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La victoria arrolladora de Javier Milei en las elecciones primarias argentinas despierta interrogantes sobre el ascenso del “conservadurismo popular”.

La resonante victoria de Javier Milei en las elecciones primarias de Argentina el pasado 13 de agosto ha generado una serie de reacciones y percepciones tanto a nivel nacional como internacional, marcando un hito en el panorama político actual. Con un impresionante 30% de los votos, Milei superó tanto a los representantes del oficialismo como a la oposición de Juntos por el Cambio, lo que ha desatado un debate que trasciende las líneas partidistas y subraya las profundas tensiones presentes en la política contemporánea.

Los sentimientos encontrados entre los ciudadanos son evidentes. Por un lado, sus seguidores están imbuidos de un entusiasmo ferviente, considerando a Milei como el agente de cambio necesario para redimir a un país sumido en una crisis de décadas. No obstante, esta efervescencia coexiste con una preocupación latente en diversos sectores de la sociedad, alimentada por las propuestas radicales que el líder promueve.

Javier Milei celebrando su victoria el 13 de agosto de 2023.

Además, los efectos de esta victoria trascienden las fronteras nacionales, inquietando a gobiernos extranjeros como los de Estados Unidos y Brasil, que observan con preocupación el impacto de un posible presidente argentino de extrema derecha en la región.

En este contexto, el triunfo de Milei no puede reducirse simplemente a un resultado electoral; más bien, se perfila como un testimonio del ascenso del “conservadurismo popular”, una tendencia política que ha ido ganando terreno en varios países y que encuentra su base en el desencanto de la ciudadanía hacia las estructuras políticas tradicionales.

En su obra “La rebelión de las naciones. Crisis del liberalismo y auge del conservadurismo popular.” Francisco De Santibañes analiza este surgimiento y la crisis del liberalismo en diferentes países, incluyendo Argentina. El autor argumenta que el conservadurismo popular se ha convertido en un poderoso movimiento político en muchas naciones, como Brasil, China, India, Rusia y Estados Unidos, y cómo ha desafiado el contrato social que sustentaba a las sociedades liberales, poniendo en riesgo el orden internacional que se había establecido desde la caída del Muro de Berlín.

En las próximas líneas, exploraremos las características distintivas del conservadurismo popular según la mirada de De Santibañes y examinaremos los rasgos que definen a los líderes de este movimiento. A través de este análisis, buscamos arrojar luz sobre un fenómeno político que resuena en la Argentina contemporánea y más allá, delineando sus implicaciones y su trascendencia en el ámbito global.

El Conservadurismo Popular: Definición y Características

Santiago Abascal con Javier Milei durante la visita de este último a España.

El conservadurismo popular se caracteriza fundamentalmente por su marcada oposición a las élites gobernantes, a las que Milei denomina como “La Casta”. Argumentan que estas élites se han alejado de los valores y preocupaciones de la población común. Consideran que, en lugar de abordar los problemas económicos y las inquietudes cotidianas del ciudadano promedio, las clases dirigentes, educadas y acomodadas de la sociedad priorizan cuestiones que atañen a sus preferencias personales, o de pequeñas minorías, pero que no afectan a la mayoría de la población.

Además, estas élites son percibidas como promotoras de una agenda de marxismo cultural a nivel global, lo que lleva a considerarlas “globalistas” y más alineadas con sus contrapartes extranjeras que con sus compatriotas.

Otra característica destacada de este movimiento es su firme compromiso con la “Ley y el Orden”. Abogan por sanciones severas y consideran que el delito es una consecuencia de la falta de principios, en lugar de ser resultado de circunstancias socioeconómicas. La posesión libre de armas está ampliamente respaldada por muchos de los líderes de este movimiento, una posición compartida por figuras como Trump y Bolsonaro, y que también es promovida por Javier Milei.

El conservadurismo popular también se caracteriza por su apoyo a la democracia, aunque rechaza el liberalismo político. Para estos movimientos, la democracia implica que las poblaciones deben tener la capacidad de determinar su propio destino sin restricciones impuestas por élites u organismos supranacionales, de ahí su preocupación frente a agendas internacionales como la “Agenda 2030”.

Son “iliberales” en el sentido de que cuestionan tanto las instituciones liberales (Como pueden ser un Poder Judicial independiente o una prensa libre) como las normas no escritas relacionadas con el liberalismo político, lo que se traduce en un desafío a las normas de respeto mutuo y la paciencia institucional que caracterizan a las democracias liberales. En última instancia, rechazan el liberalismo tanto en términos institucionales como normativos.

Acusan a las élites actuales de no ser lo suficientemente democráticas y de obstaculizar la toma de decisiones por parte de los ciudadanos, a menudo mediante el accionar de tecnócratas o acuerdos legislativos que, según ellos, se llevan a cabo a espaldas del pueblo. Esto conduce a un desprecio por los intermediarios y los cuerpos legislativos, que perciben como lugares donde unos pocos miembros de la élite toman decisiones en su propio beneficio. Su solución es la promoción de líderes fuertes que puedan comunicarse directamente con la población.

