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Hemos puesto fin a una era imperial, la Era Heisei. Una era que empezó como el cierre de una etapa, de cerrar la puerta a los espíritus del pasado oscuro nipón con la muerte de Hirohito, quien fuera emperador del país durante la Segunda Guerra Mundial. Con la entronización al trono del Crisantemo de Akihito en 1989, el país abrió las ventanas para que entrasen vientos de cambio, y empezar una transición hacia nuevos horizontes, recuperando la centralidad y cerrando un capítulo en su historia que cada vez más incomodaba a sus ciudadanos. Incomodaba que el emperador Showa (nombre imperial de Hirohito) siguiese como emperador, no abdicara ni pensase en hacerlo, pues la constitución del país de 1947 no contemplaba que el emperador abdicase. Todo ha cambiado, y hoy, en fechas cercanas al primer día de mayo de 2019, el cambio es claro, empieza una nueva Era, la Era Reiwa.

‘Heisei’ significa paz en todos los lados, y está sacado de la historiografía china del período Han, escrita por Sima Qian. Fue durante esta Era que dejamos atrás, con el emperador Akihito al frente, cuando el país se volvió a convertir en potencia industrial, en motor económico, cuando se abrió al mundo y sobretodo, cuando se reconcilió con la paz. Durante una década de desastre económicos entre 1989 y 1999 el país sufrió una de las más importantes crisis económicas del mundo, llegando a ser nombrada ‘década perdida nipona’. Aun así, las empresas japonesas empezaron su expansión por el mundo, convirtiéndose en motores de la economía global.

Aunque el fantasma de la Segunda Guerra Mundial seguía vivo, puesto que el emperador Showa hacía tres años que había muerto, el primer ministro Koizumi mandó 1.000 efectivos nipones a territorio iraquí para ayudar con la reconstrucción del país como consecuencia de la Guerra de Iraq en 2003. Un hecho sin precedentes pues desde la conquista de China poco antes de la Segunda Guerra Mundial no se desplazaba a tantos efectivos fuera del país. Desde el gabinete del primer ministro ya se intentó ayudar a Iraq en 1991 en tareas de reconstrucción de la guerra Iraq-Irán, pero constitucionalmente no pudo porque hubiera sido tomar parte en una guerra sin haber sido atacado.

También ha sido durante la Era Heisei, cuando el Partido Liberal Democrático dejó de ostentar el cargo de Primer Ministro y el PM Kiichi Miyazawa perdió frente a Morihiro Hosokawa (aunque el PLD ganara las elecciones, el primer ministro no sería del partido, sino socialista). En 1994 se repetirían elecciones y fue Tsutomu Hata, socialista, y después Tomiichi Murayama, socialdemócrata, quienes harían que hasta 1996 el PLD no ganara de nuevo las elecciones de Primer Ministro. Fue Tomiichi Murayama quien se disculpó públicamente por primera vez por todas las atrocidades hechas por el Imperio de Japón durante la Guerra Sino-Japonesa y por la segunda Guerra Mundial.

En 2001 subió al poder Junichiro Koizumi, después de una serie de nefastos y poco populares primeros ministros. Koizumi, de carácter conservador, recuperó viejas tradiciones imperiales como visitar el santuario de Ise para conseguir inspiración política, el templo más importante del sintoísmo, o llevar ofrendas al santuario de Yasukumi, donde reposan las almas de todos los caídos por el Emperador, incluidos criminales de guerra.

Durante la Era Heisei, sobre todo después de las políticas de Koizumi, subió el Primer Ministro Abe a continuación, el cual siguió por la senda de las políticas patrióticas y hablando de recuperar el orgullo nacional perdido. Algunos expertos apuntan que el nombre de la nueva Era Imperial, la Era Reiwa – pronunciado Rii-wa – no deja de ser una tendencia más en este sentido, pues se trata de un nombre propiamente japonés, no chino como era costumbre, con caracteres japoneses y cuya fuente son unos poemas waka japoneses, el Man’yoshu, provenientes del Período Nara. En tres años tendremos la reforma constitucional del 2022 sobre la mesa, y será interesante ver qué sucede con el cambio articular para que Japón pueda tener Defensa, y no más Autodefensa.

En 1817 se produjo el último Descenso del trono del Crisantemo, manera oficial de llamar a las abdicaciones imperiales, cuando el emperador Kōkaku abdicó. Hay una curiosidad aquí, y es que el último emperador fue Kōkaku, pero la última emperatriz en descender del trono del Crisantemo fue Go-Sakuramachi, quien lo hizo en 1771. El actual anuncio no deja de ser interesante, pues coincidió con un período donde tuvimos la abdicación del rey de Bélgica, de la reina de Países Bajos, incluso del rey de España. En el caso de Japón sin embargo, no es tanto por un relevo generacional, sino más bien por un nuevo líder frente a los nuevos tiempos que vendrán. El polo de poder se traslada del Atlántico al Pacífico, y una situación así genera que haya nuevos líderes al frente. Aunque constitucionalmente no gobierne, el Emperador de Japón es un líder moral para muchos japoneses.

El emperador Akihito, aunque fuese el jefe del Estado, siguió con sus investigaciones científicas, recordemos que es biólogo marino y tiene diversas publicaciones sobre ictiología, estudiando los peces, y también sobre taxonomía. Como resultado de ello hay una especie de pez que lleva su nombre, el Exyrias Akihito. Esto lo ha hecho una persona cercana, que piensa en el pueblo, como cuando emitió su discurso televisado por el desastre de 2011, con la catástrofe de Fukushima y el terremoto que afectó al país. Por no hablar de las disculpas públicas y la presentación de honores a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial en 2005.

Y llegamos al 1 de mayo de 2019. Tokyo. Mañana lluviosa. El Emperador Heisei anuncia en un salón del palacio imperial su abdicación. Después de agradecer al Primer Ministro sus tareas, el discurso ha seguido:

Desde que ascendí al trono hace 30 años, he desempeñado mis funciones como emperador con un profundo sentido de confianza y respeto por la gente, y me considero muy afortunado de haber podido hacerlo. Agradezco sinceramente a las personas que me aceptaron y apoyaron en mi papel como símbolo del estado.

Sinceramente, junto con la emperatriz, deseo que la Era Reiwa, que comienza mañana, sea estable y fructífera, y dorada, con todo mi corazón, por la paz y la felicidad para todas las personas en Japón y en todo el mundo.

Y con estas palabras acaba un período en la historia global y empieza otro, deseando la paz y a felicidad a todos, un gesto cordial al entendimiento entre países. Aunque el emperador no puede hacer valoraciones políticas, lo cierto es que estas palabras son también un toque de atención a aquellos que desean perturbar ciertos equilibrios, o bien por nostalgias del pasado, o por romper ciertos consensos. Tradicionalmente los tiempos fructíferos en la historia de Japón han sido aquellos de contemplación, de crecimiento moral y espiritual del país, como los llamados tiempos dorados o etapas doradas son aquellos de recogimiento y construcción de tejido social.

Empieza una nueva era, un nuevo período.

¡Gloria a la Era Heisei! ¡Gloria a la Era Reiwa!

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