Guerra en el Congo: El papel del M23
Desde hace más de un año la República Democrática del Congo experimenta un recrudecimiento de los combates en el este del país, específicamente en la provincia de Kivu Norte, luego de que el grupo rebelde M23 iniciara una ofensiva en marzo del año 2022, sumiendo al país africano en una nueva jornada de tensiones internas e internacionales por el control de su territorio.
Este conflicto tiene sus raíces en la Segunda Guerra del Congo como consecuencia de diversas pugnas étnicas y políticas que involucran a diferentes personalidades de Ruanda y las etnias Hutu y Tutsi, siendo estas últimas dos de los seis grupos tribales más importantes de la zona, con una gran presencia en la región oriental del Congo.

El grupo armado conocido popularmente como M23 surge en el año 2012 como resultado de una rebelión de un sector de ex milicianos incorporados a las fuerzas armadas congoleñas tras la celebración de los Acuerdos de Paz del año 2009, en los cuales se anexiono al ejército a antiguos miembros del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (una organización paramilitar opositora al gobierno del Congo) a los cuerpos de seguridad del Estado.
El M23 ha demostrado tener un fuerte apoyo del gobierno de la República de Ruanda, no solo en su causa ideológica, la cual constituye su bandera principal de lucha ante la opinión pública, sino también en intereses particulares sobre el territorio congolés. La utilización de estos grupos por parte de Ruanda constituye una suerte de muro ante el avance y propagación de movimientos alternos que fueron, en su mayoría, responsables de las masacres étnicas durante el desarrollo de los ciclos de violencia de finales del siglo pasado.
Además, el aprovechamiento estratégico de la debilidad del ejército del Congo en las regiones del este por parte de estos grupos ha permitido la explotación ilegal de los recursos naturales de las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur.
Países europeos han manifestado su intención de colaborar en la preparación de diálogos de paz como rutas diplomáticas para la finalización del conflicto. Francia ha visto en este contexto una oportunidad para recuperar su peso en la región africana y ha puesto a disposición del Congo una serie de recursos para procurar un alto al fuego e intentar mantener su esfera de influencia en las antiguas colonias francoparlantes.
Sin embargo, durante la visita de Macron al presidente del Congo, Félix Tshisekedi, celebrada en marzo del año 2023, se observó la intención de la República del Congo de mantenerse al margen de las políticas francesas en el continente africano, queriendo desarrollar una especie de identidad propia desligada de intervenciones de Europa Occidental.
Esta postura pone sobre la mesa otras posibilidades para el futuro político del país. Como han dejado ver algunos reportes de inteligencia, se han detectado combatientes blancos en las filas del ejército regular del Congo, incrementando la sospecha de la introducción de mercenarios del Grupo Wagner en el conflicto regional a cambio de posibles favores entre Estados, trazando un nuevo acercamiento entre la República Democrática del Congo y la Federación Rusa.
La voluntad de desarrollar relaciones diplomáticas con países que no representen un pasado colonial ha permeado a toda África, especialmente en aquellos países a los que Francia (siendo este el país con mayor influjo político en los gobiernos de la zona) considera miembros de la “Françafrique”, dejando el juego libre para la consolidación de nuevos canales de colaboración entre países africanos y potencias Euroasiáticas.
Sin embargo, hasta este punto vale la pena preguntarse: ¿El acercamiento de nuevos países al Congo le permitirá salir del grave conflicto que vive en su territorio?

Está claro que las intenciones de Francia por cubrir una futura negociación entre fuerzas rebeldes y las Fuerzas Armadas Nacionales pueden resultar medianamente favorables para reducir, en una determinada instancia, la magnitud de la guerra, pero hasta la fecha ninguna medida pacífica ha logrado ser implementada de manera efectiva para procurar tan siquiera un alto al fuego, a lo que la RDC debe atender en igualdad de fuerza, volviendo comprensible la puesta en marcha de planes para la incorporación de ejércitos y fuerzas extranjeras a los combates (en muchos casos milicias paramilitares) para frenar el avance del M23, aunque esto represente una prolongación de la guerra en el Kivu Norte.
Además, como resultado de la crisis, un aproximado de 1,2 millones de habitantes de las proximidades de Goma han sido desplazados y albergados en refugios humanitarios financiados por organizaciones internacionales, las cuales, han manifestado la existencia de una preocupante situación sanitaria a la cual están expuestos los residentes del territorio del este; dimensionando la actual condición de la población oriental del Congo en una nueva esfera de vulnerabilidad que el Estado congolés es incapaz de cubrir.
¿Es posible que la RDC fije objetivos comunes con Ruanda para poner fin a la Guerra?
Considerando el apoyo que Ruanda proporciona al M23, por resultarles necesario en determinados aspectos de seguridad, especialmente en la contención de movimientos armados congoleses y en la protección de rutas de contrabando de recursos naturales en el territorio de la RDC, parece improbable que este país flexibilice o cese su financiamiento a la guerrilla.
Asimismo, las disputas étnicas cumplen un papel relevante en el desarrollo de la violencia entre habitantes fronterizos, cuyo arraigo en la memoria de quienes forman parte activa del conflicto hace incierta la posibilidad de encontrar una solución a la disputa.

A esto se le suman las próximas elecciones generales que se celebrarán el 20 de diciembre de este año en el Congo, donde se elegirá tanto al Presidente como a los nuevos miembros del Parlamento Nacional, seguido de otras seis elecciones en el año 2024 correspondientes al cuarto ciclo electoral previsto en la Constitución del año 2006. Este proceso puede modificar el rumbo del conflicto y de las relaciones exteriores del país, pudiendo aumentar o disminuir las causas y consecuencias de la guerra.
Por los cambios en la política exterior, manifestados en el rechazo a Europa Occidental y la presunta inmersión de mercenarios rusos, milicias locales y ejércitos extranjeros (Ejército de Kenia) en la región de Kivu Norte, el recrudecimiento de los combates en los territorios del este y el fracaso de los acuerdos de alto al fuego, la profunda crisis humanitaria y de refugiados que vive el Congo, un posible cambio en el gobierno como consecuencia de elecciones generales y el deterioro de las relaciones entre Ruanda y su país vecino, vuelven más tenue la posibilidad de encontrar una salida al conflicto por la zona oriental, haciendo creer que el desarrollo de la lucha sufrirá un estancamiento pudiendo derivar en el debilitamiento del Estado y en la profundización de la crisis humanitaria que vive la región.