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En 2010 la Federación Internacional de Fútbol Asociación, o más comúnmente conocida como FIFA, anunció cuál sería la sede para la próxima Copa Mundial de Fútbol de 2022. El país elegido fue Qatar, y desde el primer momento hubo controversia y polémica. Sin embargo, fue una vez empezado el proyecto de convertir Qatar en sede mundial del fútbol cuando empezó el verdadero problema.

Qatar está situado en la Península Arábiga y apenas supera los 11.610 Km2, siendo así uno de los países más pequeños del mundo. Además, cuenta con una población entorno a los 2,6 millones de habitantes. Lo interesante es que de toda esa población tan solo cerca de 300.000 personas son qatarís y aun así Qatar es un país con un gran crecimiento económico que ha logrado ganar gran relevancia internacional, en gran parte gracias a sus recursos naturales como el gas. Esto es así debido al gran número de trabajadores extranjeros que conforman la sociedad qatarí. Muchos de ellos provienen de la India, Nepal o Irán y emigran en busca de mejorar su condición de vida a través del trabajo.

Es en este punto donde encontramos el problema mencionado anteriormente. Al conocerse como futura sede de la copa mundial de fútbol, Qatar empezó a construir todas las infraestructuras necesarias para llevar a cabo tal proyecto. Fue entonces cuando el sector de la construcción contrató a trabajadores de otros países. Las condiciones con las que estas personas trabajan no aseguran ni su integridad ni sus derechos.

Aunque este problema venía de antes, pues ya hemos visto que la sociedad qatarí se compone en gran parte de trabajadores extranjeros, ha sido desde el comienzo de los preparativos para Qatar 2022 cuando se han visto acentuadas estas violaciones, que comienzan con la propia legislación qatarí en cuestiones laborales y las concesiones abusivas a los contratistas de sus obras. Este sistema, llamado ‘kafala’ o patrocinio, consiste en que los contratistas pueden retener el visado de los trabajadores que captan de forma engañosa prometiéndoles sueldos y condiciones que se alejan de la realidad, que se compone de sueldos no pagados, de alojamientos insalubres, de jornadas de trabajo excesivamente largas, de condiciones alimenticias pobres y de un trabajo que es forzoso, en definitiva, de un abuso.

Qatar es miembro de la Organización Internacional del Trabajo, y de la cual Qatar es país miembro y ha ratificado cinco de sus ocho convenciones. Según la Organización, la definición de trabajo forzoso según su “Convenio sobre el Trabajo Forzoso, 1930 (núm. 29)” es «todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente». Se hace hincapié en la pena cualquiera ya, que no solo incluye medios de violencia directa, sino también intimidación o retención de visados o pasaportes. Todas estas actuaciones se llevan a cabo en Qatar.

Amnistía Internacional fue una de las primeras organizaciones en protestar ante este abuso con un informe que mostraba todos los derechos humanos de los trabajadores que estaban siendo violados. Este documento, elaborado en 2013, se produjo como resultado del aumento de trabajadores extranjeros que supuso el comienzo de las obras de cara al mundial de 2022. A partir de ese momento el problema empezó a conocerse. La propia FIFA se vio obligada a decir que compartían la visión de Amnistía Internacional de cara a mejorar las condiciones de los trabajadores, aunque finalmente Qatar no fue sancionado. Existen nuevos informes que intentan visibilizar esta problemática. También han nacido nuevas organizaciones, como PlayFairQatar, que luchan también por acabar con esta forma de esclavitud moderna. En 2014, la OIT aceptó una queja en contra de Qatar por no cumplir ese convenio que había ratificado.

Tras todas estas presiones, en 2016 Qatar anunció que entraría en vigor una ley que derogaría el sistema de ‘kafala’. Con la Ley núm. 21 sobre sobre la Entrada, Salida y Residencia de Nacionales Extranjeros parecía que finalmente el país iba a tomar medidas para mejorar las condiciones de sus trabajadores extranjeros y respetar sus derechos. Sin embargo, esta reforma de la ley laboral no fue más que un lavado de cara que Qatar se vio obligado a hacer. Era un cambio de nombre en la ley que seguía perpetrando las mismas prácticas. Después de que todo continuase por el mismo camino, en 2017 la OIT y el gobierno de Qatar tuvieron un encuentro en el que el gobierno qatarí se comprometió a hacer cambios en su legislación para adaptarla a las leyes laborales internacional a través de una guía de expertos de la OIT. Además, dentro del plan para implantar el “Programa de Cooperación Técnica para el Estado de Qatar”, la OIT ha establecido una oficina de proyectos en Qatar con el fin de ayudar a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores.

Los episodios de este problema continuaron en 2018, y es que en agosto del año pasado la Ley núm. 13 de 2018 enmendaba algunos de los artículos de las anteriores leyes laborales. Esta legislación fue acogida con agrado por la OIT, ya que tomaba estas nuevas actualizaciones como pasos positivos hacia la mejora definitiva de los derechos de los trabajadores.

Aunque haya habido pasos hacia el diálogo y la mejora, a falta de tres años del mundial de Qatar 2022, el gobierno qatarí aún tiene que cumplir sus promesas y sentar las bases definitivas para el futuro, un futuro en el que los trabajadores migrantes tengan unas condiciones dignas de trabajo, no sufran abusos y no sean explotados. A pesar de las medidas tomadas desde las conversaciones con la OIT como fijar un salario mínimo provisional, promulgar una ley sobre el trabajo doméstico, establecer nuevos comités para resolver disputas laborales y crear un fondo de seguros y apoyo a los trabajadores, a día de hoy sigue habiendo trabajadores migrantes que sufren abusos y malas condiciones laborales.

Hoy en día continúan las noticias y los testimonios sobre estos abusos. Son más de 2.000 los trabajadores que ya han fallecido por culpa de estas leyes laborales contrarias a los derechos humanos y que permiten la explotación por parte de las empresas, que unidas a las condiciones climáticas adversas y la extrema falta de seguridad en las obras provocan cada partido del próximo mundial de fútbol esté marcado por la muerte de 62 trabajadores.

Para saber más:

El primer informe de 2013 de Amnistía Internacional El lado oscuro de la migración: El foco en el sector de la construcción de Qatar antes de la Copa del Mundo

El segundo informe de AI: Nombre nuevo, sistema viejo: la legislación qatarí y el abuso de los trabajadores inmigrantes’ D

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