IDLIB: LA GRAN APUESTA POR EL PEQUEÑO TROFEO
En los últimos días la campaña de Assad para recuperar Idlib está teniendo por protagonistas a Rusia y Turquía, quienes se han enzarzado en una peligrosa espiral de enfrentamientos y cruce de líneas rojas que podrían descontrolarse.
El idilio ha terminado tan pronto como un amor de verano, y de la peor manera. El acercamiento de Ankara a Moscú se ha vuelto contra Erdogan.

Todo comenzó cuando en en Navidad las fuerzas sirias leales a Damasco lanzaron su gran campaña contra la provincia de Idlib.
Idlib es el último gran bastión rebelde en Siria, y donde la guerra civil comenzó una década antes. Además es un territorio superpoblado por los desplazados de la guerra y los evacuados de otros asedios rebeldes que habían negociado su rendición ante Assad.

Los rebeldes han tenido 3 años para fortificar Idlib desde que Alepo fuera tomada a finales de 2016 por Assad, así que la campaña sería dura, pero lo más importante es que el gigante turco había desplegado a sus tropas en la provincia.
En concreto habían construido una red de puestos de observación a lo largo del limes con las tropas de Damasco. Dichos puestos no eran una fuerza militar pensada para combatir, sino simplemente para disuadir a Assad de atacar.
Si Assad quería avanzar debería atacar los puestos y matar a soldados turcos, lo que provocaría una respuesta de Ankara mucho más dura, al menos esa era la idea para generar disuasión.
Además hasta hacía pocoa el Kremlin parecía haber estado encantado de ver como el gobierno de Erdogan se alejaba de la OTAN y hasta adquiría material ruso.
Pero la aparente buena relación entre otomanos y varegos era muy endeble y ambos eran conscientes de que un soplo acabaría con ella. En realidad fueron dos soplos llamados Libia e Idlib.

El aliado de Erdogan en Libia, el GNA, estaba siendo derrotado mientras que el LNA apoyado por Rusia incrementaba su presión. A la vez, la ofensiva de Assad para tomar Idlib estaba apoyada por Moscú.
Turquía confió en que la diplomacia podría ayudar a resolver ambas situaciones… Al fin y al cabo en el pasado se habían alcanzado acuerdos con Putin.
Pero esta vez la negativa rusa fue total: ni mediarían con el LNA y Haftar para alcanzar un alto el fuego, ni detendrían a Assad, más bien todo lo contrario.
En un contexto normal, la aviación expedicionaria de Rusia en Siria, que no supera las 40 aeronaves sería incapaz de enfrentarse a los más de 200 F-16 de Turquía, pero la política turca ha derribado a su propia fuerza aérea…
En efecto, las purgas tras el golpe de estado de julio de 2016 fueron brutales, y afectaron sobre todo a la fuerza aérea, expulsando a la práctica totalidad de los pilotos de combate, que tardan varios años en formarse.
A lo anterior se suma la tradicional desconfianza de los regímenes autoritarios hacia las ramas más «progresistas» de las Fuerzas Armadas y su preferencia por las fuerzas terrestres, así como las relaciones de Ankara con los suministradores de sus cazabombarderos.
De hecho, desde 2016 Ankara ha decidido confiar sus operaciones aéreas a sus drones de tipo MALE, que si bien adecuados para la vigilancia y ataque a objetivos en tierra son poco capaces de defenderse del ataque de los cazas o de la defensa aérea enemiga.
Volviendo a Idlib, cuando en Navidades Assad comenzó su ofensiva lo hizo de la manera acostumbrada: pocos avances y mucho ablandamiento.

Los drones, las unidades de inteligencia electrónica y los observadores en el frente transmitían información para que la artillería siria y la aviación rusa (VKS) y siria (SyAF) machacaran a los rebeldes.
Tras el ablandamiento y provocar oleadas de refugiados aterrorizados por la aviación, las Task Units compuestas por blindados y apoyados por fuerzas especiales rusas avanzaban, atraían al enemigo y solicitaban fuego de apoyo.
La cadena de muerte (kill chain) rusa y siria, así como su actuación conjunta han mejorado notablemente, lo que en parte ha sido gracias a meticulosos preparativos, con gran cantidad de munición y bombas guiadas, numerosas tropas experimentadas sirias, en especial de la 4ª División Acorazada, y a la creación en su momento del 5º Cuerpo de Asalto del Ejército Árabe Sirio.
Pero el momento de la verdad llegó hace un par de semanas cuando por primera vez los puestos turcos fueron atacados, lo que fue el símbolo de que la disuasión, de que las líneas rojas marcadas por Ankara estaban siendo sobrepasadas a cañonazos.
Al principio podía parecer una situación similar a la que había sucedido en anteriores ocasiones… Un accidente o una iniciativa de un oficial ardoroso que no se repetirían simplemente acudiendo a la vía diplomática. Los hechos pronto indicaron que ocurría algo nuevo.
Los puestos turcos fueron atacados o aislados a lo largo del frente, obligando a los turcos a abandonarlos y permitiendo a Assad avanzar impunemente.
No había grandes fuerzas en Idlib, los turcos quizás habían sobreestimado su efecto disuasorio o quizás habían asumido aquello de que «nada va a ocurrir». Sea como fuere, la respuesta turca fue lenta y manirrota, demostrando que este escenario bélico no se había previsto.
En favor de Turquía hay que admitir que cuando todo esto ha ocurrido no existían precedentes y que ha coincidido con la enorme operación para apoyar al GNA en Libia, lo que ha sustraido a los turcos tropas y materiales disponibles que estaban siendo desplegados en Misrata y Trípoli.

