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Fuente: The Washington Times

Las formas mediante las que los grupos terroristas consiguen financiación son muy variadas. Una de las menos discretas, pero más eficaces, es la utilización de organizaciones no gubernamentales (ONGs) para encubrir esta actividad. Esto ocurre en países como Catar, donde la organización local Qatar Charity asegura no tener ánimo de lucro y trabajar por la inversión en educación, igualdad y desarrollo sostenible, pero en realidad contribuye a la financiación del extremismo violento.

Hace cuatro años, el organismo regulador de ONGs en el Reino Unido alertó de las dudas sobre la supuesta independencia de Qatar Charity UK, la cual recibía el 98% de sus ingresos por parte de Qatar Charity (QC) con sede en Doha. A pesar de ello, la filial británica aseveró que las propuestas provenientes por parte QC se habían tratado con el mismo rigor e independencia que cualquier otra propuesta de donación hecha por otros organismos.

La cuestión está en qué se entiende por rigor en este caso, porque los siete administradores de la filial en Reino Unido, eran a su vez empleados o directivos en QC, como detalla el informe que presentó la Comisión Reguladora del Reino Unido. A todas luces, esos administradores podían entrar en una situación de conflicto de interés y estar tentados de beneficiar a la matriz, y eso es precisamente por lo que, tras darse a conocer la noticia, tuvieron que renunciar a sus cargos.

¿Qué relación tiene Qatar Charity con el terrorismo?

En 2017, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto cortaron lazos comerciales y políticos con el Estado de Catar, entre otras razones, por sus lazos con el terrorismo. Los países mencionados, además, nombraron a Qatar Charity como organización con vínculos terroristas. Su filial en Reino Unido decidió entonces cambiar de nombre para evitar ser vinculada a la matriz en Catar, pasando de llamarse Qatar Charity UKNectar Trust.

La “nueva cara” de Qatar Charityen Reino Unido pasó entonces a estar dirigida por Yusef al-Kuwari, un exfuncionario catarí que fundó una web en la que difundía mensajes de odio a cristianos y judíos. Cuando estos hechos se hicieron públicos por el medio de comunicación británico The Telegraph, al-Kuwari tuvo que dimitir, aunque a pesar de ello siguió siendo el Director Ejecutivo de QC en Doha

Además, en 2017, el plan para levantar una mezquita en la ciudad inglesa de Sheffield, que gestionaba parcialmente por Qatar Charity UK, se encontraba supervisado por un funcionario kuwaití que afirmó que el 11-S corrió a cargo de personas judíos, negando la versión de que fue un atentado perpetrado por Al Qaeda. Lógicamente, tras estas declaraciones dicho supervisor, que fue acusado de antisemitismo y que aparentemente tenía vínculos con los Hermanos Musulmanestuvo que retratarse y dimitir

Si todo esto ya es llamativo de por sí, el hecho de que el equipo directivo de la ONG corra a cargo de personas con posiciones de poder dentro de Catar, como es el caso del Sheikh Hamad Bin Nasser Bin Jassim Al Thani, exministro del interior, levanta aun más sospechas. Que una persona de su rango esté a los mandos de una organización que ha sido incapaz de cortar estos escándalos de raíz, y que solo actúa contra quienes tienen posiciones extremistas una vez estas han salido a la luz en los medios, invita a pensar que este tipo de posiciones están permitidas, e incluso alentadas por los dirigentes de la ONG.

¿Cómo se benefician los extremistas de las entidades caritativas?

Las redes de extremistas que se apoyan en organizaciones como Qatar Charitylo hacen a través de los proyectos sociales puestos en marcha por estas, como, la construcción de mezquitas o las iniciativas en educación. Por un lado, aprovechan los proyectos educacionales o sociales para transmitir sus valores fundamentalistas y adoctrinar así a quienes quedan amparados por sus programas en base a uno valores arcaicos y muy ortodoxos ligados a los preceptos del yihadismo violento. Por otra parte, también se benefician de los lugares estratégicos que son estas mezquitas o centros educativos para esconder a los proselitistas que están a cargo del adoctrinamiento e, incluso, a miembros de células terroristas que necesitan estar alejadas de los focos para actuar en clandestinidad.

