Guía para entender el conflicto mapuche en Chile, Capítulo III, Parte 1/3
Por Diego Duarte Valdivia
Capítulo I: comprendiendo el origen de las demandas y reseña histórica 1/2
Capítulo I: comprendiendo el origen de las demandas y reseña histórica 2/2
Capitulo II: La arista económica
Capitulo III: Las víctimas de la violencia en La Araucanía 1/3
Introducción
Como explicábamos en los capítulos anteriores, el conflicto mapuche lleva décadas atormentando el sur de Chile y tiene antecedentes históricos que se remontan al origen mismo de la República Chilena. Actualmente, las comunidades indígenas al sur de Chile se enfrentan con empresas agrícolas que explotan las tierras que consideran ancestrales, y al estado chileno que no ha sido capaz de garantizar la coexistencia pacífica de los habitantes del sur del país.[1]
Municipios han sido destruidos, maquinarias han sido quemadas, terrenos han sido tomados, personas han sido asesinadas, inocentes encarcelados y culpables dejados en libertad. Son algunos de los hechos de violencia que han ocurrido por décadas en el sur del país latinoamericano.

En este capítulo intentaremos entender, de forma global y general, los acontecimientos de violencia más relevantes que han ocurrido en la región de La Araucanía y que se consagraron como los “hitos”en la historia del conflicto.
Evolución de la intensidad del conflicto
En 2015, un grupo de economistas de las más prestigiosas universidades de Chile, fundan el Instituto para la Investigación de Imperfecciones de Mercado y Políticas Públicas (MIPP)[2].
Fue durante el año 2019 que publican un artículo en el que intentan explicar la evolución del conflicto Mapuche, de forma cuantitativa a través de la unidad MACEDA.
De acuerdo a la definición entregada por el MIPP: “La unidad básica de MACEDA es un “evento de conflicto”. Estos episodios se definen como acciones específicas que ocurren en un lugar y fecha específicos, y que son propios de un conflicto de autodeterminación: acciones violentas y no-violentas perpetradas por grupos no relacionados con el Estado, y acciones de coerción estatal. Los eventos incluidos en la base son aquellos donde los actores y/o sus motivaciones están relacionados con el conflicto entre los mapuches y el estado chileno”.[3]

La codificación de un evento en MACEDA tiene cinco elementos:
1. Identificación (fecha y localización).
2. Tipo de evento.
3. Actores (tipo de actor, nombre y número).
4. Información adicional (descripción del evento, heridos, arrestados).
5. Descripción de las fuentes.
Los eventos son clasificados en seis diferentes tipos:
1. Ataque.
2. Protesta.
3. Coerción.
4. Ocupación.
5. Amenaza.
6. Bloqueo (En el estudio elaborado por el MIPP se omiten los eventos de amenaza y los eventos de bloqueo se consideran como de protesta).
Las fuentes que utilizaron fueron muestras de prensa escrita que se compusieron por el diario EL MERCURIO y prensa alternativa. El periódico EL MERCURIO es un diario de gran influencia nacional, pero que los autores reconocieron que tiene sesgos editoriales con respecto al conflicto mapuche, por lo que complementaron con recopilación de otros medios (El Ciudadano, Radio Bio Bio, etc).
En la figura 1, se observa el número total de eventos anuales (en negro) y el total de eventos trimestrales anualizados (en rojo). Las líneas verticales corresponden a los ciclos contenciosos.

En la figura 2, se indica el número de eventos anuales en cada una de las categorías principales de MACEDA: Ataque, Protesta, Ocupación y Coerción.

