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Tras casi ya un mes de contienda militar en Ucrania, no tardarán en apagarse los focos y el huracán mediático se trasladará a la cotidianidad de la política nacional y a la irresistible atracción del fútbol. Siempre ha sido así, en todos los conflictos que he cubierto, la guerra tiene muchos momentos de espera que no encajan en la adrenalina constante que los nuevos modelos mediáticos intentan acaparar 24/7. Son esos momentos de parón, cuando los analistas no saben si la guerra empieza o termina, pero donde no queda otra que esperar.

Foto francotirador en slaviansk (Felipe Passolas)

Impasses de la guerra que ya no interesan en crónicas monótonas. Cuando no hay cámara es cuando la lucha es más encarnizada, no hay testigos incómodos y la propaganda no tiene competencia. Las ciudades de Ucrania serán sitiadas, Kiev, la joya de la corona llevará a Rusia a un combate urbano, donde los francotiradores serán de nuevo una pieza fundamental.

El sentido etimológico proviene del francés antiguo, franc-tireur, tirador libre. Formaron parte de cuerpos ligeros durante la Revolución Francesa y en la Segunda Guerra Mundial ya eran iconos de la propaganda en ambos bandos. La historia ha evolucionado en la misma dirección, se han ensalzado sus proezas, se ha modernizado la tecnología, pero prevalece más que nunca las ventajas del bajo coste en términos de economía militar en comparación no solo con el precio de otros sistemas de armas, sino al terror psicológico que imponen tanto a enemigos como civiles en el campo de batalla.

Kiev aún no ha entrado en combate urbano cerrado pero la propaganda ya tiene su héroe: Wali. Un francotirador canadiense que, con experiencia militar en Iraq y Afganistán, desde el primer momento ha sido calificado como el mejor tirador del mundo. Medios afines al Kremlin afirman su muerte nada más llegar a Mariúpol, mientras que medios ucranianos lo desmienten enumerando 11 bajas en su haber y afirman que está escondido en un edificio en ruinas en la capital.

No tenemos que remontarnos a la Segunda Guerra Mundial o a las guerras de la antigua Yugoslavia; la historia más reciente ya nos da ejemplos similares. En Iraq se forjó la leyenda de Chris Kyle, SEAL de la Armada de Estados Unidos cuya pericia militar fue llevada a las pantallas por el mítico actor y director Clint Eastwood. De igual manera, los iraquíes conocían al tirador de Badgad, que durante la segunda Guerra del Golfo puso en jaque a las tropas de la Coalición Internacional en general y a las de Estados Unidos en particular. Un ejemplo histórico más del aterrador factor psicológico, incluso para militares, que supone este tipo de enemigo.

Yo mismo entrevisté a muchos refugiados que huían de la ofensiva de Mosul y la figura del francotirador en combate urbano era el pan de cada día: esconderse tras un muro agujereado y disparar a los civiles que huían era algo normal para el Estado Islámico. En esa ofensiva unos miles de yihadistas mantuvieron a raya durante meses a una coalición internacional con todo el apoyo aéreo de Estados Unidos y tropas de élite del ejército iraquí.

Fue el infierno en la tierra y el terror calaba en los huesos. En Slaviansk, al Este de Ucrania, pude compartir jornadas con francotiradores prorrusos que eran piezas clave en el hostigamiento al ejército ucraniano en 2014. Las tropas rusas se enfrentarán a un terror parecido en cuanto entablen combates urbanos en Ucrania.

Ejercito de Tierra Español impartiendo cursos de Tiradores de Precisión al ejército Iraquí (Felipe Passolas)

En lo compartimentado del terreno, la distancia deja de ser el principal hándicap. Principalmente priman operaciones de interdicción, negarle al enemigo el uso de una determinada zona y el desgaste tridimensional que presenta una ciudad debido al subsuelo, nivel de calle y la altura de los edificios. Produce una psicosis continua el no localizar el origen de fuego, la correcta elección de asentamiento y de tiro es fundamental en esta tortura psicológica, además de un camuflaje adecuado, siendo clave en combate urbano para los tiradores de precisión, tanto con equipos medios, como pesados.

En función de si se respetan o no las reglas de enfrentamiento, se verá afectado el movimiento de las unidades y el grado de destrucción de la ciudad. Por lo general, mi experiencia en la Guerra de Ucrania de 2014 y otros conflictos en Oriente Medio, me dice que ningún bando es amable en la guerra. Los corredores humanitarios tienen un doble sentido. Los rusos los permitirán para apoyar su discurso de salvación y, al mismo tiempo, les legitimará para afirmar que los que se queden son combatientes y así poder arrasar las ciudades sin miramientos.

Un tirador tendrá muchos tipos de misiones importantes, por ejemplo, acabar con objetivos como oficiales, por lo que los rusos deberán mimetizar su uniformidad de manera que no muestren insignias y eso implica un cambio del lenguaje corporal, sin saludar, sin que nadie presente una actitud de liderazgo. En cuanto se produzcan las primeras bajas, los efectos psicológicos se desarrollarán en dos sentidos, el tirador se sentirá estimulado y los compañeros del soldado herido aterrados.

