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Maha Mamo muestra su anterior pasaporte de apátrida. Algunos países, entre ellos Brasil, expiden documentos de viaje para apátridas, llamados también pasaportes para extranjeros o “Pasaportes Nansen”. Estos documentos no reconocen la nacionalidad, pero permiten a sus portadores desplazarse entre países. Fuente: Hoje Em Dia (2017)

Los apátridas son, según el derecho internacional, “las personas que no son reconocidas por ningún país como ciudadanos conforme a su legislación”. ACNUR estima que existen entre diez y doce millones de apátridas en el mundo. Este fenómeno tiene consecuencias graves para las personas privadas de nacionalidad, que carecen de derechos fundamentales como el acceso a la salud, la educación, el empleo, el derecho a la propiedad y la libertad de movimiento. 

Son varias las razones que llevan a una persona a ser apátrida. La principal son los numerosos vacíos legales entre las diferentes maneras de adquirir la nacionalidad de un país, que principalmente son tres: el nacimiento dentro del territorio de un estado soberano (también llamado ius solis), la nacionalidad de los progenitores (también denominado ius sanguinis) o la residencia por un periodo determinado en el estado en cuestión (o ius domicilii). Estas variaciones tienen que ver con la antigüedad y la formación de los países. Generalmente, las antiguas colonias de asentamiento, donde se buscaba la integración y el desarrollo demográfico rápido, han adoptado el modelo de ius solis, como los Estados Unidos. 

Actualmente este paradigma es altamente cuestionado por parte de movimientos contrarios a la inmigración, que alegan, fomenta el “turismo de nacimiento” o “bebés ancla” por el cual los extranjeros se desplazarían para dar a luz en ciertos países para que sus hijos adquieran esa nacionalidad y eventualmente adquirirla ellos. 

Sin embargo, son varios estudios los que demuestran que este fenómeno no es en absoluto representativo con respecto a los flujos migratorios internacionales y no tiene relación significativa con la inmigración ilegal. En la mayoría de los casos los bebés nacidos en el país de destino precisan alcanzar la mayoría de edad para poder transferir la nacionalidad a los padres, que en cualquier lugar tendrían que haber entrado al país de forma legal para dar a luz. 

Principales causas de la generación de personas apátridas

En el caso de países que no reconocen la nacionalidad por nacimiento sino por parentesco, los nacidos de padres desconocidos, desaparecidos o fallecidos están en una situación extremadamente vulnerable. Otros países discriminan entre quiénes son aquellos que pueden transmitir la nacionalidad a sus descendientes.

En 27 países —que incluyen Líbano, Arabia Saudí, Irán, Nepal o Madagascar entre otros— la nacionalidad no puede ser adquirida a través de la madre o la esposa. En el caso de Jordania, por ejemplo, esta prohibición tenía originalmente como objetivo controlar el número de matrimonios entre mujeres jordanas y hombres palestinos. Países como Surinam, Kenia y Mónaco han modificado sus leyes recientemente para garantizar la igualdad en cuanto al derecho a adquirir o transmitir la ciudadanía entre hombres y mujeres. Sin embargo, en el caso de los países que no cuentan con esta protección, los hijos de madres nacionales y padres extranjeros o desconocidos se enfrentan en muchos casos a la apatridia.

Países por forma de adquisición de la nacionalidad.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de GlobalCit (2016)

Otra razón que puede motivar la apatridia son las mudanzas constantes. Si un niño o una niña nacen en un país que no permite la adquisición de la nacionalidad de forma automática y sus padres tienen una nacionalidad que no puede ser transmitida, el infante queda atrapado en un vacío legal que solo puede ser subsanado si el país de residencia permite la adquisición de la nacionalidad a los residentes después de un periodo de tiempo. Sin embargo, si la familia debe desplazarse del país y no pueden mantener el estatus de residentes, el niño también perdería ese derecho, permaneciendo apátrida. 

En los últimos años se ha oído hablar de la pérdida de la nacionalidad por parte de numerosos extranjeros que se sumaron en su momento a las filas del ISIS en Siria e Irak y después han solicitado el retorno a sus países de origen. El caso más famoso es el de los antiguos ciudadanos británicos Shamima Begum y Jack Letts. La legislación británica permite privar de la nacionalidad a aquellos que no queden como consecuencia en estado de apatridia, por lo que solo puede darse en casos de doble nacionalidad. La mayoría de los estados, como por ejemplo España, no tienen reconocido en su legislación el poder de retirarle la nacionalidad a un ciudadano salvo en casos de duplicidad de nacionalidades con países con los que no haya un acuerdo preexistente. Por el contrario, países como Holanda, Bélgica y Francia sí cuentan con esta figura en caso de crímenes extremadamente graves que puedan ser considerados como “traición” o “deslealtad”.

A través de estas normas han logrado justificar la retirada de los pasaportes de algunos de los combatientes como solución alternativa a su repatriación y posterior enjuiciamiento, alegando que el riesgo para la seguridad nacional en el país de origen es muy alto. En este caso, son los estados quienes condenan a la persona a la apatridia.