Los autores identificaron cinco ciclos del conflicto, desde el año 1990 en adelante. La descripción de estos ciclos, de acuerdo a los mismos autores, son los siguientes:
· Ciclo I: 1990-1997
El conflicto reciente entre pueblo mapuche y el estado chileno se inicia con el regreso de la democracia en 1990. El primer ciclo de esta etapa es de protesta social, con una baja intensidad de eventos – 20 por año – con respecto a los ciclos posteriores. La presencia de ataques en este período es casi nula, siendo la mayoría de ellos la colocación de artefactos explosivos por parte de grupos que no eran parte de las comunidades mapuche (Ejército Guerrillero del Pueblo, Mapu Lautaro). Las protestas y ocupaciones de tierras, por el contrario, constituyen dos tercios de los eventos. El momento de mayor intensidad de este ciclo de protesta ocurre en junio y julio de 1992, meses en que se reportan 30 eventos de ocupaciones y desalojos de tierra.
La reacción estatal incluye, por una parte, reformas institucionales y políticas asistencialistas y, por otra, represión frente a los eventos de protesta. Los datos de coerción que muestra la figura 2 parecen ser pocos, pero ciertamente algunos de ellos involucran a muchas personas y, por tanto, su magnitud no puede ser comparada directamente con los actos de violencia y protesta mapuche. Por ejemplo, las ocupaciones simbólicas de 1992 son respondidas con el desalojo y detención de los comuneros involucrados y la posterior condena de 144 mapuches acusados de delitos comunes. MACEDA reporta esta acción como tres eventos que corresponden al arresto, formalización y sentencia de los comuneros durante 1993 y 1994.
El principal actor mapuche de este ciclo es el Consejo de Todas las Tierras (CTT). La mitad de los eventos reportados donde hay actores mapuches identificables corresponden a este grupo, siendo éstos, principalmente, episodios de ocupación de tierras. Es este grupo, asimismo, sobre el cual se concentran los actos de coerción estatal (desalojos, arrestos y condenas judiciales).

· Ciclo II: 1998-2002
El 1 de diciembre de 1997, comuneros mapuches queman tres camiones en Lumaco. Se trata de un punto de inflexión del conflicto, el cual pasa de la protesta a la violencia política.
La transición entre la vía institucional y las estrategias de protesta y violencia es uno de los problemas más interesantes de la nueva literatura en conflictos de autodeterminación. El ciclo anterior mostró el fracaso de la protesta indígena como mecanismo de inclusión política.
Por una parte, las instituciones creadas para mediar en el conflicto fueron deslegitimadas por el propio estado (caso Ralco). Por otra, la penetración de la economía extractivista en territorio indígena se mantuvo inalterada, como lo ilustra la prórroga a la Ley de Fomento Forestal en 1997. En síntesis, un lustro de protesta social no había generado ningún beneficio para el movimiento mapuche. El paso a la violencia política parece ser una estrategia racional en este contexto.
El ciclo que se inicia luego de Lumaco es efectivamente el primero que muestra altos niveles de conflictividad y violencia. El número total de eventos crece a más de 140 por año. Pero más importante, al repertorio de estrategias del movimiento ahora se suma la acción directa. Los ataques crecen diez veces y, en particular, los ataques incendiarios pasan a ser los episodios más frecuentes, siendo casi un centenar en todo este período.

Como organización, la CTT mantiene un alto nivel de actividad (diez eventos por año), pero la recientemente constituida Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco (CAM), pasa a liderar el número de acciones (catorce eventos por año). Mientras la CTT mantiene el liderazgo en cuanto a protestas y ocupaciones, la CAM encabeza las acciones de ataque. Esto es común con otras investigaciones sobre conflictos de autodeterminación, donde se muestra que las organizaciones diversifican sus tácticas, de modo que el paso a la violencia política requiere de la conformación de nuevas organizaciones.
La respuesta a este ciclo es nuevamente punitiva, y los eventos de coerción aumentan de manera proporcional al aumento de protestas y actos de violencia. La llegada de los gobiernos socialistas incrementará exponencialmente el uso de la represión como estrategia estatal. En este período, el gobierno comienza a usar la Ley Antiterrorista, cuerpo legal promulgado por la dictadura militar, para sancionar al movimiento mapuche.
A eso se suma un plan de inteligencia policial llamado “Operación Paciencia”, destinado a desarticular el movimiento. Como consecuencia de esta reacción estatal, el conflicto cobra su primera víctima directa en el comunero Alex Lemún, asesinado a fines de este ciclo por fuerzas de carabineros. Esta escalada represiva, junto a una política asistencialista en territorios en conflicto (Programa Orígenes), hace disminuir los eventos de conflicto a partir del año 2002.
· Ciclo III: 2003-2007
Luego del aumento de la coerción estatal por la nueva administración, el ciclo que se inicia el año 2003 se caracteriza por un reforzamiento de la represión policial y legal. Esto con el objetivo de desarticular a la CAM y detener el movimiento mapuche. El estado mantiene su estrategia punitiva y condena a los mapuches que habían sido procesados por terrorismo en el período anterior (casos Lonkos y Poluco Pidenco). Al concluir el gobierno de Lagos, había un mapuche muerto y cinco procesos por delitos terroristas con 16 militantes de la causa mapuche en prisión. El nuevo gobierno de la también socialista Michelle Bachelet reactivará el diálogo político el 2006 pero mantendrá un nivel similar de episodios anuales de coerción.

