Medio de comunicación independiente

La región del Este, desde Estonia a Bulgaria y desde Ucrania a Polonia, debe su inestabilidad a ser, desde siempre, punto de encuentro (y conflicto) entre grandes potencias europeas y asiáticas. Si a esto le sumamos el interés de esas mismas grandes potencias por permitir que se forme un ente unificado lo suficientemente grande como para entrar en competencia directa con ellos, podemos entender algo mejor la situación en la que se encuentra el territorio y el crisol de Estados que lo conforman.

Si bien esto puede no suponer una sorpresa, conviene analizar más atentamente los movimientos que se llevan dando desde los últimos años y la forma que está tomando esta región, pues el cariz del “frente del este” no parece nada halagüeño. Para ello es necesario no solo conocer más profundamente la actualidad, sino también la historia más reciente de todo el territorio.

Escudo de armas de una propuesta de la Commonwealth polaco-lituana-rutena durante el levantamiento de enero de 1863.

La primera noticia que nos vendrá a la cabeza cuando hablamos del Este de Europa seguramente sea la situación de Bielorrusia. Bielorrusia saltó a nuestras pantallas a raíz de las supuestas irregularidades ocurridas en las últimas elecciones, en las que Lukashenko, actual presidente del país, volvió a renovar su mandato, ininterrumpido desde la caída del bloque soviético.

Los grandes poderes hegemónicos (EEUU, la UE y Rusia) buscan llevar a su área de influencia –en el caso de Rusia, preservarla- al país, en unas tensiones que no parece que vayan a desescalar aún. Y es que este Estado es una de las varias piedras angulares en el nuevo escenario postguerra fría, en el que ya no hay dos bloques en liza, sino varias potencias en un mundo multipolar.

De hecho, en Europa oriental se está llevando a cabo un pulso por imponer -o evitar- un importante proyecto supranacional que redefiniría las actuales dinámicas y relaciones, y que generaría nuevos actores políticos en la región: La federación intermarium.

Este proyecto aglutina a actores variados. Por un lado, EEUU, la UE y los países que componen la región oriental de Europa. Por el otro, Rusia. Destaca la heterogeneidad del primer grupo, marcado por ser competidores tradicionales de la región, los cuales mantienen un objetivo común en este caso.

Jozef Pilsudski

Entonces, ¿qué es la Federación Intermarium?

La Federación Intermarium

El proyecto que EEUU quiere instaurar en la extensa región de Europa del Este es el que ya ideara Jozef Pilsudski (mariscal de Polonia de 1918 a 1935) de crear una unión interterritorial que abarcara desde el mar Negro al mar Báltico. Este proyecto que nunca se fraguó, pasaba necesariamente por arrebatar territorios al entonces Imperio Zarista - luego URSS- para su éxito, pues el fin último de esta unión era (y es) debilitar a Rusia, una amenaza siempre presente históricamente en todos los países del Este, y formar así una alianza económica y defensiva bajo fuertes influencias del Prometeísmo, que protegiese también al resto de Europa.

En su origen sus componentes iban a ser Lituania, Letonia, Estonia, Finlandia, Bielorrusia, Ucrania, Hungría, Rumanía, Yugoslavia y Checoslovaquia bajo la dirección de Polonia, en algo que reconoceríamos como una suerte de Unión Europea del Este, llamada Federación Intermarium (Międzymorze en polaco).

Cabe destacar que, si se mira detenidamente los países que lo compondrían, la Federacion Intermarium no es más que la reconstrucción territorial de una potencia militar del medievo ajustada a los nuevos tiempos; El Gran Ducado de Lituania o Confederación Polaco-Lituana. De hecho, es esa bandera la que la oposición de Bielorrusia ha hecho suya en pos de evocar la gloria del antiguo reino Báltico en contra de la bandera roja y verde del gobierno, lo que ya muestra la propensión de los opositores a la adhesión a este proyecto de unión, que no es precisamente un secreto en el Este.

No hay que olvidar que, al fin y al cabo, Bielorrusia fue parte de la Mancomunidad de Polonia-Lituania entre 1569 y 1795. Tengamos en cuenta que quien evoca pasados de nostalgia imperialista puede no tener aspiraciones de libertad ni valores democráticos. No es casualidad que esta misma bandera imperial fuese utilizada por el ejército nazi en la ocupación de Bielorrusia.

La mancomunidad polaco-lituana en 1635. Autor: usuario: Mathiasrex

Si bien durante la Guerra Fría la creación de esta Unión fue imposible, nada más darse la caída del bloque soviético y, ante su situación de debilidad, Washington recuperó la idea para su aplicación. De hecho, la idea de la Federación Intermarium no solo forma parte de la agenda estadounidense, sino de países del Este que formarían parte de la misma.

