F-35 para Emiratos: El avión es secundario
Por Yago Rodríguez.
La Administración Biden ha dado luz verde a los acuerdos firmados al final de la era Trump con Emiratos Árabes Unidos, los que a su vez son una de las cláusulas de los "Acuerdos de Abraham" entre Abu Dhabi y Tel Aviv para normalizar sus relaciones.
El núcleo del acuerdo entre EEUU y EAU pasa por la venta de unos 50 aviones de combate F-35 Lightning II y de 18 drones estratégicos MQ-9B Reaper, por un monto de 23.000 millones de dólares.
Recordemos que esta transacción fue puesta en duda a finales de enero, cuando la administración entrante la suspendió para marcar distancia con algunas de las decisiones de Donald Trump al final de su mandato. Dos meses y medio después sabemos que Biden sí cumplirá las promesas de Trump, lo que refleja el compromiso estadounidense con la estabilidad de su política exterior, máxime en asuntos de este calado.

A su vez, nada de esto habría sido posible sin el apoyo israelí al acuerdo, lo que indica que Emiratos podría ser el primer país árabe al que podemos considerar un socio estratégico formal para el país hebreo. Al fin y al cabo, un sistema de combate tan avanzado y reciente como el F-35, probablemente el avión militar más avanzado del planeta -y con bastante holgura-, es todo un termómetro de las buenas relaciones Washington-Abu Dhabi-Tel Aviv.
Militarmente el Lightning II equivale a un salto de gigante para la Fuerza Aérea de Emiratos, con lo que se dotará con una capacidad inigualada en el Golfo a la hora de obtener la supremacía aérea y explotarla. Algunas de las habilidades en las que destaca en el Golfo son:
- Derribar a otros aviones (cazas y otros).
- Suprimir la defensa aérea enemiga.
- Ataque a tierra contra objetivos defendidos.
- Compartir información a gran escala en tiempo real.
- Controlar enjambres de drones (futuro).
En definitiva, se le está entregando a un país árabe un auténtico game changer.
Quizás lo más interesante es plantear el creciente acercamiento entre los países árabes del Golfo e Israel, como respuesta a Irán y en menor medida a Turquía.

El caso de Emiratos e Israel es particularmente interesante debido a que comparten un punto de partida similar. Ambas son naciones pequeñas a la sombra de Irán, bien que los emiratíes perciben esa amenaza a solo "un estrecho de distancia", mientras que los israelíes lo hacen a través de Hezbolá y los Pasdarán en Líbano y Siria. Ambos países están poco poblados y tienen aversión a las bajas, sin embargo, los dos tienen unas buenas Fuerzas Armadas así como una extensa red de apoyos internacionales.
Es interesante plantear la adquisición emiratí en el marco de la rama del saber que estudia la "política de pequeños estados", a tal efecto la pregunta pertinente es:¿Cómo garantiza sus intereses económicos y de seguridad una nación pequeña rodeada de potencias como Arabia Saudita, Egipto, Turquía o Irán? Quizás la asociación israelí-emiratí deba ser enfocada desde esta óptica, como un impulso de dos naciones pequeñas que buscan enfrentar desafíos estratégicos similares en una misma región.
Caben dos reflexiones finales. Primero. Puede argüirse cierto repliegue estadounidense en Oriente Próximo durante el último decenio, no obstante tras el Indo-Pacífico las dos regiones prioritarias para Washington son Europa y Oriente Próximo. Este acuerdo acredita la voluntad de Estados Unidos para seguir siendo un actor fundamental en la política regional.
Segundo. Oriente Próximo no es una piedra incapaz de evolucionar. Las transformaciones políticas y sociales que vive la región están siendo profundas, rápidas y, ante todo, de rumbo incierto. Un país musulmán en el que su rey fue educado en la "posguerra" de la crisis del petróleo, la Guerra del Yom Kippur o la yihad contra los soviéticos, ha reconocido a un país judío y no ha sucedido nada. Ni grandes protestas, ni atentados ni nada.

Naturalmente, la ausencia de grandes disturbios o intentos de magnicidio no deben hacernos pensar que en Emiratos todo el mundo recibió los Acuerdos de Abraham con agrado. Para cierta gente el Estado de Israel es y seguirá siendo el gran enemigo, sin embargo, que Mohamed bin Zayed se haya atrevido a tomar esta decisión implica que el mundo musulmán está inmerso en grandes cambios de mentalidad y valores, que afectan al vulgo y que bien podrían dar lugar a nuevas realidades, eventos y dilemas políticos.
Ante todo, no se trata de aviones F-35, ni tan siquiera de los intereses estratégicos y comerciales tras el acuerdo. Estamos hablando de una política regional en la que podrían estar fraguándose nuevos caracteres y caminos distintos de lo que habíamos conocido en las últimas décadas.