¿Y cuál fue la respuesta de los turcos?
Primero han empezado a enviar convoyes nocturnos de blindados y artillería a Idlib, sin embargo todo ha sido un jaleo de grupos de tareas que se han enviado a todo correr para ocupar posiciones tácticas en el frente,y ayudar a contener a Assad.
También han enviado a sus drones MALE, pero como ya dijimos, son poco adecuados para defenderse de los misiles antiaéreos, así que alguno ya ha sido derribado.
Entretanto, como nos lleva acostumbrando Damasco desde 2016, emplearon su estrategia de generar salientes en el frente, atacar en otros lugares y después realizar sorpresivamente un gancho para cercar al saliente.
Con esta táctica se han aproximado a Idlib City, la capital rebelde. La ruta más directa a esa ciudad es defendida por los rebeldes a cualquier precio, así que cuando estos centran ahí sus defensas, los sirios aprovechan para atacar los salientes norte o sur de Idlib.
Cada nuevo ataque contra un saliente se convierte en un zarpazo a Idlib, lo que obliga a los rebeldes a retirarse, si bien a cambio pueden concentrar más tropas por sector de frente.
Y hasta ahora todo han sido retrocesos hasta ayer día 27 de febrero, cuando el contraataque turco-rebelde ha logrado expulsar a las tropas sirias de Saraqib y de esa forma asegurar, por ahora, la supervivencia de Idlib City.
Mientras tanto, el número de tropas que Turquía ha podido desplegar en este espacio de tiempo es preocupantemente bajo, lo que probablemente indica una tasa de disponibilidad reducida.
Los rusos por su parte no se han refrenado, al contrario: su fuerza aérea ha matado a 29 soldados solo el día 27 de enero y no han tenido pudor en publicar vídeos de sus drones observando a la artillería turca.
A estas alturas los cañones turcos han demostrado ser el mejor arma contra Assad, cuyos soldados también están sufriendo bajas, asimismo los drones turcos están siendo empeñados en misiones de contrabatería, y ya han eliminado lanzacohetes y cañones sirios.
En el plano internacional, las peticiones turcas a sus (¿antiguos?) aliados no son más que un síntoma de desesperación, y una «bajada de pantalones» de la política exterior turca que es impensable en un contexto en el que Erdogan se sintiese fuerte.
En los últimos días el ministro de asuntos exteriores, Mevlüt Çavuşoğlu ha hecho un gran esfuerzo para que de cualquier forma, la OTAN, algún país de la UE o el propio EEUU intervengan en su favor, en particular desplegando una batería de misiles Patriot en Idlib.
Conviene recordar que sin una aviación de caza decente, ni medios de defensa aérea de medio o largo alcance, las tropas turcas en Idlib están como tortuga panza arriba ante la VKS y en menor medida ante la SyAF.

La noche del 27 de febrero Mevlüt ha contactado con el Secretario General de la OTAN, Stoltenberg a la par que su país declaraba que no contendría por más tiempo la ola de refugiados que se vería libre de ir hacia la Unión Europea.
Por su parte la oficina de prensa de la OTAN ha declarado que Stoltenberg condena las acciones rusas y sirias sobre Idlib.
Recordemos que según la ONU en los últimos meses hay un millón de nuevos desplazados y refugiados debido a la campaña de Idlib, así que Ankara como mínimo querrá «repartir gastos» con la UE.
Ahora bien ¿con que opciones cuenta Erdogan?
Inteligentemente, la diplomacia turca ha dado un giro de 180 grados para pedir a la OTAN y a EEUU que intervengan a su favor, ahora bien, el que esto vaya más allá de las palabras o las sanciones económicas es muy discutible. Años de jugar a dos bandas pasan factura.
De un lado, militarmente no debemos perder la perspectiva. Assad solo cuenta con el apoyo de una colección de milicias poco disciplinadas, con un núcleo reducido de tropas «profesionales», de otro lado la fuerza expedicionaria rusa en Siria es pequeña.
Los abastecimientos de Assad y los rusos en Siria dependen de lo que les envíen desde el Mar Negro, una ruta que Ankara puede cortar fácilmente, no mediante una operación puramente militar, sino mediante una opción que combine el derecho internacional, la marina, la defensa costera y los guardacostas.
Es decir, que si la cosa se pone fea, las tropas desplegadas en Siria se quedarían aisladas, y además la marina turca debería ser capaz de eliminar la presencia rusa en el Mediterráneo Oriental. De hecho ayer mismo los CN-235MPA han estado realizando misiones sobre esa zona.
Asimismo, mediante inversión de dinero y tiempo, activarían un número creciente de batallones, por lo que a largo plazo la posición de Moscú y de Assad en Siria peligraría.
Por último hay que decir que los centros neurálgicos de las operaciones rusas en Siria son la base aérea de Hmeimim y la base naval de Tartús, en ese orden, y que ambas son susceptibles de ser atacadas por los cohetes de largo alcance diseñados por la firma turca Roketsan.
Tampoco hay que descartar el papel que pueda jugar la Fuerza Aérea de Turquía.
Finalmente, Idlib no significa nada para Rusia, más allá de lo simbólico, mientras que Turquía se juega la disuasión ante Rusia y Siria en su puerta trasera, la seguridad de los territorios que conquistó en el norte de Siria, así como una nueva oleada de refugiados con centenares de miles de personas. Su importancia para Turquía es mucho mayor.
Así las cosas, lo más probable es que la situación desescale a partir de ahora, en especial debido a que más jornadas sangrientas como estas podrían empujar a los aliados occidentales a tomar nuevas medidas contra Rusia y Assad, y ciertamente Idlib no vale ese sacrificio para el Kremlin.