Gómez de Castro: “El ciberespacio es un medio de difusión, pero también un campo de batalla”

Durante la Guerra Fría se hablaba mucho de propaganda, lo cual era propio de un entorno inestable de manera permanente. “Nuestro objetivo en la guerra fría no es conquistar o someter por la fuerza un territorio. Nuestro objetivo es más sutil, más penetrante, más completo. Estamos intentando, por medios pacíficos, que el mundo crea la verdad”, así definía el concepto el presidente de Estados Unidos durante ese período, Dwight D. Eisenhower.
En aquella época, se podía reconocer la propaganda muy fácilmente. Sin embargo hoy, con la penetración de nuevos medios digitales que generan información de forma masiva —desde y hasta cualquier lugar del globo—, la definición no está tan clara y se dificulta la labor para distinguir lo qué es propaganda de lo que no lo es. El XXVII Curso Internacional de Defensa celebrado en Jaca (Huesca) durante los días 30 de septiembre y 4 de octubre, abordó esta y otras cuestiones, como la desinformación y la postverdad, el concepto de amenaza híbrida y zona gris, y las estrategias geopolíticas en el entorno europeo.
Desinformación en un entorno digital
La primera jornada fue inaugurada por la directora general de Política de Defensa del Ministerio de Defensa,Elena Gómez de Castro, cuyo discurso se centró en la desinformación y la propaganda del ciberespacio. “La desinformación no es uso de la fuerza, pero sí puede incitar, por ejemplo, a distorsionar o alterar los resultados de procesos electorales y regímenes democráticos”, aseguraba.
Asimismo, Gómez de Castró afirmó que “la guerra está entre las gentes” y que “el ciberespacio es un medio de difusión, pero también es ahora mismo uno de los campos de batalla más peligrosos”. Además, ratificó que “el ciberespacio y los ciberataques ponen en evidencia la fragilidad de algunos sistemas, pues dentro del concepto de amenaza híbrida, se incluye muchas realidades que son difíciles de afrontar”.
El siglo XXI originó un cambio de paradigma esencial: produjo una evolución entre la generación analógica y la generación digital. Pero es en esa comunicación digital en la que nos vemos envueltos en la actualidad, donde “los medios de comunicación tienen una responsabilidad esencial en lo que difunden”, aseveró Gómez de Castro; “hay medias verdades que pueden llevar a malinterpretaciones nocivas”.
Por ello, es importante comprobar las fuentes y ver quién está detrás de esa noticia: “la responsabilidad personal es la más importante defensa que tengamos para luchar contra la desinformación”. Frente a este panorama atestado de fake news y “propaganda”, la directora general de Política de Defensa aconsejó generar entre la sociedad una responsabilidad compartida y supranacional, sin olvidar que “nuestras debilidades pueden ser las fortalezas de los otros”.
La amenaza híbrida se intensifica en el ciberespacio
De acuerdo con la Alianza Atlántica (OTAN), una amenaza híbrida «es el modo de actuación caracterizado por el uso de amenazas de actividades, militares o paramilitares, convencionales y no convencionales, actos de sabotaje, coacción, desinformación y propaganda de acciones civiles de todo tipo para influenciar con un fin«. Pero hay que tener claro que las amenazas híbridas no tienen que ser puramente militares.
En 2005, Mattis y Hoffman describieron la Guerra Híbrida como la «acumulación de hechos que incorpora toda una serie de diferentes formas de hacer la guerra incluyendo medios convencionales, tácticos, informaciones irregulares, atentados terroristas con violencia y coacción indiscriminada y desorden criminal». Desde entonces, su aportación ha sido una de las más utilizadas para definir este concepto.
Estas conductas pueden alterar la estabilidad de los Estados y pueden tener diferente tipología, desde intercambio de información hasta la participación de fuerzas regulares y ciberataques. El caso Wannacry sería un claro ejemplo de amenaza híbrida. El virus WannaCry puso en evidencia la fragilidad de algunos sistemas al encriptar los archivos de más de 180 países exigiendo el pago de 300 dólares para que estos no fueran eliminados. Otros ejemplos serían los ciberataques cuya intención es perturbar el orden atacando infraestructuras críticas, como los sistemas sanitarios. Un caso reciente es el suceso ocurrido en mayo de 2017 en Reino Unido, donde 16 hospitales quedaron paralizados y cuya reactivación exigía también el pago de una cuantía dinero. O sin ir más lejos, en España se encuentra el reciente caso del sabotaje al servicio ferroviario entre Barcelona y Girona en respuesta a la sentencia del Tribunal Supremo con motivo del procés.
Lo cierto es que este mismo ciberespacio ha cambiado profundamente la emoción de poder, de quiénes lo ejercen y de quiénes son capaces de alterar la situación, la estabilidad de los países y de las sociedades. El aglutinamiento de la radicalización del terrorismo, la alteración de los resultados en un proceso electoral o el conflicto de convivencia en Cataluña son acciones que también pueden desestabilizar regímenes democráticos con una influencia directa. En respuesta a las ciberamenazas, Europa ha intensificado la lucha contra las amenazas híbridas y, por ello, la Comisión Europea y la OTAN inauguraron hace dos años el Centro de Excelencia (CoE) para las Amenazas Híbridas —con sede en Helsinki— con el objetivo de dar respuesta a los ciberataques y la propaganda en la Red usada para desestabilizar.