En términos de comunicación, los conservadores populares han innovado utilizando ampliamente las redes sociales, argumentando que los medios tradicionales responden a los intereses de la élite y tratando de sortearlos para comunicarse directamente con la población.

Como se mencionó anteriormente, a nivel internacional, estos movimientos buscan preservar y fortalecer la autonomía de sus Estados, desconfiando de las instituciones y agendas internacionales que requieren restricciones a la soberanía nacional. Esto representa un desafío para la coordinación de esfuerzos internacionales en asuntos que requieren alta cooperación, como el terrorismo, el crimen internacional o el cambio climático.

En su opinión, la creciente homogeneización a nivel internacional y las responsabilidades asumidas por organismos multinacionales y supranacionales no solo han erosionado la soberanía nacional, sino que también han generado la sensación entre los ciudadanos de que su futuro ya no está bajo su control, considerando que el liberalismo progresista ha debilitado la democracia representativa.

Por último, los conservadores populares defienden enérgicamente el papel de las naciones y las religiones en la sociedad, oponiéndose a principios del liberalismo como el cosmopolitismo y los intentos de debilitar instituciones consideradas iliberales, como la familia, que consideran fundamentales para el bienestar social. A pesar de seguir la crítica tradicional del conservadurismo al liberalismo, se caracterizan por un tono más agresivo y menos moderado.

De esta manera, la promoción del retorno de la religión y la nación se ve como una solución al problema existencial percibido por el ser humano contemporáneo. La forma en que esto se manifiesta varía según el país, desde la influencia de las iglesias evangélicas en el gobierno de Estados Unidos de Trump, hasta las agrupaciones judías ortodoxas en el gobierno de Netanyahu, la Iglesia Ortodoxa en Rusia bajo Putin, y las agrupaciones musulmanas en Turquía bajo Erdogan, o el hinduismo en la India de Modi.

Asimismo, a pesar de las acusaciones de que este movimiento es fascista, es fundamental distinguirlo del fascismo. El conservadurismo no aboga por un Estado todopoderoso, sino que defiende la presencia de normas informales e instituciones, desde la familia hasta la religión y las entidades de la sociedad civil, para limitar el poder del Estado. En términos de política exterior, mientras el fascismo tiende a ser expansionista, el conservadurismo adopta una postura realista y aislacionista.

Este último decenio ha presenciado un notorio auge de líderes que pueden ser identificados como representantes del conservadurismo popular. El ejemplo más destacado de este grupo es el expresidente estadounidense Donald Trump. No obstante, existen numerosos ejemplos en todo el mundo, incluyendo a Vladimir Putin en Rusia, Viktor Orbán en Hungría, Giorgia Meloni en Italia, Narendra Modi en India y Jair Bolsonaro en Brasil, entre otros.

El primer ministro Viktor Orbán reafirma su voluntad de cooperar con el partido de oposición italiano Hermanos de Italia en una carta dirigida a la líder del partido Giorgia Meloni, 26 de febrero de 2021, un año antes de que Meloni formará gobierno en Italia.

La Política Define la Política

Uno de los aspectos cruciales que surgen al intentar catalogar este movimiento político es la confusión en torno a su visión económica.

Francisco De Santibañes, en su libro, aborda el aspecto económico de la mayoría de los líderes de estos movimientos, argumentando que tienden a ser más proteccionistas, buscando limitar la globalización y los mercados libres para fortalecer el sentido de comunidad entre los individuos. Sin embargo, es importante cuestionar esta perspectiva, ya que estos líderes suelen ser pragmáticos y su enfoque económico varía significativamente según el contexto de sus respectivos países.

En muchas naciones analizadas por el autor, como Trump en Estados Unidos, Putin en Rusia, Erdogan en Turquía, Meloni en Italia o Le Pen en Francia, estas figuras emergieron en medio de crisis económicas derivadas de políticas económicas más ortodoxas, en contraste con la situación en gran parte de América Latina.

En esta región, donde los problemas económicos a menudo resultan de políticas heterodoxas o de una mayor intervención estatal, los líderes de los movimientos conservadores populares abogan por una economía más orientada hacia la libre empresa y culpan a la izquierda y la centroizquierda por los fracasos económicos. Ejemplos notables incluyen a Bolsonaro en Brasil, Kast en Chile y Milei en Argentina.

Por lo tanto, es fundamental analizar a estos movimientos a través de su identidad política y su posición cultural, ya que son estas las que los definen, con la economía siempre subordinada a esta esfera más amplia. En última instancia, la política es la que moldea la política.

Conclusión

En resumen, la victoria de Javier Milei en las elecciones primarias argentinas del 13 de agosto marca un hito significativo en el panorama político tanto a nivel nacional como internacional. Este triunfo no solo refleja la creciente atracción del “conservadurismo popular”, una corriente política que cuestiona las élites gobernantes y promueve la “Ley y el Orden”, sino que también subraya las profundas tensiones y el descontento de la ciudadanía con las estructuras políticas tradicionales.

A medida que líderes como Milei emergen en todo el mundo, su influencia y su impacto en la política global continúan siendo temas de interés y debate, lo que plantea preguntas significativas sobre el futuro de las democracias liberales y las estructuras tradicionales de poder.

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