Editorial: Feijóo debería ceder ante Marruecos
Por Yago Rodríguez
Tanto en el programa de televisión “El Hormiguero”, como en la entrevista radiofónica con el periodista Carlos Alsina, el actual líder de la oposición -Alberto Núñez Feijóo- ha tenido que responder qué hará -en caso de ganar las elecciones- con la decisión de Pedro Sánchez de adoptar la tesis marroquí para solucionar el conflicto del Sáhara Occidental.
La respuesta del político en ambos programas fue similar, y pasó por hacerse el “longuis”, hacerse el tonto, ya que como el mismo desveló, cuando los marroquíes le han preguntado si mantendrá el compromiso de Sánchez, él les ha explicado que ni siquiera sabe cuál es ese compromiso, en referencia a la opacidad y unilateralidad de la decisión del ejecutivo.

Naturalmente, la respuesta debe haber molestado a los marroquíes, quienes son conscientes de que ya han conseguido lo más difícil -que el gobierno español ceda- y que ahora todo pasa por mantener el statu quo que se alcanzó en abril de 2022.
El lobo tiene el bocado del Sáhara Occidental entre sus fauces, el bocado más suculento que jamás ha anhelado, y morderá cuanto sea necesario para preservarlo.
El lobo sabe que si asegura esta última partida podrá digerir el bocado, así que lo más conveniente es hacerle creer que lo ha conseguido, que cedemos, que por enésima vez ha empujado el maltrecho statu quo y que Feijóo no tiene redaños para cambiar eso…
Es conveniente fingir debilidad y ceder, algo que por otra parte va en comunión con la genuflexa política exterior española, y por tanto resultará creíble a ojos de Rabat.
Marruecos aguarda el 23-J: confía en que Feijóo no rectifique, por el "bienestar" de España.
— El Confidencial (@elconfidencial) June 12, 2023
Nunca unas elecciones en España han suscitado tanto interés en el Magreb como las que se van a celebrar el 23 de juliohttps://t.co/TjN4aWcE0Q
Pero, ¿por qué debemos fingir semejante debilidad? Pues porque se avecina inestabilidad. La coalición que probablemente saldrá de las urnas el próximo julio será la de PP+Vox y es bastante objetivo suponer que, repentinamente, los problemas germinarán como champiñones:
- El problema del encaje PP-Vox en el gobierno nacional, sus trifulcas y roces.
- El problema del separatismo, que probablemente se avivará en el País Vasco y Cataluña.
- El problema de la paz social y el uso por parte del PSOE de sus palancas de influencia en sindicatos y organizaciones locales de todo tipo.
- Fuertes reajustes económicos impuestos desde la Unión Europea como consecuencia del gasto público desmedido en la etapa del COVID y la Guerra de Ucrania.
- Una campaña electoral bronca y ajustada en la que, si bien Sánchez perdería, lo haría quemando las naves, llegando hasta las últimas consecuencias y obteniendo un resultado electoral mucho más ajustado del que cabría esperar, aún a costa de la estabilidad política de España.
Inicialmente, varios de estos problemas se simultanearán.
Lo anterior significa que el cambio de gobierno se producirá a frotamiento duro, con un traspaso de carteras en un ambiente político cargado, conflictividad inicial con el separatismo vasco y catalán, y un periodo de roces y trifulcas entre los socios de gobierno.
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Ante este panorama y dada la inexperiencia tanto de Feijóo como de Vox en materia de política internacional, sería poco prudente mostrar una oposición frontal a Marruecos, al contrario, conviene ser deshonestos, engañarles y mentirles, de tal manera que ellos crean que nuestra voluntad es respetar el statu quo, a cambio de que ellos respeten las fronteras y las blinden ante las avalanchas migratorias.
En este sentido, Vox puede ser instrumentalizado para simular ser la parte dura que presiona a un PP que haría las veces de la parte más dialogante y blanda.
Una vez Marruecos crea que el nuevo gobierno acepta el statu quo, habrá que trabajar por estabilizar la política interna, calmar a los separatismos mediante acuerdos entre bambalinas, respetar la reforma laboral para ganarse a los sindicatos, cumplir con las exigencias de Bruselas en materia económica y establecer mecanismos de coordinación con Vox y el resto de la oposición en materia de política exterior.
Una vez el frente interno esté más o menos calmado al pasar uno o dos años, el ejecutivo de Feijóo habrá reunido suficiente experiencia en materia de política internacional, habrá tenido tiempo de reforzar las relaciones con actores clave como Estados Unidos mediante la compra de los cazas F-35 y, sobre todo, se habrá podido trazar un plan para enfrentarse al lobo, y arrebatarle el suculento bocado para volver al statu quo de la década del 2000.
En este caso, aprovechando el efecto sorpresa y habiendo trazado planes para todas las posibles reacciones marroquíes, el gobierno derogará tácita o expresamente la decisión del ejecutivo de Pedro Sánchez, por ejemplo, rechazando la adscripción al plan de autonomía propuesto por Marruecos, expropiando por sorpresa la piscifactoría ilegal establecida en las islas Chafarinas o aireando ante la prensa la reciente historia de la expulsión de varios espías marroquíes de alto rango.
A continuación, Marruecos reaccionaría con vehemencia, utilizaría la migración, la cooperación antiterrorista y el cierre fronterizo como herramientas de presión, pero para entonces el cuerpo diplomático, el CNI, las Fuerzas Armadas y los medios de comunicación ya estarían alineados y alertados para resistir los envites.
La primera presentación pública del F-35 en España.#F35 #ejércitodelaireydelespaciohttps://t.co/fjoWM1C52V
— defensa.com (@DefensaCom) May 4, 2023
La respuesta española bien podría incluir exponer el chantaje marroquí ante las instituciones comunitarias y los principales diarios anglosajones, franceses y españoles, así como construir legitimidad ante la ciudadanía española para que cierre filas en torno al gobierno o publicar pruebas de la injerencia marroquí en la democracia española mediante el lobby o la compra de votos que corrompen a la democracia, un argumento muy vendible ante la prensa anglosajona, ya que recuerda a las injerencias rusas.
En paralelo, se estudiarían distintos paquetes de sanciones en función de la reacción de Rabat: desde obstruir la operación cruce del estrecho en verano, hasta retener las remesas de los migrantes marroquíes, pasando por forzar un cierre de fronteras, torpedear el tráfico aéreo sobre el Sáhara Occidental, aplicar sanciones económicas, amenazar con retirar el apoyo español a Rabat ante la Unión Europea, misiones de teatralización estratégica por parte de la Armada junto a los territorios en disputa…
Si un gobierno bisoño decide lanzarse inmediatamente a la aventura de enfrentar a un país tan ducho internacionalmente como Marruecos, corremos el riesgo de repetir las torpezas de la administración Sánchez y terminar vapuleados nuevamente.
En definitiva, convendrá que el líder de la oposición sea paciente y astuto, que mienta si es necesario, y ante todo que antes de cocinar al lobo se asegure de tener todos los ingredientes ordenados y a mano, Feijóo necesitará un buen plan, paciencia y cierta dosis de astucia y engaño.