Por lo tanto, las ONGs que, como Qatar Charity, están vinculadas al extremismo, sirven a los grupos terroristas para desarrollar una manera menos discreta pero efectiva de llevar a cabo su actividad bajo el amparo de una estructura financiada por el Estado.

Las consecuencias de una política exterior un tanto ¨especial¨

Si hay algo claro en la política exterior de Catar es que quiere tener más poder y autonomía para no depender en ningún sentido de Arabia Saudí. Pero para conseguir esto ha empleado métodos ambiguos y de dudoso carácter legal, acercándose a Estados y grupos no estatales que tienen una agenda propia y cuyos intereses podrían traer más problemas que beneficios a quien se ponga de su parte. 

Por ejemplo, Catar ha apoyado el terrorismo dando cobijo a talibanesapoyando financieramente a Al Qaeda. También ha dado apoyo a líderes políticos con ideologías ultra-ortodoxas, como Yusuf al-Qaradawi a quién concedió la nacionalidad en los años sesenta y que ha protagonizado varias llamadas a los musulmanes para acabar con los regímenes de Gadafi en Libia y de Bashar al Assad en Siria tras las revueltas de 2011. A Catar también se le conoce por ser aliado de la República Islámica de Irán, aunque ha sido hábil en este sentido y mantiene a la vez una relación de cercanía con Estados Unidos, plasmada en el ámbito militar en la base aérea de Al-Udeid, que operan los norteamericanos. Pero el país del Golfo también ha extendido sus lazos fuera de su región, y se ha vinculado con la extrema derecha italiana, a quién ha contribuido con la venta ilegal de armamento militar. Cuando se le acusó de esto, además, el emirato tiró balones fuera y sugirió que España había incurrido en la misma práctica hacía años.

Un caso concreto de apoyo al terrorismo por parte de Catar ha tenido lugar este año. A los pocos meses de producirse el pasado febrero un terrible atentado en la ciudad portuaria de Bosaso, en el norte de Somalia, se interceptó una llamada telefónica entre el embajador de Catar en Somalia y el empresario catarí Khalifa Kayed al-Muhanadi. En la conversación que mantuvieron, el empresario hizo varias referencias a los terroristas de Al- Shababasegurando que sabía quiénes estaban detrás del ataque y que debían dejarles actuar para amedrentar a los emiratíes que trabajaban en la zona, forzándoles a abandonar sus negocios allí, que después él se aseguraría de reconducir a Doha para beneficiar económicamente a Catar.

Estos solo son algunos ejemplos de la errática política exterior de Catar, que dejan patente la relación del Estado con grupos extremistas y que hace más creíble si cabe la posibilidad de que Qatar Charity sirva de apoyo clandestino a estas organizaciones. Todo esto ha llevado a Estados Unidos a comenzar a cuestionarse la idoneidad de su relación con el país, al que ha empezado a mirar con recelo. Prueba de ello es el evento realizado por la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), el Instituto Hudson, y el Centro de Seguridad Cibernética y Nacional George Washington  en el que sus representantes cuestionaron el papel de Catar y sus políticas exteriores.

Después de todo esto…

Es evidente que Catar está jugando con fuego, tratando de mantener como aliados a actores problemáticos. Mientras siga así, el país no podrá conseguir su tan ansiada credibilidad a nivel internacional, que le permite actuar como una potencia regional y tener socios fiables. A día de hoy, parece que Catar es más bien un socio puntual para Estados y grupos que necesitan algo de su parte y de los que el emirato puede sacar algún rédito puntual, pero sin llegar a labrar una relación estable con ninguno. Inevitablemente, esto lleva a uno a preguntarse hasta qué punto está beneficiando realmente a Catar una política exterior vinculada al extremismo y cuyos secretos se van conociendo cada vez con más detalle.

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