La ofensiva estatal dio como resultado una disminución en el número total de eventos, los que pasan a menos de 60 al año en este ciclo. En cuanto a su distribución, por primera vez, los ataques violentos son la estrategia preferida por el movimiento mapuche, a la vez que disminuyen los hechos de protesta y ocupación. El hecho que se acentúen los actos de violencia, cuyos ejecutores son difíciles de rastrear, es una estrategia natural en un escenario de alta coerción estatal.
En cuanto a los actores mapuche, se mantiene la presencia tanto de la CAM como de la CTT, pero el número de eventos en que estas organizaciones se ven involucradas disminuye a seis y cuatro por año, respectivamente. La CAM pasa a la clandestinidad; el año 2005, la organización tiene a trece miembros en prisión y diecisiete en la clandestinidad. En general, el movimiento se empieza a fragmentar.
· Ciclo IV: 2008-2010
El cuarto ciclo muestra características similares al ciclo anterior, con la diferencia de que el proceso de desmovilización mapuche se revierte y nuevamente hay un aumento de los eventos de conflicto. El total de eventos vuelve a elevarse, alcanzando 150 por año. La distribución de estos eventos, sin embargo, continúa el patrón del período anterior. Se mantiene la preminencia de los ataques como estrategia de confrontación, seguido de la protesta y, en último término, las ocupaciones de tierra.
El estado, a su vez, también mantiene un alto nivel de coerción. El inicio de este ciclo está marcado por el asesinato Matías Catrileo, estudiante universitario y militante de la CAM, en Vilcún, el 3 de enero del 2008. A este asesinato le sigue el de un segundo mapuche, miembro de la recién creada Alianza Territorial Mapuche, el comunero Jaime Mendoza Collío, en Ercilla, el 12 de agosto del año 2009. Ambas muertes fueron perpetradas por carabineros.

Los datos de MACEDA, de hecho, muestran que el primer gobierno de Michelle Bachelet fue la administración más represiva de todo el período de análisis. En cuanto a hechos de coerción, estos son del orden de 40 al año entre 2006 y 2010, duplicando el de cualquier otro período presidencial.
Dado que estos hechos son una reacción al aumento de la violencia mapuche, un mejor índice de represión es el cociente entre coerción y ataques. Usando esta medición, también el primer gobierno de Bachelet destaca sobre las otras administraciones en el uso de acciones de la coerción estatal. Los mismos datos indican que el gobierno de Ricardo Lagos fue el segundo más represivo en todo el período analizado.
La CAM, a pesar de estar severamente dañada, muestra un alto nivel de modularidad y resiliencia. La creación de los Órganos de Resistencia Territorial (ORT), brazo armado de la militancia, eleva el número de eventos en casi una veintena por año, el más alto de todo el conflicto. Algunos de esos eventos son de coerción, con el 80% de la CAM en prisión hacia el año 2009.
La CTT, por el contrario, desaparece como organización y no tendrá más eventos reportados en MACEDA. Adicionalmente se nota que el conflicto se vuelve más inorgánico. El total de eventos que son perpetrados por encapuchados no asociados a organizaciones y grupos no identificables, que estaba bajo el 20% en los ciclos anteriores, aumenta a un 30%. Esta tendencia se acrecentará en el ciclo siguiente.

