hacienda, que crean una red de empresas fantasma y subcontratas para que sea difícil reclamarles responsabilidades.

En el periodo entre 2014 y 2016, cerca de 250 iglesias y sitios de rezo cristianos han sido atacados anualmente, igualmente el número de los asaltos a los sacerdotes se ha visto incrementado exponencialmente. Si bien los cristianos han sido puestos en el punto de mira, los musulmanes son los que han sufrido más la estigmatización y los esfuerzos de las instituciones para empujarlos fuera de la esfera pública.
Como se ha citado antes, la estrategia hindutva se ha centrado en cuatro aspectos, la “jihad del amor”, la “jihad de la tierra”, las conversiones al islam y al cristianismo y el sacrificio de las vacas. La teoría de la “jihad del amor” tiene sus puntos de conexión con la teoría abanderada por la extrema derecha europea del “gran reemplazo”.
Según esta teoría de la conspiración, hay un complot urgido por grupos de musulmanes que buscan enamorar a chicas hindues para convertirlas al islam y para que den a luz a muchos hijos musulmanes. La finalidad que buscarían es la de ampliar la población musulmana en detrimento de la hindú hasta acabar con la religión.
Si bien no existe ninguna evidencia de que esto ocurra y pese a que la población hindú sigue siendo cerca del 80% de la India, esta teoría ha penetrado bien en los círculos hindutva y ha dado un paraguas de defensa a las familias tradicionales para forzar matrimonios “puros” e invalidar los mixtos, así como forzar a las mujeres a denunciar supuestas violaciones.

Por otro lado, la “jihad de la tierra” es más novedosa que la anterior y alerta de un supuesto complot de los musulmanes que fuerzan a los propietarios hindúes para que les vendan sus tierras. Las teorías conspirativas no son casuales y su propagación busca concienciar a la población de la necesidad de tomar determinadas medidas para contener el “asalto islámico”.
El líder del VHP, Praveen Togadia, afirmó al inicio de su campaña en 2014 en una convención de conversión al hinduismo desde el islam (Ghar Wapsi) en Bhopal, que hubo un momento en el que toda la población de la Tierra era hindú (si, los 7 mil millones) y que ahora solo eran mil millones y que eso probaba que la población hindú estaba en peligro. En concreto hizo referencia a la necesidad de proteger la tierra y a las mujeres de aquí a mil años.
El respaldo legal no ha tardado en llegar. En 2019 se aprobó una ley de ciudadanía que venía a derogar la protección a las minorías que recogía el texto anterior de 1955. India no es firmante de la Convención sobre los Refugiados de la ONU de 1951 ni del Protocolo sobre el Estatus del Refugiado de 1967, en consecuencia, todos los refugiados son considerados inmigrantes ilegales.
El contexto territorial es el de unas fronteras especialmente porosas con Bangladesh, no así con Pakistán por razones históricas, tanto que se estima que entre 1964 y 2013 entraron cerca de 11 millones de bangladesíes en la India. Por esa razón el gobierno de Nehru aprobó una ley de ciudadanía que facilitaba el acceso a la misma para los inmigrantes procedentes de otros países de la Commonwealth sin distinción por religión. También podían optar a la ciudadanía los hijos de los padres que hubieran nacido en la India británica (actual India, Pakistán y Bangladesh).

Como hemos visto, la agenda hindutva busca crear un estado-nación exclusivo para los hindúes (y las religiones surgidas del subcontinente indio) y por ese motivo en 2019 introdujeron la polémica ley de ciudadanía (National Register of Citizens o NRC). Esta ley buscaba identificar y deportar a todos los inmigrantes ilegales, para ello toda la población debía aportar documentos de nacionalidad.
En un país en el que se estima que viven cerca de 1.400 millones de personas con fronteras muy porosas, altos niveles de pobreza y con una administración deficiente, la obtención de documentos de identificación nacional no es sencilla. Previendo esto, el gobierno de Modi facilitó el acceso a la ciudadanía (Citizen Amendment Act o CAA) a todos los indocumentados siempre que sean hindúes, sikhs, cristianos, budistas, jains o parsis.
En otras palabras, a los musulmanes no se les incluye como beneficiarios de la ley. Tras su presentación generó manifestaciones masivas en gran parte del país, a lo que Modi respondió “aclarando” que esta ley sólo se aplicará a los inmigrantes ilegales.
El proceso fue puesto a prueba unos años antes en el estado de Assam, situado al norte de Bangladesh, y el resultado fue bastante caótico. Miles de indios (tanto musulmanes como hindúes), entre los que se encontraban veteranos de guerra o parlamentarios, acabaron fuera del NRC y supuestos inmigrantes terminaron dentro sin cumplir las condiciones. Al mismo tiempo, se construyeron campos de detención para los inmigrantes ilegales (en la actualidad son 6 en todo el estado) y las condiciones de vida son tan precarias que hasta noviembre de 2019 habían muerto 28 internos.

Conclusiones
La normalización de la ideología hindutva y la posterior toma del poder en la India ha provocado un recrudecimiento de los conflictos interreligiosos. La viralidad de estos conflictos ha sido potenciada debido a la convivencia de los grupos violentos con las autoridades políticas, que han apoyado tanto de forma pasiva negándose a intervenir, como activa mediante discursos de odio incendiarios.
A lo largo de los años la RSS y sus filiales han conseguido construir una compleja red de influencias que está lejos de limitarse solo al entorno político, teniendo poder en los medios de comunicación y de difusión cultural.
El resultado de las elecciones en 2019 dio al gobierno de Modi un mayor poder con el que impulsó medidas inspiradas en las políticas migratorias discriminatorias de Donald Trump, como la del CAA para acceder al registro nacional de ciudadanía.
Bibliografía
-Hindutva: La política nacionalista del odio que recorre India. (2021, 29 septiembre). Anuario CIDOB. enlace
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-Shakuntala Banaji (2018) Vigilante Publics: Orientalism, Modernity and Hindutva Fascism in India, Javnost-The Public, 25:4, 333-350, enlace
-Jaffrelot, C. (2021). Modi's India: Hindu Nationalism and the Rise of Ethnic Democracy. Princeton University Press.enlace
-Jaffrelot, C. (2003). Communal Riots in Gujarat: The State at Risk?. enlace