Ejercito de Tierra Español impartiendo cursos de Tiradores de Precisión al ejército Iraquí (Felipe Passolas)

Las misiones para frenar el avance de una unidad pueden ser más peligrosas para el tirador de precisión: con el primer disparo todo el mundo se pondrá a cubierto, pero para frenar a la unidad debe seguir disparando, que se sienta intimidada y no se mueva. A partir del primer disparo es cuando aumentan las posibilidades de ser descubierto. Su escondite será un puesto de tiro que no sea ni característico ni sencillo de bombardear y permita un ángulo de visión entre distintas avenidas, con tantas ventanas posibles tras las que ocultarse, puede que sea imposible localizarlo. Un tirador debe replegarse en cuanto su posición sea descubierta.

Asimismo, es habitual que exista un equipo de 3 a 5 personas que den seguridad al edificio donde hay un tirador con su observador, con fusiles pesados calibre 50 (12,7x99mm OTAN) y medios .338, para poder abatir no solo al personal sino vehículos con blindajes ligeros.

En el combate contra un francotirador es importante entender las distancias ya que, siendo capaces de alcanzar objetivos a varios kilómetros, los fusiles de asalto convencionales no son eficaces, las ametralladoras tampoco, en definitiva, se precisa del uso de otro francotirador o la artillería. Si se da con las coordenadas correctas la aviación puede barrer el edificio. Aquí vemos de nuevo el desgaste económico que sufre la fuerza atacante, que emplearía artillería o aviación, siendo toda esta logística y coste para avanzar tan solo una calle, suponiendo que el francotirador hiciera mal su trabajo y fuera localizado en una ciudad con el planeamiento urbanístico de Kiev.

Foto de Kiev (Felipe Passolas)

En el mejor de los casos el Kremlin conquistaría una ciudad en ruinas. Esa misma ciudad en ruinas sería un lastre en la posible recuperación económica de Ucrania.

Para hacernos una idea de cómo afectan las distancias en combate urbano, podemos ver en un sencillo ejemplo que si la velocidad del sonido es de 343,2 metros por segundo y sabemos que la velocidad de un proyectil es entre 800 y 900 metros por segundo (tendríamos que apreciar el desgaste el cañón, tipo de munición y otros factores para tener un cálculo exacto) si el impacto coincide con el sonido, es inmediato, sabríamos que el tirador se encuentra alrededor de los 400 metros (similar al trueno y al relámpago en una tormenta). Estaría al alcance de las ametralladoras ligeras y fusiles de asalto de un pelotón.

Si el sonido tarda en llegar más de dos segundos desde el impacto, descartaríamos los fusiles y el francotirador solo podría ser abatido por las ametralladoras y, si tarda más de 3 segundos, estaría fuera de alcance y habría que recurrir a otro francotirador o al bombardeo. Los tiradores de precisión también ayudan a las unidades para cazar a otros francotiradores o advertirles en situaciones como la anteriormente descrita.

Entrenar a una población urbana o reciclar a militares como tiradores de precisión, conlleva cursos exprés que no se basen en tecnología avanzada y se deben aprender conceptos elaborados: medición del viento, cálculo de distancias, manejo de ópticas, triangulación de posiciones, etc. Pero hoy día con los móviles esos cálculos se allanan y numerosas aplicaciones dan facilidades. Con el tiempo no solo serán tiradores los equipos de militares profesionales sino cualquiera que quede en la ciudad. A pesar de no tener tecnología, podrían aprender en poco tiempo a desenvolverse, con resultados efectivos arropados por la protección y el conocimiento del terreno que defienden, su hogar.

Escala de Beaufort, medida empírica de la intensidad del viento, aplicada al tiro. Aunque no se tenga una estación meteorológica de bolsillo podemos tener una aproximación de la fuerza del viento, observando las copas de los árboles de un parque o el movimiento de la ropa colgada y así tener en cuenta el ángulo de incisión de viento.

Será clave que los tiradores sean independientes. Los ucranianos ya cuentan con voluntad de combate y están letrados para mejorar con facilidad su formación militar. Aunque los medios no hayan prestado atención, Ucrania lleva en guerra desde el año 2014 y tantos sus ciudadanos como militares han recibido mucha formación.

Británicos y canadienses han enviado instructores en numerosas ocasiones, instructores que seguramente percibirían a los ucranianos como un futuro fiable aliado, que no volvería ese conocimiento en contra de la potencia que imparte la formación, cosa que podría ser más discutible si observamos los casos de las fuerzas militares afganas e iraquíes, siendo así una formación completa y sin restricciones.

The Mini Manual for Urban Defender by John Spencer @SpencerGuard

El combate urbano no solo se basa en francotiradores, aunque son la pieza más útil. La guerra de información y el discurso mediático es tan significativo para la disuasión como para el enfrentamiento y es tan importante como la propia munición. Si se convence, los apoyos al conflicto llegan.

De momento, ya están en manos de oficiales y milicias voluntarias los manuales de combate urbano creados por John Spencer @SpencerGuard, que llevan dando la vuelta al mundo varias semanas. John es Mayor retirado del Ejército de Estados Unidos y director del Urban Warfare Studies, habiendo experimentado este modo de guerra urbana en varias ocasiones.

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