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El 17 de febrero se cumplieron 14 años de la proclamación de independencia de forma unilateral por parte del parlamento de la República de Kosovo. Desde entonces, el camino hacia un reconocimiento internacional y un acuerdo de paz con Serbia ha sido tumultuoso.

La Guerra de Kosovo acabó en 1999 con el establecimiento de fuerzas internacionales en la entonces región serbia. La presencia de la OTAN y especialmente de EE.UU hasta 2008 (aunque ha continuado a menor escala después) dejó una gran marca en el país. Kosovo guarda un respeto especial a EE.UU y en especial a los Clinton, lo cual se puede ver en las calles de la capital, con estatuas y avenidas dedicadas al que fuera el presidente estadounidense y numerosas banderas en edificios públicos.

Estatua de Bill Clinton en Pristina (Manuel Campos)

La OTAN intervino a favor de Kosovo tras el fracaso de la diplomacia y negociaciones entre ambas partes. El Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) había comenzado operaciones para expulsar a los serbios de las instituciones kosovares y poco a poco construir unas independientes. Yugoslavia, entonces formada por Montenegro y Serbia, no se quedó con los brazos cruzados y envió al ejército para defender a sus organismos, a los serbios y luchar contra el ELK. El conflicto estaba servido.

Soldado del ELK (Balkan Insight)

Kosovo reclamaba un estado propio dada la demografía y características propias de su población. En efecto, se trataba de otro conflicto étnico más en la historia de Europa. La mayoría albanesa de la región (un 90% en la actualidad) jamás había tenido un estado propio como el que se conoce a día de hoy, más allá de ser una región con cierto grado de autonomía dentro de Yugoslavia. Aunque el territorio hubiese sido serbio durante los años previos a la invasión otomana, tras el desajuste turco en la región muchos albaneses musulmanes emigraron al territorio que hoy en día conocemos como Kosovo.

Mapa étnico de Kosovo en 2002 (Grid-Arendal)

La justificación de la intervención de la OTAN (KFOR) fue, entre otros motivos, para prevenir un caso de limpieza étnica por parte de las fuerzas yugoslavas. Dichas acusaciones fueron corroboradas por la ONU en 2001, que concluyó que, en efecto, había intenciones por parte de Yugoslavia de cometer otra masacre sistemática. El miedo a que sucediese otro episodio trágico como el de Srebrenica era más real que nunca.

Tras la guerra se llegó a un vago acuerdo de paz y no fue hasta 2008 que Kosovo proclamó unilateralmente su independencia. La naturaleza de ésta y la gran oposición por parte de Serbia ha complicado su reconocimiento internacional. Tan solo 113 estados miembros de la ONU han reconocido su independencia y 15 han retirado su reconocimiento. Poco a poco Kosovo intenta hacerse un hueco en la comunidad internacional aunque no se trata de un proceso lineal e imparable.

La OTAN en Kosovo (The Guardian)

Pristina, la capital de la joven nación, muestra un gran contraste entre su pasado comunista y su reciente modernización y crecimiento. Tras la guerra fueron muchos los kosovares que se mudaron a la capital y provocaron un crecimiento urbanístico vertiginoso. Por sus calles se pueden observar casi más banderas de Estados Unidos y Albania que de Kosovo. Los edificios antiguos del gobierno de Yugoslavia ahora sirven a algunos de los nuevos ministerios kosovares y organizaciones internacionales. Otros edificios en ruinas después de la guerra jamás fueron reconstruidos.

La Iglesia de Cristo Salvador es un templo cristiano en Pristina, Kosovo, se trata de un edificio afiliado a la Iglesia Ortodoxa serbia. Se planeaba su inauguración en 1999, pero su construcción fue interrumpida por el conflicto de Kosovo. Su presencia no fue bien recibida por la población predominantemente musulmana suní de Kosovo,​ y su futuro sigue siendo incierto. La propiedad del edificio y el terreno sobre el que se encuentra está en disputa entre la Universidad de Pristina y la Iglesia Ortodoxa serbia. Autor: Arild Vågen

Tras el fin del conflicto y la independencia de Kosovo, se produjo un cambio demográfico significante. Muchos albano-kosovares que vivían en el sur de Serbia, Macedonia y Albania se instalaron en el nuevo territorio independiente, incluyendo aquellos que habían huído de la guerra. Otros grupos étnicos como los serbios emigraron a Serbia o Montenegro. Aún así, Kosovo no es una nación étnicamente homogénea.

En particular, en el norte del país sigue existiendo una mayoría serbia que ha provocado disturbios en los últimos 12 años. Durante este tiempo los serbios se han levantado contra el dominio kosovar, normalmente desobedeciendo mandatos de Pristina y actuando por su cuenta en las instituciones locales, simulando que todavía pertenecen a Serbia.