La causa que genera mayores grupos de apátridas es la modificación de las fronteras de un país y la creación de nuevos estados. En algunos casos, son grupos minoritarios quienes tienen mayores dificultades para demostrar su vínculo con el país, lo cual imposibilita la adquisición de la nacionalidad no sólo para esos grupos sino también para sus descendientes. En estos casos, la apatridia genera un perjuicio no sólo a nivel individual, sino a nivel colectivo

ACNUR afirma que el 75% de los apátridas pertenecen a minorías étnicas y religiosas, que son condenadas a la marginalización dado que no tienen ninguna forma de acceder a los servicios más básicos ni de ejercer su libertad de movimiento. Por ende, pierden cualquier posibilidad de acceso a las instituciones de gobierno y la representación en las mismas, con lo cual sus intereses suelen ser ignorados y las agresiones contra estos colectivos tienden a quedar impunes. Desde 2013, han sido “desnacionalizadas” con carácter retroactivo o no reconocidas más de 200.000 personas origen haitiano nacidas en la Republica Dominicana. El gobierno dominicano pretende así regular y desincentivar la inmigración proveniente del país vecino.

Apátridas de descendencia haitiana reclaman en Santo Domingo una solución a la privación de la nacionalidad por parte de la República Dominicana. Fuente: EFE (2013)

¿Qué es el pasaporte apátrida? 

Los ciudadanos de territorios en disputa pueden ser también apátridas, como es el caso del pueblo saharaui: desde 2008, los saharauis nacidos antes de la Marcha Verde de 1975 pueden solicitar el pasaporte apátrida a España. Si bien la expedición de este documento no reconoce la nacionalidad española sino simplemente el estatus de apátrida, permite que los saharauis que cuenten con él puedan ejercer su derecho a desplazarse. 

El también denominado “Pasaporte Nansen” fue creado por Fritjof Nansen en 1921. Consistente en una cédula de identificación, supuso una alternativa al pasaporte para aquellos que, después de los diversos conflictos armados que tuvieron lugar en el siglo XX —y más concretamente la Primera Guerra Mundial— perdieron o nunca obtuvieron la nacionalidad. Nansen sería nombrado Alto Comisionado de los Refugiados para la Sociedad de Naciones y lograría el Premio Nobel de la Paz en 1922 por esa valiosa contribución. 

Actualmente, sólo 30 países del mundo garantizan la expedición de este tipo de documento de viaje a las personas apátridas. Las Naciones Unidas han propuesto incansablemente la creación de un documento internacionalmente reconocido y que pueda ser leído electrónicamente para las personas apátridas. Si bien solo se trataría de una solución temporal hasta alcanzar el objetivo final de acabar con la apatridia, garantizaría a las personas sin nacionalidad el derecho a la libertad de movimiento y las protegería de riesgos tan evidentes como el tráfico de personas y el trabajo forzado. ACNUR estima que un tercio de los apátridas del mundo son niños, los cuales se ven privados de gran parte de sus derechos fundamentales a causa de su estatus legal. 

¿Cuál es el futuro de las personas en situación de apatridia?

Naciones Unidas ha situado la apatridia como uno de los grandes objetivos de la futura décadaCon la intención de erradicar este fenómeno en 2024, son numerosos los avances que han tenido lugar para reducir el número de personas sin nacionalidad y limitar el número de lagunas legales existentes entre las diferentes legislaciones internacionales. Uno de los casos más conocidos es el de los Bihari en Bangladesh. Esta minoría musulmana y hablante de urdu fue perseguida durante y después de la Guerra de Liberación de Bangladesh en 1971 a causa de su afinidad con el bando paquistaní y su apoyo al Ejército de Liberación Paquistaní. Tras el conflicto, decenas de miles de biharis solicitaron asilo en Paquistán y una minoría decidió permanecer en Bangladesh, donde conservaron el estatus de apátridas hasta 2008. Fue en ese año cuando Bangladesh alcanzó finalmente un acuerdo para garantizar la ciudadanía de los 300.000 biharis residentes dentro de sus fronteras.

Cate Blanchett, Embajadora de Buena Voluntad de ACNUR, y Maha Mamo muestran sus pasaportes en la sede de ACNUR en Ginebra el 5 de octubre de 2019. Fuente: APF

Otro acuerdo exitoso para ACNUR ha sido el reconocimiento reciente por parte de Brasil de la nacionalidad a numerosos niños y niñas nacidos de familias brasileñas pero no residentes en Brasil y que, bajo la antigua legislación, no podían adquirir la nacionalidad de sus padres sin vivir en el país de origen de los mismos. Asimismo, y por primera vez en su historia, Brasil ha reconocido la condición de apátrida a dos residentes en el territorio. Las hermanas Maha y Suad Mamo nacieron en Líbano y son hijas de padres sirios no casados, con lo cual ninguno de los dos países las reconoce como ciudadanas. Con esta medida, aprobada en 2017, Brasil abre la vía a una naturalización simplificada de las personas apátridas. 