· Ciclo V: 2011-2016
El último ciclo exhibe una evidente radicalización del conflicto. Los eventos vuelven a elevarse sobre los 150 al año. Sin embargo, la diferencia radical respecto a ciclos anteriores está en la distribución de estos eventos. En todos los períodos previos, el aumento o disminución de eventos de conflicto iniciados por los mapuches – ataques, protesta y ocupaciones – habían sido en la misma dirección. Pero luego del 2011, esta congruencia desaparece. Los ataques se duplican mientras que los eventos de protesta y ocupación se reducen a la mitad. Es decir, la vía rupturista o violenta se constituye como la estrategia principal del movimiento, al mismo tiempo que se deslegitima la vía más política asociada a la protesta.
Producto de esta radicalización se producen las primeras dos muertes de personas no mapuche. El 2 de abril del 2012, el sargento de carabineros Hugo Albornoz es asesinado de un disparo durante un allanamiento en Ercilla; el 4 de enero del 2013, el matrimonio Luchsinger-Mackay muere por causa de un ataque incendiario en su residencia, en la comuna de Vilcún. Adicionalmente, en este mismo ciclo mueren otros comuneros mapuche producto de disparos de desconocidos o atropellos.
Respecto a las causas de esta radicalización del conflicto, el primer hecho que observamos es que 2011 es un año de intensas movilizaciones y conflicto social en Chile. Pero si bien el estado de ánimo nacional pudo contagiar el movimiento mapuche en el corto plazo, es difícil que propiciara un cambio de tendencia a medio plazo. Una explicación más plausible, que algunos estudiosos han esbozado al nivel de hipótesis, es que la desarticulación de la CAM fragmentó orgánicamente el movimiento, permitiendo la emergencia de nuevos grupos.
Un argumento similar ha sido usado para explicar el aumento de la violencia en países como México, donde los grandes carteles mantenían la estabilidad interna y su desbarajuste por parte de la coerción estatal fue lo que generó que la violencia se expandiera y se generalizará dentro de grupos menores e inorgánicos. Sin embargo, esta comparación no debe extremarse, dado que los movimientos indígenas tienen la especificidad de que sus unidades básicas son familias o comunidades y, por lo tanto, cualquier fragmentación es a su vez un repliegue hacia estas unidades básicas.

Los eventos de coerción son menores en términos anuales que en el período anterior. El gobierno del derechista Sebastián Piñera inicia en el 2010 una actitud más dialogante con los mapuches, negociando con los comuneros en huelga de hambre. No obstante, la radicalización del conflicto da un giro represivo a su gobierno, y se vuelve a la estrategia de coerción y al uso de legislación especial para enfrentar el problema indígena.
En cuanto a los actores, este período mantiene a la CAM como un actor relevante, pero simultáneamente operan nuevos grupos organizados y no organizados. Entre los primeros, destaca Weichan Auka Mapu (WAM) una organización que se escinde de la CAM el año 2011 y que, con 9 acciones anuales frente a las 8 de la CAM, se constituye como el grupo más beligerante en este período del conflicto. Adicionalmente, la contienda aumenta su carácter inorgánico. Del total de eventos, cerca de la mitad se corresponden con encapuchados fuera de las organizaciones y a actores no identificados. El aumento de armas – ya sean armas de fuego o artefactos explosivos – también es notable. Excluyendo los actos de coerción, los eventos donde se reportan armas pasan del 40% al 60% en esta etapa.
El extendido uso de armas de fuego en este ciclo final nos sirve para resumir la radicalización que ha exhibido en el conflicto luego de dos décadas. A comienzos de la década de 1990, sólo dos eventos anuales reportaban la presencia de armas. A fines de todo el período, 75 eventos anuales reportan el uso de armas de fuego u objetos incendiarios. En síntesis, el conflicto mapuche con el estado chileno exhibe en el largo plazo una pérdida de legitimidad de la protesta y una diversificación de los repertorios de acción, incluyendo una opción creciente por la violencia política como estrategia de confrontación.
Continuará a lo largo de esta semana...
[1] https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/la-violencia-rebrota-en-el-sur-de-chile-por-el-conflicto-mapuche/
[2] http://mipp.cl/es/mipp-instituto-millenium/
[3] https://www.mipp.cl/miradas/2019/10/02/conflicto-mapuche-estado-chileno-una-descripcion-cuantitativa-a-partir-de-maceda/