Tanto la UE como la OTAN han apoyado a Kosovo en la denuncia de la rebeldía serbia y las protestas violentas han sido sofocadas. De todos modos, la mayoría serbia sigue estando presente y poco puede hacer el gobierno central de Kosovo para tratar de reconducir la situación.

Mural pro-Serbia en el norte de Kosovo (Manuel Campos)

Desde 2010 hasta 2015 se dieron episodios de violencia entre ambos grupos étnicos por el control de la región. Las fuerzas internacionales intervinieron y las protestas se saldaron con algunos muertos. A pesar de la situación de relativa calma a día de hoy, las diferencias en las posiciónes de ambas partes siguen siendo abrumadoras y una posible reconciliación parece improbable.

La calma podría acabar pronto puesto que Serbia ha estado enviando refuerzos militares a su frontera con Kosovo en los últimos meses. Se ha hablado bastante de una posible anexión de la región norte a Serbia como una solución, pero ninguna parte se quedaría satisfecha.

Uno de los puntos de máxima tensión étnica es la ciudad de Kosovska Mitrovica, al norte del país. La localidad está partida en dos por el río Ibar. Al norte, la mayoría de los vecinos son de etnia serbia y al sur predominan los albano-kosovares. Durante las protestas de hace no más de 10 años, Kosovska Mitrovica fue el epicentro de episodios violentos entre ambos grupos.

Dichos eventos estuvieron concentrados alrededor del puente que une ambas comunidades. A día de hoy, el puente ha sido restaurado y está vigilado 24/7 por un grupo de Carabinieri italianos.

El puente sobre el río Ibar que divide la ciudad de Mitrovica (Manuel Campos)

El lado sur de la ciudad está lleno de estatuas conmemorativas de los “héroes de la independencia de Kosovo” y de banderas de Albania. Una imponente mezquita financiada por Turquía le da vida al centro del barrio y numerosas tiendas venden productos con la bandera de Kosovo y Albania.

Estatua conmemorativa de un "héroe albanés" (Manuel Campos)

Tras cruzar el puente de tan solo 70m de largo, parece que uno entra en un país completamente distinto. El paseo principal del barrio está lleno de banderas serbias y estatuas de “héroes serbios”. Las paredes lucen propaganda electoral y graffitis de “Kosovo es Serbia”, la “Z” de Putin y otro tipo de mensajes prorrusos.

A lo alto de un monte se alza imponente una iglesia ortodoxa recién construida y otra bandera serbia. Parece como si ambas partes de la ciudad se estuvieran provocando entre ellas.

Mural en Mitrovica Norte: "Kosovo es Serbia y Crimea es Rusia" (Manuel Campos)

Aunque “de iure” la región sea parte de Kosovo, lo cierto es que la población no se siente identificada con su nueva nacionalidad, según muchos impuesta. De los 60.000 serbios que viven en la región norte de Kosovo, 20.000 viven en el lado norte de Mitrovica. Los funcionarios allí reciben su sueldo directamente de Belgrado y tienen documentación serbia. El control sobre esta región es difuso y las fronteras nacionales parecen borrarse ante las divisiones étnicas.

La situación es muy volátil y la posibilidad de que Serbia esté considerando una intervención para “proteger” a su población no es remota. Serbia ha jugado como la gran opositora a las sanciones europeas hacia Rusia tras la invasión de Ucrania y sigue siendo considerada la “oveja negra” de los Balcanes por su pasado y su negativa a la hora de admitir sus crímenes de guerra durante la desintegración de Yugoslavia.

El Presidente de Serbia, Aleksander Vucic (Aracat)

Aleksandar Vucic fue reelegido como primer ministro en las elecciones de Serbia del pasado 3 de abril. El político “progresista” tiene una gran orientación prorrusa y una visión muy clara sobre Kosovo. Desde el comienzo de 2022, Vucic ha denunciado que a los serbios les deniegan el voto en Kosovo y ha declarado a raiz de la detención de dos policías étnicamente serbios tras acusaciones de corrupción, que en el norte los albaneses están cometiendo un “genocidio” contra la minoría serbia.

Lo cierto es que a pesar de que la posición del primer ministro es robusta, su popularidad entre los serbios de Kosovo no es especialmente alta dado que opinan que no está haciendo lo suficiente para protegerlos.

De forma casi irónica, Serbia se ha mostrado a favor de unirse a la Unión Europea, candidatura que también ostenta Kosovo. Ambos países son los que más progreso han hecho después de Macedonia del Norte para entrar en la Unión. De todas formas la condición irrevocable para que ambas partes puedan entrar es el mutuo reconocimiento y la certeza de una paz permanente.

Dada la situación en el norte de Kosovo y la reticencia de Serbia a la hora de abandonar sus pretensiones sobre el pequeño país, dicha paz queda todavía lejos. Los siguientes años así como la mediación de la UE serán claves y todo dependerá de cómo gestionan ambas naciones los choques étnicos y sus pretensiones políticas, pero por ahora, Kosovo sigue sin cantar victoria.

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