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El ataque masivo sin precedentes de Hamás a territorio israelí cogió desprevenido al mundo entero. Ni siquiera el Mossad, uno de los servicios de inteligencia más efectivos del mundo, pudo anticipar la severidad del ataque y el gran despliegue de medios del grupo terrorista.

Unas 48h después de los ataques del primer día, el número de bajas ronda las 1.300 (800 israelíes y 500 palestinos). A esta cifra temprana se le suman un centenar de rehenes tomados por Hamás, miles de heridos y la destrucción de infraestructura civil tanto en Israel como en Gaza. Israel no ha vivido un acontecimiento de violencia y destrucción tan intenso desde 1948.

Este episodio sangriento del conflicto en Oriente Próximo acaba con una tendencia “relativamente positiva” en la normalización de las relaciones entre diferentes países árabes e Israel, rompiendo con varios años de progreso en las relaciones bilaterales de la región.

Asimismo, Tel Aviv ha aprovechado el ataque de Hamás para declarar la guerra a Gaza, con el objetivo de aumentar la asfixia al territorio Palestino y tomar de una vez por todas el territorio.

En tan solo unos días, la comunidad internacional ha sido testigo de un giro de trama radical e irreversible. No obstante y a pesar de la poca lógica aparente de los sucesos, una serie de dinámicas en la región durante los últimos meses pueden explicar la decisión repentina de Hamás.

Resultado de los bombardeos de Hamás en suelo israelí. Fuente: France24

El 3 de julio de 2023 a la una de la mañana, una serie de ataques con drones hacían temblar a la ciudad palestina de Jenin. Acababa de comenzar la operación “Home and Garden”, una intervención de las fuerzas armadas israelíes con el fin de eliminar una supuesta infraestructura terrorista en el campo de refugiados de Jenin.

Aproximadamente 2,000 soldados bloquearon las calles de la ciudad, ocuparon casas de ciudadanos inocentes y utilizaron bulldozers para abrirse paso a través de las estrechas calles de la ciudad del norte de Cisjordania. Unas trece personas fueron asesinadas tras los ataques, 100 heridas y más de 500 palestinos se vieron forzados a huir y dejar sus casas atrás.

Las operaciones antiterroristas en Cisjordania por parte del ejército israelí no son algo nuevo. El norte del “West Bank” lleva sufriendo en los últimos años algunos de los episodios más crueles no solo en materia de operaciones militares, sino también en lo que respecta a desahucios, ocupaciones de viviendas y destrucción total o parcial de pueblos palestinos para facilitar la entrada de colonos israelíes.

No obstante, hacía tiempo que no se veía un despliegue tan grande en la región, lo que dejó a muchos preguntándose si esto era la antesala de un recrudecimiento de las acciones militares de Israel en la zona para potenciar la colonización y desmantelar las diferentes facciones de grupos terroristas que se ubican en ella.

La incursión israelí en Jenín el pasado julio devastó a la localidad norteña. Fuente: Al Jazeera

El recrudecimiento de las incursiones israelíes en el norte de Cisjordania, región que hasta ahora se escapaba del control de las tropas de Tel Aviv, ha ido ejerciendo presión sobre las diferentes milicias palestinas, que se han visto forzadas a actuar antes de perder más territorio.

“Ahora no es buen momento para visitar Jenin y Nablus, el clima de tensión es enorme y nadie se fía de los extranjeros, vengan de donde vengan. Los ataques de Israel están asfixiando a las comunidades palestinas en el norte”, me explicaba un joven palestino en la frontera jordana a principios de agosto.

Lo cierto es que a pesar de la ausencia de batallas armadas a gran escala entre ambos bandos, las tensiones en lugares como Jerusalén seguían siendo tan altas como siempre. A pesar de ser una zona “de iure” compartida por Israel y Palestina, en la antigua Jerusalén múltiples banderas con la estrella de David recuerdan a las comunidades musulmanas que viven bajo ocupación.

A su vez, las tropas israelíes que vigilan a dichas comunidades se abren paso entre los turistas formando una simbiosis distópica. Dichas tropas controlan de cerca la salida del rezo de los viernes por las antiguas puertas de la ciudad y se personan hasta en los funerales, invadiendo cada aspecto de la vida palestina.

Salida de la Esplanada de las Mezquitas de cientos de fieles. Las puertas de la ciudad antigua están vigiladas por un grupo de militares israelíes (al fondo). Fuente: Manuel Campos

La convivencia entre ambos grupos no ha mejorado en los últimos años; con el foco mediático en Ucrania, la comunidad internacional no estaba al tanto del deterioro de las dinámicas en la región y la crispación en Palestina fruto de las incursiones de Israel. “En Hebrón ya no queda nada, los israelíes disparan a las cisternas de agua como pasatiempo, dejando a pueblos enteros sin agua”, me confesaba un palestino en Amán que prefiere mantenerse en el anonimato.

La desesperación por la vulnerable situación del último bastión de Palestina en Cisjordania ha provocado un aumento de las tensiones entre las diferentes facciones palestinas; no solo en “casa”, sino también en el extranjero.

De Nablus a campos de refugiados en Líbano, en los últimos meses los enfrentamientos por el poder en las comunidades palestinas se han intensificado fruto de la desesperación y la gran competición en la escena política.

El 30 de julio, el intento de asesinato de un miembro de Fatah en el campo de refugiados más grande de Líbano desencadenó una serie de enfrentamientos entre los grupos que pretendían liderar el asentamiento y ser la voz política de los refugiados. Dicho conflicto se volvió a reactivar en septiembre, dejando decenas de muertos.

