Hungría: El momento decisivo
El próximo 3 de abril se celebran elecciones parlamentarias en Hungría y esta vez pueden cambiar por completo el rumbo del país y su relación con la Unión Europea. Por primera vez en 12 años, desde que Viktor Orbán llegó al poder, las elecciones serán competitivas, ya que la oposición se presenta unida bajo el liderazgo de Peter Marki-Zay y las encuestas pronostican un escenario muy igualado.
El declive democrático húngaro y el conflicto con la UE por el respeto al Estado de Derecho podrían resolverse en caso de derrota de Orbán además de aislar al otro estado miembro con el que la UE mantiene conflictos, Polonia, lo que podría provocar el impulso definitivo a la aplicación del Artículo 7 que podría dejar a Polonia incluso sin derecho a voto en el consejo. Por todas estas razones las próximas elecciones húngaras suponen un momento decisivo para Hungría y para Europa.

El candidato
Cuando la oposición anunció que se presentaría unida y su candidato sería elegido para un proceso de primarias pronto surgieron tres nombres como claros favoritos para batirse electoralmente con Orbán: la socialdemócrata Klara Dobrev, el alcalde verde de Budapest Gergely Karácsony y el conservador Peter Marki-Zay. La impopularidad de Dobrev debido a la mala experiencia que supuso el mandato presidencial de su marido Ferenc Gyurcsány acabó con sus opciones y finalmente los otros dos candidatos llegaron a un acuerdo, si alguno de los dos llegaba a la fase final de las primarias contra Dobrev el otro se retiraría y le apoyaría para asegurar la nominación. Finalmente el que se retiró fue Karácsony dándole la candidatura presidencial a Marki-Zay.

A pesar de que Karácsony es mucho más popular que Maki-Zay esta decisión tiene sentido atendiendo al contexto electoral y político húngaro. En primer lugar, el electorado de Karácsony se concentra principalmente en Budapest y los grandes núcleos urbanos, el típico electorado antiorbanista que apoyaría a cualquier candidato que no fuera Orbán, además su perfil, vinculado a un nuevo progresismo verde, podría alienar al electorado decisivo de las provincias que quizá llegaría a plantearse votar un candidato que no fuera Orbán, pero no ir tan lejos como para votar a un candidato claramente progresista.
Así, presentando a Marki-Zay garantizas que se consiga el voto antiorbanista, además de que el escenario competitivo que reflejan las encuestas puede servir como movilizador para aquellos que vean con más reticencias al candidato opositor y, por último, al ser un candidato conservador y pro mercado puede presentar batalla en aquellas partes del electorado más moderado de Orbán, lo que podría ser decisivo de cara a arrebatarle el cargo al Fidesz.
Para ello, Marki-Zay está planteando una campaña centrada sobre todo en la corrupción, algo que puede ser bastante efectivo teniendo en cuenta la corrupción sin disimulos de la que hace gala Orbán. Al fin y al cabo, a nadie le gusta que su dinero público vaya a parar a los bolsillos del mejor amigo del presidente y Marki-Zay tiene ahí su punto central en la campaña, no es tanto una batalla ideológica como una cuestión de anticorrupción, hay que acabar con el gobierno corrupto de Orbán.
Otro punto clave de su campaña está siendo la política internacional, a pesar del poco atractivo que tienen los asuntos internacionales para el electorado en general, en esta campaña la dimensión internacional estará muy presente. En primer lugar, las relaciones con la UE, la Comisión Europea aún no ha aprobado el plan de recuperación húngaro al no cumplir las condiciones respecto al estado de derecho, dejando al país sin 7.000 millones de euros, asunto que se encuentra actualmente paralizado a falta de la resolución del TJUE tras el recurso que presentaron, precisamente, Polonia y Hungría.
El asunto se decidirá este mismo mes y dará la razón a la UE, ratificando así el mecanismo que podría dejar sin fondos de los presupuestos europeos a los países que no respeten los valores comunitarios por lo que las pérdidas económicas para Hungría no han hecho más que empezar. El candidato opositor es marcadamente pro europeo y una de sus principales promesas es frenar la deriva autoritaria de Orbán y reestablecer las buenas relaciones con la UE, en otras palabras, la oposición húngara se presenta a las elecciones con 7.000 millones de euros bajo el brazo y con la esperanza de restaurar la reputación de Hungría.

Continuando con la dimensión internacional, China también está presente en esta campaña y eso tampoco beneficia a Orbán. Las buenas relaciones cultivadas entre Pekín y Budapest que han convertido a Orbán en el mayor aliado del Partido Comunista Chino en la UE han sido objeto de controversia, especialmente por la corrupción ligada a los proyectos de inversión chinos, la condicionalidad política de los mismos que ha provocado que Hungría bloquee resoluciones contra China y la construcción del campus de una universidad privada china en Budapest.
El megalómano proyecto contó rápidamente con la oposición del alcalde y la población de Budapest y sirvió para poner el foco en las relaciones con China en su conjunto. La población húngara no ve favorablemente a China, pero cuando la cercanía entre ambos países pasaba por debajo del radar no generaba tensiones, sin embargo, cuando el tema ha salido al debate público se ha puesto en peligro la política exterior pro China de Orbán. De hecho, el gobierno ya ha dado marcha atrás con su apoyo público al Gigante Asiático y se celebrará un referéndum sobre la construcción del campus chino en Budapest, cuyo resultado el gobierno ha prometido aceptar y respetar.
Sospechas de Fraude
Estas elecciones decisivas están ensombrecidas por las grandes sospechas de fraude que existen. Son las primeras elecciones en 12 años en las que Orbán puede realmente perder el poder y, teniendo en cuenta su poca querencia por las normas democráticas, se sospecha que pueda tratar de amañar el resultado en su favor. De hecho ya existe un precedente, en las elecciones de 2018 Orbán se impuso por más de 30 puntos de diferencia y se reportaron casos de fraude masivo que favorecían al Fidesz. Todo ello en unas elecciones que, a priori, hubiera ganado con diferencia igualmente, la expectativa es que intente una maniobra similar en un escenario competitivo como el que se le presenta.

Tanta es la desconfianza sobre el proceso el electoral que un grupo multipartidista del Parlamento Europeo ha pedido que se lleve a Hungría una misión electoral completa para comprobar la limpieza de las elecciones. Normalmente en Europa, en países que se entienden como democráticos, se envía una misión parcial que revise el funcionamiento general ya que se piensa que las posibilidades de fraude son muy reducidas, enviar una misión electoral completa a Hungría refleja el nivel máximo de desconfianza que despierta Orbán en círculos europeos.
Queda aproximadamente un mes para la elección general más importante de la UE en los últimos años y, es que, a buen seguro, el resultado cambiará el escenario europeo. El choque frontal entre la UE y Orbán continuará escalando en caso de victoria limpia, si se produce su victoria por medio de un amaño generará una situación absolutamente inaceptable y si gana la oposición se desactivará el conflicto y la UE se librará de esta manera de su mayor oveja negra.
Ganar a Orbán será extraordinariamente difícil pero la oposición ha dado los pasos adecuados y están en el camino de conseguirlo. Por lo pronto han logrado algo que no veíamos desde más de una década: en estas elecciones sí hay partido.