Sin embargo, la erradicación de la apatridia en cinco años parece, cuanto menos, difícil. El volumen de las migraciones motivadas por los efectos del cambio climático y la escasez de recursos, así como a causa de los diversos conflictos actuales continúa en aumento. Este fenómeno junto a la aplicación de leyes que permiten la discriminación contra grupos étnicos a la hora de reconocer su nacionalidad —como los rohingya en Myanmar— o en perjuicio de las mujeres implica que cada día nacen en todo el mundo miles de niños sin que ningún país los reconozca como ciudadanos

¿Cuáles son las consecuencias de la apatridia? 

Las consecuencias que sufren los apátridas son extremadamente graves: para muchas personas, el acceso a la sanidad está directamente relacionado con la nacionalidad, pues la mayoría de los sistemas de salud públicos requieren un certificado de identidad. Esto implica que las personas apátridas tienen un menor acceso a beneficios tan simples como la vacunación, la atención pediátrica, ginecológica, primaria o urgente. En el caso de la población de origen gitano en Macedonia, más de la mitad de sus miembros no cuenta con un documento de identidad o certificado de nacimiento ni consta en el censo. La falta de acceso de este colectivo al sistema sanitario estatal está relacionada con una tasa más alta de nacimientos prematuros y la presencia de enfermedades raramente visibles entre población vacunada como el sarampión. En consecuencia, su esperanza de vida es considerablemente más baja que la de la población media. 

Además de la salud, las personas apátridas se ven, en general, privadas del derecho a la educación. Mientras que Tailandia permite el acceso a sus escuelas públicas por parte de los niños, niñas, y jóvenes apátridas, no ocurre lo mismo en países como Costa de Marfil o Georgia. Desgraciadamente, la apatridia es un estatus que en muchos casos se hereda, dificultando la movilidad social y favoreciendo la marginalización, por lo cual acceder a otros tipos de educación de carácter privado está prácticamente fuera del alcance de las personas apátridas. Incluso en los casos en que los niños y niñas logran acceder a la escuela primaria, su tasa de abandono es muy alta, presionados por la situación económica del núcleo familiar, la discriminación en el centro de estudios y las dificultades para acceder a estudios de nivel superior, especialmente de tipo universitario o profesionalizante. 

Mientras que las personas jóvenes apátridas exploran sus intereses y talento, se encuentran con un camino lleno de obstáculos burocráticos y legales que no existen para la mayoría de sus compañeros y compañeras. Estos suponen una puerta cerrada para la mayoría de los trabajos independientemente de su vocación e interés. Eventualmente, la frustración y desilusión de las personas apátridas se traduce en graves problemas emocionales y de autoestima que afectan a su desarrollo personal y que implican además una pérdida de potencial capital humano y social por parte de los estados. 

Por último, las personas apátridas encuentran numerosos impedimentos relacionados con la tenencia de propiedades a su nombre. Sin nacionalidad, los apátridas no pueden abrir una cuenta de banco, ser dueños de inmuebles o firmar un contrato de alquiler. Desgraciadamente, esta situación expone a los apátridas a diversos abusos y a un alto nivel de incertidumbre. 

Desde 2014, Naciones Unidas trabaja en el plan “Eliminar la Apatridia en 10 años, 2014-2024” con el objetivo de prevenir este fenómeno y erradicarlo entre quienes ya lo sufren. El programa cuenta con varias medidas consistentes en derogar o modificar las leyes que a nivel estatal permiten la discriminación por género, raza o etnia en cuanto a la transmisión o adquisición de la nacionalidad. 

También se busca reducir los vacíos legales entre las diferentes formas de adquisición de la nacionalidad, con el fin de que ningún niño o niña nazca apátrida. Además, el programa insiste en la importancia de favorecer el registro de los nacimientos de manera estandarizada por parte de los países, con lo cual el arraigo sea demostrable, así como la prevención de la apatridia en casos de modificación de fronteras y creación o sucesión de estados. Por otro lado, Naciones Unidas propone que se garantice a todos los migrantes apátridas el estatuto de refugiados y que se facilite su naturalización. Por último, el plan promueve la prevención de cualquier forma de denegación, pérdida o privación de la nacionalidad por motivos discriminatorios. 

En definitiva, la apatridia es un fenómeno fuertemente arraigado y complejo. Tradicionalmente, la denegación de la nacionalidad, así como las múltiples formas de adquisición de esta, se han empleado para influenciar los flujos migratorios, definir la demografía de los países y marginalizar a minorías étnicas o religiosas. El poder de la concesión, denegación o pérdida de la nacionalidad es una herramienta estratégica muy potente para los países, lo cual dificulta el logro de los objetivos de Naciones Unidas para la eliminación de la apatridia. Sin embargo, la tendencia hacia un mundo cada vez más globalizado e interconectado nos lleva sin duda a un aumento de las migraciones y, por ende, familias mucho más diversas y deslocalizadas. En este contexto, el alcance de acuerdos internacionales es cada vez más importante para solucionar la apatridia y el significante costo que conlleva.

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