Ain-Hilweh, el campo de refugiados más grande de Líbano. Fuente: Manuel Campos

Hamás, en Gaza, llevaba meses al tanto de la situación en el resto de Palestina. Las malas noticias que venían desde Cisjordania y la alta competición interna empujaban al grupo a tomar la iniciativa en nombre de Palestina.

Pronto, los líderes del grupo terrorista llegaron a la conclusión de que un golpe sobre la mesa en forma de una ofensiva sin precedentes podría reencaminar la lucha palestina bajo su liderazgo y alzarles como la cara visible del país ante la inacción del PLO.

El golpe de Hamás ha sido una proclamación de intenciones y un intento de avivar la lucha contra Israel, que en los últimos años se había apagado fruto de las tensiones internas.

Ramallah, sede de la Organización para la Liberación de Palestina (PLO). Fuente: Manuel Campos

No obstante, existen más motivos por los que el ataque ha sucedido ahora y de una forma tan brutal. Fuentes del Wall Street Journal apuntan a que Irán mantuvo una reunión con altos cargos de Hamás y Hezbollah en Beirut con el objetivo de planificar el ataque.

Precisamente, hace unos meses la comunidad internacional se preguntaba por qué Irán había accedido a restablecer relaciones diplomáticas con Arabia Saudí. Tras el ataque de Hamás bajo dirección iraní, las dudas comienzan a despejarse; Teherán podría haber intentado cerrar un frente (Riad) para centrar sus recursos en combatir uno solo: Israel. Haciendo las paces con Arabia Saudí y acercando al país árabe a su lado, Irán podría ser más efectivo en su eterna oposición a la existencia del estado de Israel.

Este argumento tiene más sentido si se analiza la reacción de varios países árabes a los sucesos del 7 de octubre. A pesar de los rumores de un posible establecimiento de relaciones diplomáticas y el reconocimiento de Israel por parte de Arabia Saudí, la reacción de Riad al ataque de Hamás consistió en culpar a Tel Aviv de haber provocado el ataque con su largo asedio de Gaza. Michael Stephens, miembro del Foreign Policy Research Institute confesó a Financial Times que “los países del Golfo han apoyado a los palestinos más de lo que se había anticipado”.

Mientras que Egipto o Emiratos Árabes Unidos han adoptado una postura más diplomática tras lo sucedido, Arabia Saudí ha sorprendido al mundo con su repentino “portazo diplomático” a Israel. Estados Unidos sale perjudicado de este nuevo escenario, ya que esperaba con ansia el reconocimiento de Israel por parte de Riad con el objetivo de establecer una triple alianza y tener de su lado a dos de las potencias militares más importantes de Oriente Medio.

Estados Unidos ha jugado un rol clave en el acercamiento entre Israel y Arabia Saudí. Fuente: The Times of Israel

Por último (y como casi siempre) la cuestión ucraniana podría estar detrás de la ofensiva de Hamás. Junto a Irán, el Kremlin es uno de los principales patrocinadores del grupo terrorista y su relación ha sido cercana durante los últimos años.

La invasión de Ucrania y el consecuente aislamiento internacional de Rusia ha forzado a Putin a reforzar sus alianzas con “las ovejas negras” de la esfera internacional, siendo Irán su nuevo socio de preferencia. Los intereses de Teherán hoy en día son parecidos a los de Moscú, de ahí el apoyo conjunto a Hamás.

Lavrov le da la mano a Ismail Haniyeh, el líder de Hamás. Fuente: Ukrainian World Congress

A Rusia le interesa que la cuestión ucraniana pierda peso mediático y que éste sea absorbido por otro asunto. Extendiendo el conflicto en Ucrania, Rusia provoca que el interés internacional mengüe, que la ocupación se legitimice y que el apoyo económico a Kyiv disminuya en detrimento de otros asuntos que necesiten de financiamiento por motivos similares.

Occidente, en concreto Estados Unidos, es uno de los mayores patrocinadores de la defensa israelí. Teniendo esto en cuenta, el inicio de un nuevo conflicto de gran calibre en Oriente Medio atraparía la atención de Washington, posiblemente aumentando el apoyo militar del que hasta ahora se estaba beneficiando Ucrania.

Además, un conflicto prolongado en Israel y/o una catástrofe humanitaria en Gaza desestabilizaría a la Unión Europea por las olas masivas de refugiados que provocaría y tendría un gran costo político para la Unión al tener que destinar enormes cantidades de recursos para lidiar con la crisis, dejando a Ucrania en segundo plano y haciendo a la UE más vulnerable.

En definitiva, un Hamás fuerte conviene a los objetivos del Kremlin, aunque no quiere decir que Rusia haya sido el único proveedor del poderío armamentístico que el grupo terrorista ha mostrado en el ataque: Irán, Argelia, Siria…muchos países simpatizantes podrían estar detrás de la potenciación de Hamás.

Putin en una reunión con el Ayatollah. Fuente: Reuters

Como ha quedado plasmado, los motivos de la escalada en Oriente Próximo son varios y no se debe caer en el error de culpar a un factor como el desencadenante absoluto. La delicada situación regional, unida a un contexto global cada vez más polarizado, se ha convertido en una tormenta inesperada cargada de politización, miseria y muerte.

La evolución de la situación en los próximos días será clave para el futuro de Israel/Palestina, así como para las dinámicas en Oriente Medio y la estabilidad geopolítica mundial.

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