Muy en cuenta la tienen países como Ucrania – tras verse en una guerra contra Rusia- y como Polonia –no en vano fue la creadora de la idea y la llamada a ser la dirigente de dicha unión-. Andrzej Duda, presidente de la republica de Polonia, ya declaró en agosto de 2015 que estaba pensando mucho en "la formación de un bloque de países que se extendiese desde el mar Báltico al mar Negro y al mar Adriático", por lo que el interés e iniciativa de Polonia no es ningún secreto.

El nuevo escenario postsoviético

Con la mencionada caída de la URRS, comienza una carrera por hacerse con la influencia de todos los Estados satélite de la nueva Federación Rusa, que con la reconversión industrial de economía planificada a libre mercado y la tremenda crisis económica subsiguiente, tuvo que mantenerse casi dos décadas incapaz de responder a la inestabilidad a la que se sometían sus fronteras.

Con la llegada al poder de Vladimir Putin, el Kremlin mantiene una línea dura de recuperar su puesto de potencia mundial, algo que necesariamente pasa por imponer su influencia en su área de control tradicional. Esto se ejemplifica en la Guerra de Georgia de 2008, en el que se empieza a dar el claro mensaje de que desde la Federación Rusa no se va a consentir más el trato que se le venía dando.

Un francotirador apuntando para asegurarse de que la unidad del ejército de Georgia pueda avanzar. Autor: Jonathan Alpeyrie 

Esto genera inevitablemente una escalada de tensiones políticas entre Rusia y sus vecinos. La determinación de Moscú por no dar ni un paso más atrás en el control de sus fronteras y la equivalente determinación de la UE, amparada por EEUU, de seguir avanzando sobre dichas fronteras encuentra en 2013 su primer punto de inflexión.

El pulso en Ucrania

La verdadera escalada por imponer las “fronteras” en el Este se desata con la guerra del Dombass en Ucrania. Este conflicto estalla en 2013 a razón del viraje ucraniano hacia Europa, con el Acuerdo de Asociación entre la UE y Ucrania. La importancia de este acuerdo reside en sus disposiciones, en las que se trataba la creación de un área de libre comercio, el acceso al Banco Europeo de Inversiones, la adecuación de la legislación laboral o la eliminación del visado fronterizo, entre otras disposiciones.

Esto convertía el Acuerdo de Asociación en un pacto con un fuerte elemento integrador entre Ucrania y la UE, liberando en parte a Kiev de la asfixiante dependencia económica con Rusia, lo que implicaba que definiría de cara al futuro el rumbo que el país tomaría en el marco político y geoestratégico. Los intereses de la UE por atraer a un nuevo país, de EEUU por debilitar a Rusia y de Rusia por mantener su área de influencia, llevaron a una escalada de violencia que convergió en una guerra civil.

Actualmente, con Ucrania en guerra y dividida, también se escucha hablar del proyecto Intermarium, pues seis años después de su Maidán se convirtió en un estado fallido sobreviviendo a costo de préstamos y dádivas de Washington y Bruselas, que tiene que pagar como sea, lo que no ha llevado al país a querer formar parte del mismo grupo que lo llevó a la guerra.

Manifestantes junto a vehículos calcinados en la calle Dynamivska de Kiev, enero de 2014. Autor: Mstyslav Chernov

¿Cómo nos afecta entonces este entramado político a nosotros?

Si se consolidara la Federación Intermarium, se haría con un país ultraconservador en su liderazgo, dirigiendo a una abrumadora cantidad de socios de misma tendencia ideológica o incluso a todas luces de extrema derecha. El hecho de que al menos dos de los países que estarían interesados en formar parte de esa federación estén también dentro de la propia UE y que Polonia, en su actual pulso contra la UE, fuese a ser el país dirigente de esa organización, implicaría que tendría voz y poder negociador en las decisiones políticas dentro del área europea.

Los socios europeos del Este que sí están dentro de la UE, tales como Polonia y Hungría, ya han demostrado desde su misma entrada su firme oposición a valores democráticos y de defensa de los derechos humanos, lo que no solo supone un palo en la rueda al proyecto de una UE progresista, cada vez más conservadora, sino que nos da una idea de qué clase de enemigo infiltrado podemos tener (Polonia, principalmente), si se empiezan a conformar estas alianzas internacionales en un punto en el que la totalidad de gobiernos de nuestros socios en el Este son ultraconservadores o directamente de extrema derecha.

Tener a un nuevo “miembro de facto” aunque de iure no forme parte de la UE tomando decisiones políticas que moldeen Europa, nos da una idea de hacia dónde pueden virar los derechos y libertades, y eso es justo lo último que necesitamos en un escenario de auge del ultra derechismo en nuestra propia casa.

Te has suscrito correctamente a The Political Room
¡Bienvenido! Has iniciado sesión correctamente.
¡Excelente! Te has registrado correctamente.
¡Éxito! Su cuenta está completamente activada, ahora tiene acceso a todo el contenido.